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viernes, 4 de junio de 2021

Los Ricos también Lloran

El ser humano desde siempre ha sentido fascinación por la vida ajena, y por claramente el chismorreo, algo que quizá nació cuando el Homos Sapiens adquirió las capacidades lingüísticas para hablar no sólo de lo que le rodeaba, si no también, de los que tenía a su alrededor. Y así evolucionó desde las crónicas romanas como la Historia Augusta, que se leen más como una columna de cotilleos de la prensa amarilla, hasta llegar a la Edad Media, en donde los campesinos se servían del chismorreo en procesos judiciales o conflictos de repercusión pública.

El ser humano siempre ha tenido  avidez por estos chismorreos, y aunque no surge la palabra "cotilla"  como tal, hasta el siglo XVI en castellano, o el término "gossip" con la Comedia de los Errores de Shakespeare, existir han existido.

The Boys from Siracuse, adaptación musical de 1940 de Shakespeare

La fascinación por conocer las vidas ajenas, y ver cómo afectan las pasiones más humanas a todo hijo de vecino, siempre ha resultado fascinante, y por supuesto, era natural, que la literatura acabara recogiendo este tipo de elementos, que llegaron a su grado máximo en los conocidos "folletines" del siglo XIX, novelas populares, que se originaron en Francia, pero que acabaron extendiéndose por todo el mundo. De hecho, Alberto Villegas Cedillo, reconoce una suerte de “movimiento literario” basado en la gran producción de folletines en Latinoamérica desde mediados del siglo XIX y principios del XX, y  advierte sobre una consideración negativa asociados a ellos: “Algunos consideran que este movimiento literario no es digno de tomarse en cuenta por carecer de calidad literaria y suelen llamarle: subliteratura,  infraliteratura o literatura de segundo o tercer orden".

Los medios y la popularización de estos libros, dieron lugar a las novelas románticas y populares, a las fotonovelas, radionovelas y finalmente, telenovelas, que se expandieron principalmente desde los años 70 a España, y que en la actualidad, se ven dominadas por producciones turcas.

Corrin y Josh O'Connor como un casting ideal de los Príncipes de Gales

¿Pero qué pasa cuando el "culebrón" tiene un número de capítulos limitados, y está hecha con una producción lujosa, actores reconocidos y solventes? Pues que esta historia que nos cuenta pasiones muy terrenales acaba alcanzando "status" de culto. Bien conocidos son las adaptaciones de "El Pájaro Espino", por ejemplo, que sigue siendo recordada por encima de otros productos del momento, o incluso hasta cierto punto, la serie "The Crown", que aunque histórica y de una factura excelente, no deja de entrar en el terreno de la murmuración.

Netflix nos ha traído dos nuevos ejemplos en el último mes: la miniserie "Halston" y una nueva temporada de "Luis Miguel", y por supuesto que el espectador quedará enganchado, porque cuenta historias de figuras más o menos conocidas (según seas un apasionado de la música melódica o de la moda), contadas con buen presupuesto, actuaciones correctas y sobretodo, morbo y cotilleo.

"Halston" un gran vehículo para el lucimiento en particular de Ewan McGregor, cuenta la historia de la subida y descenso a los infiernos del diseñador americano del mismo nombre. Una figura controvertida, rodeada de la farándula estadounidense de los años 70, con la gloria de vestir a la mujer americana del momento y poder "toser" a la "haute couture" (o más bien, prêt-à-porter francés), y sobretodo, salpicada por los escándalos del Studio 54: drogas, sexo desinhibido y glamour neoyorkino. Y admitámoslo, como si se tratara de un accidente a cámara lenta, la serie es muy probable que te enganche, pues está hecha con cierta factura clásica y buena planificación, aunque al acabar te preguntes, si ha podido ser lo que deseabas ver o no.

McGregor como Halston

McGregor y Ryan Murphy, el creador de la serie, han adaptado un polémico libro de Steven Gaines sobre la figura del diseñador, y ahora la familia, se queja del retrato realizado. Debemos entender que cualquier adaptación sobre una figura pública puede ser objeto de una posible "mitificación" o un "arrastre por el barro". Está claro, que mientras más escandalosa pueda ser la historia, más podrá impresionar al público. ¿Es el Halston de la serie el real? Bastante poco probable, pero no será difícil decir qué imagen quedará en la cabeza de los telespectadores, cuando el "relato" acabe con el "dato".

"Luis Miguel" es un caso curiosísimo en este tipo de "biopics". Está producida por el mismo artista, teniendo que cambiar nombres de personas reales, para evitar pleitos, y la vendió como un modo "contar su historia", algo que siempre había evitado.

