viernes, 10 de julio de 2020

Trigonometry




Se acaba de estrenar en HBO la miniserie británica "Trigonometry"(2020) dirigida por Athina Rachel Tsangari y Stella Corradi.
La serie gira en torno al poliamor y arranca con la historia de amor de una pareja : Gemma y Kieran.
Gemma( Thalissa Teixeira ) regenta una cafetería y Kieran ( Gary Carr) es sanitario pero debido a que tienen dificultades económicas para llegar a fin de mes, deciden alquilar una habitación en su casa, en el oeste de Londres.


Así conocen a Rai ( Ariane Labed)una ex profesional de la natación sincronizada que decide alquilarles esa habitación, hecho que cambiará por completo la vida de los tres.


La miniserie con 8 capítulos resulta un interesante estudio de los triángulos amorosos ya que refleja todos los estadios emocionales por lo que pasan los tres integrantes en lo que poco a poco se irá convirtiendo en una relación estable y poliamorosa.


Resulta como poco estimulante ver cómo de forma coherente y honesta  se ponen en cuestión muchas de las creencias más estandarizadas socialmente en torno al amor y las relaciones , porque estos sentimientos románticos hacia  su inquilina no surgen de una crisis previa de pareja sino que confluyen con una química potentísima entre Gemma y Kieran, que ya existía antes de que Ray apareciera en escena.

Muchas de las situaciones emocionales de pareja se ven reflejadas en los tres integrantes de la relación, como por ejemplo, los celos o las dudas en torno a si es oportuno tener encuentros sexuales a dos bandas una vez se ha establecido el vínculo sentimental entre los tres.


Los actores están francamente bien, resulta todo fluido,fruto de evolución sentimental que se gesta en medio de muchos altibajos y resistencias.
Tal cual la teoría de Freud, ello, yo y superyó entran en conflicto en cada uno de los personajes, sometiéndoles a todo tipo de tensiones a nivel individual ,originadas por el deseo contenido y creciente, aderezado por las buenas formas británicas que todavía generan más interés en el espectador, aunque para mí sin duda, es la naturalidad con la que todo se desarrolla , tan normal resulta que te hace plantearte si tú misma serías capaz de vivir una historia así.

No desvelaré aquí el desenlace, para eso tendríais que darle una oportunidad, pero sí me gustaría dejar en el aire algunas cuestiones que esta miniserie me ha sugerido, como por ejemplo:

¿tiene futuro el poliamor en nuestras sociedades postmodernas?


porque está claro que no tod@s estamos hechos para este tipo de estructuras relacionales que irrumpen y forman parte de un compendio diverso de nuevos modelos de familia, pero ¿seremos capaces de convivir con estas fórmulas? sólo el tiempo tendrá la respuesta...
Feliz verano zinéfil@s,

Troyana



viernes, 3 de julio de 2020

Cancela, cancela, cancela

En los últimos días, y a una velocidad de vértigo, hemos visto como se están levantando juicios contra productos de entretenimiento, como películas o series. Y es que el movimiento #BlackLivesMatter ha renacido con fuerza y justicia, y al igual que el #MeToo, ha levantado una polvareda que ha traspasado las fronteras del mismo. Con la rapidez que lleva, no sabemos cómo será dentro de una semana, pero a fecha de hoy, querría dejar unos pensamientos respecto a la justicia social que vemos, y como afecta al mundo del espectáculo. 


Tal y como he dicho, en un breve periodo de tiempo, hemos pasado de querer poner avisos a Lo que el Viento se Llevó para explicar su contexto, a borrar de catálogos online episodios acusados de mofarse de personas negras como Community o Las Chicas de Oro, pasando incluso a cribar algún episodio del Hotel Fawlty o de Little Britain.

Podemos llegar incluso a entender a algún actor de doblaje diciendo que no quier doblar a personajes que no son de su raza, pero si lo que vemos son Los Simpsons, no sabríamos muy bien a qué se refiere.

Y es que el contexto es realmente importante, y parece que en el 2020, hay que aclarar obviedades, tipo el agua moja o el fuego quema. En un principio, ya no estamos como en el momento del estreno de la epopeya de Margaret Mitchell en Atlanta, que vetó la presencia de una de sus estrellas (Hattie MacDaniel) por el color de su piel, al ser un cine de blancos exclusivamente. La sociedad ha avanzado, y a veces, el obligar a poner “carteles” o “hacer advertencias”, la infantiliza, por no hablar de ciertos sectores, que siempre encuentran algo malo en todos lados, viviendo en una paranoia y psicosis constantes.

