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viernes, 22 de noviembre de 2019

Señoras del (h)A.M.P.A.


Vivimos en la era de oro de las series para televisión. Las innumerables plataformas nacidas entre la tele por cable y la fibra óptica son fecundas y cada canal saca sus propias producciones además de comprar material a otras cadenas generalistas o a productores independientes surgidos al calorcito del youtube. En España las producciones propias de la cadenas generalistas no suelen tener un nivel demasiado elevado y tampoco suelen ser de interés para el mercado internacional, aunque de vez en cuando se da la campanada como con “la casa de papel” (A3media)  e incluso la idea original de “los misterios de Laura” de la tele pública (RTVE) que se vendió en los EEUU y Debra Messing iba por ahí interpretando el papel que en España dominara María Pujalte.  

Cuatro protagonistas dispares: Maite (Toni Acosta), Amparo (Mamen García), Virginia (Nuria Herrero) y Lourdes (Malena Alterio) unidas por el A.M.P.A. y los crímenes.

Las cadenas generalistas que producen las series de televisión en España tiene la maldita manía de cargárselas de una manera impenitente. Es verdad que muchas series que empiezan no tienen para más que una temporada, pero en España sistemáticamente las cadenas se encargan de matar a sus hijas. La tele pública ha destrozado innumerables producciones, entre ellas “Mujeres” del tándem Ayuso-Sabroso, o la propia “los misterios de Laura”, y parece que Telecinco quiera deshacerse de una serie fresca y vivaracha como es “Señoras del (h)ampa”.

Cameos de todo tipo en una timba de brisca. Asun (Ana Fernández), libre de madre,  en primera fila.


Porque de esto va mi  publicación de la jornada, de una serie que arrancó con humildad, que trata con gracia y humor negro las desventuras de una serie de madres de barrio trabajador. Mediaset (Telecinco) echó a rodar la serie que fue acogida con gran aceptación por su agradable frescura y sentido negrísimo del humor. Hace virtud de la humildad de los personajes, sus situaciones y sus sorprendentes  giros de guión. Pero Telecinco, enseguida empezó a maltratar la serie con un paro de emisión antes de verano, para introducir otras historias y con aplazamientos inconcebibles a costa de bodrios inaguantables como GH Vip.  No obstante hay quien asegura que el paro se debió a que estaban en negociaciones con Amazon Prime para la compra de la serie por parte de esta última y al fin de los trece capítulos de la primera temporada parece que había confirmada una segunda, aunque, quién sabe si echarán a perder la serie. Dicen que Netflix ha comprado los derechos de la serie. Ya veremos qué pasa.

Escena costumbrista. En una cocina de piso obrero a medio desahuciar, una demostración de la Turbothunder 2000.


Esta serie narra las vicisitudes de un grupo de mujeres trabajadoras y madres. Una historia femenina de mujeres que sobreviven en sus vidas de clase obrera con sus problemáticas cotidianas a las que se viene a sumar una serie de incidentes fortuitos que desencadenan numerosas peripecias dotadas de desbordante humor negro. Las protagonistas principales son cuatro mujeres que tiene su nexo de unión en ser miembros de la A.M.P.A. (Asociación de madres y padres de alumnos) del colegio público de barrio obrero de la populosa capital del Estado. El colegio, humilde y obrero se llama como una mujer humilde y de clase obrera. No podía tener mejor nombre que "colegio Gloria Fuertes".

Convención de la Turbothunder con la jefa de zona, Begoña (Nuria González)


Maite Soldevilla (Toni Acosta) es una mujer con dos hijos separada de su marido que malvive vendiendo robots de cocina (los famosísimos Turbothunder 2000). El trabajo, claro, es una basura, debe hacer demostraciones de cocina a domicilio para poder llevarse un magro sueldo a casa. Por si eso fuera poco debe disputarse un puesto en la empresa de robots de cocina con una compañera, Elvira (Marta Belenguer) que, además, es la presidenta de la A.M.P.A. del colegio, porque ella también vive en el barrio, aunque constantemente remarque su superioridad de clase.

Elvira (Marta Belenguer) es la peor pesadilla de todos, incluido su marido (Fernando Cayo)

Una mala noche ocurre un accidente que da con toda sus vidas al traste...O eso parece. Sus vidas se ven mezcladas con un cadáver, unos mafiosos, una vecina que las chantajea...Es decir, innumerables complicaciones de sus anodinas vidas, con giros cada vez más insospechados y grandes dosis de humor negro.

Amparo(Mamen García) y el toque final.

Quizá sea esa una de las virtudes de esta serie, que parecía otra cosita sin importancia y, sin embargo, su mala leche y su humor negro la han convertido en algo bastante especial. Una de sus originalidades más significativas es que no se limiten a poner una voz en off que diga "en capítulos anteriores..." sino que sea una de sus protagonistas, Lourdes (Malena Aletrio), en sesión con el psicólogo o, mi favorita, la abuela Amparo (Mamen García) contando las peripecias a su marido vegetal en la residencia de la tercera edad la que retome el hilo de la historia para desmemoriados.

