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lunes, 20 de octubre de 2014

Paludes, de André Gide

<<Ese día escribí para Titiro:
     "ni siquiera me siento melancólico, soy Titiro y solitario y me gustan los paisajes y los libros que no me distraen de mis pensamientos. Porque mi pensamiento es triste, es serio y cuando estoy con otros incluso sombrío. Mi pensamiento es lo que más amo de todo y es porque cuando lo atravieso busco sobre todo llanuras, estanques sin sonrisa, landas. Lo atravieso despacio" >>
"Cuando un filósofo responde, ya no comprendemos  en absoluto lo que habíamos preguntado"

"La percepción comienza en el cambio de sensación"

"La aceptación del mal lo agrava, señores- se convierte en un vicio que empieza a deleitarnos"


Cierto es que el primer acercamiento a Gide con El inmoralista y con La Sinfonía Pastoral no estuvo a la altura de mis muy, lo confieso, altas expectativas. No sé muy bien qué me llevó a la lectura de Paludes, las sinopsis que encontraba hablaban sobre todo de una historia relacionada con el Titiro de las Bucólicas de Virgilio, lo cual es cierto pero hay mucho más en este librito, segundo en la bibliografía del autor, que referencias intelectuales que pueden parecer a priori densas o signos inequivocos de rasgos de estilo pretenciosos.

El protagonista del libro es un escritor sin nombre en plena creación de una suerte de diario, Paludes,  que narra "la historia de un soltero que vive en una torre de la que no sale nunca" Poco más hace nuestro protagonista, además de reunirse con Angèle, que no ve sentido a la obra del escritor y relacionarse con la élite literaria del París de finales del siglo XIX.

Hay por lo tanto un fuerte contraste entre la contemplación bucólica del Titiro que habita la torre en la obra del escritor y sus encuentros mundanos con los intelectuales de la época. El escritor se bifurca, se vierte en reflexiones e ideas en su libro a la vez que intenta vincularse al entorno que por su posición le corresponde.

No ocurre demasiado más. La acción es casi inexistente porque esta antítesis representada en el escritor, el mundo frente a su obra, sirve de brillante sátira sobre las convenciones sociales y el mundo interior de quien, arrastrado por la ataraxia social, sigue escribiendo por tener algo que hacer, por crearse un propio mundo del que él mismo tiene las riendas, por alejarse de lo que se espera de él con una determinación   que ni siquiera las duras críticas de Angèle lograrán quebrantar.

Monólogos interiores, diálogos que rozan lo cómico... una novela de contrastes escrita durante un periodo en el que Gide pasaba por una época depresiva. Parece como si el propio Gide intentara refugiarse en su escritor creado que a su vez se refugia en su torre, en su soledad, apartado de lo mundano.

 Gide llega a la profundidad existencial mediante reflexiones que oscilan desde líneas narrativas que disertan sobre la insignificancia de la vida, las relaciones humanas o incluso la infidelidad entremezclando el tono introspectivo con diálogos de un humor agudo. Los diálogos entre Angèle y el protagonista en los que suele resurgir el pragmatismo inconsciente de Angèle, que el escritor no llega del todo a comprender, son el mejor ejemplo.

Una novela corta, muy corta pero con mucho jugo, diferente a las otras dos que he leído del autor y que recomiendo muy encarecidamente por su originalidad.


lunes, 16 de septiembre de 2013

El inmoralista, de André Gide

"Para el que ha sido tocado por las alas de la muerte, lo que parecía importante, deja de serlo. Otras cosas que no parecían importantes o que ni tan siquiera sabíamos que existian lo son ya. El cúmulo sobre nuestro espíritu de todo el conocimiento adquirido se agrieta como el maquillaje y va dejandover la propia carne, el ser auténtico que permanecía escondido

Fue, desde entonces este ser el que intenté descubrir: el ser auténtico, el viejo hombre del que nada querían los Evangelios, el que todo, todo lo que hay a mi alrededor: libros, maestros, padres y yo mismo hemos intentado suprimir. Me parecía ya, debido a las enmiendas, más gastado y difícil de descubrir aunque al mismo tiempo más útil y valeroso. Desprecié desde ese momento a ese ser secundario, aprendido, que la instrucción había diseñado. Tenía que sacudirme las enmiendas"

El inmoralista  es la historia de la reincorporación a la vida de Michel, nacido en una familia de clase alta y lanzado en la infancia y juventud a un letargo arraigado en  las convenciones de la vida académica y rigor de conducta social burguesa . Para ser más exacto quizás cabría  designar la historia como un relato de metamorfosis propiciado por una experiencia desencadenante que tambalea las prioridades de la vida. Michel, un intelectual entregado plenamente al estudio y afectado de tuberculosis se cura subitamente durante una estancia en Túnez con su esposa. La curación supone una nueva percepción de la vida que se basa en despreciar las convenciones intelectuales anquilosadas desde la infancia para abrirse a una etapa en la que primará lo hedonista sobre lo espiritual o docto. Michel conocerá a varios jóvenes, uno en especial, Moktir, será fuente de su fascinación por la juventud y la belleza insinuando ciertas preferencias sexuales del protagonista. Así, Michel se irá recuperando y tomando conciencia de su salud, fuerza física y virilidad enorgulleciéndose de ella  hasta el narcisismo y adoptando una nueva actitud ante la vida que sorprenderá a quien siempre había conocido a Michel como un ser débil recluido en el estudio.

La novela se sitúa en Túnez a la vez que en varias ciudades europeas, hecho que ha propiciado que varios consideren que el subtexto hace referencia al Imperialismo y a sus consecuencias sociales en Europa en comparación con el modo de vida más disoluto y epicúreo del Norte de África. La línea central muestra a Michel recorriendo ciudades, tratando de encontrar su sitio partiendo de un nuevo modo de vida impulsado por un vitalismo recién descubierto que lo llevará a tomar decisiones arriesgadas, a exponerse más a lo mundanal casi reclamando su derecho a disfrutar de los placeres materiales y considerando su propio cuerpo como el instrumento perfecto para conseguirlo sin saber que las consecuencias pueden ser nefastas.

Un libro muy recomendable, no está garantizada la empatía del lector con el protagonista y Gide hace bien previniéndonos con el título dado al libro. Ciertas insinuaciones pueden parecer algo fuera de lugar, gratuitas o innecesarias así como ciertos aspectos sobre la estancia del personaje en una granja de su propiedad en Normandía  en su tentativa de hacerla productiva y explotarla. No obstante, es un muy buen libro del que, a partir de la metamorfosis acaecida al protagonista reflexionaremos sobre los instintos de la naturaleza humana, la reconducción a la que nos someten las normas sociales y, de manera particular, sobre la fluctuación del código moral y la lucha que deriva del propio frente al impuesto por los valores preestablecidos.