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viernes, 31 de enero de 2020

Justified: la ley de Raylan

Justified nace de un relato, de una pequeña historia que marca a sus personajes. Como un western que se basaba en un breve desarrollo, monta un teatro con sus protagonistas, y lo que parece una serie del oeste sin estar en ese momento, se convierte en una tragedia de tres vertices que marcan sus seis temporadas.


Injustamente ignorada en la edad de oro de la televisión, esta producción estadounidense comezó su andadura en la cadena FX en el 2010, y terminó 5 años después, en 2015, como una de las series menos conocidas del periodo, pero quizá una de las que definan la actualización del género del western en la pequeña pantalla. Pese a sus Emmys y otros premios, nunca llegó a ser una serie de masas (dentro y fuera de EEUU).

Su argumento principal cuenta la historia de Raylon Givens, un agente judicial que vuelve a su Kentucky local tras una temporada en Florida. Y con él y su sombrero vaquero, su particular sentido de la justicia, que hizo que en España se llamara a esta serie como "La Ley de Raylan". Debido al disparo "justificado" (origen del título inglés) a un asesino de la mafia en Miami, Raylan vuelve a Lexington, en Kentucky, y su jurisdicción incluye el condado de Harlan, su antiguo hogar, del que creía haber escapado.


Los compañeros de Raylan son un equipo formado por un jefe que será una figura paterna, pero no por su amabilidad, sino por sus regañinas, una joven que quiere demostrar su valía (pese al mundo masculino que la rodea y su color de piel), y un veterano vuelto de Afganistan. Y no, no son el clásico equipo que se cuente chistes entre ellos constantemente, aunque puedes ver claramente su compenetración.

Frente a ese mundo laboral, el pasado de Givens se acerca. Como en una epopeya épica, los viejos conocidos que le dejaron heridas abiertas, empiezan a pulular entre crimen y crimen. Su exmujer, un padre pendenciero que haría las delicias de Freud, un antiguo amor llamado Ava, mucha más dura de lo que se puede esperar, o Boyd Crowder, supremacista y antiguo conocido con el que trabajó en las minas de carbón, crean un cosmos que cae sobre el agente de la ley.

Cada semana, no espereis ver el asesinato que se resuelve, pues en cada temporada hay una trama que se extiende a lo largo de la misma, creando un folletín, cuyos caracteres verás crecer a lo largo de los años, si es que viven para ello.


El ambiente de Harlan, que resulta un protagonista más, muestra el sur de los EEUU, lleno de condados pobres, amantes del bourbon, bosques idílicos llenos de bandidos, gente que busca su vida en negocios ilegales, o lugares que mueren debido al abandono de las minas, mientras no se dan soluciones. Este lugar, este universo, se cierne sobre los personajes, y le confieren un sabor a western, a un clásico estadounidense, y lo aleja de ese montón de series urbanitas y con colores.

Raylan sólo se puede defender a la antigua usanza. Debe imponer la ley en un mundo lleno de maleantes, inteligentes o bobos, ricos o más bien pobres, ninguno de fiar. Y él puede hacerlo porque es el único que de verdad sabe cómo funcionan, porque es de allí, es uno de ellos. Es ahí donde está su drama, tiene que luchar con aquello de lo que huye, y no puedes poner paz en tu vida de esa manera.

Basada en el relato "Fire in the hole" de Elmore Leonard, autor y guionista de obras tan conocidas como El Tren de las 3:10 a Yuma, Get Shorty o Jackie Brown, entre muchas otras novelas y guiones, el desarrollo de la serie estuvo influenciado desde la adaptación de la historia en su primer capítulo. El buen trabajo del actor que daba vida a Boyd Crowder, hizo que no fuera "asesinado" al final del mismo, y se convirtiera en la némesis de Raylan, y uno de los pilares de la serie, junto a Ava Crowder, una maravillosa figura femenina desesperada y trágica, que se ve envuelta en la violencia del lugar y sus habitantes, y ya se sabe, cuando vas a la oscuridad, no sabes cómo salir de ella.