La mala de antología, Carmona (Gloria Muñoz)

La serie no será espectacular, ni derrochará argucias magistrales, porque ni tiene pasta de superproducción ni cuenta una historia de lujos que no nos suena haber vivido un poquito. Todas nos podemos sentir algo identificadas con las miserias de la vida de estas señoras del (h)ampa. Hasta el juego de palabras es humilde, y, sin embargo, algo fresco ha de tener, aparte del buen hacer de las cuatro protagonistas, y de otras excelsas actrices como Gloria Muñoz, Carmen Balagué o Neus González, si Netflix la ha comprado y Amazon también se quiso hacer con ellaa tanto como para que Telecinco decidiera borrar sus capítulos de su plataforma online Mitele.

El dolor del secuestro.

Esta serie incide en una tónica ya habitual de colocar a gente corriente de clase trabajadora en situaciones límite que rayan con la delincuencia, como hemos visto en "breaking bad" o "good girls" por poner un par de ejemplos de series de los últimos tiempos, y es que atrae bastante ver a gente corriente, como somos la mayoría, atrapados en situaciones límite constitutivas de delito. Se deja ver con gusto, saca alguna risa y eso es lo que cuenta. 

La Turbothunder 2000, arma letal.

La serie será humilde y dará pereza a muchos, pero las actrices están soberbias, destacando, además que es una serie de señoras, ya que todos los personajes principales son mujeres; buenas mujeres; grandes mujeres.

A más ver,





viernes, 23 de marzo de 2018

Fariña de otro costal (Airbag, 1997)


El fenómeno de la temporada se llama Fariña, una serie para televisión que está basada en un libro de fondo periodístico nada menos. Su autor, Nacho Carretero cuenta la historia del nacimiento del narcotráfico en Galicia y los grandes capos, Lorenzo Oubiña, Sito Miñanco, Marcial Dorado o los Charlines. Tiene su cierto punto eso de que este libro haya sido secuestrado por orden judicial tres años después de haberse publicado, quizá porque nadie lo leyó en su día y la tele tira más que la lectura. El escándalo del secuestro judicial, a petición del alcalde de O Grove, pueblo costero das Rías Baixas, donde se daba con fruición el desembarco de farlopa, ha sido un gran reclamo publicitario. 

Cartel de la peli

Nos felicitamos porque siempre es bienvenido que, de obras de no ficción, salgan películas y series estupendas que todos creen originales de avezados guionistas, ya sea como este caso o el de B, la película, donde el director navarro David Ilundáin filma las declaraciones judiciales de un Bárcenas encarnado por Pedro Casablanc y a todossorprende como si fuera ficción.

Pero no voy a hablar ni de la serie donde nos cuentan las historias reales dramatizadas de los narcos gallegos ni de los chanchullos del tesorero del partido con más imputados por corrupción de Europa, sino de una película de ficción del año 1997, que, en su día, y hasta la llegada de Torrente, el brazo tonto de la ley, fue la película más taquillera de la historia del cine español. Me estoy refiriendo a Airbag, de Juanma Bajo Ulloa. Una road movie llena de ironía, humor grueso intencionado y momentos chuscos. Y os preguntaréis ¿Por qué? Pues porque durante años, a pesar de ser sabido lo que pasaba en las costas gallegas con aquellos que se hacían ricos con las descargas de drogas, nadie osó hacer una peli en la que se hablara de la relación entre los narcos, los políticos, el dinero negro y la corrupción...Hasta Airbag. Es por eso que el propio Nacho Carretero, autor de Fariña, menciona esta película en su propio libro explicando que, a pesar de ser una comedia salvaje que no acusa a nadie, pega un par de tiritos (No penséis en el doble sentido, o sí)sobre la connivencia del narcopolitiqueo.

La fariña lava más blanco.

En la página 113 del libro de Carretero se encuentra este párrafo:  Puede parecer una broma, o también una evidencia de lo poco que ha reflejado el cine la realidad social de las rías gallegas en aquella época, pero una de las películas que mejor muestran estos años dorados del narcotráfico es la comedia «Aribag». En clave de humor —en ocasiones absurdo y no siempre efectivo— la película presenta a un capo gallego interpretado por Paco Rabal que intenta cerrar un trato con traficantes portugueses. Rabal es un personaje que viaja con chófer, enjoyado, violento, acompañado de mujeres jóvenes y bienvenido en el casino. También es socio y benefactor de políticos. La película está plagada de giros y detalles que parodian lo que eran los capos en aquella Galicia. Y en la parodia hay una carga de realidad que, probablemente, muchos espectadores no creyeron en su momento. En una secuencia del filme, el narco interpretado por Rabal amenaza a los protagonistas que, rodeados y apuntados por armas, intentan calmar los ánimos diciendo: «No puede disparar, hay decenas de testigos aquí». El capo mira a su alrededor y responde: «Son ciudadanos. Y la ciudad es mía. Y por cierto, los jueces también» 

No fue hasta ocho años después que Gerardo Herrero se atrevió a filmar Heroína, protagonozada por la siempre eficaz Adriana Ozores, en el que cuenta la lucha titánica y el tesón de las madres gallegas que viendo, impotentes, el destrozo que la droga causaba en sus hijos, se alzaron contra la impunidad de los narcos . Está basado en la historia de las mádres que crearon érguete, la asociación de madres contra la droga y quienes se hacían de oro propagando la muerte de toda una generación.

