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viernes, 21 de abril de 2023

Siete días de enero, una peli de la transición.

 Desde que hay redes sociales la gente hace ránkings: Las mejores ciudades que visitar, los platos más populares, las pelis más famosas sobre un tema....Pero no siempre se acierta. A veces, incluso, se omite, más por desconocimiento que por otra cosa, citar elementos de esos rankings que deberían ser fundamentales. Estaréis preguntándoos de qué os hablo. Allá voy: Hace unas semanas, un medio de comunicación on line hizo un ránking titulado "10 películas para conocer a transición". No sé si el ranking lo ha hecho el biznieto de Antonio Alcántara, el del "cuéntame", lo digo por lo desinformada que es su lista de pelis, porque la verdad es que yo habría metido unas cuantas( El puente, la fuga de Segovia, el caso Almería...), pero sobre todo porque eché a faltar una fundamental: "siete días de enero" de Juan Antonio Bardem.

El "España se rompe".


En este momento de nuestras vidas en el que hay tanto revisionismo y tanto interés por colarnos fakes news (AKA trolas en los medios) con el fin de hacer germinar ese mismo revisionismo para cultivar el voto verde que pretende crecer cara al sol, quizá fuera bueno que alguien se acordara de emitir esta peli sobre la transición y cómo jodía a quienes se creían (Y se creen) dueños del cortijo ver perder su poder amasado  a base de rellenar cunetas para que lo acabaran detentando aquellos a los que reprimían con saña y despreciaban con odio furibundo.

Asalto al despacho de abogados de Atocha

Esta recomendable cinta parte del lamentable hecho real que fue el asesinato de los abogados laboralistas de la calle Atocha a manos de unos pistoleros de extrema derecha. Bardem escenifica una narración ficticia alrededor de unos hechos reales. Hasta es real uno de los personajes: El abogado Joaquín Navarro, que sale interpretándose a sí mismo. Aquél enero de 1977, apenas catorce meses después de la muerte del dictador, bajo un gobierno preconstitucional de Suárez en una época convulsa llena de huelgas y algaradas callejeras, algunos ultraderechistas se resisten a ver perder el poder que tenían.

Las modas vuelven, por desgracia.

La peli se centra en la historia personal (Ficción, claro) de un niño pijo de familia fascista, de esos que se disfrazan de azul con gomina en el pelo y gafas Rayban para sus algaradas. Y de cómo se les insta a actuar por "patrioterismo". Lo malo que la tal actuación es el asesinato a tiros de unos abogados de ideas intolerables (para ellos) y de cómo, oh vaya, por dios, luego de esa "hazaña", ningún superior quiere tomar la responsabilidad que les toca.

El abogado Joaquín Navarro actor en la peli de su propio personaje real.

La peli que se rodó muy poco tiempo después, ya que se estrenó en 1979, sufrió, como no puede ser de otra manera, las amenazas de esos mismos grupos a los que retrata empuñando armas de fuego. Mezcla con naturalidad la historia dramática de sus personajes con imágenes tomadas de la realidad como las carreras delante de los grises o las escenas finales donde se muestra la ingente congregación de ciudadanía al paso de la comitiva fúnebre de los abogados de Atocha. 

Imágenes reales de los funerales de los abogados.

"Siete días de enero" no sólo no debería quedar olvidada de esos rankings de pelis que explican la transición, a no ser que se sea fan de los documentales escorados a la derecha de Victoria Prego, sino que deberían volver a exhibirse en cine o cualquier plataforma para que la gente deje de creerse las trolas de los hijos y nietos de esos pistoleros retratados en la cinta. 

Juli Gan

viernes, 4 de febrero de 2022

Bloody Sunday (Domingo sangriento, 2002)

El domingo pasado, 30 de enero, se cumplió el quincuagésimo aniversario de la matanza de Bogside en Derry, Irlanda del Norte, también conocida como el domingo sangriento. Una manifestación pecífica en pro de los derechos civiles de los norirlandeses, sobre todo, los católicos, se convirtió en una masacre por culpa del ejército británico que se dedicó a abrir fuego real alcanzando a 26 personas de las cuales acabaron muriendo 14. 


