"Aunque siempre he intentado ser agradable con todos, nunca he experimentado el sentimiento de amistad.. Solo tengo recuerdos dolorosos de algunos de mis conocidos con la excepción de mis compañeros de diversión como Horiki. Siempre he jugado con desespero el appel de payaso para zafarme de esas relaciones dolorosas consiguiendo solo agotarme al final. Incluso ahora me sorprendo si por casualidad veo por la calle el rostro de alguien a quien conozco aunque sea de vista y siento como de repente me sobrecoge un temblor violento que me produce vértigo. Sé que gusto al resto de la gente pero tengo deficiencias para sentir amor por los demás. (Debo añadir que tengo fuertes dudas con respecto a si el ser humano posee esta facultad). Casi no cabía esperar que alguien como yo pudiera tener amigos cercanos- ademas, , me faltaba el valor para hacer visistas. La puerta principal de la casa de ota gente me aterrorizaba más que la puerta del infierno de la Divina Comedia y no exagero cuando digo que podía detectar realmente detrás de la puerta la presencia de un monstruo parecido a un dragón retorciéndose con un dolor frío, húmedo y cruel."
Nacido en el seno de una familia acomodada de provincias, Yoko, el protagonista de la novela, no sabe interactuar con el resto. Desde su infancia nota que es diferente a los demás, lo asaltan las dudas existenciales y alberga un vacío que no es capaz de rellenar con nada. Para ocultar su verdadero yo se coloca una máscara de bufón que no deja transpirar las inquietudes que lo habitan. El resultado es un ser con un encanto y carisma excepcionales que hacen de él una de las más divertidas compañías, un ser que sabe hacer reír mientras se desgarra por dentro, alguien que se convierte en foco de miradas y atención pero a quien en realidad no interesa nada, alguien que se muestra jovial pero que no piensa más que en su propia muerte y en mantener su máscara para que no se filtre su propio yo.
Todo cambia cuando se muda a Tokio a seguir sus estudios. Allí conocerá a un compañero de diversión, Horiki, que será el desencadenante de la caída de Yoko. Las noches regadas de sake, la mala vida nocturna en los barrios bajos y las mujeres lo alejarán de las inquietudes artísticas de convertirse en artista que una vez tuvo. Distanciado de su familia por un incidente relacionado con su obsesión por la muerte y que tiene como resultado la muerte de una persona, Yoko empezará a experimentar dificultades económicas hundiéndose cada vez más, dejando caer la máscara, intentando sin éxito engarzarse a la vida sin nunca abandonar la idea del suicidio. Relaciones amorosas frustradas, adicciones y la incapacidad de encajar en el mundo provocarán el declive sin remisión del protagonista.
La novela es casi un testimonio fidedigno de la vida del autor, Osamu Dazai. Los paralelismos que encontramos entre él y su alter ego Yoko son casi idénticos. Dazai es precursor y cabeza principal de dos movimientos literarios predominantes en la literatura de posguerra en Japón. La literatura del yo, poco que añadir, escritos testimoniales que en este caso se entremezclan con Buhaira, o la escuela de los desencantados. El tejido de estos dos hilos estilísitcos conforman el conjunto de la obra. Una novela cruda, escrita con un estilo encomiable sobre la incapacidad de revelarse como persona ante los demás, sobre la alienación por vivir rodeado de un mundo que no se llega a comprender., en el que solo se es capaz de encajar por lo exógeno a la piel mientras el interior se desgarra a cada risa fingida.