Finalicé mi periodo de relecturas de 2012 con La senda del perdedor, de Charles Bukowski, que leí hace años justo después de terminar Factotum, del mismo autor, con impresiones similares, quizás menos impresionado que en la época de la primera lectura pero casi con el mismo sabor de boca.
"El problema era tener que seguir eligiendo entre un mal y otro y daba igual lo que eligieras te iban cercenando a pedazos hasta que no quedaba ya nada. A los 25 todo el mundo estaba acabado. Una jodida nación entera de gilipollas conduciendo coches, comiendo, teniendo bebés, haciéndolo todo del peor modo posible como votar por el candidato presidencial que más les recuerda a ellos mismos"
Irreverente, directo y sin ningún tipo de interés por embellecer la prosa, Charles Bukowski nos presenta a Hank Chinaski, personaje recurrente en sus novelas y álter ego del autor con el que alcanza cotas de similitud evidentes. Bukowski y su obra se consideran por muchos máximo exponente del Realismo Sucio, no encontraremos metáforas ni proezas artísticas y la narrativa se verá reducida a la más pura expresión minimalista.
La novela narra la vida de Hank Chinaski y su paso a la edad adulta a través de una pubertad conflictiva. Nacido en Alemania, se instala con sus padres en California en un barrio pobre y desarrolla, inicialmente, un interés por los deportes frustrado por las exigencias de su padre, que lo obliga a realizar trabajos caseros imponiendo una moralidad y disciplina de la cual él mismono sirve como ejemplo representativo: el señor Chinaski pierde su trabajo y finge que aún lo conserva abandonando el hogar todos los días por la mañana y volviendo por la noche para evitar el qué dirán además de pagar sus frustraciones con su hijo dándole palizas injustificadas e interponiéndose en sus planes. Pronto Hank Chinaski desarrollará una personalidad conflictiva, sarcástica y nihilista y se sentirá alienado por lo que acontece a su alrededor. Será un joven problemático que tratará de imponerse usando los puños y la violencia física tanto en los deportes como con compañeros de colegio e instituto, nunca confiando plenamente en sus capacidades y con un obsesivo interés por el sexo y el alcohol. Es fácil deducir que el libro destila una omnipresente dosis de testosterona casi de principio a fin que lleva a los protagonistas a participar en algunos episodios de una sordidez extrema, escenas que no se olvidarán jamás y que hacen con que muchos reduzcan el contenido y mensaje del libro a un par de anécdotas que, en el conjunto de la obra, no tienen mayor trascendencia. El carácter inadaptado de Chinaski se ve más pronunciado cuando un terrible ataque de acné le deja "la cara deformada", provocando que se sienta en inferioridad de condiciones con respecto a los jóvenes ricos y más agraciados en su relación con el sexo opuesto.
Es muy intresante como Chinaski se va cruzando con personajes, profesores, alumnos, compañeros de trabajo e incluso una enfermera y como su mente analítica conforma un retrato sobre ellos, la mayor parte de las veces negativo, salvo en una ocasión que supone, quizás, el único momento emotivo de todo el libro.
Veremos también cómo Chinaski se inicia como escritor y nos ofrece su visión sobre algunos autores americanos. Debido, en parte, a su exclusión social y a sus esfuerzos por forjarse como "un chico duro" empezará a descubrir los libros de Sherwood Anderson, D.H. Lawrence y James Thurber, a los que admirará por su estilo directo y prosa sin tapujos y que contrapondrá a escritores como Thomas Wolfe , que deshechará y atacará por su prosa más lírica y elaborada.
El contexto histórico-social también queda bien representado. Estamos en la época de la Gran Depresión y el libro culmina con el ataque japonés a la base de Pearl Harbor. Como vemos en la cita que inicia la reseña, hay una fuerte crítica social a los valores que se atribuye a la sociedad americana y a la doble moral.
