Ahora que nos van a meter en las pantallas de cine la
historia de Stephen Hawking, un genio de la astrofísica que sufre la
devastadora afección de ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), nos la quieren
vender como la primera película que habla de este mal degenerativo. Eso es
porque no se acuerdan de una peli clásica del año 1942 titulada el orgullo de
los yanquis.
La peli, rodada en plena segunda guerra mundial, narra la historia, a la manera “ensalzahéroes” del Hollywood
clásico, de Lou Gehrig, un bateador del equipo de béisbol de los yankees de
Nueva York, de ahí el título. El verdadero Lou Gehrig, un atleta zurdo
contemporáneo y compañero de equipo de otros ilustres del bate como Babe Ruth,
que sale en la peli, o Joe Di Maggio, esposo ocasional de Marilyn Monroe.
Gehrig, hijo de emigrantes alemanes, lo cual se hace notar
en los acentos paternos de la versión original, nació y se crió en Nueva York a
principios del siglo XX. Sus padres, perseguidores del sueño americano, se
esforzaron por dar una buena educación a su hijo, que, destacando en los
deportes, acabó haciéndose un indiscutible del, entonces, popularísimo béisbol,
siendo miembro del dream team de los yankees de Nueva York durante catorce
años, entre 1924 y 1938, que fue cuando abandonó este deporte aquejado de una
enfermedad que le impedía mover los músculos. Por cierto, al ELA, en los EEUU
le siguen llamando “la enfermedad de Lou Gehrig”, a pesar de Stephen Hawking.
Sinopsis “espoileada” como la de Titánic:
Dirigida por Sam Wood, el patriótico director tan afín a las
ideas maccarthyanas de echar a todos los rojos de la industria fílmica, y
protagonizada por Gary Cooper haciendo de joven estudiante a la edad de 41
años, lo cual no encaja demasiado bien, pero bueno, es que es Gary Cooper y lo
dejamos estar, narra con plantilla “ensalzahéroe”, la historia de este hijo de
emigrantes alemanes que alcanza el sueño americano, que se va al cuerno por
culpa de una enfermedad degenerativa.
El pequeño Louie probando fortuna con la zurda.
Se ve a Lou de niño, volviendo de la escuela, que juega al
béisbol con los chavales del barrio, y del batazo, rompe el cristal de un
comercio. La madre, que en casa es la alemana que corta el bacalao, ya que el
padre está sometido a lo que diga su férrea señora, riñe a Lou porque debe
centrarse en los estudios. La madre, cocinera en la universidad de Columbia,
consigue que él estudie allí.
A pesar de “la vida mejor” en el país de los sueños, los
padres, cocinera y portero, no han conseguido nada mejor. La madre, aquejada de
una enfermedad, va derecha al hospital para pobres, pero Lou firma con los
yankees, en contra de la voluntad de su madre, que nada sabe de esto, para
poder pagarle una clínica de las caras.
Y Lou Gehring
comienza a jugar con los Yankees de Nueva York, primero chupando
banquillo, cuando en Chicago, contra los White sox, sale a la jugar por primera
vez, una espectadora, papel interpretado por Teresa Wright, lo pone nervioso.
Lo que son las cosas, vuelven a coincidir en la cena, y allí comienza el
noviazgo a distancia. La niña, por cierto, es la hija de un magnate de las
salchichas.
Son años de vino y rosas. Todo es genial. Él se hace un
jugador indiscutible, un americano impecable, guapo, fuerte, trabajador,
honesto y buen esposo. Un retrato propagandístico de primera, publicitado,
sobre todo, por ese papel que interpreta Walter Brennan, que es una mezcla de
periodista deportivo, mánager y amigo de la familia. El único punto conflictivo
lo pone mamá Gehrig, en el papel de suegra dominante, que acaba suavizándose.