María de Medeiros, esta película tampoco pasa el test de Bedchel

Volviendo del aparte, Airbag es una road movie paródica, exagerada, irónica, con muchas dosis de humor, escenas de acción trepidante y muchos guiños a la situación real de colegueo en el poder entre narcotraficantes y políticos. Una película totalmente diferente a las que Juanma Bajo Ulloa rodaba por aquél entonces. Recordemos que en el año 97 Bajo Ulloa, que viene de rodar sus muy personales "alas de mariposa" o "la madre muerta", sorprende con este encargo que le han hecho que se sale de sus pelis intimistas. La peli mantiene una acción trepidante en sus dos horas y te obliga a prestar una atención constante para no perderte los gags, guiños o acciones en segundo o tercer plano.

Sinopsis: Juantxo (Karra Elejalde) es un niño pijo, bastante más pijo que niño, a su provecta edad, a punto de casarse con una muñequita de su condición social, que se marcha de despedida de soltero con sus amigos de toda la vida,  Paco (Alberto Sanjuan) y Conradín ( Fernando Guillén Cuervo). Durante la despedida, la cosa se enreda entre la pérdida del anillo de compromiso (Una pena que todavía Peter Jackson no hubiera presentado su saga de Tolkien, porque nos hubiéramos reído a buen seguro), los desencuentros con unos narcos portugueses, cocaína por todas partes y el señor Vilambrosa (Paco Rabal).

Villambrosa (Paco Rabal) Es un poderoso narco que nada en la "ambulancia"

La película gustó al público, no así a los críticos, ya que era un pelín zafia, pero ese es parte de su encanto. Si había algo que disgustaba era la tolerancia a la prostitución y al tráfico de mujeres que presentaba la película, como si fuera algo natural e inevitable. Junto a la hilarante zafiedad buscada, uno de los encantos de la peli era encontrar las caras conocidas de los actores que se prestaban a los cameos, idea que luego recogió Santiago Segura, que en Airbag interpretaba a un político rastrero y pederasta, para su inminente "Torrente, el brazo tonto de la ley". Quién salió bien parado de la película fue el inconmensurable Manuel Manquiña en el papel de Pazos, el hombre para todo del señor Vilambrosa, un papel bombón donde encarna a un duro matón disléxico y ceporro.

Manquiña dándolo todo

La peli para su director significó un punto de inflexión en su carrera. Consiguió con Airbag gran popularidad, y, sin embargo, no volvió a rodar un largometraje, intimista, hasta siete años después. (Frágil, 2004), su siguiente largometraje, rey gitano, no se estrenó hasta 2015. Se vendió como un Airbag 2, porque muchos de sus protagonistas repetían con el director, como Karra Elejalde o Manuel Manquiña. La película, esta vez, aunque pretendía repetir la fórmula de Airbag, defraudó las expectativas de todo el mundo. La película era aburrida, insustancial y daba demasiado protagonismo a un actor, Arturo Valls, que no acaba de convencer poniendo muy forzado ese acento caló.


Cameos hasta para culebrón televisivo

Sea lo que fuere, Airbag se convirtió en una peli icono de la juventud de los 90. Acción trepidante, trompos de coche, humor ácido y una música espectacular. De hecho, es de lo mejorcito de la peli: Su música que, aparte de esa guitarra hipnótica, también tiene buenas canciones de otros grupos. Airbag a muchos les pareció violenta y chabacana, pero, desde luego, que era lo que se pretendía por aquél entonces.

Albert Plà, el padre Burrutxaga

Muchos recordarán al popular cocinero Karlos Arguiñano esforzándose por cumplir con su papel de ludópata de clase alta, padre de Juantxo. Arguiñano participó con el papel porque era socio de la productora, Asegarce, dedicada fundamentalmente a la pelota vasca (Nada que ver con Médem). La experiencia cuajó lo suficiente para que Asegarce financiara otra peli en la que los actores de Airbag Karra Elejalde y Fernando Guillén Cuervo dirigieran y protagonizaran otra película parodia sobre las drogas blandas y las apariciones de la virgen en la que se llamó Año Mariano (1999). Arguiñano también tenía su papelito de pastor quesero.


Juanma Bajo Ulloa en la buena época.

