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viernes, 27 de noviembre de 2015

Lo sentimos pero no da la edad (y III)

Volvemos al tema de las edades "reales" de los actores y en concreto de las actrices que son madres pre-adolescentes (infantiles algunas) gracias a "la magia del cine" y a la obligación de que las actrices sean elementos decorativos que se encuentran en "la flor de la edad" que es la manera sutil de lo que en "Maybe Baby" denominan con el poco sutil término de ... bueno, si veis la película lo sabréis.

El tema de por qué las actrices, una vez dejar de ser/estar/parecer unas jovencitas desaparecen de la primera división cinematográfica, o como mucho visitan las catacumbas, en el mejor de los casos, de los papeles de las (también atractivas) madres de la protagonista o de las sufridas esposas de Robert De Niro. Aunque es difícil hacerse un hueco en ese "nicho" ya que todos esos papeles ya están copados por Diane Keaton y Blythe Danner (aka la madre "real" de G. Paltrow).

Exceptuando a Meryl Streep la televisión parece el refugio para las (grandes) actrices maduras como Glenn Close que, por lo menos, tiene la fortuna de haber protagonizado una serie de reconocida calidad en esta especie de época dorada de las series que se supone que estamos viviendo.

Pero nada de esto es nuevo, de hecho la situación ha mejorado (aunque no demasiado). Y es que en el Hollywood mítico, las grandes estrellas femeninas se retiraban por completo apenas cumplían los cuarenta años, o pasaban a ser "viejas glorias" que constituían los repartos de los especiales de televisión y que solían terminar sus carreras en los 70, con una aparición estelar en "Colombo" o "Vacaciones en el Mar".

El mejor ejemplo podría ser Marie Astor, cuyo papel más recordado será la protagonista, junto a Bogart, del clásico del cine negro "El halcón maltés" junto a Bogart. Tan solo ocho años después, aparecía en una de las versiones de "Mujercitas".

¿Que cuál de las versiones del clásico navideño? Pues la dirigida por Mervyn LeRoy en 1949 que, para entendernos, es la protagonizada por June Allyson. Sí, esa en la que aparece Elizabeth Taylor como una adolescente con inverosímil teñido rubio.

El papel de Astor era el de.... la madre.

Y a partir de ahí, rodó apenas otra película y el siguiente título en el que apareció era en un homenaje al cine mudo: como pasar de diez años de mujer fatal de título mítico a reliquia viviente sin haber cumplido los 45.

En los cincuenta pasó al refugio de la televisión que ya no abandonaría. En cine apenas sí volvió a aparecer, aunque tiene el honor de que su último trabajo acreditado no sea algún título vergonzante del tipo "Las chicas malas del valle", sino una película candidata a los Oscars como "Canción de cuna para un cadáver".

Título con el que volvió a cumplir con un tópico de las actrices que vivieron sus años de esplendor en los años cuarenta, el actuar en una de esas películas truculentas de Robert Aldrich de los 60 protagonizadas por actrices "maduras" que seguían la estela de "Qué fue de Baby Jane".

Pero volvamos a su primer papel de "madre", y a una de sus hijas de ficción: la guapísima y mega estrella Janet Leigh.


Echando un vistazo a su amplia filmografía, vemos que en apenas doce años, la madre de Jaime Lee Curtis apenas sí dejó de trabajar, prácticamente toda su carrera cinematográfica se dio en ese espacio de tiempo entre 1949 y 1960.

Su currículum parece un listado de grandes obras maestras de los cincuenta que recomiendo a todos los que tengan la suerte de no haber visto y poder disfrutar por primera vez : "Los Vikingos", "Sed de Mal", "Scaramouche" y la imprescindible "Colorado Jim".

Además de la calidad de los títulos en los que apareció, fue una actriz sumamente taquillera a la que los estudios hacían trabajar sin descanso, por ejemplo en la serie de películas, generalmente comedias, que protagonizó con su marido de entonces, Tony Curtis, con el que formaba la pareja oficial de guapos del Hollywood de los 50.

Por si fuera poco, en 1960 protagonizó la escena con la que pasó a la Historia del Cine (así, con mayúsculas), una escena que muchos de los que no hay oído hablar de títulos fundamentales del cine como la mencionada Colorado Jim, sí que han visto ya que fue la víctima del acuchillamiento más escalofriante que jamás (no) se haya visto en película alguna, en "Psicosis".
Leigh especialista en escenas en el baño

Y poco después de convertirse en "la chica de la ducha de Psicosis", su ritmo de trabajo se ralentizó considerablemente, al tiempo que estrenaba una imagen algo más madura con ese horrible peinado ahuecado de "madre-del-novio-y-madrina" que aún resiste en las cabezas de muchas jubiladas.

Aunque aún tendría una de los papeles principales de una película a recordar "El mensajero del miedo" (primera versión) en 1966, a la provecta edad de 39 años, comenzó su retirada del cine.

El resto de la década de los 60 y durante los 70 apenas sí trabajó fuera de la televisión, donde apareció en los preceptivos "Vacaciones en el mar" y "Colombo" (por supuesto) y en alguna que otra película "de después de comer" del tipo "Obsesión Fatal" (aunque igual hubiera dado que hubiera sido "Traición mortal" o "Falsa amistad"), aunque no dejó de aparecer en la gran pantalla, ningún título destaca, salvo "La Niebla".

La pareja oficial de guapos con Jaime Lee y su hermana
Y tras el obligatorio "Se ha escrito un crimen" (me pregunto qué amiga de Jessica Fletcher que cometía el error de invitarla a su casa interpretaría), acabó su filmografía (esta vez sí) con "Las chicas malas del valle", que así, sin haberla visto, me atrevo a no considerar a la altura de "Sed de mal", aunque seguro que sacia cualquier sed de ese tipo que alguien pueda tener.

viernes, 16 de octubre de 2015

Lo sentimos, pero no da la edad para el papel (II)

El cartel italiano es un detalle para Doctora
Retomamos el tema de los actores que interpretaron papeles para los que "no daban la edad" o mejor dicho, para los que sí la daban, a pesar de que la representada en pantalla se alejaba de la real, o por lo menos la edad "real" que aparece en IMDB, que es lo más parecido a "la verdad" con lo que contamos en este mundo.

Además de la revista HOLA, claro.
Hablábamos entonces de cómo la actriz que interpretaba a la madre de Cary Grant en "Con la muerte en los talones" tenía apenas unos ocho años más que su hijo de ficción, sin que a nadie esta precoz maternidad le haya llamado jamás la atención (o eso me creo yo). Y de como la casualidad, o quizá no, hizo que la primera madre de ficción de Marisol, contara también con unos 8 años de diferencia que la niña cantora (no he contado los meses, vaya).

Hoy vamos a hablar de otros casos de madres e hijos de ficción que difícilmente lo hubieran podido ser a este lado (más aburrido) de la pantalla. Volviendo al cine clásico, nos encontramos con que en la magnífica "El hombre de Alcatraz", un talludito Burt Lancanster resulta ser el hijo de Thelma Ritter.


Es cierto que nuestra vieja amiga Thelma Ritter era especialista en este tipo de papeles, casi la madre oficial de Hollywood, pero no sé si es excesivo verla como progenitora del maduro Lancaster, sobre todo teniendo en cuenta que apenas había una diferencia de once años entre ellos.

Ved la película y juzgad, sobre todo porque es un título maravilloso y, al margen de esta anécdota, merece la pena disfrutarla una y otra vez.

En la más reciente "Hasta que la ley nos separe" Frances Fisher (1952) es la madre de Juliane Moore (1960).

¿Chirría mucho la edad reales de las actrices? No demasiado, la verdad, sobre todo porque Fisher debe representar a una de esas madres cuyo mayor interés en este mundo es que les digan que su hija "parece su hermana" (hay gente para todo), o para ser más generosos, una madre que resulta más juvenil que su hija en gustos y forma de vida.


No deja de llamar la atención que se trate de otro misterioso caso de madre a los ocho años. ¿Qué clase de implicaciones cósmicas (por ejemplo) tendrá esta cifra mágica? Le preguntaremos a Jodorowsky que seguro que nos ofrece una respuesta.

Sobre ese tema, o sobre cualquier otro.

Y hablando de Alejandros salvadores del mundo, mucho se habló hace poco tiempo de que en "Alejandro Magno" Angelina Jolie debía compartir escena con su "hijo" Colin Farrell al que no llega a sacar un año. ¿Resulta verosímil? Pues aún sin haber visto la película (y pretendo continuar así), me atrevo a decir que no, por supuesto, pero tampoco lo son las actuaciones dramáticas de la Jolie y nadie dice nada, por otra parte.

Ignoro a qué se debió esa extraña decisión de casting, pero para mí (casi) todas las decisiones de Oliver Stone son igual de inexplicables.
Qué exagerados, tampoco se nota tanto la edad.