La última media hora conduce al problema médico de Lou. Un
mal día empieza a sentir sus músculos agarrotados. Ya no rinde tanto en el
campo de juego. El médico le da malas noticias. Lleva con entereza su dolencia
y dice adiós en el estadio de los Yankees ante su afición, abrazándose a
compañeros, como Babe Ruth, que sale en la peli interpretándose a sí mismo. Y
Lou cabizbajo entra a los vestuarios mientras se oye “play ball!” (¡Juego!).
Contexto histórico del rodaje:
Lou Gehrig, jugador en la época de la crisis del 29, donde
todo el mundo necesitaba un desahogo, era, como todo el que llevaba felicidad
de la simple a los seguidores del béisbol, un querido ídolo de la sociedad
americana. La película, filmada en 1942, recién entrado EEUU en la segunda
guerra mundial (El ataque japonés a Pearl Harbor fue el 7 de diciembre del 41)
desea ensalzar los valores patrios de una juventud a la que quieren enredar en
el ideal de fuerza y voluntad y morir joven por la patria, cosas que se leen en
el prólogo escrito de esta peli.
Gary Cooper probando el bate
Gehrig, retirado en 1938, muere en 1941. La película está,
por lo tanto, rodada un año después del fallecimiento, a los 38 años, del
jugador de béisbol. Nunca antes se había hecho una despedida tan clamorosa a un
jugador de béisbol como la que se le hizo a Gehrig en 1939 en el estadio de los
Yankees de Nueva York, con el aforo completo, abrazándose a Babe Ruth, con el
que había habido roces y malentendidos años atrás.
Walter Brennan haciendo del amigo protector lleno de fe
Es una peli sobria, confeccionada con la hechura americana
del ensalzamiento sin oscuridades del protagonista para narrar una historia
simple, aunque a veces difumine la verdad. Gary Cooper interpreta al atleta,
algo simple, buen hijo, buen marido, intachable, americano ejemplar, fuerte y
formal (lo de feo para John Wayne). Canta un poco que Gary Cooper
sea un estudiante veinteañero a los cuarenta, pero bueno.
Teresa Wrihgt
interpreta a la buena esposa, siempre alegre, guapa y elegante como
buena americana y Walter Brennan al periodista y mánager que tiene una fe ciega
en él, que se convierte en su consejero, amigo, dama de compañía y segundo
padre. Cabe destacar que en esta cinta hay un par de jugadores de béisbol que
se interpretan a sí mismos, destacando Babe Ruth, el sultán del bate, uno de
los jugadores más famosos de todos los tiempos. Tiene pinta de orangután
tragaldabas y fashionvictim. Los rifirafes con Gehrig quedan apenas insinuados
por actores de reparto. Curioso es que
nadie haya hecho una peli sobre Babe Ruth con la de historias y leyendas que
sobre él se cuentan.
La enfermedad de Lou Gehrig ocupa los últimos treinta
minutos de esta cinta de dos horas. Con
todo el pudor a las cosas desagradables de la vida, apenas queda retratado en
unos pocos gestos y una visita al médico donde lo único que queda claro es que
le queda poco de vida. En aquella época aún no se rodaban cosas que fueran
demasiado fuertes para el público, sin embargo, no se puede decir que la
inminente historia de Stephen Hawking sea la primera en tratar el mal llamado
ELA, que en EEUU es más conocida por “la enfermedad de Lou Gehrig”.
Ficha
técnica:
Título: The Pride of the Yankees (El orgullo
de los Yankees) 1942
Duración: 128 min.
País: Estados
Unidos
Guión: Jo Swerling, Herman J. Mankiewicz (Historia:
Paul Gallico)
Intérpretes: Gary Cooper, Teresa Wright , Babe Ruth, Walter Brennan, Dan Duryea, Elsa Janssen, Ludwig Stössel, Virginia Gilmore, Bill Dickey, Ernie Adams, Pierre Watkin, Harry Harvey, Bob Meusel, Mark Koenig, Bill Stern, Addison Richards, Hardie Albright, Edward Fielding, George Lessey.
Música: Leigh Harline.
Productor: Samuel Goldwyn (RKO Pictures)