"¿Quién
había sido el ahorcador? ¿Y para qué? ¿Cuál podía ser la causa? pensaba
yo confusamente en medio de aquella vegetación que se excedía en miles
de combinaciones; por otra parte estaba el fatigoso viaje en tren,la
noche llena de ruidos ferroviarios,el sueño, el aire, el sol, la marcha
con Fuks, mi madre, Kasia, el conflicto provocado por aquella carta, mi
frialdad hacia Roman, mi padre,incluso los problemas de Fuks con el
director de su oficina (problemas de los que me había hablado), las
huellas dejadas por las ruedas, los terrones, los zapatos, pantalones,
piedras, hojas, todo se concentraba de golpe en ese gorrión, como una
muchedumbre arrodillada. Y él reinaba en su total excentricidad...
Reinaba en aquel sitio"
"Precisamente.
Si la vara no ha cambiado de posición, entonces, de cualquier manera,
no importa, el asunto carece de trascendencia. Pero si alguien la movió,
lo hizo para señalarnos el cuarto de Katasia... Alguien,¿te das
cuenta?, alguien que debido a lo que dije anoche a la hora de la cena
sobre el palito y el hilo advirtió que ya estábamos sobre la pista"
Suena a thriller ¿verdad? O a novela negra pero eso es sólo un reflejo. Se trata de un Gombrowicz, sí, un libro del mismo autor de Ferdydurke y con esta información basta para saber a qué atenernos en el momento de enfrentarse a la obra: una exploración de la psique humana llevando la trama al límite de lo absurdo, al terreno de lo insólito, a los recovecos al que solo la paranoia creada por la mente es capaz de llegar.
La trama es sencilla. Witold y Fuks, cada uno por razones diferentes, deciden darse un respiro de la rutina a la que están sometidos. Para ello se alejan de sus respectivos hogares y se encaminan a la campiña. Ya, desde el principio y justo antes de llegar a su destino, un tipo de pensión regentada por una extraña familia, descubren dos hechos que llaman poderosamente su atención: un palo colgado de un alambre y un gorrión sin vida colgado de la misma manera.
A la llegada a la pensión conocerán a los miembros de la familia: a un matrimonio, a su hija Lena y a su esposo y a una sobrina, Katasia, que por causa de un accidente tiene una deformidad en la boca. Es aquí donde empiezan los símbolos: las bocas. Witold imagina las bocas de las dos jóvenes uniéndose causando la visión en él una suerte de asombro y atracción instigadores que lo obsesionan; manos, Witold observará las manos de la bellísima Lena, de la que se enamora y las de su esposo y a partir de ellas tratará de hacerse un retrato de sus personalidades y de su vida íntima. Siguen los hechos insólitos, líneas en el techo que parecen apuntar a un culpable, la muerte de un gato a manos de uno de los protagonistas y el ahorcamiento de uno de los personajes. Todos intentarán reolver los misterios, todos se mirarán de soslayo. Lo más destacable del libro es que Gombrowicz, aún haciéndonos testigos en primera fila de lo que va ocurriendo nos transfiere el mismo estado paranoico que se apodera de los personajes. En mi caso, la gradación de inerte a humano que aparece de forma repetitiva y secuencial: palito>gorrión>gato>humano me mantuvo inquieto gran parte de la novela. La mala noticia es que Gombrowicz no desvela todos los misterios, la buena es que no importa que no lo haga.
La novela sigue las pautas habituales en la obra del autor: juegos de palabras, inventa o latiniza términos de manera absurda para esperpentizar a alguno de sus personajes, crea vocablos, notablemente "berg" y sus variantes, que poco a poco van tomando significado a medida que vamos avanzando, existe la usual preocupación por la búsqueda de significado frecuente en gran parte de la literatura modernista, aunque en este caso, casi aceptando la imposibilidad de abarcar el todo en conceptos, no queda más salida que lo absurdo.
Gombrowicz es un escritor profundamente metafísico, el origen y principios fundamentales de la realidad son una de sus mayores inquietudes. Si bien se sirve de lo absurdo o ridículo para explorarla, el sustrato de su inquietud sigue siendo el núcleo temático, lo vanguardista es sin duda la forma en que lo hace; una novela que muestra resultados y no indicios, en la que la búsqueda de pruebas crea un estado pananoico en los personajes y en el lector que no cesan de preguntarse ¿quién? ¿qué? ¿cómo? y ¿por qué?, misterios irresolubles que, a fin de cuentas, y tras la lectura del conjunto, dejan de tener importancia, son una mera excusa para la verdadera intención de la obra: trazar líneas rectas hacia los lugares más recónditos de la mente.