Creo que no se puede ser hombre, y mucho
menos artista, sin tener una conciencia política. El arte es política (Luchino Visconti).
Descendiente directo de los grandes duques de
Milán, el conde Luchino Visconti (1906-1976), aristócrata y
marxista, impregnó toda su obra cinematográfica de esa conciencia política.
En Rocco y sus hermanos, la película
con la que culmina y abandona su etapa neorrealista, Visconti afronta el
relato de uno de los dramas contemporáneos más duros: la emigración desde el
paupérrimo sur al rico norte industrializado, y lo hace no solo con conciencia
política sino también con compasión y empatía.
En esta película (rodada entre 1959 y 1960), Visconti
culminó el relato que había iniciado en la tierra tiembla (1948), una de las
principales obras del neorrealismo italiano. Pero ahora la película ya no es un
documental, como lo fue aquella que contaba las penalidades de los pescadores
sicilianos; tampoco los personajes son ya las mismas pobres gentes cuyas vidas
se filman, sino actores profesionales.
Rocco y sus hermanos fue la
película preferida de Visconti y la que más difícil le
resultó rodar. Por una parte, el director tuvo duros enfrentamientos con la
censura, que le obligó a eliminar algunas escenas y a cambiar otras; por otra,
el mismo Visconti encareció la producción al hacer cambios en el guion,
ya terminado, para incluir elementos derivados de la lectura que acaba de hacer
de unos cuentos del escritor milanés Giovanni Testori, porque Visconti
era perfeccionista hasta la extenuación (la suya y la de los que trabajaban con
él).
Aunque pensó rodar la película en color,
finalmente, decidió “…que debía de ser gris: de esta forma veían Milán los solitarios
campesinos del sur”.
Simone, Rocco y Ciro deslumbrados por la gran ciudad |
En
las partes del guion con mayor carga política, Visconti consultó a Antonello
Trombadori, que era su enlace con el secretario general del Partido
Comunista Italiano, Palmiro Togliatti. Visconti, que consideraba al Partido
la vía de regeneración y reconstrucción de la Italia post-fascista, siempre
sintió gran respeto por Togliatti, bajo cuyo mando el PCI se
convirtió en el segundo partido político del país y en el mayor partido
comunista de Europa Occidental. Mientras Togliatti vivió (murió en 1964), Visconti
(a pesar del rechazo del Partido hacia la homosexualidad y Visconti era homosexual y
vivía como tal) sometió todos sus guiones a Trombadori.
En Rocco y sus hermanos, Visconti,
el gran señor milanés criado en la más esplendorosa riqueza, se adentra por
primera vez en los tristes suburbios de cemento que han nacido en el cinturón
de su ciudad para albergar a los miles de emigrantes sureños que llegan en
busca de prosperidad; siguiendo su mirada, visitamos las infraviviendas donde
se hacinan los emigrantes, los talleres y obras donde trabajan precariamente,
los billares y gimnasios donde se distraen y se relacionan y los descampados
donde se refugian para amarse, prostituirse, pelearse o matar…
Rosaria Parondi, magníficamente interpretada por Katina Paxinou |
Todo ese mundo, Visconti no los muestra a
través de las vicisitudes de la familia Parondi, desde el momento en que la
viuda Parondi, decidida a arrancar a sus hijos de la pobreza
campesina que ha matado a su marido, llega a Milán con cuatro de sus hijos (Simone,
Rocco,
Ciro
y Luca)
en busca de Vicenzo, el hijo mayor que ya se les ha adelantado en el éxodo.
La vida en la ciudad (el choque brutal con el
mundo en el que se han criado) provoca convulsiones profundas en la familia;
cada uno de sus miembros responderá, según sus diferentes personalidades, a los
retos de la nueva vida.
Ese es el núcleo central de la historia (con
múltiples derivaciones) que Visconti estructura en cinco
bloques, uno por cada hermano. Los 170 minutos de denso metraje dan para que Visconti
aborde infinidad de asuntos y conflictos: las relaciones familiares; la
precariedad laboral; el mundo, tan oscuro en ocasiones, del boxeo; el amor puro
y el mercenario…
La película está llena de referencias
literarias e incluso bíblicas (el título, por lo pronto, es un homenaje al
poeta sureño Rocco Scotellaro y a Thomas Mann y su obra José
y sus hermanos): la tragedia griega, Shakespeare, Dostoievsky…
hay rastro de todos en la obra de Visconti; es decir, de toda la gran
cultura europea en la que Visconti encontraba sus referencias
vitales.