Hecho real.

Pongámonos en antecedentes un poquito acelerados y nada detallistas. A principios del siglo XVII y por culpa de la maldita religión, a la corona británica no se le ocurrió mejor idea que enviar a su ejército a la vecina Irlanda para echar de sus tierras a los irlandeses católicos y repoblar el lugar con ingleses y escoceses protestantes. Los irlandeses, aunque en su tierra, no tenían el poder ni la pasta de la corona británica así que perdieron la guerra y tuvieron que convivir desde entonces con esos vecinos, que son minoría pero que están arriba en la pirámide social de ese trozo de la Irlanda británica también llamada Úlster. Con el paso de los años la cosa solo podía empeorar cosa que acabó pillando velocidad interstelar durante el siglo XX. Los irlandeses del Úlster vivían en una discriminación constante. Discriminación para encontrar trabajo, para tener vivienda, para elegir representante legislativo en Reino Unido...Así era muy difícil vivir. Entre todo lo anterior y la cantidad de estados de excepción, toques de queda e incluso la aprobación de la ley británica que te podía encarcelar sólo por ser irlandés, la cosa estaba que quemaba y el IRA, una organización, primero política y luego armada, que nació en Irlanda a comienzos del siglo XX, se nutría de jóvenes frustrados hartos de detenciones, abusos y falta de futuro, con lo cual el problema persistía.

El diputado Cooper intentando negociar con todo el mundo.

Con este panorama tan feo la asociación por los derechos civiles de Irlanda del norte, harta del maltrato del Estado y del clima de violencia que cada semana generaba muertes por arma de fuego, decidió montar una marcha simbólica y, sobre todo, pacífica para reclamar el fin de la discriminación, del estado de excepción y de los abusos de la corona sobre los norirlandeses católicos, porque vuelvo a recordar que la religión y el poder que detenta cada "facción única y verdadera" tiene mucha culpa de algunos de los males del mundo.

Soldado "paraca" que no lo ve claro, pero que acaba entrando en el corporativismo.


La peli.

La película dirigida por Paul Greengrass en 2002 tiene un par de características especiales. La primera es que parece que se esté viendo un documental. La fotografía y la forma de dirigir los planos son casi los que realizaría un cámara recogiendo un hecho que pasa delante de sus narices. La fotografía grisácea y el continuo movimiento de la cámara ejerce un efecto de nerviosismo para quien está mirando la pantalla. Aunque no sea preciosista, porque no se desea serlo, sí es efectivo, porque se llevó el Oso de oro del festival de Berlín, aunque fuera compartido con "el viaje de Chihiro".

Marcha pacífica de miles de norirlandeses

Aunque el protagonismo se centra en el diputado protestante Ivan Cooper (James Nesbitt), que lucha desde las instituciones, pero desde el pacifismo, la película intenta ser coral. La cinta comienza la víspera por la noche con dos escenas simultáneas y paralelas. Por un lado, el diputado Cooper anuncia que pese a las prohibiciones por parte de la corona, la marcha pacífica por los derechos civiles de los norirlandeses (católicos) se llevará a cabo igualmente, por el otro el general Ford (Tim Pigott-Smith) del ejército británico, anuncia que están preparados para repeler una más que segura agresión. 

Marcha pacífica de una buena parte de la población mayoritaria de Derry, sin London.

Durante toda la cinta se suceden escenas de las posiciones de ambos lados. Por una parte, Gerry y sus amigos y por la otro los soldados paracaidistas del ejército británico. Gerry es joven, desfavorecido por las leyes "religiosas" británicas, católico y ha sido encarcelado por una absurda ley por la cual te pueden encerrar sólo porque a los ingleses les parece. Curiosamente, Gerry, tiene una novia protestante. Por otro lado están los soldados del cuerpo de paracaidistas. Hay un soldado que parece disentir que de lo que ve y escucha de sus compañeros. También nos encontramos en la cinta  al jefe de la policía norirlandesa y al mayor del ejército británico que asisten a la matanza desde el cuartel.