La primera temporada, con un más que correcto Diego Boneta, quedaba eclipsada por el maravilloso Óscar Jaenada, que se comía al resto del reparto intepretando al padre más malvado de la historia de la televisión iberoamericana: Luisito Rey. La segunda parte adolece de la trama fuerte de la primera y de este personaje malévolo, pero sigue dejándose ver si estás interesado en el cantante o el momento y ambiente donde se desarrolla.

Oscar Jaenada y Diego Boneta como padre e hijo

El problema de "Luis Miguel" es que, obviamente, estás viendo la visión del propio artista, que está "arreglando" cuentas con su pasado, pero a la vez, te preguntas cómo puede estar mostrando partes de su vida donde no queda como la persona más brillante o inteligente, e incluso, por motivos de llamar la atención del espectador, muestra una cierta carencia de escrúpulos o nos meten "escenas subidas de tono", incluso alguna protagonizada por la "hija" del mismo con su novio. El artista se está mostrando "cómo es", dando detalles que podrían ser excesivos si se le considerara como una figura verdaderamente real.

Pero no, el Halston o el Luis Miguel que vemos ahí, por motivos admitidos o no, no es la realidad: esto  que ves es un culebrón, una nueva muestra de como decía aquella telenovela de los años 80, "los ricos también lloran", de apelar a nuestro morbo, cotilleo y ganas de murmuración, y la productora lo sabe. Porque la vida es la realidad, pero la ficción es un campo para la imaginación que acabará influyendo en el recuerdo de lo que es cierto.

Carmen R.

Fuentes:

- Alonso, Guillermo. Breve Historia del Chismorreo y la Murmuración: de los neardertales a 'Sálvame'. Vanity Fair, 2014.

- Cameron, Averil. El Bajo Imperio romano (284-430 d. de C.). Encuentro, 2001.

- De Bustos, Rosa. ¿Por qué chismorreamos desde hace 70.000 años?. La Vanguardia, 2020.

- Risco, Ana María. El folletín como producto de la cultura popular en la prensa de fines del siglo XIX. Entre el estereotipo y el reconocimiento de un género en el diario El Orden. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnica (CONICET) - Universidad Nacional de Tucumán (Argentina), 2012.

viernes, 7 de diciembre de 2018

Bohemian Rhapsody

La música de la banda de rock británica Queen es eterna. Sus canciones suenan con asiduidad aún después de veintiocho años que dejaran de tocar. Sus melodías son recurrentes en publicidad, casi todo el mundo sabe reconocer, seguir el ritmo percutido y corear "we will rock you", y, cuando hay un evento deportivo todo el mundo es capaz de entonar el estribillo de "we are the champions". Es un grupo tan legendario que hasta hay varias compañías musicales y artísticas que ofrecen espectáculos donde homenajean a los británicos a lo largo y ancho del mundo. Y, claro, la película estrenada este otoño "Bohemian Rhapsody" no podía faltar como guinda de este pastel.

Vive sin miedo siempre, en castellano pone "lo único más extraordinario que su música..."


Sinopsis. 

A principios de los setenta Farrokh Bulsara es un joven que trabaja de mozo de carga en el aeropuerto londinense de Heathrow y desde hace un tiempo sigue a un grupo de rock llamado Smile que toca en pubs. El cantante de Smile sabe que con este grupo formado por un guitarrista que estudia astrofísica y un betería que va para dentista no llegará a vivir de la música, así que se despide de ellos. Así los encuentra Farrokh, sin vocalista, y él se ofrece como tal. Y no es que no esté mal, sino que el tal Farrokh resulta ser un animal del escenario. Seduce a todos con su voz y su energía. 

Freddie cuando se llamaba Farrokh (Y Rami Malek con prótesis dental)

We Will Rock You.

Ocho años tardaron para culminar esta cinta donde retratar no sólo a Freddie Mercury sino a los otros tres componentes del cuarteto. No hay que olvidar que Brian May, el guitarrista y Roger Taylor, el batería, son los productores, y, respetando la filosofía del grupo, a pesar de la arrolladora personalidad de Mercury, querían ser fieles a la importancia de todos sus miembros, aunque John Deacon, el bajista, tuvo muy claro que a la muerte de Mercury, Queen dejaba de existir como tal y no había sustituto posible. 