Gaia Servadio, la
biógrafa de Luchino Visconti, señala especialmente la
influencia de El Idiota, de Fiódor Dostoievski, en el personaje
de Rocco,
en la bondad y candidez con la que se enfrenta a los problemas creados por su
hermano Simone (en el que se puede encontrar también la influencia del malvado
Rogozin
de El
Idiota). Y también la prostituta Nadia, interpretada por Annie
Girardot, y su historia con Simone y Rocco, es reflejo de la
historia de Nastasia Filipovna con Mishkin
y Rogozin;
de la misma manera que en la Ginetta
de Visconti
(interpretada por Claudia Cardinale) hay rasgos de la Aglayala de Dostoievsky.
Rocco (Alain Delon) y su madre (Katina Paxinou) |
La matriarca, Rosaria Parondi
(la actriz griega Katina Paxinou) era
la interprete más importante del reparto en cuanto a que era quien tenía mayor prestigio
internacional (había ganado un Óscar como mejor actriz secundaria
en 1944 gracias a Por quién doblan las campanas). Supo interpretar magistralmente
su personaje, que bebe directamente de la tragedia griega, de madre que ama
apasionadamente a sus hijos pero que también los considera como una propiedad y
un medio de alcanzar bienestar y respeto social. Su enfrentamiento con Ginetta,
la novia de Vicenzo, se debe a que considera que su hijo mayor (bien
interpretado por otro actor griego, Spiro Focás) debe de sacrificar
su matrimonio con la joven para hacerse cargo económicamente de la familia. El
amor de Ginetta libera, finalmente, a Vicenzo de la influencia
de su madre, aunque en realidad, personaje débil como es, lo que hará es cambiar
una sumisión por otra, puesto que en Ginetta ya se puede apreciar a una
futura Rosaria.
Claudia Cardinale, como Ginetta, y Spiro Focás, como Vicenzo |
Ciro, el cuarto hermano, es
el más inteligente y voluntarioso, convertido en obrero especialista de la Alfa
Romeo gracias a su férrea voluntad, se opondrá a que Rocco se sacrifique por Simone
y a que la familia intente encubrirle. Dentro de la familia, simboliza,
claramente, la razón frente a la pasión.
Luca, el hermano menor,
todavía niño, es la página en blanco en la que los hermanos mayores escriben con
sus diferentes ejemplos. Simboliza la esperanza de los emigrantes desarraigados
de lograr, ellos o sus hijos, aquello con lo que soñaban; pero queda como incógnita
final que camino tomará en la vida.
Max Cartier, como Ciro, y Rocco Vidolazi, como Luca |
Pero es el segundo hermano, Simone,
el más significativo de toda la historia. El hermano más débil ante las
tentaciones de la gran ciudad, el que cae en la peor degradación y provoca el
cataclismo familiar, a pesar de los esfuerzos desesperados de la madre y de Rocco
por protegerlo. Este papel posibilitó al italiano Renato Salvatori la mejor
interpretación de su carrera y también el amor en la vida real, por lo menos
durante unos años, de Annie Girardot.
Intentando proteger siempre a Simone,
se encuentra el tercer hermano, Rocco (Alain Delon
en su máximo esplendor físico), el que siempre reacciona con bondad y generosidad
ante la vileza de Simone e intenta mantener unida a ese núcleo familiar que salió
de la tierra natal idealizada por Rocco y a la que, precisamente para
intentar salvar a Simone, debe de renunciar para siempre al convertirse, en
contra de sus deseos, en boxeador.
Lo malo es que la bondad visceral de Rocco
la pagará duramente Nadia, la prostituta amada por los dos hermanos; la mujer que
en el amor de Simone encuentra el envilecimiento y en el de Rocco
la promesa de una salvación que derivará en el más cruel de los desengaños.
Rocco y Nadie (Annie Girardot) en sus momentos más felices |
Aunque Visconti supo contar la historia con
profunda compasión y humanidad hasta en sus momentos más sórdidos, lo cierto es
que un juicio desapasionado sobre la aparente bondad de Rocco hace que lo
cuestionemos con dureza; porque Rocco, aunque ama a Nadia,
no duda en sacrificarla a su egoísta amor por la familia; y la idea de que la
entregue, como supuesto medio de redención, a quien la ha violado no puede por
menos de repugnar profundamente.
Annie Girardot, como Nadia, interpreta el papel más patético de la película |
Lo cierto es que está película supuso el
espaldarazo definitivo para la carrera de un Delon recién aparecido en
el mundo cinematográfico. Adriana Asti, que tuvo un pequeño
papel en la película, como trabajadora de la tintorería en la que hacía recados
Rocco,
comentó “Luchino transformó a Delon en un actor… Luchino era extremadamente
sensible a la belleza, tanto masculina como femenina… él se volvía casi ciego
cuando se enfrentaba con la belleza: incluso los imbéciles eran bien
considerados, si poseían belleza. Era una debilidad, se reflejaba en estas
hermosas criaturas, se sentía a gusto en su compañía”.
