viernes, 16 de febrero de 2024
Sala de profesores
viernes, 9 de febrero de 2024
Las Brigadas del Tigre, serie de televisión.
Estamos en la época dorada de las series para formato televisivo y en ese maremágnum de géneros y subgéneros encontramos las series de detectives. Antiguamente destacaba la figura de un sólo detective, sagaz y brillante. En los ochenta empezaron a entrar las parejas de policía y más tarde lo hicieron los equipos. Esas series con un buen puñado de personajes, cada uno con su subtrama. Los norteamericanos coparon las cadenas de televisión con personajes como Colombo, Kojak, Mike Hammer o Jessica Fletcher, primero y luego sus Starsky y Hutch, sus Cagney y Lacey o su Miami Vice.
Pero Europa no se queda atrás. Quizá impelida por su profusión de narrativa policíaca hemos tenido desde monsieur Poirot, Miss Marple, personajes de Agatha Christie, o el padre Brown, de Chesterton, ambos autores británicos, a las series televisivas basadas en personajes literarios del continente europeo, como el caso del comisario Montalbano, y que tanto éxito tuvo su reposición en La 2 el verano pasado, teniendo en cuenta que la serie es más vieja que los teléfonos con rueda para marcar, lo cual tiene gracia. Leí una vez que su autor, Andrea Camilleri, bautizó a su personaje Montalbano en memoria de Vázquez Montalbán, autor, a su vez de personajes como Pepe Carvalho.
Italia también es la cuna de la serie del comisario veneciano Brunetti, aunque su autora sea la norteamericana Donna Leon, y, en España hace nada se emitió la serie de esa autora ficticia tres-en-uno que es Carmen Mola sobre la policía Elena Blanco, por no recordar el estropicio que le hicieron al personaje barcelonés de Alicia Giménez Bartlett, llamada Petra Delicado, convirtiéndola en una inspectora de policía encarnada por Ana Belén paseándose por Madrid seguida del subinspector Garzón, que lejos de ser un hombre prejublilado se había convertido en un treintañero Santiago Segura. Todo un despropósito.
Cierto es que salen pocas mujeres.Los franceses no han sido menos, claro está, y nos han ofrecido innumerables ejemplos de sus detectives tanto de pasado literario como los creados para la pantalla. Da igual si es Maigret, Navarro, Candice Renoir o Bright Minds, con su mujer policía de mundo y su brillante colaboradora autista. Desde luego, los franceses saben hacer buenas historias para cine o televisión. Casi se podría decir que por algo inventaron el cine, si me permitís la gracia.
Pero estoy saliéndome del tema de hoy porque esto iba de serie de policías, concretamente una serie de policías francesa que cumple 50 años del inicio de su emisión y que narraba con bastante talento y buen gusto en la ambientación a esa Francia de la belle epoque. La serie se titulaba “las brigadas del tigre” y cuenta la historia de una pequeña brigada de policía recién creada en los albores del siglo XX para combatir el crimen de una manera metódica y moderna.
A principios del siglo XX, Georges Clemenceau, apodado “el tigre” accede al ministerio de interior galo y, aparte de reprimir con saña a los obreros socialistas, crea, entre otras cosas, a la primera brigada policial especializada en homicidios. A estas brigadas se las llamó “las brigadas del tigre” porque el tigre era Clemenceau.
Brigadas creadas también para cargarse el movimiento obrero
Basándose en este grupo policial, el cineasta de origen ruso Victor Vicas, rodó entre 1974 y 1983 la serie llamada “las brigadas del tigre”. El pequeño grupo de policías se dedica a investigar crímenes y está conformado por el comisario Paul Valentin (Jean Claude Bouillon), el inspector Gustave Pujol (Jean Paul Tribaut) y el inspector Marcel Terrasson (Pierre Maguelon). Todos con bigote y cabeza cubierta por gorra o bombín, conduciendo esos primeros automóviles descapotables con radios en las ruedas.
El inspector Pujol (Jean-Paul Tribaut)Las seis temporadas están divididas en dos épocas. Las cuatro primeras narran investigaciones entre 1907 hasta antes de la primera guerra mundial y las dos últimas se sitúan pasada la contienda bélica, hacia 1919. El comisario jefe Faivre ha muerto en la guerra y el el jefe de la brigada, comisario Valentin, ha perdido hasta el bigote.
El inspector Terrasson (Pierre Maguelon) con lo último en telefonía.Era una serie muy bien ambientada en la que, justo antes de empezar el capítulo, ponían en antecedentes al espectador. Sobre qué era “la mano negra” (Un grupo anarquista activo en los inicios de la lucha obrera), sobre el incipiente tráfico de narcóticos, etcétera.
Por la ropa, esta escena es de las últimas temporadas ya ambientadas en los locos años 20.