Londres, años 70 y glam rock

No fue nada fácil dar con un actor que encarnara de una manera fiel, sobre todo en el escenario, al potente Freddie Mercury. Se barajaron varios nombres, incluido ese cómico soez, aunque de buena voz, como demostró en Sweeney Todd, que resulta ser Sacha Baron Cohen. Este quería dar un enfoque de protagonismo absoluto de Freddie sobre el resto del grupo, lo cual no gustó nada a los productores que, casualmente son Brian May y Roger Taylor, así que lo apearon del proyecto. John Deacon sigue retirado de todo esto sin decir ni pío.

No dicen que Deacon, el bajista, es ingeniero de sonido y muchas genialidades se las deben a él.

Al final dieron con el angelino Rami Malek, el faraón de noche en el museo, para encarnar al famoso vocalista. Ben Hardy interpreta al batería Taylor, Gwylim Lee al guitarrista May y Joseph Mazzello, que ha crecido desde que fuera el niño del primer parque jurásico es el que encarna al bajista Deacon. Freddie Mercury tuvo una novia, a pesar de lo que todo el mundo tiende a creer debido a sus preferencias sexuales, que fue de gran importancia durante todas su vida y que aparece, aunque en un más que discreto segundo plano, en la cinta, esta mujer se llama Mary Austin, papel interpretado por Lucy Boynton. 

Mary Austin, la chica, papel secundario.

We Are The Champions 

La cinta da por veraces los hechos de la peli, pero, claro, para la línea narrativa, hay cosas que no son exactamente como se cuenta. Por ejemplo, convierten en supervillano al mánager de Mercury llamado Paul Prenter, cuyo rol corre a cargo de Allen Leech. A Prenter lo convierten sucesivamente en incitador sexual de Freddie, intrigante instigador de la carrera musical en solitario de Freddie, malvado que aísla a Freddie de su gente y gestor de las juergas narcosexuales de Freddie, y, para acabar, encima, es el traidor que vende a la prensa  la confirmación de las apetencias sexuales del cantante. Convierten a Prenter en un malvado de folletín de manual. Entre este y el obtuso productor de la discográfica interpretado por un irreconocible Mike Myers, tenemos al completo el eje del mal en esta peli.

Supervillano de manual: El mánager.

Si eres fan de Queen, los últimos veinte minutos de la peli son maravillosos. Se trata de la versión filmada al detalle del concierto Live Aid celebrado en el estadio de Wembley en julio de 1985. Bueno, de la parte asignada a Queen, porque este irrepetible concierto celebrado simultáneamente entre el Londres y Philadelphia en el que participaron los músicos más famosos del momento duró horas.

El Live Aid del 13 de julio del 85. Calcado.

The Show Must Go On

El vocalista de Smile, el primer grupo que formaron los productores de la peli y conformantes de Queen, Taylor y May, volvió a grabar con ellos sus viejos temas de hace casi una cincuentena de años para poder utilizarlas en esta peli. Rami Malek dice que guarda como un tesoro la prótesis dental que tuvo que llevar para hacer de Freddie Mercury. Bohemian Rhapsody, el tema al que hace mención la peli, fue motivo de controversia cuando fue estrenada, aunque hoy en día sea todo un clásico coreado en el momento "Mama, uuuuh". El bajista John Deacon sigue sin querer participar del negocio de los otros dos componentes de Queen, casuales productores de esta peli. Los fans de este grupo británico saldrán más que satisfechos después de este largometraje.


El productor se parece a Austin Powers.

viernes, 13 de julio de 2018

Sólo quiero ver una peli, pues elige: El Regreso del Heroe - Yo, Tonya - La Sociedad Literaria - The Disaster Artist

Como ya he dicho en más de una ocasión, hay veces que no queremos ver un supuesto éxito de taquilla. Hay días en que queremos algo más íntimo y sencillo, no diseñado para encabezar lo más recaudado del año, para pensar a la vez que disfrutar.


Porque tampoco estoy diciendo que sean días de cine de autor, de películas intelectuales rodadas en idiomas ininteligibles, si no más bien, días en las que apetece ir al cine para reír, o no, para disfrutar de una historia o una actuación, sin necesidad del exceso de efectos especiales, o sin que la película haya tenido que rodar por varios festivales sin fortuna comercial y tenga una larguísima lista de financiación (esto sí pudiera ser).

Y como estamos en verano, voy a hacer algo ligero: 4 micro reseñas de las películas que he visto en lo que llevo de año, que cumplen ese rol, de no ser excesivamente independientes, y contar una historia basada en el trabajo de sus actores y un guión más que eficiente: El Regreso del Héroe, Yo, Tonya, La Sociedad Literaria y el Pastel de Piel de Patata y The Disaster Artist.


El Regreso del Héroe (Le Retour du Héros) - Laurent Tirard - 2018
Con Jean Dujardin y Mélanie Laurent.