El
mismo Visconti reconocía su absoluta devoción por la belleza física
en general y por la Delon en concreto: “Amamos a Delon porque, para nosotros, latinos, la belleza es benéfica.
No puede jamás ser malvada. Delon puede hacer cualquier cosa, sin perder la
estima terrible y apasionada de nuestro corazón".
Alain Delon encarnando a Ro |
La admiración de Visconti por Delon
hizo que volviera a contar con él para una obra de teatro (Lástima
que sea una puta, protagonizada por el francés y su novia entonces, Romy
Schneider) pero Visconti impidió que, mientras la
representaban, Delon trabajase en la película Lawrence de Arabia y esto
enturbió sus relaciones, que empeoraron durante el rodaje de El
Gatopardo.
A la luz de las declaraciones que a lo largo
de su vida ha hecho Delon contra la homosexualidad, no es raro que su asociación
laboral con Visconti no pudiera continuar.
Luchino Visconti era
generoso, paternal, déspota y cruel con sus actores, a la manera del príncipe
renacentista que había en él. Lograba lo mejor de ellos: grandes actuaciones
cuando eran buenos actores e incluso buenas interpretaciones cuando solo eran
un hermoso caparazón, como el que fue su amante, Helmut Berger (este, que
se considera el viudo de Visconti, muestra en sus memorias
unos celos enfermizos por Delon, que no fue amante de Visconti
pero sí mejor actor que él). En Rocco y sus hermanos, Visconti
logró que todos los actores hicieran grandes actuaciones y estuvieran
absolutamente convincentes.
Simone (Renato Salvatori) y Rocco |
Luchino Visconti, apasionado
director de teatro y ópera (el mejor director de María Callas), criado en
un palazzo con teatro propio, vinculado
desde su nacimiento a la Scala (que su abuelo, el duque Guido, había
convertido, en colaboración con Toscanini, en uno de los teatros de ópera
más importantes del mundo, aunque Toscanini no se sintiera muy feliz
cuando el duque salía a bailar disfrazado de bailarina y con su barba camuflada
con velos) hizo de Rocco y sus hermanos una verdadera opera cinematográfica,
aunque tuviera un carácter proletario y
ello no le permitiera jugar con la suntuosidad de las telas y los muebles, algo
en lo Visconti era insuperable.
Pero aun con las limitaciones que la historia
imponía, Visconti también en esta película supo utilizar las telas para
dar mensajes sutiles pero definitivos: está claro que el Simone que aparece, en la
tintorería donde trabaja Rocco, lujosamente trajeado se ha
adentrado por un camino muy diferente al del trabajo honrado.
Nadia y Rocco en el Duomo de Milán |
Sí, aunque proletaria, Rocco y sus hermanos
tiene mucho de ópera, tanto en la tragedia que encierra como en el tratamiento
que Visconti
da a las escenas principales: la salvaje pelea de los dos hermanos, la
violación de Nadia, la ruptura de Rocco con Nadia en el impresionante
escenario del tejado del Duomo (donde
la arquitectura cobra tanta importancia como los personajes), el asesinato de
la joven (con una connotación sacrificial que contribuyó a granjear a Visconti
la repulsa desde muchos púlpitos)…
Nadia ante Simone |
En
septiembre del 60 la película causó un gran escándalo en el Festival
Cinematográfico de Venecia. El jurado del Festival tuvo que plegarse ante sus
méritos y le concedió un premio especial para evitar darle el primer premio. Visconti
lo despreció y no se molestó en recogerlo.
Simone, totalmente degradado, ante Ciro y Luca |
Rocco
y sus hermanos se
convirtió en un absoluto éxito de taquilla, a pesar de que las autoridades
laicas y eclesiásticas, la aristocracia y la gran burguesía italianas la
anatemizaron y persiguieron; hasta se llegó a prohibir en algunos municipios. No
podían tolerar el mensaje que encerraba: que los emigrantes del sur de Italia
eran ciudadanos de segunda clase. Incluso los partidos democristianos y
neofascistas protestaron en el Parlamento por la supuesta difamación que la
película suponía de la emigración sureña.
Y
como no podía ser menos en el exquisito melómano que era Visconti, la música que
eligió, del compositor Nino Rota, supone el complemento
perfecto de la película; conmovedor y nostálgico contrapunto de la dureza de una
narración que aún, sesenta años más tarde de su realización, sigue emocionando
a los espectadores y mostrándoles uno de los episodios históricos más
significativos de la Europa del siglo XX.
Yolanda Noir