Agachaos que tiran con bala y no pelotas de goma.


La segunda parte de la cinta, donde se precipitan los hechos que hicieron tristemente famoso al domingo sangriento (También traducible como maldito domingo), logra despertar el terror, el asombro, la tristeza, y la impotencia de quien lo ve. Aquel domingo en Derry (Londonderry para los unionistas, o sea, protestantes a favor de Inglaterra) impacta de lleno en el espectador.

Y empieza la caza.


Y, como suele ser habitual, al final de la cinta, cuando acaba como empieza, con las declaraciones del general y del diputado, a una se le hiela la sangre cuando lee la impunidad y el ninguneo de la corona ante la matanza mientras se escuchan los nombres de los asesinados. El diputado está abatido pero lanza una sentencia triste: Esa matanza provocará un aluvión de alistamientos en el IRA ya que la juventud, agredida, sólo verá el camino de la violencia para frenar la violencia.

Dolor por tu familiar muerto.

Para los títulos de crédito nada más acertado que el "Bloody Sunday" de los irlandeses U2.


Juli Gan.

viernes, 9 de abril de 2021

El juicio de los 7 de Chicago

Los tiempos convulsos hacen que las grandes plataformas que producen cine se reinventen. Netflix estrena en la pantalla de tu casa pelis que compiten a mejor cinta en los Óscars con mascarilla de este año.  Aaron Sorkin dirige “El juicio de los 7 de Chicago” que compite en las categorías de mejor película, mejor guión original y mejor actor secundario. Mujeres, pocas, como pasa con otras muchas pelis que no aprueban el test de Bedchel.


Sinopsis:

Es 1968, una época de fervor juvenil. Francia hace su revolución de mayo, Praga y México DF lo intentan pero son aplastados por ejércitos propios o ajenos. En los EEUU, superpotencia del mundo occidental desde el fin de la segunda guerra mundial, el poder capitalista ve con horror cómo la juventud rechaza y protesta sus actitudes beligerantes, sobre todo en Vietnam, donde miles de norteamericanos, normalmente, pobres, mueren en una guerra a la que nadie entiende qué rayos han ido a hacer allá. Diversos movimientos como los pacifistas convencidos, estudiantes izquierdistas, defensores de los derechos civiles, hippies, panteras negras y activistas por un mundo mejor anuncian que acudirán para protestar delante de la convención demócrata a celebrar en Chicago con el fin de elegir postulante a inquilino de la casa Blanca.  Hay que tener en cuenta que es año de elecciones, que los movimientos por los derechos civiles intentan acabar con el racismo institucional y que han matado a Martin Luther King y a Robert Kennedy. El presidente Lyndon B. Johnson prefiere no volver a presentarse después de un mandato y pico (Juró el cargo de presidente con el cadáver agujereado de Kennedy aún caliente).  La situación se le va de las manos a la policía y a la guardia nacional y, para cubrir la barbaridad agarran a siete tipos representativos de los movimientos contestatarios y los someten a un juicio demencial y amañado que tiene lugar en 1970 y que es un escándalo supino.


Basado en hechos reales:

La película se basa en el juicio con frecuentes flashbacks a aquél  agosto de Chicago. Nos presenta con cierta gracia a los ocho, porque fueron ocho, encausados. El octavo detenido, el único que está en prisión acusado de un crimen, es un líder de los panteras negras (Bobby Seal) que es desasistido de una manera odiosa durante el juicio aunque su causa acaba siendo sobreseída .



El  resto de los siete enjuiciados son miembros de diversos colectivos: Estudiantes por una sociedad democrática, Movimiento Nacional para el fin de la guerra de Vietnam, activistas sueltos y los dos de los dirigentes del partido internacional de la juventud, o los YIPPIES, por sus siglas en inglés. El juicio, claro está, es una farsa política con intenciones de dar castigos ejemplarizantes .