Hay que tener en cuenta que Airbag fue una road movie marchosa rodada ya hace más de veinte años, que hoy día escandalizaría por la frivolidad con la que se trata, por ejemplo, la prostitución de niñas adolescentes, y es que, por mucho que fuera clasificada como comedia encerraba una crítica mordaz de cómo funcionan las cosas en las cotas de poder. Amparándose en el humor denunciaba, siempre solapadamente, todo aquello que el libro Fariña documenta en sus páginas y que ha molestado tanto a algún alcalde de villa costera famosa por su laboriosidad narcotraficante. Un secreto a voces que pasó, gracias a las carcajadas del público, delante de las narices de todos los que ahora se indignan porque sus nombres estén bajo sospecha salpicados por operaciones nécora, campeón o tabaiba. Las implicaciones de los señores de la harina, los políticos, las fuerzas de seguridad, los clubes de carretera y los casinos parecieron muy graciosas en una ficción coquetamente asalvajada que encerraba una muy grave verdad que tanto molesta hoy día, por la que se secuestran libros ya publicados hace tres años que dan publicidad extra a series que novelan una historia real que aún subiste hoy día por aquella zona.

Se despide, sin aspiraciones,

Juli Gan.

viernes, 28 de abril de 2017

La Trilogía del Cornetto de Edgard Wright

Hoy me dispongo a hablar de la “Trilogía del Cornetto”, dirigida por el británico Edgard Wrigth y que comprende de las siguientes películas: Shaun of the Dead/Zombies Party (SD), Hot Fuzz/Arma Fatal (HF) y The World’s End/Bienvenidos al Fin del Mundo (TWE), que el mismo director co-escribió con el actor y guionista Simon Pegg.


Podría empezar comentando la extraña manía de coger los títulos originales y dejarlos irreconocibles en su versión española, pero nos daría para más de un artículo, y ése no es el objetivo de hoy.

La primera película de esta trilogía se hizo en el año 2004, y sus ganancias multiplicaron por cinco el valor de su presupuesto. Lo mismo sucedió con la segunda de 2007, y sólo en la tercera, de 2013, se consiguieron ganancias menores. En resumen, estas películas inglesas, sin grandes estrellas Hollywoodienses, recaudaron más de 150 millones de dólares.

Pero independientemente de su éxito comercial, es mejor hablar de sus valores cinematográficos. Las películas de la trilogía no repiten sus personajes, ni cuentan una única historia, pero en ellas se reiteran las ideas de “pasarlo bien” y de valores como el amor, la amistad y la libertad. De hecho, cada film, refleja uno de estos puntos de forma principal durante su desarrollo. Todo esto desde un filtro que combina un desternillante humor inglés, y la tradicional serie B de terror hecha en las islas británicas.


Recordemos que productoras clásicas británicas en los años 50 y 60, como la Hammer, ya habían instaurado todo un género en el Reino Unido, con historias plagadas de invasiones alienígenas, muertos vivientes o comunidades ideales de lo más demoniacas, que hacen lo que sea por el “bien común”. Estos puntos de partida propios del cine de este país, son tomados en estas películas, y con esa fachada, se construye una historia gamberra y divertida, propia de la imaginación de una noche de juerga entre amiguetes (que no digo yo que no nacieran así), en la que se sumergen valores más intelectuales, propios de narrativas clásicas: la búsqueda del grial (completar el tour de los pubs en TWE), recuperar el amor romántico (o una exnovia, SD), aceptar la identidad y la amistad (el reconocimiento de los protagonistas en HF), vivir en la rutina sin saber hacia donde se va (SD), el amor cortés (uno de los protagonistas, embelesado desde la infancia con una chica, en TWE), crecer y hacerse adulto (los protagonistas de TWE), el amor a la familia (SD), etcétera.


Pegg y Wrigth no sólo hacen esta doble lectura en unas películas destinadas al entretenimiento propio de la serie B, sino que además, las llenan de referencias a otros filmes, novelas y obras de la cultura popular, que también tendrán influencia en otros films posteriores, como puede ser la injustamente infravalorada Attack of the Block, de Joe Cornish.


Pero quizá lo que más llama la atención al ver esta trilogía, no sólo es la capacidad de entretenimiento o la doble lectura, es la cinematografía de las mismas. Wright, es un auténtico genio que utiliza todos los recursos en su mano para que el espectador no consiga aburrirse en ningún momento. Como si se encontrara en un tebeo o dibujo animado, las imágenes se van sucediendo a un ritmo frenético… Así, al verlas, es mejor olvidar las comedias actuales, donde los personajes hablan como si se tratara de un club de chistes, y sólo una gracia rancia puede llegar a impactar; en cualquiera de estas historias, cada escena es un ataque masivo de humor inglés, gag visual, música bien escogida con el momento, y todo para arrancar una carcajada al espectador, y no darle tregua alguna. Como una imagen vale más que mil palabras, os dejo este gran vídeo de Tony Zhou sobre la comedia visual en Wright, que también incluye imágenes de otra película suya: la adaptación del tebeo de Scott Pilgrim contra el Mundo.



