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viernes, 22 de noviembre de 2024

Missing (Desaparecido)


 Me reencontré con esta peli a principios de agosto de 2024, en La 2 de Televisión Española, cuando todavía no estaba apaciguado (¿lo está ya?) el asunto de las elecciones venezolanas del 28 de julio. No sé si, al programar entonces este film de 1982, Televisión Española nos estaba queriendo decir algo, pero lo que sí tuve seguro es que Missing, repito, de 1982, en 2024, más de cuarenta años después, no ha perdido vigencia.

Os cuento algo de su director, Costa Gavras, quien, a sus 91 años, soporta la etiqueta de autor de “cine político”, concepto que debemos urgentemente revisar y destruir, pero este es un asunto que no voy a tratar ahora. Me gusta más decir, como dice la Wikipedia en español, que cultiva el thriller político y la ficción social.

Costa Gavras, nacido en Grecia y emigrado a Francia, desarrolló en el país galo buena parte de su carrera y luego ha trabajado también abundantemente en los USA. La verdad es que este buen hombre se ha metido en todos los charcos. Os pongo algunos pocos ejemplos. En Z (1969) abordó el terrorismo de estado. En El sendero de la traición (1988), la extrema derecha rural racista en los Estados Unidos. Y en La caja de música (1989), los tentáculos del nazismo emigrado al otro lado del charco.

Costa Gavras, además de dirigir, también ha firmado el guion de muchas de sus películas y ha trabajado también con Joe Eszterhas, guionista que no es santo de mi altarcito, que me chirría mucho y que está sobrevalorado. Pero tampoco voy a abrir ahora ese melón, porque tengo que seguir hablándoos de Missing. Os hago una breve sinopsis de su argumento: Charlie Horman, un joven norteamericano que reside en Chile con su esposa, desaparece durante las primeras horas del golpe de estado de Pinochet, en 1973. Su padre, ejemplar ciudadano de los USA y orgulloso de su democracia, viaja a Chile para buscarlo.

Lo mejor de esta peli es Jack Lemon (da igual cuándo leas esta frase y da igual a qué película se refiera), aunque hay que reconocer también el mérito del guion, que construye un arco de personaje, el del padre del desaparecido, que transita fluidamente desde la confianza absoluta en las instituciones de su país al desencanto más doloroso cuando se le revela la verdad, revelación que resulta ser aun más lacerante al comprobar que no se enfrenta solo a unos pocos funcionarios y militares sin escrúpulos destinados en Chile, sino a absolutamente todo el sistema institucional y económico de los USA.

Sissy Spacek, como esposa del desaparecido Charlie, hace bien su papel, pero el personaje quizás se nos antoja hoy demasiado ñoño, ingenuo o naif.

Los funcionarios americanos están genialmente retratados. Son mentirosos, sibilinos, retorcidos. No dan la cara jamás y te vencen por agotamiento, porque construyen un muro de indiferencia y te permiten golpearte la cabeza contra él todas las veces que sean necesarias, hasta que te quedes sin cerebro.

Missing está basada en hechos reales. Charles Horman era un periodista neoyorquino que vivía y trabajaba en Santiago de Chile cuando el 11 de septiembre de 1973 un golpe de estado militar depuso al presidente Salvador Allende. Horman fue detenido en las primeras horas y ejecutado, pero este hecho le fue ocultado a su familia, para quien Charlie estaba missing, desaparecido. Su esposa lo buscó sin éxito y su padre, Edmond Horman (el personaje que interpreta Jack Lemon no se llama como él) viajó a Chile para ayudar en la búsqueda.

Así que Charlie, su esposa y su padre existieron de verdad. Ray E. Davis, el Jefe del Grupo de Asistencia Militar de Estados Unidos en Chile, existió de verdad. Y Frank Teruggi, uno de los compañeros periodistas de Charlie, también existió de verdad y también fue ejecutado, tal como nos cuenta la peli.

Missing se basa en el libro “The Execution of Charles Horman: An American Sacrifice”, escrito por su hermano Thomas (en la peli Charlie era hijo único), que fue publicado en 1978. Tras el éxito del film, cuatro años después, el libro volvió a publicarse con el título Missing.

Sé que me ha quedado una entrada poco cinematográfica, que he hablado de otras cosas más que de puro cine, pero el cine también es esto o, al menos, también nos conduce a esto. Mi excusa es que Missing acaba con Jack Lemon anunciando a los funcionarios y militares estadounidenses que tendrán que enfrentarse a la justicia de su país, que habrá un pleito, y a mí me apetecía enterarme de qué pasó con el pleito, pero no os lo voy a contar. Solo os digo que hubo un pleito y, luego, otro pleito.