Hablando de actores, la elección del protagonista no puede ser más perfecta, Timothy Olyphant como Raylan y así lo dijo incluso Elmore Leonard ("la clase de tío que veo cuando escríb sus líneas"(*)). Olyphant no era nuevo en el western y su protagonismo en Deadwood así lo confirmó, pero este papel contemporáneo, lo reafirma en estos roles. Su interpretación socarrona, le da a este héroe la humanidad que necesita, con sus virtudes y defectos. Como hemos dicho, Boyd Crowder es la némesis principal, y es interpretado por Walton Goggins, que se "come" literalmente la pantalla desde el minuto que aparece, como un bandido con aparante corazón que no se sabe muy bien si ha llegado a usarlo alguna vez. Joelle Carter como Ava, cuñada de Boyd, hasta que pone fin, dramáticamente, a su matrimonio, y que jugará un papel fundamental en la historia.

El resto del reparto (Nick Searcy, Jacob Pitts, Erica Tazel, Nathalie Zea o Jere Burns), los acompañan de manera extraordinaria, como el resto del elenco invitado a unirse por temporadas, hasta que una bala o algo peor, se pone en el camino de sus personajes. Así, tenemos a Margo Martindale o Jeremy Davies, que proporcionaron 2 Emmys a la serie, y un montón de caras conocidas como Jim Beaver, Neal McDonough, Stephen Toboloswky, Amy Smart, Danny Strong, Scott Grimes, Jeff Fahey, Sam Elliot, Mary Steenburgen, Danielle Panabaker, Patton Oswalt, Alicia Witt o Michael Rapaport.


La mezcla de costumbrismo, comedia negra o auténtico género noir, le da a Justified un western moderno, hecho en un momento en el que sólo los films  de género de Eastwood y Tarantino tienen éxito. Cuando lo ves, no se piensa en los posibles defectos de los otros films del oeste que a veces llegan a nuestras pantallas. Su gracia consiste en su visión moderna, pero a la vez rural, y en la atemporalidad del relato de héroes que son antihéroes y villanos que podemos llegar a admirar como si estuvieran descritos en una balada.

Si os gustan las series de crímenes con un buen argumento, y personajes reales, ponéos con Justified. Que el sombrero de su protagonista no os confunda....aquí no hay ningún ranger de Texas.

Carmen Romero.

Nota: en España fue emitida por Calle 13 y actualmente está disponible en Amazon Prime.
(*): http://www.channelguidemagblog.com/index.php/2012/01/17/elmore-leonard-talks-about-the-return-of-justified-and-his-new-raylan-givens-novel/

viernes, 13 de diciembre de 2019

¡Feliz Navidad, cinéfilos!

Luces de colores, adornos, belenes y árboles, villancicos, hasta cuatro velas por semana si vas a una iglesia, tiendas vendiendo con grandes adornos rojos y campanillas de cartón, turrones en las estanterías y en nuestra barriga, y polvorones que llevas comiendo desde que el niño del vecino llegó en octubre para recoger dinero para el viaje de fin de curso, son todos símbolos inequívocos de que está ahí, de que está a punto de llegar: viene la Navidad.

Esta familia nunca está tranquila
Personalmente, soy una gran fan de esta época del año por motivos plenamente personales. Y es que lo de montar los adornos en casa, visitar mercadillos navideños o incluso mandar postales, me gusta. Es mi manera de compartir la luz y alegría del mundo, que también tenemos. Lo que ya no es tanto de mi gusto, y creo que no lo será es ese atracón que lleva años preparándonos Lifetime o Hallmark y ahora Netflix. Pasamos de las animadoras con novio criminal o madrastra antigua niñera, a kilos incesantes de azúcar y pastelillo, del señor con nueva esposa ex-niñera, al principe del escondido reino europeo donde parece que hay un Corte Inglés montado por sus calles.

Es por ello, que en esta entrada de Zinéfilas, la última del año, os queremos mandar los buenos deseos con una selección de películas de Navidad, escogidas con un criterio totalmente subjetivo, y es por ello, que puedes devolver nuestros sentimientos, dejándonos en los comentarios, vuestros films imprescindibles en fiestas.

Los clásicos: Qué bello es Vivir (It's a Wonderful Life)
El clásico de Capra que no tuvo éxito pero que obviamente acabó haciéndose hueco a nivel mundial. Una bonita fábula sobre vivir la vida y hacer lo que podemos.


Otras: Navidades Blancas-White Christmas (todos a cantar), La Gran Familia (¡Chencho!).

