Mostrando entradas con la etiqueta Fritz Lang. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Fritz Lang. Mostrar todas las entradas

viernes, 24 de junio de 2016

“Deseos humanos” o el dinosaurio genial.


Porque así, "dinosaurio del cine", se autodefinió Fritz Lang, director de "Deseos humanos", en una larga entrevista que mantuvo con Jean-Luc Godard, en 1964, para el programa de televisión “Cineastas de nuestro tiempo” y que se tituló precisamente “El dinosaurio y él bebé” (Godard, 40 años más joven que Lang, que tenía entonces 74, era el bebé)

Durante la entrevista, Lang y Godard, unidos por la mutua admiración (Lang incluso realizó un cameo en "El desprecio", de Godard), comentan sus particulares concepciones del cine. En un momento de la conversación, el austriaco explica sobre un papel como concibe una escena, como pretende controlar todos los aspectos del rodaje, sin dejar margen alguno para la improvisación (al contrario que Godard). Por ello le gustaba rodar en estudios, no en exteriores, y repetir las tomas cuantas veces creyera oportuno.

En realidad, Fritz Lang fue perfeccionista y exigente hasta la obsesión, lo que causaba grandes problemas en los rodajes. El productor Walter Wanger dijo sobre Lang: "El tiempo que se tomaba y los problemas que creaba superaban todo lo imaginable”. Por su parte, Spencer Tracy se enfrentó duramente al director, durante el rodaje de “Furia”, porque Lang se oponía que el equipo parase incluso para comer.

Pero gracias a ello sus películas transmiten una innegable sensación de perfección; nada en ellas es superfluo, nada en ellas es gratuito. Lang pretendía con sus obras entretener al espectador, pero también hacerlo pensar y, con su precisión de reloj suizo bien engrasado, sus películas consiguen ambos objetivos.

Una de esas obras de factura perfecta es “Deseos humanos” (1954), que al igual que "Perversidad" (1945) es un remake de una película de Jean Renoir. Se basa, como la francesa,  en una novela de Émile Zola “La bestia humana” (1890), la decimoséptima de la serie de veinte con la que Zola, bajo el título genérico de "Les Rougon-Macquart", retrató cinco generaciones de la sociedad francesa.


Zola y Lang, dos genios, cada uno en su género, tuvieron en común el  empeño por retratar minuciosamente  la condición humana. Pero con diferencias sustanciales entre ellos. Zola incidía en la bestialidad existente en esa condición. A Lang le interesaba, esencialmente, la fragilidad que en ella había: una mala decisión, un encuentro infortunado, pueden destruir en segundos lo que somos o lo que creíamos ser. Esta es una constante en la obra de Lang, que se observa en películas como “La mujer del cuadro”, “Perversidad” o la misma "Deseos humanos".

Lang, formado como arquitecto y pintor, se había consagrado ya como director en la Alemania de los años 20  y había iniciado la década de los treinta con la estremecedora “M, el vampiro de Düsseldorf”, su primera película sonora. Pero, el 30 de enero de 1933, Hitler fue nombrado Canciller de Alemania y esto tuvo consecuencias contradictorias para Lang; por una parte los nazis prohibieron su película “El testamento del Dr. Mabuse” y, por otra, Joseph Goebbels, el ministro nazi de Propaganda, le ofreció la dirección de la UFA, la todopoderosa compañía de producción cinematográfica estatal.

Lang dio una versión, probablemente mitificada, de su entrevista con Goebbels, según la cual habría rechazado el cargo alegando que su madre era judía, a lo que el nazi le habría contestado: "Nosotros decidimos quién es ario y quién no". Según Lang, esa misma noche habría huido a Francia.

La realidad es que el director no era un opositor tan significado al régimen nazi como luego manifestó y que no huyó de Alemania la misma noche de la entrevista con Goebbels, sino tres meses más tarde,  impulsado, además de por las justas prevenciones que los nazis le causaban, por el deseo de probar fortuna en Hollywood.

Tras un año en Paris, se marchó a Estados Unidos, donde inicio una nueva etapa en su carrera, en la que logró conjugar sus raíces expresionistas alemanas con el realismo clásico norteamericano (camino que ya había iniciado en M) en una serie de títulos entre los que destacan varios del género negro.