Y para compensar y acabar hablando de cine, me sumerjo en la escena en la que a Sissy Spacek, que busca a su marido por todo Santiago, la pilla la noche y el toque de queda en plena calle y debe refugiarse de los disparos en la entrada de una tienda, en un escaparate. Allí, aterrorizada, llega a quedarse dormida y en su duermevela, en un momento en el que abre mínimamente los ojos, ve trotar por las calles de Santiago un caballo blanco al que persiguen a tiros, desde un carro de combate, los militares.

Y así se despide vuestra amiga

 Noemí Pastor

viernes, 9 de junio de 2023

La diplomática

Me gustan las series políticas, de muy diferentes estilos. Disfrute mucho con House of cards, con esos malos tan malísimos que ya no sabías qué más podías maquinar o a quién más podían asesinar. De un estilo totalmente distinto, también me gustó mucho Borgen, que me resultaba mucho más realista, con personajes de carne y hueso. La diplomática la situaría entre las dos. Tiene tanta acción, pasan tantas cosas en tan pocos días que supongo que es increíble, pero consiguen que te resulte verosímil. El argumento es el siguiente: Kate Wyler es una diplomática de carrera que se ha movido principalmente en Oriente Medio. Tiene mucha experiencia en países como Afganistan o Irán, pero, para su sorpresa, la envían a Londres como embajadora de EE. UU. Su marido, Hal, también es diplomático, pero en esta ocasión solo actuará como cónyuge, tendrá el papel de “la esposa”, rol que con frecuencia ha ejercido su mujer, aunque a Hal le va a costar adaptarse. El momento político es muy delicado: un portaviones inglés ha sufrido una explosión que ningún grupo ha reivindicado. Las sospechas recaen en Irán y no está clara la respuesta que dará Reino Unido ni cómo se implicará Estados Unidos. Como veis, la trama inicial ya promete. Además, en cada capítulo crecen las complicaciones y las tensiones, tanto políticas como personales. Los personajes resultan muy interesantes. Keri Russell está espléndida en el papel de la embajadora que no quiere ser un florero y lucir bonitos vestidos en fiestas. Es una mujer inteligente, comprometida y honesta que trata de hacer su trabajo lo mejor posible. El marido (Rufus Sewell) es un manipulador nato. Nunca sabes cuáles son sus verdaderas intenciones, pero es muy atractivo, inteligente y eficaz, a su manera, claro. La relación de la pareja pasa por un momento muy difícil y parecen abocados al divorcio, pero las cosas no están tan claras. Otros personajes son el ayudante de la embajadora (Ato Essandoh) y su novia, un alto cargo de la CIA (Ali Ahn); el ministro de exteriores británico (David Gyasi) y el primer ministro (Rory Kinnear). Es de esas series que no puedes dejar de ver y termina tan en alto que estamos todos suspirando por la segunda temporada. Para mi tranquilidad, Netflix ha anunciado que habrá segunda temporada. Se me va a hacer largo esperarla. Lo malo es que igual, para cuando la estrenen, se me ha olvidado de que iba la primera. La creadora, que también forma parte del equipo que dirige la serie y de los guionistas, es Deborah Cahn. Ya podíamos sospechar que la serie iba a tener gancho si consideramos que series anteriores suyas son: Homeland, Anatomía de Grey o El ala oeste de la Casa Blanca, todas muy de mi gusto. De hecho, no he citado Homeland entre las series políticas que me han gustado porque la tengo más en la categoría de espías, que es otro género que también me fascina. Estoy deseando ver Caballos lentos (recientemente comentada en Zinefilaz) y os recomiendo mucho Oficina de infiltrados, una serie francesa de espías buenísima. Creo que me gusta todo lo que tiene que ver con el lado oscuro. Debería hacérmelo mirar.

viernes, 14 de junio de 2019

El reino

Este artículo fue anteriormente publicado en la revista Calibre.38.

La reciente historia de la corrupción político-empresarial en España nos ha llenado páginas y páginas de periódicos y horas y horas de informativos o pseudoinformativos televisivos, pero sorprendentemente, salvo brillantes excepciones (y me estoy acordando ahora de Rafael Chirbes, de sus más que dignas adaptaciones televisivas y del filme “B”), se ha extendido bastante menos por la ficción. Y digo sorprendentemente porque, desde luego, le sobran ingredientes literarios y cinematográficos, en toda la gama del gris oscuro al negro, para cocinar con ellos infinitas tramas.