Ambiente caldeado

Los dos gallitos del corral están encarnados por dos actores ingleses. Eddye Redmayne , que encarna a Tom Hayden, líder de los estudiantes por la sociedad democrática y Sacha Baron-Cohen, que se mete en la piel de Abbie Hoffman, líder de los Yippies y hábil monologuista. Sacha Baron-Cohen, por cierto, está nominado como mejor actor de reparto para los óscars y, la verdad, su papel es de lo mejor de la peli.  Otros actores destacados son Mark Rylance, como el abogado defensor, Joseph Gordon-Levitt, como joven e incisivo fiscal y Frank Langella, que se mete en la piel del juez.


Juicios paralelos:

A quien le gusten las pelis de juicios, y sobre todo, de juicios amañados, esta peli le va a encantar. Se nota que Aaron Sorkin le tiene pillado el truco a los guiones “políticos”.  Muchas de los diálogos son espléndidos, sobre todo los de Abbie Hoffman (Sacha Baron-Cohen) que se toma a cachondeo el juicio ¿Qué otra cosa puede hacer?.



 Este año del covid debe de ser el de las filmaciones de juicios-farsa, porque hará bien poco se pudo ver una miniserie llamada Altsasu  en un par de canales autonómicos.  La miniserie retrataba de una manera ficticia ciertos hechos manipulados por intereses ocultos  y el posterior juicio cuyas sentencias ya estaban dictaminadas de antemano.



Quizá  encontramos ciertas semejanzas con “en el nombre del padre” por lo de las detenciones arbitrarias, los juicios injustos, las sentencias ejemplarizantes y la indefensión de sus detenidos, y, como en esta cinta de Jim Sheridan, que ya pasa del cuarto de siglo, se edulcoran ciertas cosas para hacer más entretenida la historia al público y menos demoledora, como que el padre y el hijo compartieran celdas en el mismo talego cuando la política de dispersión de presos es tan común en países con problemas armados sin resolver.


No fue en Chicago, pero sí en Boston, donde fueron ajusticiados hace ya cien años dos emigrantes italianos de ideología anarquista que se comieron un juicio denigrante lleno de mentiras y xenofobia. El problema para estos inocentes llamados Sacco y Vanzetti es que los ahorcaron. Por si a alguien le interesa esta triste historia de una injusticia flagrante hay una película italiana que explica el padecimiento de estas dos víctimas de la justicia  rodada con la cadencia transalpina propia de su época.


A más ver, sobre todo, en pantalla,

Juli Gan.

viernes, 3 de febrero de 2017

Operación ogro, 1979

Ya que el atentado de Carrero Blanco vuelve a estar de moda de una manera inconcebible, cuarenta y tres años después de su asesinato, no he podido resistir la tentación de hablar de esta película de seis años más tarde, 1979, en el que narran la preparación del golpe.

Se trata de la obra filmada por Gillo Pontecorvo, un combativo director de cine italiano, bregado en la lucha antifascista de su juventud. Esta película, que cosechó el premio David de Donatello a la mejor dirección en el festival de Venecia de 1979, aunque se estrenó en España en 1980, no fue pasada por la tele pública hasta hace unos pocos años, bien entrado el siglo XXI. Aún había reparos a proyectarla a los españoles que ven la tele, por la existencia de ETA, decían, aunque cabe la posibilidad de que se debiera a que aún, en las sombras, no se tolere aquel golpe. Así nos vemos hoy, viendo cómo a jóvenes nacidos en la democracia se les quiere emplumar penalmente por chistes viejos, e incluso publicados por humoristas ya fallecidos como Tip y Coll.






Antes de meternos en harina, recuerdo a nuestros amados lectores, que voy a hablar estrictamente de la película, y, que, por tanto, me abstendré de elucubraciones, nacidas con el paso de los años, sobre colaboraciones de terceros servicios secretos que sí salen, por ejemplo, en la serie televisiva de hace unos pocos años, que no alcanzó ni la sombra de la película que hoy nos ocupa, ni pudo mejorar, ¿Cómo?, el excelente trabajo del maestro maquetista Emilio Ruíz del Río, que ha servido a lo largo de los años para ilustrar aquél momento tan importante del fin del franquismo en documentales bienquedas y revisionistas tipo los de Victoria Prego.