No niego que el mundo sigue teniendo injusticias, y para ver esto, sólo hay que encender el telediario, pero una cosa es eso, y otra es que creamos que la mejor manera de hacerlas desaparecer, es a través de su borrado y eliminación. Porque en la lucha por la evolución de la humanidad, sólo a través de la reflexión y la historia, podemos avanzar, para no repetir pasos anteriores.


La clave es que el conocimiento nos hace libres, y esto nos permite pensar. Y muchas veces, las películas y series son metáforas al respecto. Se usan sus imágenes y diálogos y a través de ellos, se expresan ideas de los creadores. Y aquí empiezan los problemas. ¿Son las ideas correctas? Porque muchas veces no lo son para un determinado grupo de personas: el macarthismo se dedicó a golpear cualquier atisbo de comunismo, el código Hays a corregir la moral americana y nuestra censura convirtió a dos amantes en hermanos en Mogambo por ser tan torpe de no ver el fallo que estaba cometiendo.

Aunque la censura nos parece una cosa del pasado, de sociedades dictatoriales o demasiado afectadas por el qué dirán, actualmente, estamos empezando a ver grupos de presión que, bajo el mandato de esta corrección política, de la inclusión o diversidad, están pidiendo la desaparición de episodios sin control (el caso de Community bajo la acusación de "blackface" es tan ridículo, que es evidente que se ha empezado una cruzada sin siquiera haber visto al enemigo). Así, el mensaje se pierde.

Pensemos en otro caso: sabemos que los orcos del Señor de los Anillos, son una representación del mal con su evidente falta de belleza, frente a los protagonistas, más bellos, atractivos y parecidos al espectador. Y no, nadie ha pedido respecto por los orcos (aún), pero Frodo y sus compañeros han salido mal parados en este momento de corrección: que si no hay personas de otras razas, que si faltan mujeres... Es entonces, cuando la historia debe plegarse a los dictados de la tendencia política del momento.


Esto, en mi opinión, es un error. ¿Hay que ser diverso? Por supuesto, pero no podemos cambiar las historias por el hecho de incluir a este o aquel grupo, lo que hay que hacer es también contar historias diversas, con diferentes orígenes y protagonistas, sobre todo en momentos de crisis imaginativas, porque al final, todas llaman de forma universal al ser humano, independientemente de su origen, raza o sexo. Se pueden hacer interpretaciones (Ran como el Rey Lear a la japonesa, por ejemplo), y eso es también válido, y si la perspectiva de la obra lo acepta, incluir a un actor aunque no sea el esperado (el magnífico Samuel L. Jackson como Nick Fury en el universo Marvel o Keanu Reeves y Denzel Washington como hermanos en Mucho Ruído y Pocas Nueces), pero no se puede cambiar un personaje de forma intrínseca sólo por el hecho de querer corregir o meter una cuota. 

Otro gran problema es el humor, lo más criticado ahora. La comedia es un arte refinado, que puede ser crítica o no, y muestra a través de la risa el mundo, provocando la reflexión y activación del pensamiento, venciendo a los miedos. Es por ello, que la mutilación de series de comedia se presenta como más trágica. Se nos quita el derecho a la carcajada, se nos invita a la seriedad del grupo que ve maldad incluso donde no la hay. Se quiere controlar la libertad y restringir emociones. Aquí os dejo unas palabras de John Cleese al respecto:


No quiero acabar este artículo sin hablar de que sólo se puede interpretar a la raza, género, etcétera, que se tiene originalmente. Todos hemos visto a Tilda Swinton cambiar y no podemos quejarnos. De igual manera, Rock Hudson, homosexual en la vida real, es un encanto de pareja romántica para Doris Day en las películas de interpretaron juntos. Según la teoría actual, no deberían haber interpretado lo que no les correspondía. Pero todos sabemos que al ver la película, que eso es absurdo. Hay casos flagrantes como Mickey Rooney en Desayuno con Diamantes, pero, como todo, hay que ver cada caso.


Concluyo diciendo, que las películas y las series son una forma de arte, y en un principio, no deberían tener responsabildiad moral por las causas sociales. Las personas detrás de ellas, pueden estar denunciando a través de su obra, o por otro lado mostrando una fantasía de puro entretenimiento, pero es a ellos a quienes les corresponden tomar las decisiones. El público, debería tener la inteligencia y conocimiento suficientes como para saber que el modo de vivir de Escarlata O'Hara no era el más correcto, a la vez que estar disfrutando de su historia, o entender que algo que se hizo hace 60 años es diferente a lo que ocurre hoy en día. 

De cualquier manera, la solución no es esconder ni destruir. En fin, ¿cuál es tu opinión sobre el tema?

Carmen Romero