La acción: la Jungla de cristal (Die-Hard)
En países como Alemania o Austria, la emiten tanto como Qué Bello es Vivir, ya sea el día de Nochebuena o el de Navidad, y no nos sorprende. Y es que no hay nada más navideño que ver a John McClane matando terroristas para poder volver a casa junto a su mujer y ver a sus hijos.


Otras: Iron-Man 3 (Tony viviendo una aventura festiva en un mundo con mentiras), Batman Vuelve (Burton da una Navidad triste y realista, en la versión más gótica del murciélago de Gotham).

Los clásicos revisitados: Los fantásmas atacan al jefe (Scroodged)
Hay millones de adaptaciones del Cuento de Navidad de Charles Dickens, pero quizá ésta le gana a todas, pues es pura comedia de los 80 con cierta tragedia del momento y un Bill Murray en estado de gracia.


Otras: Los Teleñecos en Cuento de Navidad (otra gran versión).

Las comedias: Sólo en casa (Home Alone)
Una de las grandes. Y es que se olviden de uno en estas fiestas puede tener sus ventajas, hasta puedes acabar entendiendo lo que significan estas fiestas y defender tu casa de los cacos.


Otras: Vacaciones de Navidad-National Lampoon's Christmas Vacation (una gamberrada familiar en fiestas), Un Padre en Apuros-Jingle all the way! (consumismo y locura por regalos muy bien avenidos).

Las inesperadas: Millions
Y es que Millions es una joya escondida, que va hacia la parte más espiritual de las fiestas, en forma de cuento moderno de la mano de Danny Boyle. Una grata sorpresa.


Otras: Plácido (vale, es de Navidad, pero se convierte en una brutal crítica a la caridad y la sociedad) o Eduardo Manostijeras (otro cuento gótico de bonitas intenciones, aunque en una universo suburbano).

Las románticas:The Holiday (Vacaciones)
De éstas hay muchas, incluso obviando esas de televisión de las que hablé antes, y The Holidays es un bonito cuento, no sólo sobre enamorarse, si no sobre conocerse a una misma, y es por eso que acaba teniendo una fuerza inesperada.


Otras: El Diario de Bridget Jones (siempre la considero de esa época por su comienzo y final y porque los sueños se cumplen), Love Actually (una mezcla desigual de historias, con adeptos desde la primera vez que se emitió en un mundo necesitado de esperanza).

Y para terminar, os dejo otra recomendación navideña en forma de serie: Cranford. No va exactamente sobre esa fecha del año, pero sí que va del cariño entre personas, la sencillez, el drama pero también la alegría.

¡Feliz Navidad a todos!

Carmen R

viernes, 5 de febrero de 2016

El Gran Lebowski, una ronda de rusos blancos a cuenta del Nota.

"Afortunadamente, estoy siguiendo un régimen de drogas bastabte estricto para mantener la mente, ya sabes, ágil."

El Nota.

El Nota.


Hoy el post va con retraso, más bien con calma, quizá con pachorra, como el personaje principal de la película que hoy traigo aquí, que no es otra que el gran Lebowski, una cinta de los hermanos Coen rodada con la maestría de la que hacen gala.

Algunos de los que están

Quizá sea porque estoy deseando ver "Ave, César" la última de los Coen, que no trae en la traducción española la connotación que tiene el título original "Hail, Cesar", que, por si no lo han notado, se les ocurrió primero a los Monty Python en la gloriosa "la vida de Brian", que cobra gracia cuando lo dice ceceando Pijus Magníficus (Graham Chapman). Pero no, hoy toca "el gran Lebowski".

Sinopsis:

Jeff Lebowski (Jeff Bridges), al que todos llaman "el nota" (The Dude, en el original) vive en Los Angeles a principios de los 90. Es un tipo en la cuarentena, un holgazán aficionado a los rusos blancos, a los bolos, a los petas y a dejarse llevar. Su desgracia llega cuando le confunden con "el gran Lebowski", un anciano ricachón casado con una Lolita que debe dinero a un productor de porno. Al Nota lo embarcan en una historia demencial. El Gran Lebowski lo usa para pagar el rescate de su esposa Bunny, la lolita, pero la cosa se complica gracias al amigo y compañero de bolos del Nota, Walter Sobchak, un personaje irascible espectacular, a Maude Lebowski, la hija del Gran Lebowski, que es una fría artista conceptual feminista, a Jackie Treehorn, productor de porno y a Kurt Hungus y sus colegas del grupo techno "Autobahn".