La trama es precisamente lo más deslumbrante de esta película, El reino, en dura pugna con a soberbia labor de actrices y actores. El guion (de Isabel Peña y el propio Sorogoyen, el dire) es tan sólido que sus dos horitas redondas se pasan en un sinsentir y los diálogos fluyen tan ligeros y frescos como si los intérpretes los improvisaran al momento.

En la historia reconocemos una y otra vez ecos y pinceladas de las bonitos asuntos de corrupción que en los últimos años han saltado de Madrid a Valencia y de Valencia a Madrid (esos son los escenarios principales de El reino, con una excursioncita, cómo no, a Andorra, y constantes referencias a Suiza y China) y disfrutamos de sutiles toques grotescos, a lo El lobo de Wall Street, pero más contenidos. Añadido a esto que ciertas escenas de tensión y suspense me han traído a la cabeza Infiltrados, se me ocurre que, si quisiera yo un título o subtítulo petardo para esta reseña, podría escribir algo así como “¿Es Sorogoyen el Scorsese español?”. En fin, ambos apellidos empiezan por ese; si obvianos la ese líquida, ambos tienen cuatro sílabas… Vale, vale, ahí lo dejo.

Ya he dicho que los actores y actrices están sublimes y quiero ahondar en ello. No solo encandilan los protagonistas (Antonio de la Torre y Josep María Pou), sino que también los secundarios (Ana Wagener y David Lorente, por ejemplo) están a mucha mucha altura. Gran parte de ellos son actores y actrices desconocidos para el gran público, de edad madura y físico anodino, muy alejados del estereotipo de Hollywood y bastante más cercanos a los castings europeos. Poco glamur, pues, por ese lado, si exceptuamos los trajes pegaditos de Antonio de la Torre, al estilo Daniel-Bond-Craig, que también es europeo.

La peli está repleta de diálogos antológicos con mucho primer plano y escenas memorables. Yo me voy a quedar con dos, ambas protagonizadas solamente por Antonio de la Torre y Bárbara Lennie, en la ficción político corrupto y estrella del periodismo televisivo, cual contrincantes que se baten en duelo por demostrar quién de los dos es más poderoso, quién va a acabar con quién.

La primera escena de ambos tiene lugar en una habitación de hotel, confortable pero desalmada, en la que apenas deja más espacio una cama vacía y enorme, un amplio espacio de encuentro y de lucha, en el que se abrazan y se arañan los corruptos y los medios.

Esa cama, que es cama y es también ring de boxeo, se amplifica y anticipa la segunda (y última) escena de ambos, esta vez en un plató de televisión.

Ahí se materializa de nuevo su relación tóxica y agresiva, de mutua dependencia, de verdadero amor-odio, y empieza a tomar cuerpo esa fantasía colectiva y casi sexual de que alguien, de una maldita vez por todas, tome aire, reúna fuerzas y tire por fin de la manta.

viernes, 19 de mayo de 2017

Missing, desaparecido 1982

  - Esta embajada se limita a proteger los intereses norteamericanos, nuestros intereses, señor Horman.
  - Pues no son los míos.

Missing, desaparecido.

Hay pocos directores de cine que se dediquen con afán al tema político o de denuncia social. De entre los habituales, Gillo Pontecorvo,director de “Operación ogro”, o Ken Loach, autor de “Tierra y libertad” o “La canción de Carla”. Konstantinos Gavras, más conocido como Costa-Gavras es otro de estos directores comprometidos con el cine activista. El autor de “Amén”, “Z” o “Estado de sitio”, siempre ha realizado un cine de denuncia social. Una de sus obras más logradas es, sin duda, la película a la cual dedico el post de hoy, que no es otra que “Missing”, (Desaparecido) la historia basada en datos reales de la desaparición de un curioso periodista norteamericano que tuvo la fatal suerte de encontrarse con compatriotas militares en la ciudad costera de Viña del Mar el 11 de septiembre de 1973, día del golpe de estado que dio Pinochet para derrocar a Salvador Allende, elegido en las urnas por el pueblo chileno.

Charlie en Viña del Mar el 11 de septiembre, día del golpe.