Sinopsis:

La peli comienza mostrándonos la Bilbao industrial de 1978, cinco años después del atentado. Amaiur (Ángela Molina) va en busca de Txabi (Eusebio Poncela). Aunque aún se quieren, las diferencias ideológicas los han distanciado. Amaiur, una vez vuelta la democracia, abandona ETA, Txabi aún sigue en ella.

Los flashbacks nos muestran la represión ideológica sufrida desde la infancia por la que pasa Txabi que lucha contra esta metiéndose en ETA. En una asamblea de la banda se decide enviar un comando a Madrid para secuestrar al almirante Carrero Blanco y así canjearlo por un montón de presos antifranquistas.

Cuatro miembros de la organización viajan a Madrid con el propósito de preparar el secuestro. Izarra (Gian Maria Volonté), Iker (José Sacristán), Luken (Saverio Marconi) y el propio Txabi se trasladan a a capital a prepararlo todo.

El Komando Txikia

Observan que el almirante Carrero Blanco acude diariamente a misa de nueve a la iglesia de los jesuitas en el barrio de Salamanca. El golpe parece fácil porque no hay demasiados guardaespaldas y encuentran un comercio donde retener al rehén.

El problema surge cuando a Carrero Blanco lo nombran presidente del gobierno. Ya no es tan fácil cometer el secuestro. Entonces se decide atentar contra su vida. El comando alquila un bajo en la calle Claudio Coello y, con la excusa de que el alquilado es un escultor, practican un túnel desde el bajo hasta el centro de la calle para que, el día conveniente, detonen los explosivos al paso del coche oficial del nuevo presidente del gobierno.

Montando el cable detonador

Material de trabajo:

El guión de Pontecorvo, Ugo Pirro y Giorgio Arlorio parte del libro publicado por Julen Aguirre (Seudónimo de la escritora catalana Eva Forest). Este libro es una larga entrevista realizada a los miembros del comando que cuentan en sus páginas los detalles del golpe, contrariedades que surgieron y varias anécdotas aledañas. El guión está basado en el libro, pero no deja de ser un ejercicio cinematográfico totalmente libre, ya que le dota de un dramatismo extra. Nos cuenta el difícil amor de Txabi y Amaiur y los enfrentamientos ideológicos de Izarra y Txabi.

Amor roto por la distancia ideológica

El personaje de Txabi es inconformista, no cree que con la venida de la democracia haya cambiado nada y sigue dentro de la organización. También cree que la lucha vasca y la lucha obrera tiene el mismo fin y que son complementarias. Tanto Amaiur como Izarra, con la venida de la democracia, abandonan la lucha armada y se integran en la lucha estrictamente política.


Denuncia social, Raúl Freire detenido por los grises.

Cine político del postfranquismo:

En una ocasión anterior, hablando del cine político de la transición, hablé deque muy poco después de la muerte del dictador aún se hicieronalgunas películas como la de “el caso Almería”, “la fuga deSegovia” o “siete días de enero”. En el caso que nos ocupa, además, se da el hecho de que la película está escrita y dirigida por italianos. No es de extrañar, ya que quienes primero estudiaron el tema de ETA, de una manera totalmente académica, fueron italianos.

Cavando el túnel

A finales de los 70 aún era posible hablar de ETA de una manera más libre que en los años 80 y 90. En las décadas posteriores hacerlo suponía dolor y, cuando no, una censura férrea por parte de las autoridades. No olvidemos que esta misma película, como ya he dicho, no se proyectó en la tele por decisión de las autoridades porque suponía mostrar un rostro humano de ETA. Humano, dentro de lo que cabe, claro.