Por cierto que en los sesenta se rodó otra película sobre el mismo personaje histórico "Alejandro El Magno". 

El protagonista esta interpretado por Richard Burton a alimón con su inexplicable prestigio, y su madre por la actriz francesa Danielle Darrieux.

Darrieux, una veterana que hace apenas cinco años aún estrenaba película, era sin embargo muy joven para el papel de madre del siempre sobreactuado galés, en concreto tenía... ¿Lo habéis adivinado, ya? Sí, era ocho años mayor que el irritante Burton.

Lo de estos ocho años empieza a ser inquietante. Casi tanto como mi manía a Richard Burton.

Lo que no os puedo decir es si ese error de casting (el de la edad, no el de contratar a Burton) se notaba en pantalla, o no, y no seré yo la que vea, ni os recomiende disfrutar durante 143 minutos de la mirada extraviada del intérprete galés.

Dónde puedo asegurar que la relación madre hijo es difícil de creer es en "La Señora Miniver".

Para el que no conozca esta película, diré que es un título mítico, mucho más por el momento histórico en que se produjo que por su calidad, a pesar de ser dirigida por el gran William Wyler.

Esto es una apreciación personal, por supuesto, y por lo tanto, completamente discutible, lo de la calidad, no lo de Wyler.



Basada en una novela de la que tengo malas referencias, constituye todo un canto hacia la resistencia de la población civil británica durante la Segunda Guerra Mundial, representada por el personaje de una madre de familia de clase media que no desfallece en ningún momento.

 En su momento fue un éxito de tal calibre, que la actriz que interpretaba a la citada Señora Miniver Greer Garson, se convirtió en una figura nacional. Ganó el Oscar, al que fue nominada en total durante cinco años (5!) consecutivos.

En su carrera, a partir de entonces se compuso sobre todo de papeles de mujeres heroicas en producciones de prestigio, generalmente junto a su habitual "marido" de ficción (el señor Miniver) Walter Pigdeon.

Garson, una experta en mirar hacia arriba con dignidad.

Volviendo al papel que le dio la fama, la citada Señora Miniver es madre de dos hijos en edad escolar, y de un chico que cuando comienza la acción de la película está en la universidad. El joven abandona las clases para entrar a servir en la RAF, para orgullo del público y preocupación de su sufrida madre.

Garson, que apenas hacía dos años había sido Elizabeth Bennet en "Más fuerte que el orgullo", de la que ya hablamos aquí brevemente, había nacido en 1904, así que en 1942 contaba con 38 años, y su hijo (mayor) de ficción Richard Ney andaba por los 26, o sea, unos 12 años menos.

No quitarse la fama para dormir sí que es heroico.

Quizá los 26 no llamaban tanto la atención para el papel del supuesto universitario, pero al verla, recuerdo haber pensado "este chico es muy mayor para una madre tan joven".

No sé al resto del público pero a ambos actores también se lo debía parecer ya que iniciaron una relación durante el rodaje y se casaron un año más tarde.

Sin embargo esta no es una historia con final feliz, en 1947, se divorciaron y durante el proceso, él sacó a relucir, de forma poco elegante, la edad de ella como motivo para la separación.

Al parecer, nunca se le perdonaron esos comentarios y menos aún referidos a la queridísima Mrs. Minniver.

Faltarle al respecto al mismo tiempo a Elizabeth Bennet, a Madame Curie a Eleanor Roostvelt, en definitiva a una mujer capaz de alzar la cabeza con tanta dignidad ... era demasiado y el público no se lo perdonó.

Los Ney en los tiempos en los que él no la consideraba tan mayor
Quizá no fuera por eso, pero la carrera de Ney fue breve a partir de entonces y solo apareció en algunos papeles poco memorables (en películas nada memorables) y después de probar suerte en la televisión, también sin mucho éxito, dejó la actuación en los sesenta.

Ni siquiera le hicieron un hueco en la segunda parte de su película más conocida "La Historia de los Minniver".

Siendo sinceros tampoco le había ido especialmente bien antes de su vergonzante divorcio. Y es posible que no le hubiera ido mucho mejor de no haberse producido tal matrimonio.

Pero aún así fue triste ¿No? ¿A que os ha dado mucha pena?

A mí tampoco.

Loque

viernes, 4 de septiembre de 2015

Electric Boogaloo: Chuck Norris, aerobic, posesiones y ninjas

Y para volver del verano ¿qué mejor que un documental, verdad? Vale, no suena muy prometedor, pero realmente es ameno y muy, muy divertido: Electric Boogaloo, la loca historia de Cannon Films.

¿Os acordáis de Cannon? Los que seáis asiduos del canal de cine de Paramount aún podéis (queráis, o no) ver sus películas con cierta frecuencia. Resumiendo mucho podríamos decir que fueron los productores de las películas "de" Chuck Norris y Charles Bronson.


De hecho, en el documental, uno de los trabajadores de la Cannon explica que durante un cierto período de tiempo, le pedían que todos los guiones que recibieran los debía poner en dos montones, "los montones de los Chuck": Norris y Bronson.

Y cómo dice "Da igual que se hubiera tratado de Cumbres Borrascosas, hubiera tenido que hacerla Chuck Norris o Charles Bronson". Dejo de vuestra cuenta imaginaros quién hubiera sido más "inolvidable" en el papel de Heathclif.

Sin embargo, despachar dicha productora con tan solo esa definición, sería injusto y mucho menos divertido de lo que realmente es.

Su listado de películas es mucho más amplio y contradictorio: empezaron básicamente con porno suave, o con cualquier argumento al que se le añadían unos cuántos desnudos. Aunque para ello el propio Menahem Golam  se presentara en los rodajes para encargarse de que las actrices se quitaran el sujetador.

Y se hicieron famosos - y ricos - con las películas de acción y explosiones, pero también financiaron cine de autor, al tiempo que inventaban el género de ninjas y  musicales descacharrantes (como el Electric Boogaloo del título), películas ciencia-ficción épicas y hasta estrenaron una película de terror (involuntariamente) apta para todos los públicos.

Reconozco mi ignorancia, siempre había pensado que la Cannon era una máquina de hacer dinero invirtiendo lo menos posible, copiando cualquier fórmula de éxito, ofreciendo bazofia sin rubor alguno.

Para entendernos, siempre les había considerado el equivalente cinematográfico a los fabricantes (y digo "fabricantes" con toda intención) de choped, y sus (sub)productos me producían igual sensación física.

Pero lo que el documental de Mark Hartley nos desvela es qué había mucho más bajo esa fachada, y que en realidad, no se trataba de hacer dinero a través del cine (malo), sino de conseguir dinero para poder seguir haciendo cine (malo) .

Pero empecemos por el principio: Menahem Golam  dirigía y producía películas en su Israel natal, cuando se asoció con su primo Yoram Globus  juntos obtuvieron grandes éxitos (grandísimos) que les hubieran permitido mantener un negocio muy próspero de por vida. Pero los primos, en especial, Menahem Golam  no eran simples negociantes, eran realmente, grandes cinéfilos.

Y el sueño de cualquier cinéfilo es ir a Hollywood, eso y ganar un Oscar, porque esa es la idea, aunque sea difícil de creer, viendo los resultados.

Los primos, en su momento de mayor gloria

Y es que, si algo definía a Menahem Golam  era su amor al cine, de niño, iba al cine unas cuatro veces por semana, y de adulto, junto a su primo Yoram Globus, según los testimonios, solo hablaban de cine, pensaban en cine, y aprovechaban cualquier momento libre para ... ver cine.

Y eso es lo más sorprendente de "Electric Boogaloo: La loca historia de Cannon Films", como nos ofrece una visión de Goram como un romántico, dispuesto a hacer cine sea como sea. Pero ¿Por qué un cinéfilo, una persona que había visto cine hasta el delirio, y que lo amaba así, solo hacía películas nefandas?

Según uno de los muchos entrevistados para el documental (cito de memoria): "Todo el mundo tiene malas ideas, pero es que él solo tenía ideas malas". Bueno, eso podría ser una explicación.

Otros entrevistados en "Electric Boogaloo: La loca historia de Cannon Films" afirman que tenía que ver con que su gusto eran cien por cien israelí, y que nunca encajó del todo con el gusto de los americanos, especialmente cuando quería hacer cine específicamente americano.

Otros dicen que simplemente no tenían ningún criterio "Si hubiéramos puesto a un mono a escoger guiones, lo hubiera hecho mejor".

Otros, que la velocidad en producir películas era tan sumamente elevada, que era imposible que se pudiera cuidar lo más mínimo cada una de las producciones. Y es que al parecer, la estrategia de la compañía era una constante huída hacia adelante. Jamás había que preguntarse por qué un título había fallado, había que estrenar rápidamente otro, y rezar para que éste triunfara y cubriera las pérdidas del anterior.

