Pocas veces me atrae la sinopsis promocional de una peli y, cuando lo hace, casi siempre es para decepcionarme después. Pero esta vez no sucedió así, sino todo lo contrario: Animales nocturnos (Nocturnal Animals, 2016) superó con creces mis expectativas.
Bueno, debo confesar que no solo me atrajo la sinopsis, sino también la presencia de ese animal no sé si nocturno, pero sí cinematográfico que es Amy Adams, la de otro actor al que aprecio, que es Jake Gyllenhaal (indudable galardón al apellido de ortografía más enrevesada), y la de Tom Ford como director, tras el buen sabor de boca que me dejó Un hombre soltero (A single man, 2009).
El planteamiento inicial de Animales nocturnos decía algo así como esto que copio y adapto de filmaffinity.com: Susan Morrow (Amy Adams) es una galerista afincada en Los Ángeles que comparte una vida llena de lujos con su segundo marido. Un día Susan recibe una novela escrita por su exmarido Edward Sheffield (Jake Gyllenhaal), del que lleva años sin tener noticias.
Así pues, la peli se desarrolla en tres planos narrativos que se intercalan e interactúan. Primero tenemos el plano que llamaré actual-real. Aquí se nos cuenta cómo es la vida de Susan, la protagonista. Vive en una espectacular mansión en las exclusivísimas colinas de Los Ángeles, regenta una galería de arte sofisticadísima y está casada en segundas nupcias con un triunfador apuesto y adinerado. Esta imagen de éxito y lujo contrasta con el desde siempre atormentado espíritu de Susan, más atormentado aun ante la cada vez mayor evidencia de que su segundo matrimonio también se va al garete.
Estando así las cosas, Susan recibe por correo un manuscrito: es una novela, titulada Animales nocturnos, dedicada a ella, y escrita por su exmarido. El segundo plano narrativo de la película es esta ficción novelesca, que también contrasta con la supuestamente sosegada existencia de Susan y la lleva de sobresalto en sobresalto, pues la novela pinta un escenario inquietante, terrorífico incluso; es uno de esos relatos que te hace taparte los ojos o cerrar el libro bruscamente.
El libro le trae a Susan inevitablemente recuerdos de su primer matrimonio, sobre todo de la ruptura, que no fue bonita. Este plano narrativo es el tercero de la película, un plano pretérito-real que responde a las muchas preguntas que nos plantean tanto la vida presente de Susan como la ficción creada por su exmarido.
Es evidente que la intercalación de estos tres planos es uno de los puntos fuertes del film. Otro punto fortísimo es la sublime interpretación de Amy Adams. A mí por lo general me cansan mucho los primeros planos, pero los de Amy Adams en esta peli no. Hacen que queramos entrar en su mente y saber si de verdad está pensando lo que creemos que está pensando. Voy a espoilear un poco para deciros que sí, que en realidad está pensando lo que creemos que está pensando. Y es terrible.
Animales nocturnos fue producida por George Clooney y Grant Heslov, socios de Smoke House Pictures, y está basada en la novela de Austin Wright Tony and Susan (1993), traducida al español con el título Tres noches. Austin Wright fue un novelista neoyorquino, fallecido en 2003, antes de ni siquiera soñar con ver una de sus obras en la gran pantalla. Aunque escribió unas cuantas novelas más, Tony and Susan es la única que podemos leer en castellano y en catalán (Tres nits).
Tom Ford, que, además del director de Animales nocturnos, es también su guionista, se encargó de adaptar el texto literario. No he leído Tres noches, pero le tengo ganas.
Como veis, ya nos han salido tres títulos para distintas versiones o adaptaciones de una misma obra: el de la novela original (Tony and Susan), el de la traducción al castellano (Tres noches) y el de la película (Animales nocturnos). Pues bien, a mí se me ocurre un cuarto: Animales heridos. ¿Y por qué? Porque creo que la historia que nos cuenta puede resumirse así: qué es capaz de hacer un animal manso y tranquilo cuando le causan un dolor inmenso.
Pues nada, os dejo con esa intriga y, para terminar, os cuento que otros puntos fuertes de esta película son la ambientación y la atmósfera desasosegantes y un final magistral. Es dificilísimo rematar bien los relatos; tristemente no es frecuente que el final esté a la altura del resto de lo narrado. Animales nocturnos lo consigue. Tiene un final nada espectacular, nada explosivo, pero sí narrativamente acertado, amargo y coherente con toda la dureza del film.
Disfrutadla, si podéis.
Noemí Pastor