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lunes, 10 de noviembre de 2014

Cosmos, de Witold Gombrowicz

"¿Quién había sido el ahorcador? ¿Y para qué? ¿Cuál podía ser la causa? pensaba yo confusamente en medio de aquella vegetación que se excedía en miles de combinaciones; por otra parte estaba el fatigoso viaje en tren,la noche llena de ruidos ferroviarios,el sueño, el aire, el sol, la marcha con Fuks, mi madre, Kasia, el conflicto provocado por aquella carta, mi frialdad hacia Roman, mi padre,incluso los problemas de Fuks con el director de su oficina (problemas de los que me había hablado), las huellas dejadas por las ruedas, los terrones, los zapatos, pantalones, piedras, hojas, todo se concentraba de golpe en ese gorrión, como una muchedumbre arrodillada. Y él reinaba en su total excentricidad... Reinaba en aquel sitio"
"Precisamente. Si la vara no ha cambiado de posición, entonces, de cualquier manera, no importa, el asunto carece de trascendencia. Pero si alguien la movió, lo hizo para señalarnos el cuarto de Katasia... Alguien,¿te das cuenta?, alguien que debido a lo que dije anoche a la hora de la cena sobre el palito y el hilo advirtió que ya estábamos sobre la pista"
 Suena a thriller ¿verdad? O  a novela negra pero eso es sólo un reflejo. Se trata de un Gombrowicz, sí, un libro del mismo autor de Ferdydurke y con esta información basta para saber a qué atenernos en el momento de enfrentarse a la obra: una exploración de la psique humana llevando la trama al límite de lo absurdo, al terreno de lo insólito, a los recovecos al que solo la paranoia creada por la mente es capaz de llegar.

La trama es sencilla. Witold y Fuks, cada uno por razones diferentes, deciden darse un respiro de la rutina a la que están sometidos. Para ello se alejan de sus respectivos hogares y se encaminan a la campiña. Ya, desde el principio y justo antes de llegar a su destino, un tipo de pensión regentada por una extraña familia, descubren dos hechos que llaman poderosamente su atención: un palo colgado de un alambre y un gorrión sin vida colgado de la misma manera.

A la llegada a la pensión conocerán a los miembros de la familia: a un matrimonio, a su hija Lena  y a su esposo y a una sobrina, Katasia,  que por causa de un accidente tiene una deformidad en la boca. Es aquí donde empiezan los símbolos: las bocas. Witold imagina las bocas de las dos jóvenes uniéndose causando la visión en él una suerte de asombro y atracción instigadores que lo obsesionan; manos, Witold observará las manos de la bellísima Lena, de la que se enamora y las de su esposo y a partir de ellas tratará de hacerse un retrato de sus personalidades y de su vida íntima. Siguen los hechos insólitos, líneas en el techo que parecen apuntar a un culpable, la muerte de un gato a manos de uno de los protagonistas y el ahorcamiento de uno de los personajes. Todos intentarán reolver los misterios, todos se mirarán de soslayo. Lo más destacable del libro es que Gombrowicz, aún haciéndonos testigos en primera fila de lo que va ocurriendo nos transfiere el mismo estado paranoico que se apodera de los personajes. En mi caso, la gradación de inerte a humano que aparece de forma repetitiva y secuencial: palito>gorrión>gato>humano me mantuvo inquieto gran parte de la novela. La mala noticia es que Gombrowicz no desvela todos los misterios, la buena es que no importa que no lo haga.

La novela sigue las pautas habituales en la obra del autor: juegos de palabras, inventa o latiniza términos de manera absurda para esperpentizar a alguno de sus personajes, crea vocablos, notablemente "berg" y sus variantes, que poco a poco van tomando significado a medida que vamos avanzando, existe la usual preocupación por la búsqueda de significado frecuente en gran parte de la literatura modernista, aunque en este caso, casi aceptando la imposibilidad de abarcar el todo en conceptos, no queda más salida que lo absurdo.

Gombrowicz es un escritor profundamente metafísico, el origen y principios fundamentales de la realidad son una de sus mayores inquietudes. Si bien se sirve de lo absurdo o ridículo para explorarla, el sustrato de su inquietud sigue siendo el núcleo temático, lo vanguardista es sin duda la forma en que lo hace; una novela que muestra resultados y no indicios, en la que la búsqueda de pruebas crea un estado pananoico en los personajes y en el lector que no cesan de preguntarse ¿quién? ¿qué? ¿cómo? y ¿por qué?, misterios irresolubles que, a fin de cuentas, y tras la lectura del conjunto, dejan de tener importancia, son una mera excusa para la verdadera intención de la obra: trazar líneas rectas hacia los lugares más recónditos de la mente.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Ferdydurke, de Witold Gombrowicz

Traducción recomendada
"Y justo como había hecho antes, durante la hora del almuerzo, volvió a insinuar el problema de la inocencia a los formalistas, a los que tanto  había indignado, a los que había incrementado la inmadurez cien veces y con los que estaba ahora discutiendo sobre mis piernas modernas. Y ahí estaba yo escuchando con entusiasmo- relacionaba las pantorrillas de mis piernas con las de la nueva generación-¡llegando a sentir la crueldad de los jóvenes hacia las pantorrillas viejas! Había también un tipo de camadería de piernas con la Colegiala, además de una connivencia clandestina y voluptuosa, y el patriotismo de piernas, y el descaro de las piernas jóvenes, y el orgullo de la sangre joven en la pantorrilla de la pierna y un culto a la pantorrilla de la pierna  y..¡oh! ¡qué parte del cuerpo tan diabólica!"