Por supuesto el bajo presupuesto tenía algo que ver con la falta de calidad de las películas, y sin duda es lo que justifica decorados de cartón piedra, falta de días de rodaje, y muchas otras carencias.

Pero es que en sus producciones hay algo que no justifica de ninguna manera la falta de dinero, algo que podríamos llamar un plus de mal gusto. Y no solo eso, de incoherencia, de ideas absurdas, de combinar géneros imposibles de mezclar.
Sí, también produjeron Masters del Universo

Y eso es lo que más fascina a Mark Hartley, el director y guionista de "Electric Boogaloo: La loca historia de Cannon Films", tanto que se olvida un poco - digamos que pasa sobre ese tema de puntillas - de la forma terrible de tratar a sus empleados y colaboradores de la Cannon y de que probablemente Menahem Golam  y Yoram Globus eran dos personas con las que jamás hubieras querido trabajar (ni conocer).

Y obvia todo esto, quizá seducido por el lado romántico de la Cannon, o quizá demasiado interesado por describir la increíble galería de anécdotas que ha conseguido recopilar ¿y quién no estaría deseando contarlas? Veamos unos ejemplos.

- Cómo Menahem Golam  intentó explicar a un chimpancé que iba a "actuar" en una de sus películas de las motivaciones de su personaje.

- Y cómo, poco después, dicho chimpancé fue sustituido por un enano con un disfraz barato de mono.

- Las increíbles combinaciones de géneros a las que Menahem Golam  era tan aficionado: Aerobic, posesiones y ninjas; extraterrestres y vampiros, extraterrestres desnudas, por supuesto.

- Cuando Menahem Golam  gritó a sus colaboradores que quería a "la chica de la piedra" para protagonizar "Las minas del rey Salomón" y se quedó de piedra (perdón por el chiste) al contemplar a Sharon Stone en la cinta, cuando él esperaba a Kathleen Turner (protagonista de "Tras el corazón verde" y "La joya del Nilo")

Electric Boogaloo, itself

Son tantas y tantas las demostraciones de que la vida y forma de hacer negocios de Menahem Golam  y Yoram Globus era mucho más interesante como guión a cualquiera salido de su productora, que uno no puede culpar a los responsables de "Electric Boogaloo: La loca historia de Cannon Films" de que al final, nos haga querer un poquito a esta delirante pareja, y hasta nos haga olvidar aquella vez que renegamos cuando nos pusieron en un autocar, a traición, "Delta Force" o "Desaparecido en Combate 2", que por cierto fue producida antes que la primera porque ...

Si queréis saber por qué, o cómo terminaron produciendo una ópera con Franco Zefirelli, o el último Superman que contó con Christopher Reeve, o cómo se les ocurrió crear la primera películas "de ninjas", os invito a ver esta rápida, ágil y abiertamente humorística sucesión de entrevistas a colaboradores de la productora, empleados y actores, junto a algunas de sus escenas más descacharrantes.

En serio, no os arrepentiréis. Palabra de profesora de aerobic poseída por el espíritu de un ninja.

Loque

viernes, 26 de junio de 2015

Into the woods

El mundo de las versiones de los cuentos clásicos parece demostrar, año tras año, década tras década (¿siglo tras siglo?) ser inagotable.

No faltan motivos: es el hecho de poder jugar con elementos conocidos por todos, es el caldo de cultivo idóneo para la metaliteratura y sobre todo, el humor.

Precisamente, las revisiones humorísticas son las que se han dado más en los últimos años, y han resultado ser muy rentables, en ese sentido, el éxito de Shrek  demuestra la buena salud del género, y dio lugar a una serie de películas que seguían su estela, unas mejores (La increíble pero cierta historia de Caperucita Roja) y otras peores (Érase una vez, un cuento al revés)  y mucho peores (Érase una vez... un cuento al revés II, y no pongo enlace por el bien de todos)


Lanzando una breve mirada a Shrek, su planteamiento y sobre todo resolución, no dejan de ser bastante clásicos: que quienes se casen y vivan felices sean un ogro o una princesa, en realidad poco importa, la estructura sigue siendo - en líneas generales - la habitual, aunque algo modernizada:

El héroe (o anti-héroe que se comporta como un héroe) y su escudero salvan a la princesa, por mucho que la princesa sepa artes marciales, o que se convierta en una ogra, bastante mona por cierto (en Hollywood la auténtica fealdad femenina es algo impensable)
Un caso aparte sería Caperucita Roja, que ha generado desde que puedo recordar, mucho antes de de Shrek en todo caso, versiones con un contenido más o menos sexual, que a estas alturas son todo menos subversivas. De hecho lo más original hoy en día sería hacer una versión en la que no hubiera asomo de sexualización del cuento.

Por otra parte, desde la propia Disney se están lanzando películas con un contenido que más o menos actualizado del cuento clásico.

En realidad la compañía mantiene una extraña dicotomía entre sus "Princesas Disney" que al parecer generan millones de dólares en concepto de márketing rosa para niñas (y solo niñas), y una heroínas cada vez menos desvalidas y más activas, que o bien luchan en pie de igualdad con el hombre (Enredados), o que no contemplan el romance entre sus cálculos (Brave) o digamos que viven sus propias historias sin que los asuntos amorosos les estorben demasiado (Frozen), por no olvidar a Mulán y su reivindicación de un salario igualitario para hombres y mujeres.

¿No, Mulán no pedía eso? Pues yo la recuerdo así (más o menos).

Así, por una parte siguen fomentando la idea de Cenicienta (“Espera que un príncipe te rescate”) pero compaginándola con la de Mulán y Mérida.
Pero, en todo caso, dejando a un lado la recomendable “Encantada, la historia de Giselle”,  sus revisiones del cuento clásico no son nada subversivos, y se limitan a ser revisiones “amables”, con mayor tono humorístico, guiños a los adultos e intentando eliminar (o suavizar, o quizá solo disimular) el claro componente machista de la mayoría de los cuentos, por lo menos de las versiones que han llegado hasta nosotros.


Por otra parte, es obvio que al cuento, en su versión más estándar además de por su machismo, se le puede criticar por su contenido sangriento y a veces,y abiertamente macabro.

Esto también ha ido desapareciendo, o suavizándose en el cine más reciente, es más, hace ya años que conviven (en su versión escrita) Caperucitas en las que la abuelita se esconde en un armario, con otros en los que es devorada viva y posteriormente encontrada en las entrañas del animal al que se ha abierto en canal con un hacha que  ... creo que me estoy mareando.

En realidad, hasta de "La Cenicienta" versión Disney (que ha llegado a ser una versión canónica del cuento) se eliminaron estos sangrientos componentes (que Into the Woods recupera), y las hermanastras ya no se amputan partes de sus pies para poder calzar el zapatito de cristal ni son al final atacadas por los dulces pajaritos amigos de la huérfana, que les arrancan los ojos… (¿He dicho ya que me estoy mareando?)


Con todos estos antecedentes llegamos hasta Into the woods, una película de primera línea en la que se invirtieron millones de dólares, con una producción de lujo, y un reparto de grandes estrellas como Merryl Streep (encantada de poder hacer un papel que no había hecho antes), Johnny Depp (casi un cameo, aunque muy promocionado), Emily Blunt (que aparte de su talento aporta esa extraña cualidad de las estrellas, que hace que solo puedas fijarte en ella cuando está en pantalla), y algunos nombres (algo más que) emergentes como Chris Pine y Anna Kendriks, secundarios de lujo como Tracey Ullman... y todos, absolutamente todos, demuestran unas cualidades vocales absolutamente sobresalientes (qué manera más retorcida de decir que cantan bien ¿ verdad?)

Sin embargo, con estos elementos y el atractivo que el género ha demostrado para el público, la producción fue un pequeño fracaso. Resulta extraño hablar de fracaso comercial cuando se trata de un título cuya recaudación cuadruplicó la inversión inicial, pero queda muy lejos de las recaudaciones de otros títulos de la productora como Frozen.

En concreto, en España, sospecho que no fue un título muy bien acogido, las notas y comentarios de Filmaffiny son, en general,  poco elogiosos y la película en vez de convertirse en un clásico (como merecería), pasó algo desapercibida y decepcionó un poco.

En primer lugar, se me ocurre que poco la ayuda que se trate de un musical, de hecho, una versión de un musical de Broadway de James Lapine y Stephen Sondheim poco conocido en nuestro país.
Esto no tendría por qué suponer un fracaso comercial, ni mucho menos, pero es que es un musical... MUY musical.
Para entendernos,  ¿os acordáis de que algunos acusaron a Frozen de tener demasiado contenido musical? Pues cuando se compara con Into The Woods, parece que tan solo incluyera un par de canciones.

En el título que nos ocupa, los diálogos son más la excepción que la regla, y la acción avanza a golpe de canción, incluso existen recitativos, es decir diálogos (o más bien monólogos) cantados.