"Deseos humanos" es una de las grandes películas con las que culminó Lang su etapa estadounidense. Como pareja protagonista eligió a Glenn Ford y Gloria Grahame, igual que en "Los sobornados", rodada un año antes (los mismo había hecho en "Perversidad", donde también repitió el trio protagonista de "La mujer del cuadro"). Inicialmente, se había pensado en Rita Hayworth (la gran partenaire de Ford en Gilda, de 1946) como protagonista femenina, pero finalmente la Columbia optó por Gloria Grahame, deseosa de aprovechar el tirón que habían demostrado Ford y Grahame en ”Los sobornados”.

Glenn Ford, en el cénit de su carrera, logró una gran interpretación como Jeff Warren, el hombre sencillo que, tras tres años sirviendo en la Guerra de Corea, regresa para reincorporarse a su trabajo como maquinista de ferrocarril, con la única aspiración de "trabajar un poco, ir a pescar y, de vez en cuando, salir una noche al cine"; un sencillo plan de vida que se frustrará al enamorarse de Vicki, la mujer del brutal Buckley, un compañero de trabajo de Jeff.

El personaje de Jeff Warren es el vehículo perfecto para que Lang exprese su idea sobre la condición humana, sujeta a fuerzas y tensiones incontrolables que pueden arrastrar a los seres humanos a los más oscuros abismos. Esas fuerzas son las que median entre las imágenes iniciales de Warren, con la cara radiante al volver a encontrase al frente de una locomotora, y el rostro sombrío que muestra tras haberse embarcado en una sórdida relación adúltera tras un encuentro casual con Vicki.

Gloria Grahame está también magnífica en su papel de mujer fatal, víctima y verdugo, no movida por la codicia o la ambición, sino por el desesperado deseo de encontrar un “buen hombre”. La encarnación de este personaje, turbio en su desamparo, fue una de las últimas grandes actuaciones de la Grahame que, por un divorcio también bastante sórdido del director Nicholas Rey, unido a ciertos problemas físicos, pronto se vio relegada a papeles televisivos, hasta su temprana muerte a los 58 años.
Pero quizá la actuación más resaltable en esta película sea la de Broderick Crawford, el tercer vértice del triángulo amoroso, el marido de Vicki. Crawford, en el momento del rodaje de “Deseos humanos”, ya había   conseguido un Óscar protagonizando “El político” (1949), de Robert Rossen, y triunfado con la estupenda comedia “Nacida Ayer”, de George Cukor (1950). En “Deseos humanos” su interpretación es memorable; consigue, con su rostro pétreo, transmitir todas las emociones de un ser humano degrado por los celos enloquecidos, el amor desesperado y el asesinato.

Y, como telón de fondo, un elemento omnipresente en la película: el tren. El tren como escenario de encuentros y asesinatos (por esto último, ninguna de las grandes compañías  de ferrocarriles permitió que se rodará en sus instalaciones), parado o en movimiento… Y también sus túneles y vías, como metáforas del oscuro destino que puede caer abruptamente sobre los seres humanos.


Magnífica película de luces y sombras, entendidas tanto en el aspecto moral como en el de la iluminación. Toda la acción transcurre bajo una luz sabiamente utilizada, como era lógico en un maestro formado en el cine expresionista alemán, que sabía utilizar perfectamente las luces y claroscuros a su conveniencia (por ejemplo, el rostro fuertemente iluminado de Vicki mientras le sugiere a su amante, en la sombra, que asesine a su marido).

La película de Lang, aunque se base en ellas, apenas mantiene similitudes con la película de Renoir y, menos aún, con la crudísima novela original, que tiene una trama más compleja y unos personajes que, prácticamente todos, son "bestias humanas" a las que sólo  guían los deseos más abyectos. Lang, con la gran colaboración de Alfred Hayes como guionista, logró depurar la historia original para hacerla aceptable a la censura estadounidense (al Código Hays) y conseguir que el espectador se pudiera identificar y conmover con los personajes, especialmente con el de Glenn Ford (tan lejos del personaje interpretado por Jean Gabin en la película de Renoir y del psicópata Jacques Lantier de Zola).

En definitiva, transcurridos más de cuarenta años de su muerte, Lang, el viejo dinosaurio, a través de sus grandes películas, sigue hollando la historia cinematográfica con la inmensa fuerza a la que su genio siempre le ha dado derecho.