Cine cómico francés y de época. Un híbrido entre la comedia de maneras y la picaresca clásica que también hay al otro lado de los Pirineos.

Partiendo de premisas muy conocidas en las historias galas (héroe que vuelve de la guerra inesperadamente cuál Martin Guerre, o una correspondencia basada en el engaño para hacer feliz a un tercero), se forma un entramado lioso y "cuasi-amoroso", con un personaje principal de corte de los bribones seductores a lo Jean Paul Belmondo, y con una inteligente y brillante protagonista femenina. Ambos por supuesto, puede que caigan en romance imposible, pues como no, se detestan.

¿Conseguirá el seductor Capitán Neville, recien llegado de las batallas napoleónicas, volver a su vida normal, cuando su futura "cuñada" Elisabeth, se ha encargado de encumbrarlo como un héroe, para hacer feliz a su hermana Pauline? ¡Ah, lo tendréis que ver!



Yo, Tonya (I, Tonya) - Craig Gillespie - 2017
Con Margot Robbie, Allison Janney y Sebastian Stan

Yo, Tonya, es un biopic de la patinadora Tonya Harding dirigido por Craig Gillespie, en forma de film independiente, muy inteligentemente elaborado, con imágenes brutales, dinámicas y viscerales, en la que el director nos da golpes de efectos visuales, con un guión que salta hacia adelante y hacia atrás, hasta el momento más conocido de la patinadora y sus consecuencias.

Pero obviando la estética de videoclip mezclado con reality, el filme tiene su valor en Margot Robbie, que está en estado de gracia, junto a Allison Janney, que también se come la pantalla como su madre, creadora de la estrella del patinaje, Saturno que la devora, pese a que Tonya no llegue ni a considerarse un monstruo de Frankenstein, pues siempre huye hacia adelante, y acaba cayendo en una relación tóxica con el "tonto" de Jeff Gillooly, también grandísimo Sebastian Stan,

Una película que muestra lo peor del ser humano: la maldad y sobre todo, la tremenda estupidez.

Aunque resulte dura de ver, debido a su origen real, es una gran historia, que merece ser vista.




La Sociedad Literaria y el Pastel de Piel de Patata (The Guernsey Literary and Potato Peel Pie Society) - Mike Newel - 2018
Con Lily James, Matthew Goode, Glen Powell, Michiel Huisman, Katherine Parkinson, Tom Courtenay y Penelope Wilton

Volviendo a la ficción más total, no podemos olvidar aquellas películas que tienen su origen en una obra literaria. Y aquí está el caso de esta película dirigida por el eficiente Mike Newell (Cuatro Bodas y un Funeral, por ejemplo), que parte de una emotiva y sensible novela dramática escrita por Mary Ann Shaffer y Annie Barrows.

Con una base así, tendría que tener muy mala suerte, para que la película acabase siendo una mala historia. Y efectivamente, pese a que, en caso de conocer la novela, se noten ciertos puntos donde no se llega a la profundidad del libro, es una bonita obra.

La trama, llena de amor, y bien interpretada por una serie de solventes actores, se sigue con cariño, y nos recuerda a aquellos años en los que el cine, sólo necesitaba una bonita historia para emocionar.






The Disaster Artist - James Franco - 2017
Con James Franco, Dave Franco, Allison Brie, Seth Rogen y Ari Graynor.


Termino esta lista con una película que debería haber sido más reconocida en la última gala de los premios Óscar, pero acabó siendo oscurecida por unas acusaciones de acoso a su director y protagonista, James Franco, lo cual es una pena, porque la obra es una maravillosa visión del cine dentro del cine.

Franco, junto a su hermano Dave, dan vida a Gregg Sestero y Tommy Wiseau, y nos cuentan su amistad hasta "prepetar" una de las peores películas de la historia reciente, ahora con estatus de culto debido a su mala calidad: The Room. Sestero, acabó escribiendo un libro de no ficción, hablando de toda la bizarra historia de este proceso y de su relación con Wiseau. Y en este libro, se basa el film.

Una gran película, divertida, amena, bien dirigida, llena de cameos y apariciones inesperadas (los Franco deben de tener la agenda del teléfono sin memoria, viendo la cantidad de actores que pasan por la pantalla), y sobre todo, que se une a la tradición de contarnos lo que pasa entre los focos, con sus miserias y cosas absurdas. Una joya para ver sin prejuicios.

Y desde luego, muestra que la relación entre los hermano Franco debe ser maravillosa, viendo la complicidad al sacar un film así.