De hecho, la profusión de partes cantadas, aburriría a más de un espectador que esperaba los tres temas de rigor de una producción Disney.  Es más, ahora que no nos oye nadie, reconozco que, siendo como soy amante del género musical, las peroratas de Cenicienta pusieron a prueba mi paciencia.

A este respecto es importante hacer notar que, aun dejando a un lado los recitativos, las canciones (con una música magnífica y extraordinariamente bien interpretadas) no son, como de costumbre, meras repeticiones de una sola idea del tipo "Cuánto te quiero", "Echo de menos a mi amor", "Estoy asustado", "Me he convertido en la Reina de las Nieves y estoy encantada"... sino que avanzan y plantean temas muy profundos que no se pueden resumir en un par de frases.

En segundo, este título sufre la maldición del producto que es vendido como algo que no es, o que de alguna manera, resulta ser algo que el público no espera. En este caso, víctima de la asociación cuentos-niños, que probablemente causó más de un trauma infantil en el estreno de "El Secreto de los Hermanos Grimm".


Pero lo que seguramente ha provocado más rechazos entre el público ha sido su final, que es lo que a mí, paradójicamente me ha entusiasmado y haya hecho que pase de una película entretenida y con chispa pase a "película que merece la pena recordar".

¿Por qué? Into The Woods es, hasta ahora, la película (el musical, en realidad) que pone en duda la validez del cuento clásico en sí, que se atreve a diseccionar con un punto de vista adulto, qué necesidad hay de seguir contándolos, maquillados o  no, y sobre todo, qué peligros encierra repetir a los niños estas historias, o cualquier otra, sin plantearnos qué efectos van a producir en ellos.

Todo esto se resume en la magnífica canción final: "Children are listen", con una letra compleja y llena de sugerencias.

Solo recuerdo el caso del musical Wicked (sin versión cinematográfica hasta ahora) en el que se traten temas tan serios y trascendentes aprovechando una fantasía a cuenta de El Mago de Oz.

Pero en el caso de "Into the Woods", su mayor mérito consiste, precisamente, en sus reflexiones metaliterarias, es decir en el hecho de que las reflexiones no son solo sobre temas de la vida (la responsabilidad, la culpabilidad, los deseos y el famoso "perseguir un sueño" que es poco menos que religión en el cine americano) sino la reflexión sobre el cuento en sí.

En definitiva, un producto - en principio comercial - con muchas sorpresas y mucha más enjundia de lo que su publicidad y su sinopsis puedan hacer creer, que no creo que guste a todo el mundo, pero que merece, y mucho, la pena.



viernes, 15 de mayo de 2015

La telaraña de Jane Austen (y cómo Colin Firth cayó en ella)

Resulta sorprendente que, habiendo completado tan solo siete novelas sea Jane Austen una autora tan sumamente adaptada al cine y a la televisión.

Dicho así y aunque probablemente todos podamos recordar algunas adaptaciones más o menos recientes, quizá parezca que no existen tantas adaptaciones, pero si consultáis esta exhaustiva lista del sitio Jane Austen en Castellano, es fácil cambiar de idea.

Sin embargo, es posible que al pensar en adaptaciones a la pantalla (pequeña o grande) de obras de Austen, todos pensemos en las que se produjeron hacia mediados de los noventa. y es que resulta curioso (o quizá no tanto) que cada cierto tiempo, se "pongan de moda" las adaptaciones de determinados autores.


El más misterioso caso es, por lo menos para mí, el de las adaptaciones (casi) simultáneas de "Las relaciones peligrosas" de Choderlos de Laclos, que conllevó el (lógico) fracaso total de taquilla de la que se estrenó en segundo lugar: "Valmont" de Milos Forman.

Si "Las amistades peligrosas" (pinchad en el enlace, por favor) de Stephen Frears  supuso un viaje directo al estrellato de sus protagonistas a nivel mundial y de forma duradera, y hasta pudo hacer que John Malkovich pasara por un hombre atractivo durante un tiempo (la magia del cine, lo llaman), no supuso ninguna variación profesional de importancia al protagonista masculino de Valmont, Colin Firth, y no le concedió ni el estatus de estrella y de candidato idóneo para papeles de héroe romántico, que le aguardaba poco después.

(Apunte frívolo: aunque por lo menos le sirvió para conocer a su compañera de reparto, Meg Tilly, con la que mantuvo una relación y con la que llegó a tener un hijo.)

Aún más curioso que Colin Firth no fuera considerado un galán y sí, Malkovich, es que una versión posterior (y actualizada) de la obra de Laclos, "Crueles Intenciones" creara otra pareja, mucho más duradera, entre los actores que interpretaban a Valmont y Tourvel, Reese Witherspoon y Ryan Phillippe.

Por cierto que en este caso, por segunda vez, la adaptación poco, o nada, hizo por la carrera de Witherspoon, por la de Ryan Phillippe... por esa carrera nadie podía hacer nada.

Pero me estoy desviando del tema principal, que es cómo la obra de Jane Austen conoció su enésimo momento de esplendor en los años 90, gracias sobre todo a las películas Emma, Sentido y Sensibilidad y la miniserie de la BBC "Orgullo y Prejuicio".

Vayamos por partes.

Sentido y Sensibilidad, fue un buena adaptación aunque como cualquier adaptación , tuviera que simplificar tramas, cambiar algunos personajes y sacrificar un poco de aquí y un mucho de allá para conseguir reducir a un metraje comercial una novela de unas 400 páginas.

En su momento corrieron ríos de tinta (toda la vida llevo intentando colocar este tópico de alguna manera, en algún sitio, y por fin lo he conseguido, ¡Gracias de nuevo, Jane Austen!) así que solo añadiré que el único reproche que tengo que hacerle al título de Ang Lee, es su literal traducción de su título al castellano, todo un ejemplo de un "false friend" que desde entonces persigue a la obra y hasta se ha extendido como una gripe mal curada a varias ediciones posteriores.

Emma, fue una muy correcta adaptación de época de una de las novelas más abiertamente humorística de la autora británica. La protagonista que da nombre a la historia es una joven que guapa y afortunada económicamente, que conoce el halago de cuántos la rodean desde niña y que se cree capacitada para dar consejos a cualquiera, y qué ¿he dicho ya que el papel principal lo interpretó Gwyneth Paltrow?

No creo que haga falta decir nada más.

Aunque por supuesto que no he visto todas las adaptaciones cinematográficas de "Orgullo y Prejuicio", y pinchando en el enlace de Jane Austen en Castellano es fácil saber por qué, creo que a este título le falta una gran adaptación cinematográfica, una versión canónica en cine.

Aquí confesaré que tengo pendiente de revisar (la recuerdo muy vagamente) una súper producción del año 40 "Más fuerte que el orgullo",  protagonizada por Greer Garson (otra habitual de las películas de época) y Lawrence Olivier, por lo que no puedo decir si podría tratarse de ese título referente.

Sí he visto la versión del 2005 con Keira Knightley y su eterno mohín como pareja protagonista (otros que viven una gran historia de amor) y a su favor diré que consiguió que me cayera bien Gwyneth Paltrow.

Sin embargo, existe una versión en forma de mini-serie de la BBC de los 90 que en "la secta de los Austinianos" (gracias Javier por el término) es la mejor de todas las habidas y por haber.



Dejemos a un lado sus, muchos, valores como adaptación, y vayamos a lo realmente importante: Colin Firth.

Rodada unos seis años después de Valmont, Firth que es un habitual en producciones de época, se convirtió en el Mr Darcy favorito de las austinianas del mundo y le convirtió en el galán que no consiguió ser con Valmont.

Curiosamente él no solo no estaba interesado en más producciones de época, sino en concreto en este personaje, ni autora, como podréis leer en el blog especialista en el tema Hablando de Jane Austen, donde os recomiendo que os empapéis de las muchas referencias a esta serie.


Al margen de que la adaptación es realmente impecable, hay que reconocerle a Firth el hecho de comprender el personaje de Mr Darcy mejor que nadie, ya que en otras adaptaciones es habitual encontrar un Darcy permanentemente enfadado, temible, casi.

Como el poco afortunado de Matthew Rhys en la reciente adaptación para televisión de "La muerte llega a Pemberley".

La tela de araña de las adaptaciones de Jane Austen es más amplia y tupida de lo que pueda parecer, y no solo afectan a Firth, aunque probablemente sea el mejor ejemplo.

La más obvia consecuencia de su Mr Darcy televisivo, fue el Mark Darcy de "El diario de Bridget Jones", esa versión más o menos libre de "Orgullo y Prejuicio", papel que evidentemente consiguió como consecuencia de la serie de la BBC.

No he mencionado la segunda parte "Bridget Jones, sobreviviré", porque íbamos a hablar de películas basadas en novelas de Jane Austen. Y no está basada en una novela, ni siquiera en un guión.