Que no falte el ruso blanco

Técnica de personajes:

Si hay algo brillante de los hermanos Coen es cómo construyen los personajes. Son capaces de crear roles maravillosos, auténticos y fascinantes en todas sus películas. En esta, en particular, hay personajes secundarios que valen su peso en oro, como Jesús Quintana (John Turturro), que es, literalmente, un hortera de bolera. su personaje dura dos minutos, pero ¡Qué dos minutos!. Esa redecilla del pelo, esos monos conjuntados para jugar a los bolos, esa actitud chulesca de Turturro.

"Nadie le toca loh huevoh a Jesú Quintana"

También está Brandt (Philip Seymour Hoffman), el jabonoso secretario del gran Lebowski, tan correcto como rastrero.

El secretario servíl

Maude Lebowski (Julianne Moore), una mujer que sabe lo que quiere, que es fría como un hielo y que se aparece en los alucinantes sueños de el Nota.

Mi arte es esencialmente vaginal

¿Y qué decir de Walter Sobchak (John Goodman)? Ese inclasificable amigo insoportable, pillado con Vietnam, judío por matrimonio, antes, católico polaco, que parece salido de "un día de furia".

Si no te mato es porque es Sabbath

Kurt Hungus (Peter Stormare): Un alemán empotrador del porno que anteriormente tenía un grupo tecnopop llamado Autobahn (Guiño a los grupos del estilo de Kraftwerk, que incluso tenían un disco llamado así, autobahn)

Sueño castrador

El forastero (Sam Elliott) que es el narrador de la historia, con hechuras y maneras de cow boy, con su gorro tejano, su bigotazo y sus espuelas. Él nos introduce en la historia y nos saca de ella, y hasta se atreve a pasearse por la bolera.

¿Tiene una zarzaparrilla, amigo?

Y luego está Donnie (Steve Buscemi), ese dulce hombrecillo.....

El dulce Donnie

Momentazos de la peli:

No sólo son los personajes trazados con la maestría de los Coen, sino el mimo que imprimen a contar la historia, con ese cowboy que empieza a narrar la historia en off mientras una planta rodadora gira por el desierto  hasta que aterriza en el Los Angeles del 91.

Nos vamos enterando, al igual que le pasa al Nota, de todos los entresijos de la historia en la que le han involucrado, a pesar de que el Nota tiene un discurrir muy lento, quizá por la cantidad de petas o el incesante trasiego de rusos blancos ingeridos durante toda la peli.

Durante la peli hay un par de momentos oníricos en los que cae el pobre Nota, bien por K.O. o bien por los efectos de las drogas que hace constantes guiños a los grandes musicales de Hollywood. Son estupendos momentos en los que se mezcla la fantasía y la realidad.

Os diré dos cosillas que se comentan de la peli: una es que Jeff Bridges usó su propia ropa como vestuario del Nota y dos, que los fans de esta peli lo celebran anualmente en Louisville, Kentucky.


Si habéis visto la peli alguna vez, y espero que os gustara, deseo que os haya traído un buen recuerdo este post. Si no os gustó la peli, dadle otra oportunidad y fijaos en los detalles y, si aún no la habéis visto, no esperéis para verla.


Juli Gan

viernes, 1 de mayo de 2015

Locos por la laca (Hairspray, 1988)

Con esto de que hay enfrentamientos raciales en los EEUU, como si estuviéramos en los años 60 del pasado siglo, y que el último conato se ha registrado en la ciudad de la costa este llamada Baltimore, me ha traído a la memoria una divertida película de 1988 que, no por ello,deja de denunciar la segregación racial. Se trata de la peli de John Waters "Hairspray" (Laca).

Mami e hija

Para mi gusto, es mejor la original que la versión musical de 2007 donde sale John Travolta en vez de Divine, Cristopher Walken, Michelle Pfeiffer (En vez de Debbie Harry) o Queen Latifah. Por cierto, Ricki Lake (Tracy Turnblad) hace un cameo en la de 2007.

Los Turnblad

La primera vez que vi esta peli, gracias a que un genio desconocido, a principios de los 90 la coló en una emisión vespertina de la tele, me fascinó. La encontré graciosa, marchosa, divertida y con mensaje. ¡Y menuda banda sonora! Mención especial deben los títulos de crédito, donde se usa más laca (Hairspray) por centímetro cúbico que en las melenas de un conjunto heavy.