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Ahora eso sí, llegado el verano y el cine palomitero, pensemos que también queramos disfrutar de lo que Hollywood nos manda, y soltémonos el pelo para disfrutar de superhéroes como Ant-Man y La Avispa o secuelas muy esperadas, como la de Los Increíbles. Porque también tenemos días así. Igual que cuando llegue más frío, quizá queramos historias más íntimas, que también nos llegarán.

¡Pasad un buen verano!


Carmen R.

viernes, 11 de marzo de 2016

Zelig

¿Habéis oído hablar de Leonard Zelig?
¿No?
Woody Allen nos cuenta su vida en este… documental.


Título original Zelig
Año 1983
Duración 76 minutos
País Estados Unidos
Director Woody Allen
Guión Woody Allen
Música Dick Hyman
Fotografía Gordon Willis
Productora Warner Bros. Pictures

Reparto
Woody Allen, Mia Farrow, Gale Hansen, Stephanie Farrow, Garrett Brown, Mary Louise Wilson, Sol Lomita, John Rothman, Susan Sontag


Sinopsis
Falso documental sobre Leonard Zelig, el hombre camaleón que asombró a la sociedad norteamericana de la 'era del jazz'. Su historia arranca el día que miente al afirmar que ha leído Moby Dick, sólo para no sentirse excluido. Desde entonces, su necesidad de ser aceptado lo lleva a transformarse físicamente en las personas que lo rodean, convirtiéndose así en un fenómeno mediático, en una celebridad sin esencia. Testigo de algunos de los acontecimientos más importantes de los años treinta, encaja a la perfección en todas partes porque asume las características tanto físicas como psíquicas de las personas con quien está para caerles bien.




Los seguidores del gran Woody Allen sabemos que en sus películas hay muchas cosas que se repiten… por lo que también son muchos los que dicen que el neoyorquino hace constantemente la misma película cada año…. Algo con lo que personalmente estoy en desacuerdo pero sí que en su cine se repiten muchas cosas.



En 1983 realizó una película en forma de falso documental en la que nos cuenta la vida de un extraño y camaleónico personaje Leonard Zelig, al que da vida el propio Allen, que resulta ser un misterio para todos.

Como todo documental, se van alternando imágenes reales en blanco y negro sobre los años 20 en los que se desarrolla la historia, imágenes “reales” de la vida del propio Zelig con “entrevistas recientes” (alrededor de 1968) ya en color con diferentes “testigos” o “estudiosos” del protagonista, logrando con todo ello convencer al espectador de que le están contando hechos reales.



Teniendo en cuenta los medios disponibles en 1983, en Zelig nos resulta verdaderamente sorprendente cómo Woody Allen logra convencernos de que estamos viendo un documental real. Para que las imágenes parecieran reales, es decir, antiguas y sucias, los técnicos ensuciaron y estropearon las cintas logrando así ese efecto. También lograron incluir imágenes de Zelig en secuencias reales de la Alemania nazi o de la época de la Depresión Económica de Estados Unidos.



En cuanto a los diferentes cambios físicos que experimenta el protagonista y el argumento en sí, no dirá apenas nada porque lo bueno es ir descubriéndolo poco a poco con ese sentido del humor característico que caracteriza al director.

La actriz y pareja del director entonces, Mia Farrow da vida a la Doctora Fletcher, que fascinada por Zelig, se encarga de estudiar el caso y tratar de dar una explicación a los hechos que se nos relatan.



Como ya he dicho, no se trata de una película convencional por lo que sólo la recomiendo a los fans de Woody Allen –los que no la hayan visto todavía, claro- o para aquellos que disfruten de ver una maravillosa rareza ya que disfrutarán son esta extraña y diferente propuesta del gran Woody Allen.


viernes, 26 de diciembre de 2014

El orgullo de los yanquis (1942)

Ahora que nos van a meter en las pantallas de cine la historia de Stephen Hawking, un genio de la astrofísica que sufre la devastadora afección de ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), nos la quieren vender como la primera película que habla de este mal degenerativo. Eso es porque no se acuerdan de una peli clásica del año 1942 titulada el orgullo de los yanquis.

El cartel anunciante

La peli, rodada en plena segunda guerra mundial,  narra la historia,  a la manera “ensalzahéroes” del Hollywood clásico, de Lou Gehrig, un bateador del equipo de béisbol de los yankees de Nueva York, de ahí el título. El verdadero Lou Gehrig, un atleta zurdo contemporáneo y compañero de equipo de otros ilustres del bate como Babe Ruth, que sale en la peli, o Joe Di Maggio, esposo ocasional de Marilyn Monroe.

Gary Cooper con Babe Ruth, leyenda del béisbol, en el rodaje.