Volviendo a la alargada sombra que la autora británico ha proyectado en la vida de Colin Firth, le ha perseguido incluso en producciones tan alejadas del mundo de Austen, como "Un sueño para ella", una comedieta al servicio de la estrella cómica juvenil Amanda Bynes, que no merecería ni una línea si no fuera porque el personaje de Colin Firth se apellida Dashwood, como las hermanas protagonistas de Sentido y Sensibilidad.

Por cierto que si alguien cree que "Un sueño para ella" es la película más ... menos... del ganador del Oscar, es quizá porque no ha visto "Supercañeras - El internado puede ser una fiesta", peliculita que, advierto que al margen de contener una mentira flagrante en su título, sigue siendo mucho mejor que la segunda parte de Bridget Jones. Que tampoco era difícil, por otra parte.

Volviendo a su compañera de reparto en la citada mini-serie (y de nuevo pareja en la vida real durante un tiempo), Jennifer Ehle, aunque ha tenido una carrera mucho menos prolífica, sí que trabajó en una producción que, por lo menos para mí, tiene algo que ver con Austen y su mundo.

El drama de época Posesión, o para ser exactos, en la parte "de época", de Posesión, en la que coincidió con otro habitual de películas de época, y ¡oh, sorpresa! protagonista masculino de Emma, en su versión de los noventa anteriormente citada

Y en la parte "moderna", la protagonizaba la más irritante que nunca Emma en persona, G. Paltrow.

En fin, rastrear las huellas de Jane Austen en un terreno, en principio, tan acotado, como el cine comercial de los últimos años es casi imposible, y nos recuerda la vigencia de la autora y lo inagotable de su corto legado.

Y no solo de adaptaciones de época vive el hombre, no hay que olvidar las muchas, muchísimas adaptaciones más o menos libres de sus obras, como la apreciable "Clueless", o directamente pastiches como el citado "La muerte llega a Pemberley", o "La joven Jane Austen".

Incluso alguna loca se atreve, hoy en día, a mancillar su buen nombre - desde la admiración - perpetrando alguna obrita que recoja su mundo, para darle una vuelta de tuerca (o dos, o tres) . Una loca como una servidora de Dios y ustedes, de la que podrán saber aquí, y aquí, y aquí.


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Este libro se publica 198 años después de que Jane Austen saliera al jardín de su casa de Hertfordshire y, frente al espectáculo del sol de otoño poniéndose tras las colinas que coronaban la bella campiña inglesa, exclamara: «¿Será posible? ¡Si me he vuelto a romper una uña!»

Por cierto, y hablando de una vuelta de tuerca ¿sabíais que Firth también apareció en una adaptación de la citada obra de Henry James?

Próximamente "Películas (de época) en las que no aparece Colin Firth, ni que tengan nada que ver con Jane Austen", será más corto.

Loque

viernes, 3 de abril de 2015

Pride. Orgullo y Prejuicio(s)

Londres 1984, un par de amigos que participan en la manifestación del Día del Orgullo Gay, deciden recaudar dinero para ayudar a los mineros de Gales, que mantienen una agotadora huelga contra el gobierno de Margaret Thatcher.

Crean el grupo LGSM (Lesbian and Gays Support the Miners) con el que consiguen reunir algunos fondos, pero su sorpresa llega cuando se encuentran con que su mayor problema a la hora de hacer llegar su ayuda a los huelguistas proviene del propio sindicato minero que se niega a recibir el dinero.


A la hora de enfrentar esta historia real, muchas son las tentaciones en las que podía haber caído una película como Pride, y resulta admirable que consiga sortearlas. Consigue evitar caer en el cine social más aburrido y panfletario, tampoco se deja tentar por el maniqueísmo, y lo que es mejor, consigue no perecer ahogada en las procelosas aguas de las buenas intenciones y el sentimentalismo fácil.

Y se me olvidaba, también nos ahorra esos gays tan graciosos-solo-porque-son-gays al estilo de "Priscilla, Reina del Desierto". Gracias Matthew Warchus, gracias Stephen Bersesford, de verdad, gracias.

Ignoro, y francamente no quiero saberlo, quién fue el primero en pensar que la mejor manera de promocionar una película era hacer referencia a otra que fue un éxito. Aún menos tengo intención de conocer a "los creadores" de mencionar a dos o más títulos para presentar un estreno.

Desgraciadamente, quien haya diseñado la publicidad de Pride ha escogido esa infame línea para perpetrar frases como "Si te gustaron "Billy Elliot" y "The Full Monty" "Pride" te entusiasmará".

Una cosa ¿Y si no te gustaron? Es más ¿y si no te gusta ver películas que ya has visto antes?

Flaco favor a una película tan bien construida y sólida como Pride, compararla con Billy Elliot, una cinta que, una vez despojada de sus loables buenas intenciones y las habituales grandes actuaciones a las que nos tienen acostumbrados los repartos británicos, tenía bastante poco que ofrecer en una segunda visión.

Respecto a Full Monty, muchas son las virtudes de la película de Peter Cattaneo, pero no confundamos los términos, una cosa es que ambos sean títulos muy apreciables con ciertos puntos en común, y otra muy diferente que Pride sea una película "a lo Full Monty".

Además del inesperado descubrimiento de la cantidad de gente de cualquier gremio estaba deseando desnudarse públicamente con (o sin) motivos benéficos, el inmenso éxito internacional de Full Monty trajo a nuestras vidas un género cinematográfico basado, sobre todo, en las buenas intenciones y el optimismo. Unir esto con el agradecido humor británico y actores siempre acertados ha dado como resultado una serie de películas de (muy) agradable visión y que a menudo cumplen con el loable objetivo de rescatarte de un mal momento.

Sin embargo, como cualquier otro subgénero cinematográfico contiene buenos títulos y otros bastante olvidables, y lo que es peor, existe una inevitable tendencia a repetir una y otra vez las mismas fórmulas que a la larga pueden llevar a la falta de creatividad y a perecer por agotamiento.

Películas como El jardín de la alegría, Lucky Break, Greenfingers (obviemos su espantoso título español), Pisando fuertes... son títulos que han mantenido un nivel medio de calidad bastante aceptable, pero cuya repercusión ha ido decayendo al tiempo que disminuía su originalidad.

Me gustaría seguir disfrutando de un cine realizado con humor y buenas intenciones, con magníficas interpretaciones y altas dosis de optimismo, pero también que huya de los tópicos más fáciles y con un cierto nivel de exigencia.
Así que bienvenida sea Pride como una posible salida al laberinto de la comedia británica, basado en una mayor calidad, como demuestra que haya conseguido encontrar el tono justo para contar este enfrentamiento entre el orgullo de su condición sexual que han necesitado los homosexuales para reclamar sus derechos y su visibilidad en el mundo, y los prejuicios tan enquistados como inexplicables que llevan a que alguien pueda rechazar una ayuda que a todas luces necesita.

Bien está también recordar también el valor de la unión y de la lucha, en momentos como estos, tan similares a aquellos en que Thatcher y su gobierno impusieron una política neo-liberal que destruyó no pocos derechos adquiridos.

Y mucho mejor hacerlo con un nivel cinematográfico superior a la media, con el punto justo entre sentimientos y humor, sin caer en el sentimentalismo. Os invito pues a disfrutarla, a ser posible en versión original, ya que el particular acento galés es una parte importante de las actuaciones. Y a dejaros llevar por una cinta en el que, como en la vida, no todos son guapos ni todos los finales son felices, pero que os hará salir con una sonrisa, y quizá una lágrima, del cine.

 
 
 
Loque

viernes, 20 de febrero de 2015

Lo sentimos, pero no da la edad para el papel

La entrada de  sobre El Orgullo de los Yankees,  comentaba Juli Gan lo extraño que le resultaba ver a un Gary Cooper ya en los cuarenta, haciendo de estudiante, y eso me ha dado pie para esta entrada, así que gracias por la idea.

No descubro nada si digo que muchos actores, especialmente grandes estrellas, han interpretado papeles cuya edad superaban de largo. De hecho ya se ha convertido en un cliché que en las películas o series que transcurren en un instituto, los alumnos son actores que pasan de los veinte, a veces sobradamente.

Creo que podemos afirmar que es ya un chiste recurrente recordar los treinta años que tenía Olivia Newton-John cuando encarnó a una inocente estudiante en Grease, aunque eran pocos si se tiene en cuenta los treinta y cuatro (sí, 34) de Stockard Channing en aquella época, sin que a nadie le chocara demasiado su famosa Rizzo.

Aunque francamente creo que si algo se puede decir de Grease es que es una película que no se toma muy en serio a sí misma, algo que me parece que la beneficia en mucho, y que poco o nada pretendía resultar verosímil.

Como nota curiosa, el tema de estudiantes interpretados por actores que ya no pasan ni por repetidores, no es nuevo ni mucho menos, y un caso que recuerdo con especial cariño es el drama médico de los cincuenta "No serás un extraño", además de por ser una película de lo más curiosa, porque aparecen como estudiantes de medicina Robert Mitchum, más cerca de cumplir los cuarenta que los treinta y Frank Sinatra que tenía dos años más.