A principios del siglo XXI, justo antes del centenario de la creación de las brigadas de Clemenceau, los franceses estrenaron una película de unas dos horas protagonizada por los mismos personajes: Valentin, Pujol y Terrasson. No he visto la peli pero guardo un buen recuerdo de la serie, aunque hace más de treinta años que la vi.
viernes, 2 de febrero de 2024
Chismes oscuros de Hollywood
No puede afirmarse que la industria del chismorreo sobre
celebridades la inventara Hollywood en sus inicios, porque ya existían
antecedentes en Francia y en Broadway, pero sí puede decirse que Hollywood la
asentó y la consolidó, ya que fue una de las muchas actividades económicas
paralelas a la creación cinematográfica que luego levantó vuelo por sí sola y
se extendió a otros ámbitos de la cultura popular.
Sin pretender dejaros aquí un tratado exhaustivo de historia
del salseo, sí os recordaré mínimamente que en las primeras décadas del pasado
siglo XX ya existían publicaciones dedicadas a construir mitos alrededor de
actrices y actores de Hollywood, las cuales viraron hacia un carácter
“destructivo” (tanto servían para construir como para destruir reputaciones y
carreras) entrados los años veinte.
Os hago esta introducción para contaros que me he leído un
libro de esos que yo llamo, como he puesto en el título, de chismes ocuros de
Hollywood.
Se titula “Maldiciones y malditos en Hollywood”, se
subtitula “Glamour y tormento indivisibles” (me fascina; luego volveré a este
subtítulo), lo publicó Ediciones Luciérnaga en 2023 y lo firma Patricia Prida,
una profesional de la difusión cultural.
No os voy a engañar: a mí el cotilleo y el morbito me han
atraído siempre. Leí con avidez las dos entregas de “Hollywood Babilonia”,
aunque me desagradó del todo el tono literario que adoptó Kenneth Anger. Por
cierto, este elemento (falleció el mes de mayo pasado, por si no os habíais enterado)
y sus rollos ocultistas-satánicos aparecen en este libro de Patricia Prida que
me sirve de excusa para hablaros de todo esto.
Lo que os decía: no me pierdo un buen salseo; en la
peluquería me leo (bueno, más bien hojeo) el “Hola”, no la “Crítica de la razón
pura” de Immanuel Kant, me conozco casi todos los chismorreos coetáneos, aunque
se me empiezan a escapar los asuntos de jovenzuelos salidos del Disney Channel.
Quiero decir que soy la consumidora ideal, el target perfecto de este tipo de
publicaciones, PEEEEERO hay cosas que me llevan a una reflexión un poco amarga,
que os expondré en las últimas líneas.
En “Maldiciones y malditos en Hollywood”, Prida me cuenta
algunas historias de Hollywood que ya conocía, como la de Jayne Mansfield (aprovecho
la ocasión para volver a recomendaros “Jayne Mansfield 1967”, de Simon Liberati) o la Dalia Negra (porque la conoce todo el mundo); y otras que no conocía, no
conocía tanto o sencillamente había olvidado porque me interesaban cero.
Entre las que me interesan cero, de siempre, las de
mansiones encantadas, fantasmas, espectros y maldiciones de diverso tipo. Entre
las que conocía poco o nada y me han enternecido, os destaco la de Vampira, a
quien descubrí en esa tristísima y hermosísima película de Tim Burton que es
“Ed Wood”.
En fin, para ir terminando, rescato el subtítulo del libro,
como os decía antes, y os expongo mi reflexión amarga. El subtítulo dice
“Glamour y tormento indivisibles” y yo lo reescribiría así: “Violencia contra
las mujeres barnizada de glamur”. La
historia del chismorreo es la historia de la misoginia popular, un relato que
no ha llamado por su verdadero nombre a la violencia psicológica, física,
sexual y económica (por lo menos) ejercida contra las mujeres, sino que nos la
ha ofrecido envuelta en el mito del amor romántico y en estereotipos misóginos.
Así, por ejemplo, las tragedias de las “diosas platino” no eran
maldiciones del hado, sino las consecuencias lógicas de un sistema que las
explotaba sobre todo sexualmente antes incluso de alcanzar la mayoría de edad.
Una de las historias más crudas y más verdaderas del libro
es la de Natalie Wood y Robert Wagner. Lo que las revistas del colorinchi presentaban
en su momento como una pareja idílica, una auténtica power couple de
profesionales exitosos, jóvenes y bellos, era un pozo de toxicidad y violencia
que tuvo un final oscuro y horrible y unos comienzos que tampoco fueron
mejores, pues, entre otros atropellos a su integridad, con diecisiete años
Natalie Wood ya había sufrido una brutal agresión sexual durante una entrevista
de trabajo. Epstein y Weinstein tuvieron de quién aprender.
¿Estáis de acuerdo conmigo? Leed el libro de Prida y sacad
vuestras propias conclusiones. Entre tanto, os saluda cariñosamente vuestra
amiga
Noemí Pastor