Gehrig, hijo de emigrantes alemanes, lo cual se hace notar en los acentos paternos de la versión original, nació y se crió en Nueva York a principios del siglo XX. Sus padres, perseguidores del sueño americano, se esforzaron por dar una buena educación a su hijo, que, destacando en los deportes, acabó haciéndose un indiscutible del, entonces, popularísimo béisbol, siendo miembro del dream team de los yankees de Nueva York durante catorce años, entre 1924 y 1938, que fue cuando abandonó este deporte aquejado de una enfermedad que le impedía mover los músculos. Por cierto, al ELA, en los EEUU le siguen llamando “la enfermedad de Lou Gehrig”, a pesar de Stephen Hawking.

Sinopsis “espoileada” como la de Titánic:

Dirigida por Sam Wood, el patriótico director tan afín a las ideas maccarthyanas de echar a todos los rojos de la industria fílmica, y protagonizada por Gary Cooper haciendo de joven estudiante a la edad de 41 años, lo cual no encaja demasiado bien, pero bueno, es que es Gary Cooper y lo dejamos estar, narra con plantilla “ensalzahéroe”, la historia de este hijo de emigrantes alemanes que alcanza el sueño americano, que se va al cuerno por culpa de una enfermedad degenerativa.

El pequeño Louie probando fortuna con la zurda.

Se ve a Lou de niño, volviendo de la escuela, que juega al béisbol con los chavales del barrio, y del batazo, rompe el cristal de un comercio. La madre, que en casa es la alemana que corta el bacalao, ya que el padre está sometido a lo que diga su férrea señora, riñe a Lou porque debe centrarse en los estudios. La madre, cocinera en la universidad de Columbia, consigue que él estudie allí.
A pesar de “la vida mejor” en el país de los sueños, los padres, cocinera y portero, no han conseguido nada mejor. La madre, aquejada de una enfermedad, va derecha al hospital para pobres, pero Lou firma con los yankees, en contra de la voluntad de su madre, que nada sabe de esto, para poder pagarle una clínica de las caras.

Mamá Gehrig es mucha mamá.

Y Lou Gehring  comienza a jugar con los Yankees de Nueva York, primero chupando banquillo, cuando en Chicago, contra los White sox, sale a la jugar por primera vez, una espectadora, papel interpretado por Teresa Wright, lo pone nervioso. Lo que son las cosas, vuelven a coincidir en la cena, y allí comienza el noviazgo a distancia. La niña, por cierto, es la hija de un magnate de las salchichas.

El orgullo de los yankees y señora

Son años de vino y rosas. Todo es genial. Él se hace un jugador indiscutible, un americano impecable, guapo, fuerte, trabajador, honesto y buen esposo. Un retrato propagandístico de primera, publicitado, sobre todo, por ese papel que interpreta Walter Brennan, que es una mezcla de periodista deportivo, mánager y amigo de la familia. El único punto conflictivo lo pone mamá Gehrig, en el papel de suegra dominante, que acaba suavizándose.

Los Gehrig en el campo, para ver jugar al nene.

La última media hora conduce al problema médico de Lou. Un mal día empieza a sentir sus músculos agarrotados. Ya no rinde tanto en el campo de juego. El médico le da malas noticias. Lleva con entereza su dolencia y dice adiós en el estadio de los Yankees ante su afición, abrazándose a compañeros, como Babe Ruth, que sale en la peli interpretándose a sí mismo. Y Lou cabizbajo entra a los vestuarios mientras se oye “play ball!” (¡Juego!).

Contexto histórico del rodaje:

Lou Gehrig, jugador en la época de la crisis del 29, donde todo el mundo necesitaba un desahogo, era, como todo el que llevaba felicidad de la simple a los seguidores del béisbol, un querido ídolo de la sociedad americana. La película, filmada en 1942, recién entrado EEUU en la segunda guerra mundial (El ataque japonés a Pearl Harbor fue el 7 de diciembre del 41) desea ensalzar los valores patrios de una juventud a la que quieren enredar en el ideal de fuerza y voluntad y morir joven por la patria, cosas que se leen en el prólogo escrito de esta peli.

Gary Cooper probando el bate

Gehrig, retirado en 1938, muere en 1941. La película está, por lo tanto, rodada un año después del fallecimiento, a los 38 años, del jugador de béisbol. Nunca antes se había hecho una despedida tan clamorosa a un jugador de béisbol como la que se le hizo a Gehrig en 1939 en el estadio de los Yankees de Nueva York, con el aforo completo, abrazándose a Babe Ruth, con el que había habido roces y malentendidos años atrás.