Vamos, que cumplió los cuarenta acabando Medicina. Y es que ya se sabe que Medicina es una carrera difícil. Sobre todo si eres Frank Sinatra.

Lo bueno es que la época en la que se rodó nos ahorra la penosa imagen de ambos vestidos de jovencitos ya que al parecer en aquella década aún era normal que los estudiantes llevaran traje y corbata, con lo cual aún parecen menos estudiantes, aunque por lo menos conservan la dignidad. Algo por otra parte fácil, si eres Robert Mitchum.

Aquí les tenemos junto a nada menos que ¡Lee Marvin! preocupados por quién les va a pasar los apuntes, foto cortesía de este interesante blog, cuya entrada al respecto os recomiendo.


Pero no me voy a fijar en esos casos tan numerosos en que la edad del actor resulta un problema, sino en los que curiosamente pasa desapercibida dicha diferencia.

Primer y llamativo ejemplo, El hombre que mató a Liberty Balance, James Stewart tenía la friolera de 54 años cuando interpretó al recién licenciado que llega al Oeste. Claro que es fácil olvidarse de la edad de nadie, cuando estás viendo una obra maestra interpretada por tan gran actor ¿Verdad?

Lo curioso es que es casi imposible olvidarse de la horrible caracterización de "anciano" del mismo personaje al principio de la película. Y eso que su edad se acercaba más a la del maduro senador que a la del joven idealista del flashback. Como se puede ver en esta fotografía.


La relación de la edad entre dos actores también puede ser un problema, o no serlo en absoluto, a pesar de lo inadecuada. A mí por lo menos jamás me han llamado la atención Cary Grant y Jessie Royce Landis cuando interpretaron a un hijo y su madre en "Con la muerte en los talones", siendo ella tan solo ocho años mayor que su hijo de la ficción.

Que ella tuviera sesenta y tres  años no sorprende mucho, pero es que Grant, que andaba por los cincuenta y cinco podía pasar por alguien de "cuarenta y pocos" sin ningún problema.

Pero es que Cary Grant... era mucho Cary Grant.


Esos mismos ocho años son la misma diferencia de edad que tenían Marisol y su primera (y casi única) madre de ficción María Mahor.

Pepa Flores tenía doce años aunque aparentaba bastantes menos y la pobre María Mahor era una jovencita de apenas veinte años (demasiado joven para el reparto de Grease), pero peinada y vestida con ese look de pelo abultado (o moño bajo) y falda de mezclilla con la que se castigaba a las pobres españolas de finales de los cincuenta, podía aparentar unos cuántos más.

Para rizar el rizo, la segunda (y penúltima) madre cinematográfica de Marisol fue la inefable Isabel Garcés en "Rumbo a Río", que algo difícilmente hubiera podido ser madre a los cuarenta y seis años de la estrella infantil, aunque no tanto de María Mahor, a la que sacaba treinta y ocho años.

Y es que Marisol no tenía suerte con sus padres de ficción, nunca le vivieron los dos, o bien era huérfana absoluta, o había perdido a su padre o madre. En todo caso, a los dos no se los dejaron vivos ni en un solo título de su época infantil, que yo recuerde, y que recuerden en esta web, de donde por cierto he sacado la foto de la primera película de la malagueña.

Claro que menos suerte tuvieron ambas "madres", ya que la Mahor tuvo que soport... digo colaboró con Joselito ese mismo año 1960 (no empezó bien la década) y la pobre Isabel Garcés sufrió en sus carnes los gorgoritos de casi todos los niños cantores de este país: además de coincidir con Marisol varias veces, también tuvo la fortuna de compartir plató con Pili y Mili y de paso, con la más crecidita Rocío Durcal.

Aunque es posible que ningún niño cantor pudiera asustarla después de ver el increíble logro de cantar (o así) sin mover ni un solo músculo de la cara de Sara Montiel en "Mi último tango", no confundir con "El último tango en París", aunque sí se puede confundir con "El último cuplé", porque básicamente era una copia descarada únicamente pensada para explotar el sorprendente éxito de la Montiel intentando pasar por cantante, algo infinitamente más increíble que una niña de ocho años pueda tener un hijo.

Pero así es la magia del cine.


Nota: He calculado las edades atendiendo a los datos de IMDB
Nota 2: Me ha gustado el tema, volveré a atacar!

viernes, 9 de enero de 2015

Beyond Christmas (1940)

Ahora que estamos en plena resaca postnavideña ¿qué puede haber más adecuado que hablar de una película llamada "Beyond Christmas"?

Reconozco que hecho un poco de trampa, ya que solo se trata del título de una edición en DVD y su título original es "Beyond Tomorrow".

Lo que ignoro es el motivo que impulsó al distribuidor español para traducirla como "Dulce Evocación" excepto que estuviera en plena promoción de un lote de melodramas de Libertad Lamarque, digo yo.

Al margen del creativo retitulado castellano, por una vez el título de la edición de DVD, además de venirme al pelo para publicar hoy una entrada es - por una vez-, más adecuado que el original, ya que Beyond Tomorrow es una película navideña en toda regla, en la línea de Qué bello es vivir y De ilusión también se vive.

Sin embargo, no es un clásico como aquellas y nunca, o casi nunca, se ha programado en televisión, que yo sepa. Por lo menos en nuestro país, donde es prácticamente desconocida. ¿Por qué?

Se me ocurren varios motivos, además de porque se les olvidó incluir el verbo vivir en el título, claro.

El más obvio es que su director no es Frank Capra sino un tal A. Edward Sutherland, que al parecer dirigió infinidad de películas de "El gordo y el flaco" y que por si fuera poco, también dirigió alguna de Abbot y Costello.

El segundo es que, aunque Beyond Tomorrow está fechada tan solo seis años antes que Qué bello es vivir, es obvio que el tiempo las ha tratado de forma muy diferente.

Por otra parte, ignoro si es un defecto únicamente de la copia en DVD que tengo yo, pero es obvio que necesita una restauración.

En definitiva, su visionado hoy en día resulta un auténtico viaje en el tiempo a un tipo de cine inocente que ya no existe, una rareza en la que parte de sus defectos se convierten en virtudes, y sobre todo una de las películas más naif que he visto en mi vida.

Y es que advierto que en Beyond Tomorrow se alcanzan unas cotas de inocencia, buenas intenciones, amabilidad y confianza en la bondad del ser humano que hace que el resto de las películas navideñeas parezcan dirigidas por el Grinch.

Viéndola puedes empacharte, emocionarte, sorprenderte o fascinarte con tal cúmulo de buenos sentimientos. Incluso, como es mi caso, todo a la vez: en todo caso, es una experiencia, os lo aseguro.
El cartel también incluye spoilers.

A continuación voy a contar gran parte del argumento, porque considero que es bastante improbable que casi nadie se lance a verla y además porque su interés para el buscador de rarezas va más allá de las (supuestas) sorpresas de guión, bastante previsibles vistas hoy en día.

La acción comienza en Manhattan, en plena Nochebuena, cuando Melton, Chadwick y O'Brien, tres caballeros maduros, dueños de una exitosa empresa, reciben una llamada que les informa de que sus invitados para la cena no van a asistir.

Al darse cuenta de lo poco que lamentan la ausencia de sus invitados en una noche tan especial, descubren que no tienen un solo amigo verdadero y se plantean solucionarlo esa misma noche, invitando a compartir con ellos su lujosa cena a los primeros desconocidos bondadosos que aparezcan en su puerta.

Para encontrar a esas personas se les ocurre dejar, tres carteras frente a su casa, con un billete dentro y una tarjeta de visita que permita localizar su dueño fácilmente.

La primera cartera es encontrada por una mujer vestida lujosamente, que se dirige a una cena junto a un hombre de etiqueta, y que le regala el dinero a su chófer.

"Qué generosa eres con el dinero de los demás" le dice su acompañante, frase que por sí sola haría que mereciera la pena haber descubierto esta película.

La siguiente la encuentra un inocentón vaquero aspirante a cantante (¿?) que intenta triunfar en la gran ciudad, hasta ahora con tan poco éxito que debe afrontar el duro invierno neoyorquino sin ni siquiera un abrigo. La última la devuelve una joven enfermera tan honesta y bondadosa como el muchacho.

Esos dos personajes son llamados, poco sutilmente, James y Jean.

Como ambos están lejos de sus familias acceden a cenar con los caballeros y juntos pasan una noche "deliciosa" (igualmente podría haber dicho "encantadora") a la que se unen el ama de llaves y el resto del servicio, que resultan ser nada más y nada menos, que una condesa que huyó de Rusia su natal por la Revolución de Octubre, y sus antiguos criados, que decidieron acompañarla en su exilio, como señal de su fidelidad.