Efectos especiales:

Como he mencionado con anterioridad, el trabajo espléndido de Emilio Ruíz del Río se convirtió en una escena colosal. La escena de la voladura del auto ha servido para ilustrar documentales en incontables ocasiones. La preparación fue exquisita. Se realizó a escala una réplica de la calle Claudio Coello y se acudió a incontables jugueterías para adquirir coches de la época que aparcar a los lados. Compró tres Dodges negros para filmar la escena de la explosión. Sólo usó uno porque salió a la primera. A Emilio Ruíz del Río en Hollywood lo llamaban “el mago”. Trabajó con grandes directores en EEUU. Uno de sus últimos trabajos fue “El laberinto del Fauno”. Pero, en la película que nos ocupa hoy, este vídeo muestra su gran trabajo.



Gillo Pontecorvo:

El director italiano siempre demostró una sensibilidad especial por denunciar la opresión. Bien joven ingresó en el partido comunista italiano, en pleno fascismo mussoliniano. Luchó como partisano contra los nazis. Abandonó el partido comunista cuando la URSS invadió Hungría, aunque nunca dejó de ser marxista.

Pontecorvo

De su filmografía, aparte de esta película que habla de la lucha antifranquista, cabe destacar “la batalla de Argel”, sobre la lucha anticolonial de los argelinos contra Francia; “Kapò”, sobre los campos de concentración nazis; o “Queimada” sobre el esclavismo en el Caribe y la imposición colonial.

Por último, añadir que la música corre a cargo del ilustre Ennio Morricone.


Ficha Técnica:

Operación ogro.

Año: 1979.

Duración: 100 min. Color. España-Italia.

Dirección: Gillo Pontecorvo

Guión: Gillo Pontecorvo, Ugo Pirro, Giorgio Arlorio, basado en el libro “Operación ogro” de Julen Aguirre.

Música: Ennio Morricone

Equipo artístico:

Txabi.................................Eusebio Poncela
Izarra.................................Gian Maria Volonté
Amaiur..............................Ángela Molina
Iker....................................José Sacristán

Luken................................Saverio Marconi


Juli Gan

viernes, 27 de enero de 2017

Todos los hombres del presidente


Nixon, Soderbergh y yo

Era yo una jovencita cuando vi “Todos los hombres del presidente” (en adelante, THP) por primera vez; y confieso que me aburrí soberanamente y no entendí nada. Pero algo bueno debí de ver porque, desde entonces, cada vez que me he encontrado con esta peli en la tele, que han sido muchas, me ha dejado enganchada a su estética setentera y a sus diálogos hipnóticos, de manera que, a fuerza de verla y verla, he acabado por apreciarla. Mucho.

Como quiera que volví a ver y a disfrutar TPH hace bien poco, decidí dedicarle un articulito en este blog mío, nuestro y vuestro y, buscando información en Internet, encontré una larga y muy bonita entrevista, de hace ya quince añazos, de Rick Lyman a StevenSoderbergh, en la que el director declara su amor por THP y comenta aspectos muy interesantes. Os los resumo e interpreto en las siguientes líneas.


Donde esté un buen thriller político…

Os confieso que a mí el género me apasiona; una peli con tal etiqueta me arrastra a las salas o al sofá frente a la tele. Soderbergh cuenta en la entrevista que vio THP a sus tiernos trece años y se convirtió inmediatamente en uno de sus filmes favoritos. Hoy lo sigue siendo. Afirma haberlo visto más de diez veces y confiesa que lo tuvo muy en cuenta cuando filmó “Erin Brockovich” y “Traffic”, pues en ambos casos quiso hacer una peli entretenida sobre un asunto muy serio y en ese aspecto THP es un ejemplo a seguir, pues alcanza “un apreciable nivel de contenido sociopolítico” sin aburrir.

Bueno. Eso lo dice Soderbergh, no yo, porque ya os he confesado que fui incapaz de seguirla cuando la vi por primera vez. Quizá la clave esté en lo que dice Soderbergh a continuación: que no se explica el gran éxito que tuvo este film porque trata de un asunto que todo el mundo conocía. Claro. En los USA sería un asunto recurrente en todos los noticiarios. Yo, en cambio, solo tenía un conocimiento superficial del caso Watergate.