Es un magnífico film de dos horas que concatena de una manera magistral la sucesión de los hechos, a la manera de un documental, con la espléndida actuación de Jack Lemmon en el papel del padre conservador, hombre de negocios norteamericano, recto, religioso,  que no entiende a su hijo, censurando su manera de ver el mundo, que choca con su nuera (Sissy Spacek) que representa a la generación liberal y tímidamente de izquierdas que se hizo adulta con el hippismo. Durante toda la cinta, la relación suegro-nuera sufre una evolución. Jack Lemmon, contenido pero con una fuerza dramática brillante, acaba abofeteado por una realidad que le asquea. Dicho, aunque con otras palabras, por el embajador yankee, en una escena antológica, para proteger el sistema de vida norteamericano libre y democrático, hay que impedir que en otros lugares prospere.


Días de zozobra

Sinopsis:

Charlie Horman (John Shea) es un joven y curioso periodista norteamericano residente en Santiago de Chile que, por casualidad, se halla el once de septiembre de 1973 en Viña del Mar donde encuentra a un cuantioso número de compatriotas suyos que, a su vez, son militares. El golpe le hace difícil encontrarse con su esposa (Sissy Spacek) que se ha quedado en la capital. Una mala tarde, desaparece, no se sabe quién se lo lleva. Su padre, un hombre de negocios neoyorquino, conservador y religioso (Jack Lemmon), acude en su busca. 

Trasfondo de la historia:

Esta cinta, en cuestión, narra la búsqueda de un hijo que desaparece “misteriosamente” en medio de un pavoroso golpe de estado que, a muchos os sonará, suceció en Chile el 11 de septiembre de 1973. Un buen día, o mejor, una mala noche, Charlie Horman, periodista norteamericano con sensibilidad social, desaparece. Nadie sabe dar razón de él. Pasa lo que en la escalofriante canción de RubénBlades.


Suegro y nuera en el Estadio Nacional lleno de presos

Para ambientarnos en la historia que nos cuentan, se juega con el flashback, muchas de las veces, mediante las anotaciones del propio Charlie Horman, esas que nos hacen comprender que son las que lo han perdido. 



Claro está que Charlie Horman sólo era un joven norteamericano nacido en el esplendor de una EEUU victoriosa de la segunda guerra mundial que difería con esa generación de sus padres toda conservadurismo y amante de Dios y Wall Street. Como se menciona en la cinta, había otros norteamericanos en Chile, como el caso de Frank Teruggi  (Encarnado por Joe Regalbutto en esta peli), un exseminarista cercano a la popular teología de la liberación muy en boga por aquellos tiempos de curas obreros mano a mano con los pobres. Teruggi fue asesinado en el estadio nacional prácticamente a la vez que Horman.


Detención de Teruggi y Holloway

Tensión musical

La tensión producida por la inquietante música de Vángelis, compatriota de Costa-Gavras, que por aquellos años también compuso la celebrada banda sonora de la británica “carros de fuego”, y, cómo no, la mitificada “blade runner”. Este inquietante sonido sincopado hecho con sintetizadores ha servido para algunos otros documentales de denuncia social (Me estoy acordando de la del cierrede un periódico en un estado supuestamente democrático)


Premios: 

La cinta ganó el óscar a mejor guión adaptado en 1983. Se basó en un libro del periodista Thomas Hauser llamado “The Execution of Charles Horman, An American Sacrifice”, que se publicó en España, a raíz de la película, en los años 80.


Costa-Gavras en pleno rodaje de Missing

La espléndida actuación de Lemmon, sobrio, contenido, que evoluciona desde la intransigencia de clase pudiente hasta comprender que por cualquier cosa puedes perder la vida, se mereció la Palma de Oro a la mejor actuación en el festival de Cannes, a la vez que el director franco-heleno se hacía con el de mejor película.


Suegro y nuera ante la cruda verdad. Depósito de cadáveres

El maduro norteamericano cree que si su hijo ha sido detenido es porque ha hecho algo, necesariamente. Hasta que un amigo chileno de su hijo le espeta ante este comentario: 

  - Norteamericanos. Siempre suponen que se debe hacer algo para que le detengan a uno.

  - ¿Y no es lógica esa suposición?

  - Aquí no, señor Horman.