Yolanda Noir


viernes, 24 de abril de 2015

La mujer del cuadro

Dicen que se desea aquello que se ve habitualmente y no se puede tener. Pues bien, eso es exactamente lo que le ocurre a nuestro protagonista: está fascinado por el retrato de una mujer que ve a diario en un escaparate. Cada día, se detiene y lo contempla durante unos minutos.


Título en castellano La mujer del cuadro
Título original The Woman in the Window
Año 1944
Duración 99 minutos
País Estados Unidos
Director Fritz Lang
Guión Nunnally Johnson
Novela J.H. Wallis
Música Arthur Lange
Fotografía Milton Krasner
Productora International Pictures. Distribuida por RKO

Reparto
Edward G. Robinson, Joan Bennett, Raymond Massey, Edmund Breon, Dan Duryea, Thomas E. Jackson, Dorothy Peterson, Arthur Loft, Frank Dawson

Sinopsis
El profesor Wanley y sus amigos comienzan a obsesionarse con el retrato de una bella muchacha, que está expuesto en el escaparate contiguo al club en que se reúnen. Wanley conoce por casualidad a la mujer del retrato y acepta ir a su apartamento. Pero allí ocurrirá algo inesperado.


  
Maestro indiscutible, el director austríaco Fritz Lang desarrolló su excepcional carrera primero en Alemania (Metrópolis, 1927; M, el vampiro de Düsseldorf, 1931) y posteriormente en Estados Unidos (Perversidad, 1941; Los sobornados, 1953; Deseos humanos, 1954). En su etapa estadounidense encontramos el género policíaco y también la crítica social en la que ponía en tela de juicio algo que le llevó a ser investigado por el Comité sobre Actividades Antiamericanas.


Aunque La mujer del cuadro se asocia al género negro quizás se acerque más a la intriga a pesar de contar con esos claroscuros en el blanco y negro de entonces tan característicos del género y también un hombre bueno, enamorado de una mujer… bueno, una femme fatale. Un argumento –del que no comentaré nada- que nos va envolviendo a medida que se complica la trama y es capaz de engancharnos sin remedio.

Tengo predilección por el protagonista de esta película, el gran Edward G. Robinson que ha demostrado ser un gran actor en diferentes tipos de películas y personajes. Lo hemos visto como gangster en Cayo Largo (1948), jugador en El rey del juego (1965), en la comedia Millonario de ilusiones (1959), en el género épico Los diez mandamientos (1956), o como hombre corriente en Perversidad (1945), etc... Tiene un físico que sabe adaptar perfectamente al personaje y lograr toda esta variedad de personajes míticos. Puede ser duro pero también muy tierno.


La mujer del cuadro tiene el rostro de la actriz Joan Bennett (Perversidad, 1945; El padre de la novia, 1950), una mujer bella pero fría que tiene cautivado al protagonista aunque el apelativo clásico de femme fatale, desde mi punto de vista no es del todo aplicable a este personaje.

La película es muy interesante de principio a fin, pero me parecen especialmente interesantes aquellas conversaciones que tienen lugar en el club donde nuestro protagonista se reúne diariamente con sus amigos en donde casi más que meros testigos nos ponemos del lado de un punto de vista o de otro.

Para quien nunca haya visto La mujer del cuadro, que no se moleste en leer críticas u opiniones, que intente no saber nada de nada sobre la trama y que si le apetece disfrutar de todo un Clásico le haga un hueco para poder disfrutarla totalmente.


viernes, 27 de septiembre de 2013

Los sobornados

En un plano fijo, un revolver descansa sobre una superficie plana. La mano de un hombre lo recoge y ambos desaparecen de nuestro campo de visión mientras la cámara se aleja mostrándonos la mesa de un escritorio. Es entonces, mientras contemplamos ese escritorio, cuando oímos un disparo y vemos la espalda de un hombre que cae muerto con el revolver en la mano sobre la mesa en la que ahora podemos apreciar un sobre cerrado y una placa de policía.
 

