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lunes, 13 de agosto de 2012

Solaris, de Stanisław Lem

"Donde no hay hombres no puede haber metas accesibles a los hombres"

Me gustaría empezar esta reseña en un tono reivindicativo, no en defensa de las novelas de ciencia-ficción como género sino más bien en defensa de algunas que usan este contexto literario como base de una sólida carga de planteamientos filosóficos trascendentales. Ejemplos de este tipo de obras de las que he disfrutado este año son Solaris, algunas novelas de H.P. Lovecraft y en una vertiente totalmente opuesta las novelas de Kurt Vonnegut, mucho más sarcástico aunque con similares inquietudes existenciales.

La acción de Solaris se desarrolla en otro planeta, tiene un tono futurista, presenta la creación de un mundo que no encaja con nuestra realidad y lo que acontece escapa de nuestra lógica, sin embargo, si leemos y estamos dispuestos a llegar más allá comprobaremos que el fondo temático de la obra es pura filosofía existencialista que nos hará plantearnos muchas preguntas a las que no sabremos siempre responder.



Kris Kelvin, psicólogo, llega a la estación de Solaris, levantada en el planeta del mismo nombre. Pronto comprobará que el comportamiento de la tripulación es coherente con los temores que habían propiciado enviar un psicólogo a Solaris: uno de los miembros de la tripulación presenta una conducta excéntrica y temerosa, otro de ellos está enclaustrado en una habitación de la base y no mantiene contacto con nadie y más tarde Kelvin descubrirá que el tercer miembro se ha suicidado. Pronto Kelvin entrará en contacto con los visitantes, seres que no deberían habitar la estación y sobre los que el resto de la tripulación se niega a hablar en un principio hasta que aparece un antiguo amor de Kelvin, una joven que había cometido suicidio en la tierra y que, como el resto de visitantes, presenta una serie de características sobrenaturales, la principal, son indestructibles.
El océano rojo en la adaptación cinematográfica de Tarkovsky

El otro gran protagonista de la novela es el océano, objeto de las investigaciones de la tripulación. Creen que es un ente con vida, que se manifiesta e interactúa con los humanos y del que sospechan que es capaz de influir en su mente, incluso creando a los visitantes. Una parte de la obra nos presenta a Kelvin haciéndonos partícipes de sus investigaciones y conclusiones y describiéndonos el comportamiento de este océano con el que intentan comunicarse y al que no llegan nunca a comprender del todo. En una atmósfera tóxica y encerrados en las paredes de la base, los protagonistas se enfrentan al océano.

Entre los temas de reflexión filosófica que aparecen cabe destacar varios: la identidad humana contrapuesta a un ser acuoso que presenta inteligencia, voluntad, procesos fisiológicos y psicológicos. La frontera entre lo que percibimos como humano y lo que no parece borrosa a pesar de las múltiples diferencias de forma. El océano no parece interactuar con los humanos, parece no percibir ni tan siquiera su presencia ni detectar su inteligencia. Otro punto clave lo trae a colación las reflexiones sobre cómo nuestras acciones pueden repercutir en consecuencias futuras aunque no lo creamos, aunque seamos totalmente inconsciente de nuestros actos. También aparece el concepto de las ideas preconcebidas y de cómo, si queremos avanzar, a veces debemos dejarlas de lado.

Asimetriada, una mimoide o
representación del océano.

Es importante leer con atención los capítulos
Simetriada
en los que Kelvin nos describe las
características del planeta iluminado por dos soles, uno azul y otro rojo y que dan color al océano - y más específicamente del comportamiento de la masa acuosa, que sufre transformaciones en su superficie que ayudan a comprender el ambiente diferente en el que se desarrolla la trama. A ambos lados podemos observar dos ilustraciones de estos fenómenos diseñadas por el dibujante y grafista Dominique Signoret.


Stanisław Lem
Justo después de leer la novela intenté hacerme con una versión cinematográfica, me fue imposible aunque estoy en proceso de conseguir la versión de Tarkovsky (1972) . Tuve que conformarme con la de Steven Sodenbergh (2002), protagonizada por George Clooney. No iba con muchas expectativas así que no puedo decir que el film me decepcionara, sin embargo, creo que incide demasiado en la relación entre Kelvin y su amor reaparecido y menos en el contenido filosófico del libro. Hay diferencias sustanciales como las características del océano y su representación, lo que me lleva a recomendar siempre la lectura del libro antes de ver la película e incluso prescindir de esta última. Espero tener más suerte con la versión de Tarkovsky.