Walter Brennan haciendo del amigo protector lleno de fe

Es una peli sobria, confeccionada con la hechura americana del ensalzamiento sin oscuridades del protagonista para narrar una historia simple, aunque a veces difumine la verdad. Gary Cooper interpreta al atleta, algo simple, buen hijo, buen marido, intachable, americano ejemplar, fuerte y formal (lo de feo para John Wayne). Canta un poco que  Gary Cooper  sea un estudiante veinteañero a los cuarenta, pero bueno.
Teresa Wrihgt  interpreta a la buena esposa, siempre alegre, guapa y elegante como buena americana y Walter Brennan al periodista y mánager que tiene una fe ciega en él, que se convierte en su consejero, amigo, dama de compañía y segundo padre. Cabe destacar que en esta cinta hay un par de jugadores de béisbol que se interpretan a sí mismos, destacando Babe Ruth, el sultán del bate, uno de los jugadores más famosos de todos los tiempos. Tiene pinta de orangután tragaldabas y fashionvictim. Los rifirafes con Gehrig quedan apenas insinuados por actores de reparto.  Curioso es que nadie haya hecho una peli sobre Babe Ruth con la de historias y leyendas que sobre él se cuentan.

Placa conmemorativa a un ser querido

La enfermedad de Lou Gehrig ocupa los últimos treinta minutos de esta cinta de  dos horas. Con todo el pudor a las cosas desagradables de la vida, apenas queda retratado en unos pocos gestos y una visita al médico donde lo único que queda claro es que le queda poco de vida. En aquella época aún no se rodaban cosas que fueran demasiado fuertes para el público, sin embargo, no se puede decir que la inminente historia de Stephen Hawking sea la primera en tratar el mal llamado ELA, que en EEUU es más conocida por “la enfermedad de Lou Gehrig”.

Ficha técnica:

Título: The Pride of the Yankees  (El orgullo de los Yankees) 1942
Duración: 128 min.
País: Estados Unidos
Director: Sam Wood
Guión: Jo Swerling, Herman J. Mankiewicz (Historia: Paul Gallico)
Música: Leigh Harline.
Productor: Samuel Goldwyn (RKO Pictures)

Género: Drama.

Juli Gan

viernes, 18 de octubre de 2013

El chico que construyó el Hollywood de los 70



El chico que conquistó Hollywood (“The Kid Stays in the Picture” Brett Morgen, Nanette Burstein, 2002) es un documental basado en el libro autobiográfico del mismo título  escrito por Robert Evans, el famoso productor de Hollywood.

¿Famoso? ¿Realmente alguien conoce a algún productor? No se vale que también haya sido director o actor.
¿Productor? En Imdb apenas aparecen 18 referencias, y varias de ellas sin acreditar.
The Kid Stays in the Picture (2002) Poster
En realidad lo que a Evans le convirtió en el chico que conquistó absolutamente  todo en el mundo del cine durante aproximadamente una década fue su trabajo como directivo de un estudio cinematográfico, estando detrás de películas tan comerciales como Love Story y de títulos que forman parte de la historia del cine como  El Padrino, Chinatown, La Semilla del Diablo, Marathon Man, Cotton Club ..

¿Directivo de estudio? ¿quién conoce a un directivo de Hollywood? ¿no son los malos de la  historia de cualquier película?

 “Los directivos del estudio mutilaron horriblemente el metraje antes de su estreno” se lee a menudo. ¿Hay algún director que no haya aducido los recortes presupuestarios  o de otro tipo, de tan viles personajes que consiguieron hundir su obra de arte?

“El chico que conquistó Hollywood” es la oportunidad para conocer la versión de los hechos del malvado directivo cinematográfico y cuál fue su verdadero papel en las películas citadas, los directores (en este caso nada más y nada menos que Coppola  y Polanski)  tendrán las suyas y seguro que las han contado muchas veces, pero este es el momento de conocer la otra cara de la moneda.

Advierto que todo lo que se cuenta en dicho documental proviene única y exclusivamente de Robert Evans y lo que cuenta de sí mismo, no existe pues objetividad ninguna, aunque sí un punto de vista muy interesante.
Evans se muestra a sí mismo, no como un simple financiador de proyectos, sino como un creador mucho más implicado y responsable del producto final que ningún otro participante en una película, incluidos director y guionistas.

Una frase es definitiva para resumir su parte en la autoría de los títulos citados “Yo trabajé en Chinatown dos años, Polanski nueve meses”.

Sus argumentos son claros: el proyecto surgía del estudio y posteriormente se buscaba un director adecuado, como se podría buscar un electricista o un encargado del vestuario.

