Hará una cantidad indecente de años, en unas jornadas de cine vasco, probablemente en el Zinemaldia donostiarra, no recuerdo bien, Ramón Barea presentó su primera película como director de cine. Esta no era sino la adaptación cinematográfica de una obra de teatro que había tenido bastante éxito por aquella misma época. Aquella obra de teatro estaba interpretada por cuatro de las actrices vascas más importantes del momento. Era la historia de cuatro monjas de clausura que, en un momento dado, deciden huir de su convento tras veinte años de vida contemplativa. La peli y la obra de teatro se llaman "pecata minuta" y yo cometo el pecadillo de hablaros de ella.
Una congregación peculiarLa peli, claro está, amplía subtramas que no puede asumir un escenario teatral, pero la narración principal sigue siendo la historia de las cuatro monjas que deciden, por diversos motivos, cavar un túnel oculto tras un confesionario, y escapar al mundo que dejaron hace varias décadas. Sor Asun (Loli Astoreka) es una monja que llegó al convento siendo demasiado joven. Decidieron por ella antes de que fuera demasiado madura, si es que alguna vez lo fue. Ella lo que quería es ser madre y como no los ha tenido lo sobrelleva jugando a ser mamá con su muñeco de trapo. Sor Rufina (Elena Irureta) es una enérgica monja de hechuras varoniles que sí quería tomar los hábitos, pero para cantar misa, cosa que le impedían por no ser un hombre. Ella va cavando el túnel de escape. Sor Remedios (Aitzpea Goenaga) es una monja que tiene muy claro que quiere fundar su propia congregación y, para ello, debe abandonar el convento. Sor Rosarito (Ane Gabarain) era una jovencita pop que aún goza cantando con su prodigiosa voz, pero las postulantas guineanas, que son dos (Las hijas del sol), la tapan con sus potentes y cálidas voces, y eso la frustra mucho.
Este cuarteto de monjas vive encerrado en un convento decadente donde la mayoría de las hermanas son ancianas (Por ahí andan las veteranas actrices Maruchi Fresno, María Isbert y Mariví Bilbao) aunque , de vez en cuando viene a profesar alguna joven como Fany (Cristina Gómez), que sabe lo que busca, aunque no lo encuentra, porque ya ha estado en otras "hermandades" como "los niños de Dios". Por si eso fuera poco, hay una guerra, más sororicida que fratricida, si me permiten el chiste, entre la priora que quiere modernizar el vetusto lugar y la vigilanta que es inflexible con las reglas de la orden cuya fundadora yace, no diremos que incorrupta del todo, a la vista de toda la congregación.
La primera peli como director de Ramón Barea pasó sin pena ni gloria y la crítica la trató bastante mal, quizá por el simpático tonillo irreverente, aunque los papeles de las originales monjitas son interpretados de manera inmaculada. Ramón Barea contaba en su presentación que tenía muy claro que en su primera película tenía que salir su gran amigo y compañero de profesión Álex Angulo. Y la verdad es que sale, pero si queréis verlo, prestad atención.
Aunque a algunos meapilas les parezca irreverente, es una peli simpática y la mayoría de sus monjas, entrañables. Se deja ver con amabilidad.
Con la bendición urbi et orbi de,