 Uno de los mejores comienzos de todos los tiempos

Así califica Soderbergh el arranque de THP, que está unido en mi cabeza a otro arranque también antológico, el de “Encuentros en la tercera fase”. 

Soderbergh lo narra así: “La imagen ocupa toda la pantalla. Es radiante y obstinadamente monocromática. De repente, ¡pras! Una palanca estrella un tipo tintado contra esa superficie, que ahora se nos revela como una hoja de papel”.  Escribe “Junio de 1972”.

Cuenta también Soderbergh que en “Erin Brockovich” y “Traffic” copió incluso los títulos de crédito de THP, pero no lo presenta como una copia, sino como un homenaje a Alan J. Pakula, su director. En este punto nos recuerda Lyman, el entrevistador, que Soderbergh es el único director que en la historia de los Oscar ha conseguido en la misma edición dos nominaciones como director, por esas dos pelis, y otras dos nominaciones al mejor film. No está nada mal.


La teoría de las transiciones

“Con THP", sigue diciéndonos Soderbergh, "comencé a pensar en lo importantes que son en las películas las transiciones entre escenas, que la clave para hacer un buen fin consiste en prestar atención a esas transiciones y pensar no solo en cómo pasar de una escena a la siguiente, sino también en dónde se abandona una escena y dónde comienza la nueva. Es una de las decisiones más importantes que debe tomar un director, pues ahí puede estar la diferencia entre un film que funciona y otro que no”.

“Las transiciones en THP", prosigue, "son maravillosas. El film no se precipita hacia delante; no tiene escenas de acción ni momentos cumbre de dramatsimo. La trama a menudo se cierra en falso y nos conduce a callejones sin salida, a puntos sin resolución. A diferencia de la mayoría de las pelis, THP se compone de momentitos insignificantes en los que los acontecimientos transcurren lentos, sin sobresaltos. El film se mueve al rimo de la vida real. Y el efecto general es fascinante”.


El fin de una era

En opinión de Soderbergh, “el fértil periodo de producción cinematográfica que algunos han llamado American New Wave comenzó en 1967 con filmes como “Bonnie & Clyde” y “El graduado” y acabó en 1976 con THP, aunque, según otros pareceres, acabó un año antes, en 1975, con “Tiburón”, de Spielberg, o un año después, en 1977, con “Star Wars”, de George Lucas”, antes conocida (añado yo) como “La guerra de las galaxias”. “Con esos dos exitazos los estudios descubrieron el tremendo potencial lucrativo de las producciones gigantescas de aventuras, muy del gusto del público”.

Sin embargo, como decimos, Soderbergh opina que la American New Wave acabó en 1976, concretamente el día de la ceremonia de entrega de los Oscar. “Las pelis nominadas aquel año”, dice Soderbergh, “fueron THP, “Esta es mi tierra”, “Network”, “Taxi driver” y “Rocky”. ¿Cuál es la que desentona en esa lista? Evidentemente, “Rocky”, que fue la que ganó. (...) Las demás eran representativas de la época fértil que acababa y “Rocky”, la precursora del futuro, de la epidemia de films de buenos sentimientos que ha infectado la producción americana durante casi un cuarto de siglo”.

No tiene pelos en la lengua el señor Soderbergh. Y así, con esta frase lapidaria, acabamos esa reseñita, que espero que haya sido de vuestro agrado. Se despide con la ficha técnica de THP vuestra amiga

Noemí Pastor

Ficha técnica (filmaffinity.com)

Título original
All the President's Men
Año
1976
Duración
136 min.
País
 Estados Unidos
Director
Guión
William Goldman (Libro: Carl Bernstein, Bob Woodward)
Música
David Shire
Fotografía
Gordon Willis
Reparto
Productora
Columbia Pictures / Wildwood Enterprises
Género