Como podéis ver, durante la trilogía, dos actores repiten papeles protagonistas: son Simon Pegg y Nick Frost. Pegg y Wright se conocieron al realizar la serie Spaced, que narraba la vida de un par de veinteañeros que vivían juntos, con muchas referencias a la cultura pop y al humor más surrealista. Así, no sorprende que se implicaran en la escritura de Shaun of the Dead algunos años después, y que la trilogía comience con unos jóvenes luchando por su amor en un mundo apocalíptico, y acabe también con un escenario similar, pero en este caso, con unos cuarentones, que finamente, parecen encontrar sentido a sus vidas. Es lógico, que al igual que los años pasaban, los guionistas también experimentaran cambios y necesitaran comunicarlos en la pantalla.

Frost también fue parte del reparto de Spaced, y algunos de los actores que pasaron por dicha serie, acabaron formando de parte de estos films, de forma más o menos habitual (todo quedaba en casa, al parecer), al igual que otros, que se repiten en alguna de las películas o en todas ellas. Así, podemos encontrarnos a Martin Freeman, Bill Nighy, Rafe Spall, Paddy Considine o Peter Serafinowicz, entre otros.

Resulta curioso también, que en todos los films, se cuenta con un actor de cierto prestigio, que juega un papel fundamental, pudiera ser que con un toque de villano de la trama. Así, en Shaun of the Dead, tenemos a Bill Nighy, en Hot Fuzz a un Timothy Dalton icónico, y cerrando la trilogía, nos encontramos a Pierce Brosnan. 


Pero quizá la mayor pregunta que os podéis hacer tras leer este artículo es ¿por qué se llama la Trilogía del Cornetto? El nombre se debió a una broma del director durante la promoción de Hot Fuzz y The World’s End, ya que tras haber puesto un helado Cornetto como la cura contra la borracherra en Shaun of the Dead, incluyó algunos planos más con este alimento en las otras películas, creando así una trilogía, e incluso bromeó que podía ser como la de los Tres Colores de Krzysztof Kieslowski, pero con tres sabores. En el fondo, cada película queda representada por un color o sabor de Cornetto:
  • Rojo (o sabor a fresa) por el gore y la sangre del terror en Shaun of the Dead.
  • Azul (o sabor clásico) por el color de la ropa de los policías ingleses en el thriller de acción de Hot Fuzz.
  • Verde (o sabor menta) por  representar a los marcianos clásicamente como de color verde en los films de ciencia ficción como es The World’s End.
¿No os animáis? Buscad las películas, lo pasaréis muy bien.




Carmen Romero.

viernes, 23 de diciembre de 2016

Cine navideño: Plácido (1961)

Navidad, período del año en que todo son villancicos estridentes, lucecicas de colores, comida hasta por las orejas y buenos deseos. Otra cosa es que se celebre el nacimiento del fundador de una empresa que no ha notado la crisis jamás en los últimos 2000 años. Bueno, a lo que iba, la navidad suele retratarse en el cine mu a menudo, no hay más que ver la cantidad de telefilms que nos están saturando la programación de la tele.

Cartel de una peli que refleja NUESTRA NAVIDAD


Si el año pasado, con el mismo fin, colgué la peli navideña más famosa, norteamericana, por supuesto, esta vez regalo la peli española navideña más famosa, si a Chencho perdido de "la gran familia", no le importa. No se trata de otra que de la película berlanguiana "Plácido", que es el nombre del prota ( el cómico catalán Cassen), aunque su subtítulo es "siente un pobre a su mesa", añeja costumbre clasista española que, visto los tiempos, quién sabe, igual vuelve. Algunos pensaréis que estoy en plan retranca, pero es para poneros en situación, porque si algo tiene el cine fallero de Berlanga es mala leche.

Preparando el motocarro (Plaça de Sant Domènec)

FAUNA BERLANGUIANA:

Las películas de Berlanga (A Dios pongo por testigo de que un día publicaré un post sobre él) son corales. Siempre hay infinidad de personajes que retratan los tipos que nuestra sociedad posee. En esta, aparte del pobre Plácido, nos encontramos a su familia, a Quintanilla, a la familia Galán, a Concheta, a Marilú, a quien un señor le ha puesto un piso,a una legión de pobres, artistas y hasta a un locutor radiofónico (Impagable, Xan das Bolas) que retransmite la cena en casa de los señores de Galán.

SINOPSIS

Una pequeña ciudad de provincias (Manresa, por cierto) la rancia clase pudiente de la ciudad, muy en su tono hipócrita y meapilas, monta una campaña navideña para recaudar fondos "para los pobres", con el caritativo título de "siente un pobre a su mesa". La idea es que la gente apoquine y se lleve a un pobre a su casa a cenar en la nochebuena. Para ello, montan una cabalgata y piensan traer una comitiva de artistas desde Madrid para que le den lustre al acto.

¡Soy Quintanilla, el de las serrerías!

Encabezando la comitiva, han contratado a Plácido, un humilde transportista que en su motocarro, comprado a plazos, lleva la estrella de Belén. Plácido encabeza el acto pero tiene prisa en acabar, porque con el dinero que le han de pagar debe abonar la letra del motocarro antes de que cierre el banco, pero la cosa, como es natural en las historias de Berlanga, se liará demasiado y Plácido y sus desventuras nos tendrán en vilo a ver si es capaz de pagar la letra antes de que se la protesten.