 
Título en castellano: Los sobornados
Título original The Big Heat
Año 1953
País Estados Unidos
Director Fritz Lang
Guión Sydney Boehm
Novela William P. McGivern
Música Daniele Amfitheatrof
Fotografía Charles Lang (B&W)
Duración 90 minutos
Productora Columbia Pictures 
 
Reparto Glenn Ford,  Gloria Grahame,  Jocelyn Brando,  Alexander Scourby,  Lee Marvin,  Jeanette Nolan,  Peter Whitney,  Willis Bouchey,  Robert Burton,  Adam Williams,  Howard Wendell,  Chris Alcaide
 
Sinopsis
Tras suicidarse, el policía Tom Duncan deja una carta en la que confiesa haberse dejado sobornar por una banda de gángsters, pero también denuncia la corrupción de altos funcionarios. Cuando el sargento Dave Bannion trata de esclarecer su muerte tropieza con toda clase de obstáculos
 
 
 
La carrera del director austriaco Fritz Lang, comenzó con películas mudas en los años 20 del Siglo XX en Alemania en donde realizó una obra maestra: Metrópolis (1927). Contribuyó con su estilo a la expansión expresionismo alemán. A principios de los años 30, fue elegido para hacerse cargo de la dirección de los estudios alemas pero Lang, contrario a las ideas nazis, huyó del país instalándose primero en Francia y posteriormente en Estados Unidos. Aquí realizó películas policíacas que hoy día están entre las mejores del cine: La mujer del cuadro (1944), Perversidad (1945), Más allá de la duda (1956), Mientras Nueva York duerme (1956) ó Los sobornados (1953).
 
En Los sobornados nos muestra la corrupción a la que se enfrenta un honesto policía de vida familiar sencilla y perfecta, cuando se entrenara a la investigación del suicidio de otro policía.
 
 
El honesto policía encargado del caso es Dave Bannion, al que da vida Glenn Ford (Gilda, 1946; Cimarrón, 1960). Ford siempre ha encajado bien en los personajes de personajes honestos que sufrían y rechazaban los abusos mientras buscaban justicia. Así es en el caso de Bannion. Nadie lo ayuda y todos le ponen trabas que entorpecen la investigación. Hombre duro del que también vemos su lado más familiar y hogareño en su casa junto a su mujer (Jocelyn Brando) y su hija.
 
Como curiosidad comentaré que en un momento en el que el personaje de Glenn Ford se encuentra en un club nocturno, de fondo podemos escuchar la canción 'Put the blame on Mame'. Se trata de la canción con la que Gilda (1946) realiza su famoso strip-tease. ¿Casualidad u homenaje?
 
Aunque Bannion es el indiscutible protagonista, los secundarios giran en torno a él durante toda la investigación y en su mayoría obstaculizando sus intentos para esclarecer el caso. Destacan, sobre el resto, dos caras conocidas. La del actor Lee Marvin (El hombre que mató a Liberty Valance, 1962; Doce del patíbulo, 1967) que da vida a un hombre rudo, brutal y sin escrúpulos, Vince Stone, matón al servicio de Mike Lagana (Alexander Scourby), el gángster que tiene poder sobre todos.
 

La novia de Vince Stone, es Debby Marsh, que es interpretada por Gloria Grahame (Cautivos del mal, 1952; En un lugar solitario, 1950). Debby es una chica pizpireta y alegre que se ríe constantemente de lo servicial y manso que se muestra su robusto novio ante Mike Lagana, algo que le ocasiona serias consecuencias. Una de estas consecuencias es una de las escenas más duras, comentadas y míticas de Los sobornados, que no comentaré para no desvelar parte importante de la trama para aquellos que no la hayan visto todavía. Además, personalmente creo que este personaje tiene algunas de las mejores frases del guión, bajo un tono siempre crítico y sarcástico.
 

 DEBBY:
¡Qué más da! Hay que tomar lo malo y lo bueno.

BANNION:
¿Es lo bueno bastante bueno?

DEBBY:
Joyas, pieles, diversiones caras… ¿qué hay de malo en ello?

BANNION:
Nada si a uno no le importa de dónde sale el dinero.

DEBBY:
Lo importante es tener el dinero. Yo he sido rica y he sido pobre y créame ser rico es mucho mejor. ¿Piensa usted acaso que yo era una rica heredera antes de conocer a Vince?
 
 
 
 
En cuanto a la parte más técnica, tiene todas las características del Cine Negro que también podemos ver en otras películas del género: las escenas nocturnas, la atmósfera, los claroscuros, el constante humo de los cigarrillos… todo ello intensificado por la fotografía de Charles Lang (Con faldas y a lo loco, 1959; Los siete magníficos, 1960) y  por la intrigante banda sonora del compositor ruso Daniele Amfitheatrof (Carta de una desconocida, 1948; Deseos humanos, 1954).
 