El cine de denuncia y América del Sur: 

Sin duda, esta película mostró al mundo dos grandes verdades: Una que las dictaduras se impusieron con gran cantidad de sangre en el cono sur y otra que los EEUU estuvieron muy implicados en ello. Como la cinta dice, para mantener el estilo de vida y los intereses empresariales yankees hay que someter al resto de países. Esto, claro, molestó mucho en EEUU. No sólo la película fue prohibida en Chile, también se presentó un pleito a la Universal para que esta primera película norteamericana de Costa-Gavras fuera secuestrada. Y así se mantuvo hasta que, por fin en 2006, la Universal ganó el pleito. Por mucho que la denuncia del ex-embajador de EEUU en Chile  y algunos militares expresaran que eraun atentado contra su honor, la desclasificación de documentos de la era Clinton dejaba en evidencia la injerencia norteamericana en aquellos lamentables sucesos.


Padre desolado ante la peor noticia

La cinta de Costa-Gavras excelentemente ambientada en Chile, con letreros de Lan-Chile (Las líneas aéreas) o helicópteros con el emblema nacional, fue rodada en México. Era difícil (Y caro) hacerlo en otra parte, sobre todo porque en aquellos años casi toda América del Sur era tierra de dictaduras.

Otros films que cuentan historias acerca de los sufrimientos civiles por las dictaduras del cono sur fueron: La noche de los lápices; la historia oficial; cautiva; garaje Olimpo.(Queda pendiente un post sobre la visión cinematográfica de la dictadura-represión-secuestro de bebés en Argentina)

Argentina  pudo zafarse de su dictadura pronto, quizá “ gracias” a la guerra de las Malvinas, pero en Chile no ocurrió igual, de hecho es te film de Gavras no pudo estrenarse hasta que la dictadura de Pinochet desapareció. Pero no sólo aquella dictadura puso trabas, ya que la “democrática” EEUU consiguió que la Universal la retirara de la exhibición, al igual que sucedió con "el crimen de Cuenca" de Pilar Miró. Como ya he dicho,  el ex-embajador yankee en Chile y algunos miembros de la inteligencia militar se sentían molestos, quizá, por la imagen que se daba de ellos en la cinta, pero, oye, si no quieres que te retraten así, no montes golpes de estado en países transandinos.  Afortunadamente, en Europa se pudo exhibir para conocimiento del público.


La escena del padre derrotado contra la fortaleza inhumana de las instituciones de su país, representadas por la embajada, es digna de verse:


Ficha Técnica:

Missing, desaparecido.

Duración: 122' Color 

Nacionalidad: EEUU

Dirección: Costa-Gavras

Guión: Donald E. Stewart, Costa-Gavras. Basado en el libro de Thomas Hauser "La ejecución de Charles Horman, un sacrificio americano"

Música: Vangelis.

Fotografía: Ricardo Aronovich

Reparto:

Charlie Horman......................John Shea

Beth Horman..........................Sissy Spacek

Ed Horman.............................Jack Lemmon

Terri Simon.............................Melania Mayron

Kate Newman........................Janice Rule

Capitan Ray Tower.................Charles Cioffi

Cónsul Phil Putnam................David Clennon

Embajador..............................Richard Venture

Andrew Babcock....................Richard Bradford

David Holloway......................Keith Szarabajka

Frank Teruggi........................Joe Regalbuto


De Juli Gan, para vosotr@s.

viernes, 27 de enero de 2017

Todos los hombres del presidente


Nixon, Soderbergh y yo

Era yo una jovencita cuando vi “Todos los hombres del presidente” (en adelante, THP) por primera vez; y confieso que me aburrí soberanamente y no entendí nada. Pero algo bueno debí de ver porque, desde entonces, cada vez que me he encontrado con esta peli en la tele, que han sido muchas, me ha dejado enganchada a su estética setentera y a sus diálogos hipnóticos, de manera que, a fuerza de verla y verla, he acabado por apreciarla. Mucho.

Como quiera que volví a ver y a disfrutar TPH hace bien poco, decidí dedicarle un articulito en este blog mío, nuestro y vuestro y, buscando información en Internet, encontré una larga y muy bonita entrevista, de hace ya quince añazos, de Rick Lyman a StevenSoderbergh, en la que el director declara su amor por THP y comenta aspectos muy interesantes. Os los resumo e interpreto en las siguientes líneas.


Donde esté un buen thriller político…

Os confieso que a mí el género me apasiona; una peli con tal etiqueta me arrastra a las salas o al sofá frente a la tele. Soderbergh cuenta en la entrevista que vio THP a sus tiernos trece años y se convirtió inmediatamente en uno de sus filmes favoritos. Hoy lo sigue siendo. Afirma haberlo visto más de diez veces y confiesa que lo tuvo muy en cuenta cuando filmó “Erin Brockovich” y “Traffic”, pues en ambos casos quiso hacer una peli entretenida sobre un asunto muy serio y en ese aspecto THP es un ejemplo a seguir, pues alcanza “un apreciable nivel de contenido sociopolítico” sin aburrir.