El dentista sienta a la mesa al pobre (Luis Ciges). A sus hermanas las tiene a dieta.

Hay que estar verdaderamente atenta a la acción porque de ella salen chispas. Mientras el pobre Plácido va, como alma en pena, intentando reunir el dinero para pagar su primera letra del motocarro, nos enteramos de que su mujer(Elvira Quintillá) está empleada en los wáteres públicos (Escenario real, por cierto)y su hermano Julián (Manuel Aleixandre)es un cojo al que le ha salido una chapuza de repartir cestas de navidad.

Típica escena negra, coral y abarrotada de Berlanga (Hay que sacar al muerto de casa)

Todo lo que ocurre a continuación desmorona los acontecimientos. En la estación de tren los de la comitiva han traído a los abuelos del asilo y a unos pocos pobres, y se hielan esperando el tren de las artistas de Madrid. Como es natural, llegan artistas de tercera fila, postulantes y alguna vieja gloria del teatro venido a menos. La alegre comitiva se cruza con un funeral, algo tan humor negro estilo Berlanga-Azcona.

Sorteando artistas, patrocina, Cocinex

En el casino se sortean, entre los ciudadanos, a los pobres y las artistas, como si fuera una subasta, espectáculo grotesco. Cada uno se lleva a "su pobre" a casa. Los señores de Galán, se llevan a una artista y a un vejete del asilo. Berlanga contaba que no halló en Manresa ningún potentado que le cediese el ostentoso comedor de su casa para roadar. Tuvo que cedérselo en Barcelona, capital, un colega director de cine. Nos encontramos a Rivas(Xan das Bolas), que retransmite la cena por la radio, describiendo la suntuosidad de la casa, lo cual no queda nada humilde, intentando que no se note que los anfitriones se han largado, dejando a los dos invitados cenando, porque ha ocurrido un imprevisto. Por cierto, para los amantes de buscar la palabra "austrohúngaro" que sale en todas las obras de Berlanga, es durante esta escena mencionado por Félix Fernández (El abuelo del asilo).

Félix Fernández, el abuelete, respaldado por la actriz Erika, Laura Granados, y entrevistado por el locutor, Xan das Bolas. 

En casa de un antiguo republicano, cosa que se menciona solapadamente y hay que oír muy fino, el pobre sorteado agoniza. El vecino que tiene estudios de medicina (Es dentista) se entera por su pobre, el gran Luis Ciges, que padece del corazón. El médico da su diagnóstico, así, por la jeta. Pero lo que más escandaliza a la comitiva de pudientes beatones, encabezada por la señora de Galán (Amelia de la Torre) es que el pobre vive en concubinato con su mujer desde hace años, así que, antes de nada, no pueden permitir que muera en pecado.

El dentista dándoselas de cardiólogo

Concheta(Julia Caba Alba), la esposa sin papeles legales del moribundo, está cenando en casa de Marilú (Amparo Soler Leal), una joven piadosa a quien un hombre casado (Antonio Ferrandis) le ha puesto un piso. Vienen a buscarla para casarla de ipso-facto.

Concheta invitada por Marilú, la chica a la que han puesto un piso

Pascual, el moribundo, no quiere casarse, pero la señora de Galán, agarrándolo del cogote, le hace mover la cabeza afirmativamente. Berlanga decía que aquella situación había ocurrido en su familia. Las escenas en casa donde cena el moribundo son antológicas, como el que porque vengan la señora de Galán quieran hacer ponerse cofia a la criada y quieran meter en la cama de esta al enfermo. Humor negro del bueno.

¡Hay que casarlos! Escena antológica

Por fin, después de muchas vicisitudes, Plácido consigue pagar la letra, pero es muy tarde y aún debe recoger a su familia. La película acaba después de una bronca entre la familia de Plácido y el dueño de la tienda que reparte las cestas de navidad, trabajo que realizaba Julián. Acaba con un villancico que dice así: "Madre, en la puerta hay un niño, parece que tenga frío. Anda, dile que entre, se calentará, porque en esta tierra ya no hay caridad, ni nunca la ha habido, ni nunca la habrá".


La familia, a casa, muy tarde, la noche de nochebuena

FICHA TÉCNICA:

Plácido, Espana, B/N,  89´ - 1961


Dirección.............Luis García Berlanga
Guión: .................Luis García Berlanga, Rafael Azcona, José Luis Colina, José Luis Font.
Música: ...............Miguel Asins Arbó

Cuadro artístico:

Cassen.......................................................Plácido
José Luis López Vázquez.........................Quintanilla, el de las Serrerías.
Elvira Quintillá.........................................Emilia
Manuel Aleixandre...................................Julián
Amelia de la Torre....................................Señora Encarna de Galán
Mari Carmen Yepes..................................Martita Galán
Jose María Caffarel...................................Zapater, productor de ollas Cocinex
Xan das Bolas............................................Rivas, el locutor de radio
Félix Fernández.........................................Pobre invitado en casa de los Galán
José Franco................................................Matías Helguera (del Círculo republicano)
José Gavilán..............................................El dentista
Luis Ciges................................................. Pobre invitado en casa del dentista
Julia Caba Alba..........................................Concheta, pobre invitada en casa de Marilú
Amparo Soler Leal.....................................Marilú
Antonio Ferrandis.......................................Ramiro

Feliz navidad, zinéfilas.