Os invito a aquellos que nunca la hayáis visto a descubrir y disfrutar de esta obra maestra titulada Los sobornados.










viernes, 21 de octubre de 2011

Metrópolis


Se estrena en 1927 en Alemania, con un colosal presupuesto, en busca del taquillazo que se le resiste. La Paramount la considera muy densa, y a golpe de tijera, la recorta. Una parte importante del metraje se pierde y en 1984, Giorgio Moroder rescata el contenido disponible y escandaliza incorporando como banda sonora canciones de Pat Benetar o Freddie Mercury, y coloreando cada ambiente en diferentes tonos - verdadero sacrilegio para los puristas - (trailer). Sin embargo generará una enorme expectación por algo que hasta ese momento era objeto de culto minoritario. En 2010 se reestrena en la Berlinale la restauración más completa.

H.G. Wells la califica de estupidez (indignado por un posible plagio), frente al entusiasmo de Conan Doyle y al punto medio de Buñuel, fascinado por lo visual, no tanto por el argumento. El propio Lang, pasado el tiempo, hablará de ella con cierto desapego: como una locura de  juventud. Pionera de la ciencia ficción europea, influirá en películas de la talla de 2001, odisea en el espacio, Blade runner… Reconocida como Memoria del Mundo por la UNESCO (primera en recibir esa categoría), actualmente está considerada como una obra maestra del cine.

TÍTULO ORIGINAL Metropolis. DIRECTOR Fritz Lang. REPARTO Gustav Fröhlich, Brigitte Helm, Alfred Abel, Rudolf Klein-Rogge, Fritz Rasp, Theodor Loos, Heinrich George. GUIÓN basado en la novela de Thea von Harbou. MÚSICA Bernd Schultheis y Gottfried Huppertz. FOTOGRAFÍA Karl Freund y Günther Rittau (B/N). Alemania 1927, 153 min.  PRODUCTORA U.F.A.


Argumento: A comienzos del siglo XXI, en una gran ciudad, se respira opulencia y diversión. Sin embargo hay otro mundo, el subterráneo, con obreros que trabajan esclavizados al incesante ritmo de las máquinas. Un buen día, Freder, hijo del máximo mandatario, conoce a María y queda completamente prendado de su belleza. Al seguirla, descubre la terrible realidad que se vive bajo sus pies. Equilibrar esa balanza enfrentará consignas pacíficas con odio y destrucción.


Resulta difícil resumir el complejo trasfondo: personas que se quieren, pasiones que perduran y todavía claman venganza, engaño, traición, ambición, abuso de poder, manipulación, condiciones laborales y sociales infrahumanas, la tecnología bajo el control de cerebros desaprensivos, la religión, el líder que arrastra a la masa, las actitudes de respeto y resignación frente a la violencia y el caos. Una visión pesimista y apocalíptica. ¿Cómo se pueden resolver todos estos conflictos?


Algunas imágenes ya son todo un ícono en la historia del cine, como Futura, la autómata (¿A quién se parece?); y esa extraordinaria secuencia en la que culmina su proceso de creación.




O esa otra en la que Rotwang, sin duda el personaje más jugoso (el hacedor de la androide, científico, alquimista y mago), persigue a María, le arrebata la vela y en la oscuridad, con el haz de su linterna, la acorrala contra la pared.


Resulta muy llamativa la utilización de espacios y arquitectura tan dispares: rascacielos habitados por los hombres más poderosos; casa destartalada al más puro estilo medieval que hace las funciones del laboratorio del científico; profundas catacumbas en las que María ejerce de profeta; catedral gótica con representaciones de los siete pecados capitales; salas de máquinas infernales y un exótico barrio lujurioso.


Sección de cotilleos: el guión es producto de la colaboración de Fritz Lang con su esposa Thea von Harbou, anteriormente casada con el actor que encarna a Rotwang. Ella se quedará al lado de los nazis, mientras Lang se marcha primero a Francia y después a Estados Unidos.


Adelantada a su tiempo, con infinitos recursos técnicos, referente para muchos cineastas posteriores y un verdadero éxtasis visual. Fascinante y muy recomendable, incluso si no eres muy ciencia-ficcionad@.



Mi intención inicial era hablar de una versión (muy libre) y estimulante, basada en un manga de Osamu Tezuka de 1949, animación japonesa dirigida por Rintaro en 2001, que dejaré para otra ocasión.

Cuánto he disfrutado revisando la película y preparando esta entrada!!!!

LU