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lunes, 15 de junio de 2015

La amante de Wittgenstein, de David Markson

Descatalogado en español

Wittgenstein, que se sepa, jamás tuvo una amante, era homosexual. El título ya, de por sí, se presenta misterioso. Solo nos queda adentrarnos en la novela aunque haya quien no encuadre el libro en esta definición, para descubrir quién puede ser. Tratado de lingúistica, Tractatus de Wittgenstein, quien haya escogido los derroteros de las Humanidades se ha topado con este críptico autor, quien haya escogido el camino de la ciencia se ha enfrentado a su lógica, los de letras también...Es todo "una manera de hablar"

Lo que sigue difícilmente puede ser una reseña, es más bien mi experiencia con una obra a la que no estoy acostumbrado pero que me ha causado un impacto tan brutal que ha roto todos mis esquemas. 

Quien lea el blog con frecuencia sabe que favorezco a los Modernistas, con ellos empecé a leer, con ellos me identifiqué y a partir de ellos me convertí en el lector que soy. El mismo Markson tiene un pasado Modernista y es perceptible en esta obra: existe una especie de monólogo interno, no un stream of consciousness al uso, existe una preocupación absoluta por el lenguaje, no para abarcar los matices de la percepción y de las sensaciones, más bien en busca de una precisión semántica lógica y rigurosa. Para ilustrarlo, dos citas como ejemplo:

"Tuve una sensación de transparencia en las palabras cuando dejan de ser palabras y se intensifican tanto que me parece que las vivo, que las predigo, como si desarrollaran lo que ya estoy sintiendo. Nadie puede entender la sensación que tuve en la cálida hierba, la sensación de que la poesía se estaba haciendo realidad" (Virginia Woolf )









 "En una ocasión, Turner se hizo atar al mástil del barco durante una tormenta furiosa para poder pintarla luego. Obviamente, no es la tormenta propiamente dicho lo que Turner quería pintar sino la representación de la tormenta. El lenguaje es con frecuencia así de impreciso, eso he descubierto" (David Markson, en La amante de Wittgenstein)




Toda la sobrexposición al Modernismo me ha hecho interesarme por el estímulo y la percepción, por cómo lo recibimos y transformamos, disfruto pensando que somos materia permeable atravesada por las sensaciones que quedan atrapadas en los poros por los sentidos. Woolf lo explica bien, la sensación que tuvo al tacto de la cálida hierba (estímulo) se convierte en poesía (interiorización, percepción y resultado cognitivo)

La amante de Wittgenstein es Kate, una mujer convencida de que es la única superviviente en el mundo, tiene la impresión de vivir sola . Un día se sienta ante una máquina de escribir y empieza a mecanografiar un texto, la novela en cuestión, a partir de lo que encuentra en los confines de su mente. Referencias literarias, experiencias vividas, es una mujer madura que ha viajado por el mundo y los límites de su mente abarcan quilómetros y décadas pero, al no explorar lo exógeno y por vasto que sea el territorio de su mente existen límites. Kate escribirá sobre personajes históricos, pintores, artistas, filósofos, escribirá sobre curiosidades que conoce sobre ellos en una serie de epígrafes culturales que se repiten, si estamos encerrados es difícil no volver al mismo punto. A medida que va escribiendo se va preguntando si ya ha hablado de ciertos hechos con anterioridad, si ya ha mencionado cierta experiencia, toda su cognicición es generada por su propia mente, surge de la cultura, del saber y no de la percepción de un estímulo externo. Es este el punto que me parece absolutamente brillante además de rompedor.

Se trata de una especie de solipsismo llevado a extremos, el mundo de Kate existe solo en su mente. La precisión lingüistica, la memoria y de manera aparentemente tangencial aunque con una contundencia vehemente, la soledad, son los temas que se exploran en el libro.

El modo en que funciona la mente de Kate se ve bien en el párrafo elegido, hay contradicciones en su discurso, fallos de memoria, confusión de hechos que hacen al lector sonreír y casi querer gritarle a Kate que se equivoca. ¿Quién se ató también a un mástil? Kate parece no recordarlo y Markson la hace divagar creando en el lector las ganas de gritárselo pero Kate no nos escucharía: no hay nadie a su alrededor, está sola. La precisión que busca en el lenguaje (pintar una tormenta o la representación de la tormenta) es recurrente durante todo el texto siendo a veces reveladora y a veces casi paródica.

El libro mantiene la misma estructura de principio a fin, solo al final, en un giro brillante, parece que percibimos un destello pero es solo una ilusión, el sentimiento de soledad se acrecienta, se manifiesta e invade al lector. Es la amante de Wittgenstein, todo lo no rigurosamente lógico al ser expresado es solo una "manera de hablar", volverá sobre sus palabras para buscar el rigor semántico absoluto. Es el Tractatus hecho accesible.

Descatalogada en España, se trata de una obra maestra que me ha producido un fortísimo impacto. Acostumbrado a la interpretación de estímulos creí no ser capaz de conectar con un discurso cognitivo generado desde una mente cerrada herméticamente a lo externo, aún así, creo haber conseguido, siendo el lector que soy, interpretar lo que subyace. Contra todo pronóstico, el libro se ha convertido en todo un referente.