Me temo que estamos ante una novela difícil de recomendar, no es apta para todos los públicos aunque , a pesar de todo, me gustaría hacerlo, recomendarla sin tapujos, proponer, quizás, a los más sensibles, que obvien los episodios más sórdidos y escabrosos y se centren en lo que el autor cuenta y denuncia aunque sin saber muy bien por qué. A veces hay que tomar las cosas como son y no intentar cambiarlas para poder afrontarlas y este podría ser un caso. Es realismo sucio y Bukowski, a través de este movimiento, logra transmitir un mensaje y lo consigue a la perfección.
La novela narra la vida de Hank Chinaski y su paso a la edad adulta a través de una pubertad conflictiva. Nacido en Alemania, se instala con sus padres en California en un barrio pobre y desarrolla, inicialmente, un interés por los deportes frustrado por las exigencias de su padre, que lo obliga a realizar trabajos caseros imponiendo una moralidad y disciplina de la cual él mismono sirve como ejemplo representativo: el señor Chinaski pierde su trabajo y finge que aún lo conserva abandonando el hogar todos los días por la mañana y volviendo por la noche para evitar el qué dirán además de pagar sus frustraciones con su hijo dándole palizas injustificadas e interponiéndose en sus planes. Pronto Hank Chinaski desarrollará una personalidad conflictiva, sarcástica y nihilista y se sentirá alienado por lo que acontece a su alrededor. Será un joven problemático que tratará de imponerse usando los puños y la violencia física tanto en los deportes como con compañeros de colegio e instituto, nunca confiando plenamente en sus capacidades y con un obsesivo interés por el sexo y el alcohol. Es fácil deducir que el libro destila una omnipresente dosis de testosterona casi de principio a fin que lleva a los protagonistas a participar en algunos episodios de una sordidez extrema, escenas que no se olvidarán jamás y que hacen con que muchos reduzcan el contenido y mensaje del libro a un par de anécdotas que, en el conjunto de la obra, no tienen mayor trascendencia. El carácter inadaptado de Chinaski se ve más pronunciado cuando un terrible ataque de acné le deja "la cara deformada", provocando que se sienta en inferioridad de condiciones con respecto a los jóvenes ricos y más agraciados en su relación con el sexo opuesto.
Es muy intresante como Chinaski se va cruzando con personajes, profesores, alumnos, compañeros de trabajo e incluso una enfermera y como su mente analítica conforma un retrato sobre ellos, la mayor parte de las veces negativo, salvo en una ocasión que supone, quizás, el único momento emotivo de todo el libro.
Veremos también cómo Chinaski se inicia como escritor y nos ofrece su visión sobre algunos autores americanos. Debido, en parte, a su exclusión social y a sus esfuerzos por forjarse como "un chico duro" empezará a descubrir los libros de Sherwood Anderson, D.H. Lawrence y James Thurber, a los que admirará por su estilo directo y prosa sin tapujos y que contrapondrá a escritores como Thomas Wolfe , que deshechará y atacará por su prosa más lírica y elaborada.
El contexto histórico-social también queda bien representado. Estamos en la época de la Gran Depresión y el libro culmina con el ataque japonés a la base de Pearl Harbor. Como vemos en la cita que inicia la reseña, hay una fuerte crítica social a los valores que se atribuye a la sociedad americana y a la doble moral.
Me temo que estamos ante una novela difícil de recomendar, no es apta para todos los públicos aunque , a pesar de todo, me gustaría hacerlo, recomendarla sin tapujos, proponer, quizás, a los más sensibles, que obvien los episodios más sórdidos y escabrosos y se centren en lo que el autor cuenta y denuncia aunque sin saber muy bien por qué. A veces hay que tomar las cosas como son y no intentar cambiarlas para poder afrontarlas y este podría ser un caso. Es realismo sucio y Bukowski, a través de este movimiento, logra transmitir un mensaje y lo consigue a la perfección.