¿De verdad no tenéis curiosidad por una película en la que aparecen una condesa rusa, sus criados, un cowboy cantante y tres amables ancianitos?

Después de una noche tan perfecta, deciden continuar con la amistad y durante unas semanas pasan todos juntos muchos más días "encantadores". Tiempo en el que se fragua el previsible romance entre los dos jóvenes, para alegría de los tres socios.

Sin embargo los tres caballeros realizan un viaje de trabajo en una frágil avioneta, precisamente en un día de nieve que acabará como ya os imagináis.

Pero lo que quizá no sabéis todavía, es que los socios permanecen todavía un tiempo en pantalla convertidos en ... fantasmas que no quieren abandonar este mundo nuestro, sin haber dejado apañada a la parejita.

En serio: condesa rusa, vaquero cantante, espectros románticos... ¿conocéis otra película igual?

El mayor problema de Beyond Tomorrow es que a partir de entonces, la película tiene una caída de tono realmente lamentable.

Si la Nochebuena y momentos posteriores que pasan los protagonistas juntos son puro sentimentalismo, la película a partir de entonces, peca de precipitada y,  lo que es peor, rutinaria.

Parece comprensible que las cuitas que les ocurrirán a los dos enamorados se quieran contar de otra manera, como una vuelta a la realidad después del mágico oasis de amistad y buenas intenciones de las navidades (de ahí que diga que el título Beyond Chirstmas me parece sumamente adecuado) pero es que hay momento en que parece que se está viendo una película distinta, infinitamente peor contada.

Lo peor, sin embargo, llega con la escena del tiroteo (¿no os había dicho ya que también hay un tiroteo? Pues lo hay) horriblemente rodada y/o montada.

Aún así merece la pena no abandonar su visionado para contemplar algún momento aislado de buen cine - los telegramas acumulados por Jean - y sobre todo la visión más camp jamás contemplada sobre el más allá, al que terminan por acceder los tres amigos, dejando a sus jóvenes protegidos solos y evidentemente bien encarrilados en la vida.

Pensadlo bien: un vaquero cantante, una ex-condesa rusa, un tiroteo, la Nochebuena y el cielo al que van los millonarios buenos... ¿Quién da más?


Loque


viernes, 3 de octubre de 2014

Man on The Moon. La persona y el personaje.

Milos Forman es un director con una trayectoria como mínimo, curiosa. Ha conocido el éxito más abrumador (Amadeus, Alguien voló sobre el nido del cuco) y el fracaso más doloroso (Hair, Valmont).

Rueda bastante poco y en los últimos años, parece que ha sido olvidado por el gran público.
Para mí, sin embargo, sus trabajos más interesantes son dos películas que rodó a finales de los 90 en las que abandona las grandiosas recreaciones de época: El Escándalo de Larry Flynt y Man on the Moon.

Estos dos títulos constituyen algo así como un díptico, o eso creo yo, no solo por haber sido dirigidas en tan solo tres años, un período corto para el director, sino el tema tratado: en concreto dos biografías atípicas cuyos hechos principales suceden básicamente en las décadas de los 70-80. Sin embargo, también hay muchos puntos, sobre todo de enfoque, que separan ambas cintas.

Podríamos decir que El escándalo de Larry Flynt pretende desmitificar a un hombre con una imagen pública desastrosa, o contarnos quién es la persona detrás de una (demonizada) personalidad pública.

No tanto justificándolo o haciéndole parecer mejor, sino convirtiéndolo en una persona más, desmitificándolo tanto para lo bueno como para lo malo. Y sobre todo describiéndolo como una persona con una voluntad de hierro para seguir defendiendo su causa ante todo.

Aunque su causa sea editar una revista de pésimo gusto de mujeres desnudas, que todo hay que decirlo.

Man on The Moon, por su parte, se centra en la vida de Andy Kauffman, actor norteamericano que alcanzó un gran éxito con la telecomedia Taxi pero cuya labor creativa iba mucho más allá de interpretar un personaje cómico en una serie popular.

Al igual que lo que me interesa de la película protagonizada por Woody Harrelson (un actor al que detesto pero que funciona perfectamente en este título) es la defensa de la libertad de expresión, mucho más que lo que al final expresa el pornógrafo, desconozco la obra de Andy Kauffman de Man on The Moon, e ignoro si congenio o no, con su humor.

Esta es otra de las virtudes de Man on the Moon, puede ser vista por los fans del cómico americano y por los que desconocíamos por completo su figura.

La película no es un biopic al uso (gracias Milos Forman!) ni mucho menos una hagiografía, ni una bonita recreación de una época y unos episodios bien conocidos de la vida de un triunfador (como De-lovely) sino que pretende llegar al núcleo de lo que Andy Kauffman fue como artista.

O mejor dicho de lo que fue como persona y como artista, pero planteándolo como un todo indivisible, ya que gran parte del interés de Kauffman se encuentra en que - al parecer - ambas facetas de su vida no se podían dividir.

Crear un personaje para amparar la personalidad real, o incluso que te lo creen y solo te toque interpretarlo en la vida, es un gran riesgo en el que han caído personas de lo más variadas a la hora de afrontar una vida pública. Desde el patético concursante de Gran Hermano que comienza a hablar de sí mismo en tercera persona, a un actor tan ilustre como Cary Grant, que afirmó que él mismo también quería ser Cary Grant.

El problema de Kauffman, o por lo menos del Kauffman que yo conozco, el cinematográfico, o sea, que ya es un personaje, fue el jugar ¿demasiado? con los personajes que había creado, al parecer de forma totalmente voluntaria, pero que en ocasiones degeneró en momentos privados tan lamentables como el protagonizado con sus padres y hermanos cuando... mejor no desvelar más.

Aunque la narración sea convencional, uno de los grandes méritos de la película está en seguir con este juego del protagonista e introducir ciertas escenas equívocas entre el propio Kauffman y su amigo y colaborador Bob Zmuda, interpretado por Paul Giamatti.

Igualmente es interesante que George Shapiro, el gerifalte de la telecomedia americana que le permitió a Kauffman dar el gran salto en su carrera, aparezca en esta película, pero sin interpretarse a sí mismo, ya que el que interpreta a Shapiro, es Danny DeVito, que a su vez fue compañero de Kauffman en Taxi y por lo tanto conoció de primera mano a Shapiro, y a Marilu Henner otra compañera de la serie, que sí se interpreta a sí misma y que ¿os habéis hecho un lío con tanto "que a su vez"? Pues de eso se trata.
Kauffman (con mono blanco) y el reparto de Taxi


Desgraciadamente, esta película incomprensiblemente  "hereda" de El Escándalo de Larry Flynt a una de sus ¿actrices? Courtney Love. Que si bien no realiza un mal trabajo, no puedo dejar de preguntarme si no había cientos de actrices más capacitadas para interpretar a la novia de Kauffman.

Capítulo aparte merece la interpretación de Jim Carrey, un actor que consigue redimirse de todo lo que tenga que redimirse gracias a esta papel que me parece que interpreta con un cariño y una sinceridad especiales. Una elección de casting sumamente acertada, no solo por el talento que despliega sino porque si hay alguien que sepa de éxito y fracasos clamorosos, de vivir marcado por un personaje y por el encasillamiento, es Carrey.

Respecto a Paul Giamatti, no destacaré su magnífico trabajo, como es habitual en él, sino que me sirve como otro nexo de unión con el título que comentaré próximamente American Splendor.

Y aprovecho para decir que este "próximamente" significa en unos mesecitos, tiempo que necesito por razones personales y porque quiero someterme a un tratamiento para dejar de decir cosas como "mesecitos"

Loque

Imágenes de Filmaffinity y de Wikipedia

viernes, 18 de julio de 2014

Thelma Ritter y la lucha de clases

Con apenas unos veinte años de profesión, existió una actriz en Hollywood clásico que fue nominada seis veces a los Oscars, cuatro de ellas en años consecutivos, que ganó el Tony y que participó en la gran mayoría de los títulos míticos de la historia del cine de los 50 y 60: Eva al desnudo, La ventana indiscreta, Vidas rebeldes, Carta a tres esposas, El hombre de Alcatraz, La conquista del oeste, Confidencias a medianoche...

La lista de las estrellas con las que compartió escena sería infinita y la de directores no es menos impresionante: Capra, Samuel Fuller, Hichcock, Mankiewicz, John Huston...

Su nombre, sin embargo, quizá no sea hoy muy conocido para el gran público: Thelma Ritter.




Después de trabajar como actriz radiofónica, Ritter - que había nacido casi con el siglo XX - llegó al cine tiempo después de haber cumplido los cuarenta y murió al pie del cañón, con 66 años a consecuencia del infarto que sufrió trabajando en el show televisivo de Jerry Lewis.