Tammy y Corny

Esta peli, tan del universo Waters, nos transporta a 1962, a una ciudad donde los adolescentes bailan pegadizos temas con sus correspondientes bailes, ya se llamen "pony time", "mashed potatoe" (puré de patatas), "the bird", "the fly", el "madison" o el "twist" que  suenan por la tele desde el estudio de grabación donde se transmite "el show de Corny Collins".

Tracy sale en el show de Corny Collins

Tracy Turnblad y su amiga Penny Pingleton desean muchísimo acudir a tal show con la posibilidad de hacerse bailarinas fijas, como un grupo de elegidos y elegidas hacen. En ese grupo de bailarines elegidos destaca una rubia pija llamada Amber, cuyos padres son dueños de un parque de atracciones segregacionista (Donde no pueden entrar negros). La madre, que es nada menos que Debbie Harry, la cantante de Blondie, es una despiadada rubia que proyecta en su hija la perfección para ser la más guapa y la más deseada para que sea convertida en reina del salón del automóvil de 1963. El padre de la pija es Sonny Bono, ex de Cher. Todo muy gracioso.

La madre que vive por su popular hija

Tracy Turnblad es una rechoncha adolescente hija de Edna (Divine) y Wilbur (Jerry Stiller, el padre de Ben Stiller). Edna es planchadora y Wilbur tiene una tienda de artículos de broma. Su mejor amiga, Penny Pingleton es hija de una estirada y religiosa mujer que se pasa el día controlando a su hija. En castellano no se aprecia, pero en inglés a la pobre Penny le persigue la P porque está "Permanently punished" (Castigada permanentemente) y para ello llevará la letra escarlata P cosida en su ropa, para que todos lo sepan. En fin.

Las mujeres tienen su peso en esta peli

Tracy, a pesar de su sobrepeso, consigue hacerse un hueco en el show de Corny Collins, donde acaba robándole el novio (Link) a la mismísima rubia pija, Amber, y ella jura venganza.

Bailando en la tele

Tracy se convierte en una persona popular y su madre, Edna, la gran Divine, hace de representante. Consiguen hasta hacer de modelos de la tienda de ropa de tallas grandes del señor Pinky. Los peinados llenos de laca de Tracy son desafíos a la gravedad, y a la capa de ozono, y eso le cuesta un disgusto escolar.

A todo esto, el show sólo es para niños blancos. Los negros no pueden entrar. Sólo en su día para ellos.  Muchos opinan que eso ha de cambiar, por ejemplo, Tracy.

En el colegio Tracy conoce a Seaweed, un chaval negro que es el hijo de  Motormouth Maybelle, una marchosa afroamericana que pincha discos en el show de Corny Collins y siempre habla en verso (Aún no hay rap). Los negros pueden cantar y tocar música, pero no pueden bailar en el show, tócate las narices.

En el barrio negro

Penny y Seaweed se enamoran perdidamente, lo que crea un conflicto grave de pareja multirracial. La madre de Penny decide encerrar a su hija después de haberla seguido hasta el peligroso barrio de los negros, donde ha ido con sus amigos a bailar al local de Motormouth. Por cierto, el psiquiatra que trata a Penny es John Waters.

La madre de Penny en el barrio negro

Los problemas de luchar contra la segregación hacen que a Tracy la ingresen en un reformatorio y se monta un cristo enorme por ser una persona popular. Es un momento de cambio. Hasta el peinado lo es. Tracy rechaza la laca para alisarse el pelo (Tímidos comienzos del hippismo, heredero del beatnik. Por cierto, Pía Zadora y Rick Ocasec hacen un cameo vestidos de beatnicks).

En casa de los beatniks

La apoteosis es en el parque de atracciones donde se coronará a la reina del salón del automóvil. Pero eso, mejor lo veis vosotros.

Wilbur y sus polvos pica pica (Les echa unos polvos a los Von Tussle) ¿Un trío?

La peli, colorida y vital, a pesar de ser una comedia, no deja de tener su mensaje, o sus mensajes, porque despeja tanto la segregación racial como la de la talla 36.

Ah, Divine hace dos personajes, a ver si encontráis el segundo antes de los títulos de crédito finales.