¿Extraño? Puede. ¿Desconcertante? Mucho ¿Caótico? Increíblemente pero esperad, todo encaja en una lógica algo lunática. El fragmento señalado es prototípico de lo que encontramos en el célebre libro de Witold Gombrowicz pero si nos paramos a leerlo y a disfrutarlo descubriremos que el caos es una forma nueva de expresión, vanguardista e innovadora y muy personal y sobretodo poseedora de un sentido del humor absurdo y sagaz, durante décadas intraducible, durante años incomprendido pero absolutamente imprescindible para los lectores más admiradores del Modernismo.

Le debo a Roberto Bolaño el empujón final que me lanzó a esta novela que llevaba años esperando su turno en la estantería. No pude evitar sacarla y ponerla en un lugar más accesible para futuras lecturas al leer la mención que hace el escritor chileno a la obra en su lista de autores modernistas en Los detectives salvajes. Esto es lo que encontré:

Joseph Kowalski es un hombre solitario en la treintena que, de repente, durante el transcurso de una agónica noche, se encuentra rejuvenecido y "empequeñecido" hasta equipararse físicamente con un adolescente de unos dieciséis o diecisiete años. La primera consecuencia de este extraordinario acontecimiento es su vuelta al colegio, donde será tutelado por Pimko, un excéntrico profesor y donde pronto descubrirá que sus compañeros poseen unas características fuera de lo común ante las que Kowalski no sabrá muy bien cómo actuar. Será testigo de una batalla de muecas- habéis leído bien- a vida o muerte en las que los rivales encarnarán, uno a la inmadurez y su insolencia y el otro a la madurez y sus cambio inherentes: la batalla de muecas es una metáfora que induce a pensar en una violación, un episodio despiadado, contado con un gran sentido del humor llegando a altísimas cotas de lo absurdo. Interrumpiendo esta cruenta batalla, de la que se escindirán consecuencias, Pimko nos introduce a un nuevo escenario al transladar a Kowalski a un lugar nuevo habitado por otros jóvenes entre los que se encuentra a Zutka, la Colegiala, una bella joven con la que Kowalski redescubrirá el amor y la pasión- una pequeña advertencia es de rigor- los capítulos pertenecientes a esta parte, a pesar de tratar el tema del corazón, presenta situaciones tan absurdas y surrealistas como el anterior, tónica recurrente, además, en todo el libro. La tercera parte se centra en la búsqueda del hombre común, por lo tanto es de contenido muy existencial, Kowalski y su compañero Polilla, huirán para buscarlo y acabarán rescatados de todos sus contratiempos por la tía de Kowalski, que entre otras cosas, no reparará en el cambio de aspecto de su sobrino.

Existencialismo, amor, el verdadero yo, el retrato de la sociedad de la época, los cambios consustanciales con la llegada de la madurez y el abandono de la niñes y de la adolescencia, filosofía pura, eso sí, con un gran sentido del humor y aún hay más: el libro presenta dos interrupciones, puntos de vista del propio autor, que nos ofrece sus cavilaciones sobre dos temas ajenos a la trama: en la primera, Filifor forrado de niño, el autor medita y ataca sin piedad a la mediocridad en el arte con un incisivo énfasis en las obras literarias; al leerlo nos damos cuenta de que esta crítica sigue vigente; y Filimor forrado de niño en la que ataca a las obras maestras , a la pretenciosidad y al supuesto carácter del escritor que produce obras de este calibre. Un cita llamativa, autocrítica y genial podría ser:

"¡Genial! He escrito una obra estúpida pero no he firmado un contrato con nadie que me obligue a escribir algo únicamente sabio y perfecto. Le di alas a mi estupidez y aquí estoy... renacido."

Witold Gombrowicz (1904-1969)
Tuve la suerte de disfrutar de una maravillosa edición con un prólogo escrito por Susan Sontag en el que la escritora mostraba su satisfacción por haber podido leer una traducción de calidad. No ha sido siempre así, la obra era intraducible por la cantidad de neologismos y vocabulario propio que presenta, que el lector adoptará y hará suyo y que es imprescindible para la comprensión de la obra, (un ejemplo son algunas partes del cuerpo, mencionadas siempre bajo  términos a priori incomprensibles) y por el personalísimo estilo al usar el lenguaje y los juegos de palabras.

Leed Ferdydurke, lo recomiendo sin vacilaciones, penetrad en ese caos, en esa maraña que se va desliando hasta acogeros en un viaje en algo parecido a un espectáculo circense de payasos, con lágrimas absurdas, con risas absurdas, cargado de reflexiones profundas que en apariencia no son tomadas en serio ni por el propio autor, a medio camino siempre entre lo surrealista y lo cómico, que confluyen en el asombro y las risas que el libro provocará desde la primera frase hasta la última, que  os puedo garantizar que no olvidaréis jamás.