Quizá por haber empezado tarde en el cine, o por su físico, sus intervenciones en cine, y sus nominaciones, fueron siempre como actriz de reparto, algo que quizá pueda ser la  explicación de por qué su nombre no sea tan conocido como debería, a pesar de su evidente talento y su impresionante carrera.

Esto es curioso que si sus papeles eran de apoyo ( "support roles"), sus personajes también lo eran porque básicamente encarnó a una mujer de clase social baja que se gana la vida sirviendo a los demás, bien como criada, enfermera, camarera, etc...

Sus intervenciones iban desde el cliché de la criada respondona (Confidencias a medianoche, Boeing Boeing), hasta papeles mucho más interesantes, que daban una visión más compleja de aquellos que dedican su vida a cuidar a otras personas.

Y ahí es donde Ritter resultaba insuperable, en la sensibilidad y el sentimiento que conseguía transmitir a ese tipo de empleada que supera, con mucho, las atribuciones de su puesto para ser fiel amiga, soporte y confidente, aunque sus consejos no sean siempre escuchados ni valorados

El mejor ejemplo sería su papel como Birdie, la ayudante de Bette Davis en Eva al Desnudo. Birdie es la primera que ve las intenciones de Eve Harring y que advierte a Margo Channing, solo para ganarse su desprecio.

Y es que otra característica común de la mayoría de los papeles que representó, es la de ser un personaje con gran experiencia en la vida y con una especie de sabiduría popular que le hace saber lo que los demás personajes todavía no han descubierto.

Véase la enfermera de James Stewart en La Ventana Indiscreta, en la que tan pronto le prepara un sándwich, como que le da un masaje, le ayuda en sus investigaciones, o le aconseja en sus relaciones con la repipi de Grace Kelly.


Se que hago mal en fiarme de memoria y que no he visto su filmografía completa, pero solo recuerdo un caso en el que interpretara a una mujer de clase alta, en concreto, a la millonaria de "Tres Herederas", en la que encarna a la servicial madre de las tres herederas del título, a las que busca un buen marido. Otra vez, un personaje cuya misión en la vida parece ser estar al servicio de los demás.

Personalmente como madre es como mejor la recuerdo, sino biológica, sí la que hace las veces, convirtiéndose en una mujer que está ahí incondicionalmente, como la amiga de Marilyn Monroe en Vidas Rebeldes.

Aunque también supo representar maravillosamente la cara más oscura de la abnegada madre, tan entregada a su hijo, que no soporta que éste pueda separarse de ella y tomar sus propias decisiones, como se puede ver en "El hombre de Alcatraz".

El hecho de que Thelma Ritter encarnara mayoritariamente personajes de clase trabajadora hace que se la pueda tomar como ejemplo del tratamiento de los problemas sociales en el Hollywood clásico.

Personalmente siento un gran rechazo hacia las películas obvias, en general, y especialmente a las que parecen realizadas exclusivamente para ilustrar un problema social, y que se podrían retitular como "La película sobre los malos tratos", "La película sobre la inmigración" y cuyo único fin válido me parece que sería una clase de ética de 2º de la ESO.

Huyo de cualquier título en cuya promoción se termine hablando de "concienciar", o de las muchas películas - carne de festivales internacionales - de preferencia iraníes - sobre las muchas desgracias que acontecen a determinados grupos sociales (si son niños, mejor) y que se han convertido en auténticos tópicos sin apenas valores cinematográficos, que dudo que en nada beneficien a los que sufren la cruda realidad, pero que al parecer alivian las conciencias de algunos espectadores del primer mundo.

Sin ir más lejos, El Apartamento contiene más crítica social que todo el cine de algún director español poco aficionado al suavizante de pelo, y la filmografía de Ritter mucha más verdad sobre la lucha de clases (si que alguien aún habla de esto) que cualquier película que podáis ver en los Golem.

No diré que "The mating season" sea ni mucho menos, tan genial como "El apartamento", pero merece la pena acercarse a este título, probablemente único caso en el que Thelma Ritter fue protagonista, aunque no aparezca como tal en los títulos de crédito, ni en las dos nominaciones que recibió por este trabajo, a los Oscar y a los Globos de Oro (¿he dicho ya que era muy buena?)

Ritter es Ellen McNulty, que lleva toda la vida sacrificándose y trabajando en una sucia hamburguesería para pagarle la universidad a su hijo Val. Gracias a esto Val ha conseguido un buen trabajo muy alejado de su ambiente de origen. En una fiesta de la empresa se enamora de Maggie, la hija de un directivo (¿hubo alguna vez alguna actriz más guapa que Gene Terney?), con la que se casa poco después.

Después de un breve prólogo que expone todo esto, nos encontramos con dos situaciones paralelas: por una parte Ellen, que no ha ido a la boda de su hijo, consigue por fin comprarse un sombrero "elegante" para el que lleva meses ahorrando, para ir a conocer a su nueva y elegante nuera.

Por otra, dicha nuera espera impaciente a una criada que ha solicitado y con cuya ayuda espera salir airosa de la primera cena que ofrece la pareja como matrimonio.

En cuánto ve a su suegra en la puerta, no tiene duda de que es la criada que espera y la envía directamente a la cocina

El director, nada más y nada menos que Mitchell Leisen tiene el buen criterio de no detenerse demasiado en la decepción de la madre, aunque la cara de Ritter al quitarse el famoso sombrero, lo dice todo.

Así Ellen termina sirviendo en la fiesta, y desde su posición de criada (es bien sabido que mucha gente cree que aquellos que se dedican a la limpieza carecen del sentido del oído) descubre en una sola noche, lo que su hijo no ha conseguido ver todavía: que todos aquellos que rodean al matrimonio desean que éste acabe pronto.

¿Por qué? Porque Val ha salido de su sitio casándose con Maggie, y Maggie del suyo y familia y ex-novios conspiran para agrandar cualquier grieta que pueda haber en la pareja, empezando por la inexperiencia como ama de casa de la joven esposa.

Ritter decide quedarse con ellos haciéndose pasar por criada, para encauzar el funcionamiento de la casa y ayudar en todo a su nuera que se ve desbordada por las circunstancias, y que sea dicho de paso, recibe poco apoyo por parte de su marido.

Es esta una agridulce película con presentación de comedia que en realidad trata sobre el sistema de clases en una sociedad como la americana, que hace bandera de la meritocracia, pero que a la hora de la verdad, no acepta que un prometedor ejecutivo hijo de una cocinera, se case con la hija del dueño de la empresa.

A lo largo del metraje es difícil ponerse del lado del hijo (la interpretación del poco carismático John Lund no ayuda nada), que no parece sufrir demasiado por tener que renegar de su madre públicamente y que ningunea los problemas de su esposa. Sin embargo, el sacrificio de la madre y el esfuerzo de Maggie por salvar su matrimonio, despiertan las simpatía del público sin tardar mucho.

Atención también al retrato la joven esposa, consciente de que está en el punto de mira y de que no puede ser la perfecta esposa (esas mujeres que servían galletas caseras llevando tacones, faldas de vuelo y collar de perlas) para la que no ha sido educada y que necesita ayuda para desempeñar ese papel.

Un apunte, si buscáis la película "Casado y con dos suegras" es el horrible título español de "The mating season", título que una vez más da una idea equivocada del tono de la película y además no se corresponde con el argumento (¿quién tiene dos suegras? ¿que tu madre se haga pasar por tu criada es tener dos suegras?)

Si la película de Leisen tiene ciertos puntos de interés, "Carta a tres esposas" de Mankiewicz es directamente una obra maestra por muchos motivos. Aquí Thelma Ritter tiene un papel breve, no aparece si quiera en los títulos de crédito, pero sumamente significativo.

Lora Mae (hasta el nombre es una declaración de intenciones), el personaje interpretado por Linda Darnell, es la joven y atractiva empleada de una fábrica, a la que un día el señor Hollinsway, dueño de la empresa invita a salir. Para él, ella no es más que una conquista fácil que quedará deslumbrada por una cena y un paseo en su caro coche, pero ella tiene otros planes y hace que la velada empiece con él conociendo formalmente a su familia.

Solo esa escena, con la incomodidad evidente del dueño de la empresa, que se siente también dueño de la chica, obligado a comportarse como el caballero que no es, en la humildísima casa de la chica, hace que merezca la pena la visión de "Carta a tres esposas".

En la casa, está una de las mejores amigas de la madre de Lora Mae, Ritter, que trabaja como criada para unos amigos de Hollinsway (en la primera escena que aparece, la vemos negándose a ponerse una cofia). Por lo tanto, le ha cogido el abrigo y servido el café decenas de veces. Sin embargo, Lora Mae los presenta ceremoniosamente.

- Señor Hollinsway ¿conoce a la señora Dugan?

Él se queda desconcertado y Ritter dice con voz cansada
- Lora Mae, el señor no conoce mi apellido.

¿Se puede decir más con menos?


Loque

Nota: Todas las fotografías son de IMDB