Ficha técnica:

     Hairspray
Año: 1988
Duración: 87'
País: EEUU
Género: Comedia musical
Director: John Waters
Guión: John Waters
Música: Kenny Vance
Reparto:
                  Ricki Lake (Tracy Turnblad)           
                  Divine (Edna Turnblad)
                         Jerry Stiller (Wilbur Turnblad)
                         Colleen Fitzpatrick (Amber von Tussle)
                         Debbie Harry (Velma von Tussle)
                         Sonny Bono (Franklin von Tussle)
                         Ruth Brown: (Motormouth Maybelle)
                         Leslie AnnPowers (Penny Pingleton)
                         Joan Havrilla   (Prudence Pingleton) 
                         Clayton Prince (Seaweed)
                         Michael St. Gerard (Link Larkin)
                         Shawn Thompson (Corny Collins)
                         Mink Stole (Tammy)


Juli Gan
Títulos de crédito:





viernes, 26 de diciembre de 2014

El orgullo de los yanquis (1942)

Ahora que nos van a meter en las pantallas de cine la historia de Stephen Hawking, un genio de la astrofísica que sufre la devastadora afección de ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), nos la quieren vender como la primera película que habla de este mal degenerativo. Eso es porque no se acuerdan de una peli clásica del año 1942 titulada el orgullo de los yanquis.

El cartel anunciante

La peli, rodada en plena segunda guerra mundial,  narra la historia,  a la manera “ensalzahéroes” del Hollywood clásico, de Lou Gehrig, un bateador del equipo de béisbol de los yankees de Nueva York, de ahí el título. El verdadero Lou Gehrig, un atleta zurdo contemporáneo y compañero de equipo de otros ilustres del bate como Babe Ruth, que sale en la peli, o Joe Di Maggio, esposo ocasional de Marilyn Monroe.

Gary Cooper con Babe Ruth, leyenda del béisbol, en el rodaje.

Gehrig, hijo de emigrantes alemanes, lo cual se hace notar en los acentos paternos de la versión original, nació y se crió en Nueva York a principios del siglo XX. Sus padres, perseguidores del sueño americano, se esforzaron por dar una buena educación a su hijo, que, destacando en los deportes, acabó haciéndose un indiscutible del, entonces, popularísimo béisbol, siendo miembro del dream team de los yankees de Nueva York durante catorce años, entre 1924 y 1938, que fue cuando abandonó este deporte aquejado de una enfermedad que le impedía mover los músculos. Por cierto, al ELA, en los EEUU le siguen llamando “la enfermedad de Lou Gehrig”, a pesar de Stephen Hawking.

Sinopsis “espoileada” como la de Titánic:

Dirigida por Sam Wood, el patriótico director tan afín a las ideas maccarthyanas de echar a todos los rojos de la industria fílmica, y protagonizada por Gary Cooper haciendo de joven estudiante a la edad de 41 años, lo cual no encaja demasiado bien, pero bueno, es que es Gary Cooper y lo dejamos estar, narra con plantilla “ensalzahéroe”, la historia de este hijo de emigrantes alemanes que alcanza el sueño americano, que se va al cuerno por culpa de una enfermedad degenerativa.

El pequeño Louie probando fortuna con la zurda.

Se ve a Lou de niño, volviendo de la escuela, que juega al béisbol con los chavales del barrio, y del batazo, rompe el cristal de un comercio. La madre, que en casa es la alemana que corta el bacalao, ya que el padre está sometido a lo que diga su férrea señora, riñe a Lou porque debe centrarse en los estudios. La madre, cocinera en la universidad de Columbia, consigue que él estudie allí.
A pesar de “la vida mejor” en el país de los sueños, los padres, cocinera y portero, no han conseguido nada mejor. La madre, aquejada de una enfermedad, va derecha al hospital para pobres, pero Lou firma con los yankees, en contra de la voluntad de su madre, que nada sabe de esto, para poder pagarle una clínica de las caras.

Mamá Gehrig es mucha mamá.

Y Lou Gehring  comienza a jugar con los Yankees de Nueva York, primero chupando banquillo, cuando en Chicago, contra los White sox, sale a la jugar por primera vez, una espectadora, papel interpretado por Teresa Wright, lo pone nervioso. Lo que son las cosas, vuelven a coincidir en la cena, y allí comienza el noviazgo a distancia. La niña, por cierto, es la hija de un magnate de las salchichas.