Juli Gan

viernes, 2 de septiembre de 2016

Arsénico por compasión o la grandeza de lo menor.


“La cebolla nos hace llorar. Pero aún no se ha inventado el vegetal que nos haga reír”  

Quien pronunció esta frase, Frank Capra, tenía motivos sobrados para saber la gran verdad que encerraba. Él, maestro del cine sentimental, era muy consciente de que conmover hasta las lágrimas al espectador suele ser más fácil que lograr arrancarle una franca carcajada.


En 1934, con el estreno de “Sucedió una noche” (la primera película que ganó los cinco principales Óscar), Capra había inaugurado un nuevo subgénero, la “screwball comedy” (algo así como “comedia zigzagueante”), centrada en unos protagonistas tan opuestos en caracteres que ello daba lugar a las más disparatadas e ingeniosas vicisitudes y diálogos. En los años siguientes Capra seguiría haciendo estupendas comedias a las que iría añadiendo un tono cada vez más moralizante: “El secreto de vivir” (1936), “Vive como quieras” (1938), “Caballero sin espada” (1939) y “Juan Nadie” (1941).


Sin embargo, cuando estaba avanzando con firmeza por ese camino de la comedia moralizante, sentimental y optimista (camino que culminaría en 1946 con “¡Qué bello es vivir!”), Capra hizo un quiebro sorprendente para crear otro subgénero, la comedia negra, con una obra que algunos consideran menor en su filmografía, pero que realmente es muy grande porque consigue eso que no está al alcance de ningún vegetal: hacer reír.



Y todo gracias a que Capra asistió una noche a una obra teatral que estaba teniendo mucho éxito en Brodway: “Arsenic and Old Lace”,  e inmediatamente vio las posibilidades que tenía de adaptarse al cine y, además, de una manera rápida y barata (los decorados se limitaban prácticamente a una vieja casona).



Las negociaciones con el autor de la obra, Joseph Kesselring, un antiguo cantante y actor,  fueron fáciles y en octubre de 1941 se inició el rodaje, si bien la película no se podría estrenar hasta 1944 para no perjudicar a la obra de teatro.

Rapidez y agilidad, parecen ser las grandes características de  “Arsenic and Old Lace”: Kesselring la escribió en tres semanas, Capra la rodó en sólo ocho y, más que rápido, trepidante es el desarrollo de la hilarante trama.

En realidad, lo que más le costó a Capra fue encontrar al protagonista para su película, aunque finalmente tendría la suerte de conseguir a Cary Grant.


En 1941 Grant ya había triunfado con grandes comedias  como “La pícara puritana” (1937), “La fiera de mi niña” (1938), “Vivir para gozar” (1938) e “Historias de Filadelfia” (1940); pero ese año su carrera dio un importante giro al protagonizar “Sospecha”, bajo las ordenes de Hitchcock. En esa película, Grant realizó una magnífica interpretación, tan generalmente alabada que le hizo desear explorar papeles fuera de la comedia. Esas eras sus intenciones hasta que se encontró con Frank Capra.


 De ese encuentro habla Marc Eliot en su magnífica biografía de Grant. Según Eliot,  Capra era “tan buen vendedor como cineasta” y aunque previamente había ofrecido el papel de Mortimer Brewster a Bob Hope, a Jack Benny y a Ronald Reagan, que por distintas causas lo rechazaron, le dijo a Grant que “él era el único actor que daba la talla para el papel”.

Y Grant aceptó el que luego consideraría, bastante injustamente, el peor papel de su carrera. Eliot dice que aunque Grant “sentía un gran aprecio por Capra («un hombre encantador, encantador”) consideraba que el humor de la película no «es de mi estilo… demasiados gritos histéricos y equívocos exagerados». En realidad odiaba todo lo relacionado con la producción. Creía que los decorados eran malos, demasiado oscuros y teatrales; los actores secundarios —excepto Jean Adair, por quien sentía un cariño especial— demasiado histriónicos y los gags, demasiado forzados”.

Esa era la opinión de Grant, pero no la de muchos espectadores para los que “Arsénico por compasión” fue y sigue siendo uno de los más inestimables regalos que se le concede al ser humano, el de la risa.