Bueno. Eso lo dice Soderbergh, no yo, porque ya os he confesado que fui incapaz de seguirla cuando la vi por primera vez. Quizá la clave esté en lo que dice Soderbergh a continuación: que no se explica el gran éxito que tuvo este film porque trata de un asunto que todo el mundo conocía. Claro. En los USA sería un asunto recurrente en todos los noticiarios. Yo, en cambio, solo tenía un conocimiento superficial del caso Watergate.


 Uno de los mejores comienzos de todos los tiempos

Así califica Soderbergh el arranque de THP, que está unido en mi cabeza a otro arranque también antológico, el de “Encuentros en la tercera fase”. 

Soderbergh lo narra así: “La imagen ocupa toda la pantalla. Es radiante y obstinadamente monocromática. De repente, ¡pras! Una palanca estrella un tipo tintado contra esa superficie, que ahora se nos revela como una hoja de papel”.  Escribe “Junio de 1972”.

Cuenta también Soderbergh que en “Erin Brockovich” y “Traffic” copió incluso los títulos de crédito de THP, pero no lo presenta como una copia, sino como un homenaje a Alan J. Pakula, su director. En este punto nos recuerda Lyman, el entrevistador, que Soderbergh es el único director que en la historia de los Oscar ha conseguido en la misma edición dos nominaciones como director, por esas dos pelis, y otras dos nominaciones al mejor film. No está nada mal.


La teoría de las transiciones

“Con THP", sigue diciéndonos Soderbergh, "comencé a pensar en lo importantes que son en las películas las transiciones entre escenas, que la clave para hacer un buen fin consiste en prestar atención a esas transiciones y pensar no solo en cómo pasar de una escena a la siguiente, sino también en dónde se abandona una escena y dónde comienza la nueva. Es una de las decisiones más importantes que debe tomar un director, pues ahí puede estar la diferencia entre un film que funciona y otro que no”.

“Las transiciones en THP", prosigue, "son maravillosas. El film no se precipita hacia delante; no tiene escenas de acción ni momentos cumbre de dramatsimo. La trama a menudo se cierra en falso y nos conduce a callejones sin salida, a puntos sin resolución. A diferencia de la mayoría de las pelis, THP se compone de momentitos insignificantes en los que los acontecimientos transcurren lentos, sin sobresaltos. El film se mueve al rimo de la vida real. Y el efecto general es fascinante”.


El fin de una era

En opinión de Soderbergh, “el fértil periodo de producción cinematográfica que algunos han llamado American New Wave comenzó en 1967 con filmes como “Bonnie & Clyde” y “El graduado” y acabó en 1976 con THP, aunque, según otros pareceres, acabó un año antes, en 1975, con “Tiburón”, de Spielberg, o un año después, en 1977, con “Star Wars”, de George Lucas”, antes conocida (añado yo) como “La guerra de las galaxias”. “Con esos dos exitazos los estudios descubrieron el tremendo potencial lucrativo de las producciones gigantescas de aventuras, muy del gusto del público”.

Sin embargo, como decimos, Soderbergh opina que la American New Wave acabó en 1976, concretamente el día de la ceremonia de entrega de los Oscar. “Las pelis nominadas aquel año”, dice Soderbergh, “fueron THP, “Esta es mi tierra”, “Network”, “Taxi driver” y “Rocky”. ¿Cuál es la que desentona en esa lista? Evidentemente, “Rocky”, que fue la que ganó. (...) Las demás eran representativas de la época fértil que acababa y “Rocky”, la precursora del futuro, de la epidemia de films de buenos sentimientos que ha infectado la producción americana durante casi un cuarto de siglo”.

No tiene pelos en la lengua el señor Soderbergh. Y así, con esta frase lapidaria, acabamos esa reseñita, que espero que haya sido de vuestro agrado. Se despide con la ficha técnica de THP vuestra amiga

Noemí Pastor

Ficha técnica (filmaffinity.com)

Título original
All the President's Men
Año
1976
Duración
136 min.
País
 Estados Unidos
Director
Guión
William Goldman (Libro: Carl Bernstein, Bob Woodward)
Música
David Shire
Fotografía
Gordon Willis
Reparto
Productora
Columbia Pictures / Wildwood Enterprises
Género