Así explica que Coppola fue escogido para dirigir un proyecto que le era ajeno (El Padrino) no por sus éxitos como director, que al parecer eran escasos en aquellos momentos, sino únicamente porque Evans buscaba a un director siciliano para una película sobre la mafia. Entendiendo por  “siciliano” a  alguien como Coppola nacido y criado en los Estados Unidos, hijo a su vez de padre y madre estadounidenses, aunque nieto (al parecer) de un napolitano.

Incluso sugiere que varios libros fueron escritos por su mediación afirmando que El Padrino (novela) no existía antes de que él interviniera “Mario Puzo me presentó un borrador de 20 páginas”
Todo esto es muy discutible, pero en todo caso “El chico que conquistó Hollywood” es una película recomendable para los que decidan que quieran conocer otro punto de vista sobre la gestación de una película.

Preguntaba si alguien conoce a algún directivo de un gran estudio. Sinceramente yo, además del personaje de Tim Robbins en El Juego de Hollywood, solo recuerdo a Irving Thalberg, y eso gracias a Groucho Marx.

Thalberg  fue, probablemente, uno de los hombres más influyentes de la época dorada del cine americano y el número de grandes títulos de los 20 y los 30 en los participó es sencillamente apabullante, sobre todo teniendo en cuenta que murió a los 37 años.

Hago hincapié en su juventud y en la época en la que triunfó, cuando los directivos eran como mínimo de medina edad  mientras él tenía 20 años (como dice Evans “No tenía edad para firmar un cheque”)  y ya organizaba un gran estudio.

Comentaba que conocí de su existencia gracias al homenaje que le rinde Groucho Marx en “Groucho y yo” su imprescindible (y divertidísima) autobiografía, en la que le reconoce como uno de los artífices del éxito de los Hermanos Marx en el cine. Y digo “en el cine” porque los Marx eran grandes estrellas (de muy largo recorrido) en los escenarios, pero hasta que Thalberg no redefinió sus películas, no alcanzaron el éxito cinematográfico.

Irónicamente el protagonista de este documental, Robert Evans, entró en el cine de la mano de Thalberg, para ser exactos, interpretando al exitoso ejecutivo.

Después de haber sido actor (radiofónico) infantil y haber intentado, sin éxito, actuar en el cine ya siendo adulto, hacia el final de los años cincuenta  disfrutaba de  una próspera carrera como directivo de una rentable empresa familiar de ropa en Nueva York (“nosotros pusimos de moda los pantalones de mujer” ).

Hasta que un día, durante un viaje de negocios en Los Ángeles, decide darse un baño en la piscina de su hotel y una mujer se le acerca y le pregunta si es actor. La mujer era, ni más ni menos que la viuda de Thalberg, Norma Shearer , una gran estrella en los primeros años del sonoro (probablemente hoy poco conocida) que a menudo representaba el papel de mujer fuerte y poco convencional, que no se dejaba dominar por ningún hombre (sí, hubo un momento en que ese tipo de personaje femenino triunfaba en Hollywood)

Así pues, Shearer propuso a un este desconocido para representar el papel de su marido en  la película basada en la vida de  Lon Chaney “El hombre de las mil caras” 

A partir de ese golpe de suerte, Robert Evans participó en Fiesta película basada en la novela de Ernest Hemingway que, por algún motivo, se negó en redondo a que Evans interpretara el papel del torero, así como (casi) todos los actores del film (Ava Gardner, Tyrone Power…) que juntos firmaron una petición al productor, Darryl F. Zanuck, para que le echaran de la película. Cuando Zanuck (otro productor/directivo mítico) se presentó en el rodaje, al parecer tomó un megáfono delante de todo el equipo artístico y les dijo, muy claro, que el reciente actor se quedaba en la película y al que no le gustara, podía irse.

En ese momento, Evans  lo vio claro: no sería un actor siempre pendiente de un nuevo contrato, sino el que coge el que decía quién trabajaba y quién no. Y en esta película nos explica cómo llega a serlo.

Así pues, esta película es imprescindible para los que quieran saber qué hay detrás de un rodaje, pero también una película sumamente divertida y apta para cualquier amante de las historias rocambolescas, llenas de giros sorpresa, golpes de suerte (o mala suerte), sucesos increíbles y por lo tanto reales.

Y por último, no  decepcionará a los que quieran conocer anécdotas jugosas sobre famosos como Jack Nicholson (el hombre que consiguió que le devolvieran su casa), Steve McQueen (que no consiguió caerle mal aún después de fugarse con su mujer), Frank Sinatra, Mia Farrow…