El orgullo de los yankees y señora

Son años de vino y rosas. Todo es genial. Él se hace un jugador indiscutible, un americano impecable, guapo, fuerte, trabajador, honesto y buen esposo. Un retrato propagandístico de primera, publicitado, sobre todo, por ese papel que interpreta Walter Brennan, que es una mezcla de periodista deportivo, mánager y amigo de la familia. El único punto conflictivo lo pone mamá Gehrig, en el papel de suegra dominante, que acaba suavizándose.

Los Gehrig en el campo, para ver jugar al nene.

La última media hora conduce al problema médico de Lou. Un mal día empieza a sentir sus músculos agarrotados. Ya no rinde tanto en el campo de juego. El médico le da malas noticias. Lleva con entereza su dolencia y dice adiós en el estadio de los Yankees ante su afición, abrazándose a compañeros, como Babe Ruth, que sale en la peli interpretándose a sí mismo. Y Lou cabizbajo entra a los vestuarios mientras se oye “play ball!” (¡Juego!).

Contexto histórico del rodaje:

Lou Gehrig, jugador en la época de la crisis del 29, donde todo el mundo necesitaba un desahogo, era, como todo el que llevaba felicidad de la simple a los seguidores del béisbol, un querido ídolo de la sociedad americana. La película, filmada en 1942, recién entrado EEUU en la segunda guerra mundial (El ataque japonés a Pearl Harbor fue el 7 de diciembre del 41) desea ensalzar los valores patrios de una juventud a la que quieren enredar en el ideal de fuerza y voluntad y morir joven por la patria, cosas que se leen en el prólogo escrito de esta peli.

Gary Cooper probando el bate

Gehrig, retirado en 1938, muere en 1941. La película está, por lo tanto, rodada un año después del fallecimiento, a los 38 años, del jugador de béisbol. Nunca antes se había hecho una despedida tan clamorosa a un jugador de béisbol como la que se le hizo a Gehrig en 1939 en el estadio de los Yankees de Nueva York, con el aforo completo, abrazándose a Babe Ruth, con el que había habido roces y malentendidos años atrás.

Walter Brennan haciendo del amigo protector lleno de fe

Es una peli sobria, confeccionada con la hechura americana del ensalzamiento sin oscuridades del protagonista para narrar una historia simple, aunque a veces difumine la verdad. Gary Cooper interpreta al atleta, algo simple, buen hijo, buen marido, intachable, americano ejemplar, fuerte y formal (lo de feo para John Wayne). Canta un poco que  Gary Cooper  sea un estudiante veinteañero a los cuarenta, pero bueno.
Teresa Wrihgt  interpreta a la buena esposa, siempre alegre, guapa y elegante como buena americana y Walter Brennan al periodista y mánager que tiene una fe ciega en él, que se convierte en su consejero, amigo, dama de compañía y segundo padre. Cabe destacar que en esta cinta hay un par de jugadores de béisbol que se interpretan a sí mismos, destacando Babe Ruth, el sultán del bate, uno de los jugadores más famosos de todos los tiempos. Tiene pinta de orangután tragaldabas y fashionvictim. Los rifirafes con Gehrig quedan apenas insinuados por actores de reparto.  Curioso es que nadie haya hecho una peli sobre Babe Ruth con la de historias y leyendas que sobre él se cuentan.

Placa conmemorativa a un ser querido

La enfermedad de Lou Gehrig ocupa los últimos treinta minutos de esta cinta de  dos horas. Con todo el pudor a las cosas desagradables de la vida, apenas queda retratado en unos pocos gestos y una visita al médico donde lo único que queda claro es que le queda poco de vida. En aquella época aún no se rodaban cosas que fueran demasiado fuertes para el público, sin embargo, no se puede decir que la inminente historia de Stephen Hawking sea la primera en tratar el mal llamado ELA, que en EEUU es más conocida por “la enfermedad de Lou Gehrig”.

Ficha técnica:

Título: The Pride of the Yankees  (El orgullo de los Yankees) 1942
Duración: 128 min.
País: Estados Unidos
Director: Sam Wood
Guión: Jo Swerling, Herman J. Mankiewicz (Historia: Paul Gallico)
Música: Leigh Harline.
Productor: Samuel Goldwyn (RKO Pictures)

Género: Drama.