Sí... quizás Capra, que se había formado en el cine mudo, obligó a Grant a sobreactuar… Pero Grant no tuvo en cuenta que unas cuantas muecas de más pueden estar muy justificadas si te pones en la piel de Mortimer Brewster: un popular crítico teatral que, recién casado con la hermosa hija de un clérigo (Priscilla Lane estupenda también como la angelical y desconcertada Elaine Harper), descubre que las dos ancianas y encantadoras tías que le han criado son las más dulces y enternecedoras asesinas en serie que imaginarse pueda… y que uno de sus hermanos es un peligrosísimo psicópata… y el otro un perturbado, aunque éste inofensivo, que se cree Theodore Roosevelt…


Con semejante familia y el temor a transmitir esos genes a una posible descendencia ¿no haríamos todos alguna que otra mueca?

“La locura corre por las venas de mi familia. Mejor dicho, galopa”, dice Mortimer en un momento dado. Y eso es la película: una locura de situaciones descacharrantes, de equívocos, sustos y sorpresas, hasta la culminación en un final feliz, como no podía ser menos en una película de Capra.

El fin de la película, divertir al espectador, se logra plenamente y justifica cualquiera de los excesos interpretativos que tanto molestaron a Grant.


Quedará para siempre como incógnita el saber si la película hubiera mejorado, o empeorado, con los nuevos planos  que Capra pensaba rodar durante el montaje, porque justo en ese momento los japoneses bombardearon Pearl Harbour, Capra se fue a la guerra y Grant se quitó parte del mal sabor de boca que le había producido su papel donando su salario a las Victimas de la Guerra y a la Cruz Roja.

En cuanto al severo juicio que Grant realizaba de su compañeros de reparto, excepto de Jean Adair (y ésta se salvaba porque una vez, siendo Grant un desconocido acróbata que trabajaba en un teatro de Nueva York, cayó enfermo y la Adair, que trabajaba en el mismo teatro, le estuvo visitando cada día hasta que se recuperó), también parece bastante injusto.

La verdad es que si la canadiense Jean Adair,  está impecable como Martha Brewster, incluso mejor lo está Josephine Hull como la saltarina tía Abby. Ambas eran, fundamentalmente, actrices de teatro (la primera sólo llegó a hacer 5 películas y Josephine Hull sólo seis aunque con “Harvey” consiguió el Óscar a la mejor actriz de reparto) y estaban triunfando en Broadway con la versión teatral de “Arsénico por compasión” cuando Capra logró que ambas aprovecharan unas vacaciones de la obra teatral para representar los mismos papeles en su película.


Capra intentó también conseguir a Boris Karloff, que en el teatro interpretaba al hermano psicópata de Mortimer (figurando, en un derroche de ingenio, que se había operado para parecerse a Boris Karloff), pero no lo logró. A cambio tuvo a Raymond Massey que puso el contrapunto perfecto, con su alarmante e inexpresivo rostro desfigurado, a las muecas de su odiado hermano Mortimer.


Y un secundario de lujo, de gran lujo, fue Peter Lorre como Dr. Herman Einstein. Grandísimo actor mediatizado por su peculiar físico, descubierto para el cine por Fritz Lang que le dio el papel de asesino psicópata en la genial  “M, el vampiro de Düsseldorf“, Lorre bordó su papel,  inspirado en la historia de Joseph. P. Morán, un médico alcohólico que durante la Gran Depresión se había dedicado a atender a peligrosos gánsteres, cambiándoles el rostro y eliminando sus huellas dactilares.


Además del buen reparto (a pesar de lo que sobre éste opinara Grant) otra gran baza con la que contó Capra, fue la colaboración como guionistas de Julius y Philip Epstein (guionistas también, por ejemplo, de “Casablanca”) y del compositor Max Steiner que logró enfatizar con su música la carga humorística y satírica de la película.

Capra supo hacer muy buen uso de las excelentes cartas con las que contó para rodar “Arsénico por compasión” porque, además y más allá de su capacidad para explotar los sentimientos humanos, era un gran director. Por ejemplo, su dominio de la cámara y el claroscuro queda bien patente en la estupenda escena en que el doctor Einstein mantiene una conversación en la escalera con la silueta del terrorífico Jonathan Brewster.

Quizás a muchos espectadores actuales, ahítos de comedias televisadas, le cueste entender la novedad y la transgresión que supuso en su momento esta película de puro humor negro. Especialmente viniendo de un director que lograría sus mayores  triunfos con películas moralizantes que escenificaban el llamado “sueño americano”. El sueño que compartió ese niño siciliano emigrado a los 6 años a los Estados Unidos, donde triunfaría hasta llegar a conseguir 3 Óscar, y con cuya obra cumbre ,“¡Qué bello es vivir!”, lograría incluso que su nombre fuera delante del título de la película (y así tituló Capra su muy recomendable biografía “El nombre delante del título”).



Paradójicamente, la carrera de Capra cayó en picado a partir de "¡Qué bello es vivir!". Después de ella sólo hizo otras cinco películas, la última de 1961, treinta años antes de su muerte. Una pena, porque, seguramente, si le hubieran dado la oportunidad, habría seguido explorando con éxito nuevos caminos cinematográficos.

Sí, Capra logró con “Arsénico por compasión” una maravillosa obra “menor”… si es que alguien puede considerar un logro menor hacer reír a innumerables personas durante varias generaciones…




Yolanda Noir