Juli Gan

viernes, 20 de junio de 2014

The Good Wife

A mí siempre me ha gustado mucho la tele, pero pocas veces me he enganchado a una serie como me he enganchado a The Good Wife (TGW).

¿Alguna vez te has preguntado qué pasa después?
Aquí no tanto, pero en los Estados Unidos de América están acostumbrados a este tipo de escenas: un político de mayor o menor nivel, desde el mismísimo presidente a cualquier concejalucho, comparece ante la prensa con su esposa (muda, pálida, labios prietos, circunspecta, mirada caída y vacía) al lado, para recitar el "Yo, pecador": sí, soy culpable, tenía una amante, he frecuentado prostitutas o cosas por el estilo, pero mi amada esposa X me ha perdonado y, si ella puede perdonarme, el pueblo de América también lo hará.
La bochornosa escena se desarrolla de acuerdo con un guión bastante predecible, pero ¿qué pasa después?, ¿qué se dicen ese hombre y esa mujer cuando se quedan a solas?
Eso debió de plantearse alguna o algún gionista de TGW y a partir de ahí construyó un edificio narrativo colosal.

¿Qué tiene Alicia Florrick que no tengan las demás?
Alicia Florrick, la protagonista, la buena esposa del título, tiene algo, no se sabe muy bien qué, que encandila a la población de Chicago y todo el estado de Illinois. Tiene encanto, tiene telegenia; es una especie de Belén Esteban de clase alta e infinitamente más refinada, a quien su esposo, Peter Florrick, un demócrata con ambiciones que no va a parar hasta la Casa Blanca, juega una malísima pasada.
Alicia consigue salir a flote y reflotar, al mismo tiempo, la carrera política de su esposo, mientras trabaja de abogada en un prestigioso bufete de Chicago que es, como todo bufete televisivo que se precie, un auténtico nido de víboras.

Crímenes e intrigas políticas
Así podemos resumir las tramas de la serie: el bufete de Florrick defiende a delincuentes de todo tipo y pelaje y el otro Florrick, Peter, teje redes políticas que convienen a sus intereses y solo a sus intereses. Entre un mundo y otro pululan seres humanos con mayor o menor grado de maldad y sinvergüencería y con una característica común: todos están pringados, no se libra nadie, quien más y quien menos ha traicionado a alguien, ha quebrantado alguna ley o ha jugado sucio para salvarse el pellejo.
Eso es lo que más me gusta de TGW, que no hay héroes ni villanos, todos son gente de la que no te puedes fiar.

Las paredes de cristal
El bufete de Florrick no tiene tabiques; los despachos y las salas de reuniones están separados por manparas transparentes, de manera que en una sala se desarrolla una acción y, al mismo tiempo, vemos lo que está pasando en el despacho de al lado, mientras, a la vez, alguien está manteniendo una conversación telefónica, o quizás otra vía chat, o por Skype, que nos sitúa en otra trama. Suceden muchas cosas a la vez, todas entrelazadas, como pasa en realidad en la vida política y laboral en cualquier parte.

Los personajes
La otra característica de TGW que me cautiva son los personajes, verdaderos homenajes a la infamia, todos más listos que el hambre e inmorales como las hienas. Si me preguntan con cuál me quedo, me vería en un apuro, porque hay un catálogo inmenso donde elegir.
Pero, en fin, como a alguno tendré que citar, nombraré a Kalinda Sharma, la investigadora del bufete, una auténtica bestia parda; Eli Gold, el asesor de las campañas electorales de Peter, un reptil sin escrúpulos; Diane Lockhart, la socia funddora y jefaza del bufete, inspirada en Christine Lagarde, ahí lo dejo; o Louis Canning, interpretado por Michael J. Fox, un abogado con una evidentísima minusvalía que se dedica básicamente a robar a los pobres en beneficio de grandes empresas de las que envenenan y contaminan. ¿Qué? ¿A que mola?

¡Qué bonita familia!

En fin, espero haberos animado a echar un vistazo a la serie. De momento están emitiendo la quinta temporada en USA y, de lo que yo he visto, me quedo con la segunda temporada y con la cuarta.
Para acabar, os dejo con Rosa Belmonte, una de mis críticas de televisión favorita, quien dice que, si tuviera que quedarse solo con una serie, se quedaría con TGW. Es mucho decir, ¿no?
Eso es todo, amigas. Se despide hasta la próxima vuestra amiga

Noemí Pastor