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lunes, 17 de marzo de 2014

Conocimiento del infierno, de António Lobo Antunes.

"Los psiquiatras son locos sin gracia, repitió, payasos ricos que tiranizan a los payasos pobres de los pacientes con bofetadas de psicoterapia y pastillas, payasos ricos rebozados en el tonto orgullo de los policías, del orgullo sin la generosidad ni la nobleza de los policías, de los dueños de las cabezas ajenas, de los etiquetadores de sentimientos de los demás: es un obcecado, un fóbico, un fálico, un inmaduro, un psicópata: clasifican, rotulan, investigan, remueven, no entienden , se asustan de no entender y sueltan de las encías en descomposición, de las lenguas sucias de coágulos y costras, [...] sentencias definitivas y ridículas. El Infierno, pensó, son los tratados de psiquiatría, el infierno es la invención de la locura por los médicos, el infierno es esta estupidez de comprimidos, esta incapacidad de amar, esta ausencia de esperanza, esta pulsera japonesa de exorcizar el reumatismo del alma con una cápsula por la noche, una ampolla bebible en el desayuno y la incomprensión de fuera para adentro de la amargura y del delirio."

Conocer el infierno a partir de tres viajes simultáneos, como si fueran caminos, líneas con una convergencia tan leve que casi resultan a la vista paralelas pero que por no serlo terminan confluyendo en un punto a un día de distancia. Tres carreteras, la primera simboliza el desplazamiento físico, del sur de Portugal a Lisboa, la segunda, un recorrido por la memoria histórica extraído de los recuerdos de las propias vivencias del autor, desde el retrato de la sociedad portuguesa hasta las experiencias del autor en Angola durante la guerra de Independencia; la tercera, la ruta más dolorosa,  un viaje hacia dentro de su ser, de descubrimiento, exponiendo las propias  flaquezas al mundo, tres carreteras que desembocan en un solo destino: el sentimiento de desencanto y de hastío existencial.

Como en los dos libros anteriores, Memoria de elefante y En el culo del mundo, una narración en tercera persona desambiguadora, un "yo" extirpado del cuerpo y situado como testigo ocular de la propia existencia toma la voz del relato dando coherencia y ahondando en el camino vital que empieza en los dos primeros libros y que culmina en este título que cierra la trilogía.

De fuerte contenido autobiográfico, el texto, escrito en un lirismo fluctuante que va desde la poesía en prosa más elevada hasta el uso de metáforas más crudas y realistas, revela un cinismo, un desespero e incluso cierta dosis de rencor que desemboca en una amargura latente y finalmente reconocida y encarada para darle voz casi como método terapéutico de choque. Se trata de un monólogo interno, un flujo de conciencia desesperado, asaltado y avivado por el recuerdo de las experiencias del pasado del autor  durante el conflicto de Angola y presentes, ante los enfermos que deambulan por el hospital psiquiátrico en el que trabaja, con los que llega a equipararse por su estado vital y por la poca perspectiva de cura.

Y se suman otras secuencias de recuerdos:  un matrimonio fallido,  lo que fue la vida durante la niñez, durante las primeras experiencias amorosas, la percepción de la vida antes de la toma de conciencia de la realidad del mundo...  Recomendable, sin vacilaciones, la trilogía al completo.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Aprender a rezar en la era de la técnica, de Gonçalo M. Tavares

"La enfermera sorprendida preguntó al doctor Lenz si quería otro bisturí, uno con la punta fina y Lenz respondió: No, no, no. Sí, sí, si. Digamos que la artesanía orgánica, la más básica de las artesanías lo llenaban con frecuencia de entusiasmo. Lenz sabía que las bombas o la metralla- en breve, todas las piezas de metal que se adentran en nuestros cuerpos-sólo buscan lo que cualquier criatura viva: un refugio, un hogar definitivo, un lugar donde se les pueda dejar tranquilos, donde sentirse seguros"

En el libro que cierra la tetralogía El Reino, Gonçalo M. Tavares nos vuelve a sumergir en una ciudad indefinida- poco importa cual- la misma en la que cobran vida las tramas de los tres libros anteriores. En esta ocasión, la acción gira en torno a Lenz Buchmann, un reputado y eficiente cirujano que dejará la medicina para adentrarse en el mundo de la política, movido por una ambición desmedida. Hasta aquí no parece ser una historia poco convencional si no es porque desde el principio presenciamos un análisis exhaustivo del protagonista a medida que va ascendiendo para luego decaer ante lo inexorable.

Lenz Buchmann es "el lobo"  con respecto a su hermano Albert, "el perro" ,atendiendo a la denominación que su padre les dio para diferenciarlos y resaltar sus características intrínsecas. Lenz Buchmann no tiene reparos, es un ser absolutamente immoral al que nada parece poder detener en su empeño. Se siente un ser superior que está por encima del resto, por encima del bien y del mal e incapaz de crear vínculos con los demás. Un individuo que se autoexcluye del resto y que se eleva a un plano superior desde el que juega como un niño con juguetes: hace y deshace a su antojo.

Buchmann cirujano 

"No lo irritaba ser considerado competente pero sí que esa competencia fuese confundida con una cierta bondad, sentimiento que despreciaba por completo"

Como es habitual en la obra de Tavares, ciertos binomios se repiten para sustentar la base de la trama: individuo frente a la sociedad, vida frente a la muerte, naturaleza frente a la tecnología, religión frente a ciencia... y en esta línea se suceden las reflexiones de Buchmann. Un ser que siente su poder absoluto ante la mesa de operaciones, que reflexiona sobre su propio poder cuando empuña el bisturí y que no siente ningún tipo de emoción ante el paciente que está tratando, desprecia la debilidad, la enfermedad y  considera la compasión como "una herramienta inútil para la existencia"

Buchmann político

"El perro nunca podrá proteger al lobo porque no tiene fuerza para ello y el lobo nunca protegerá al perro porque no está en su naturaleza"

Buchmann sólo siente aprecio por su padre, un militar retirado que se quita la vida ante el sufrimiento y al que considera un modelo a seguir. Pronto Buchmann se sentirá hastiado de su carrera en la medicina y entrará en el mundo de la política. Veremos aquí las estrategias que sigue para manipular a la población a su favor y para corromper lo hasta ahora impoluto. Buchmann parece seguir adelante arrasando lo que encuentra a su paso obviando unos dolores de cabeza persistentes que podrían suponer el principio del último camino a recorrer "a largas zancadas"

Buchmann es un personaje drástico aunque a la vez muy real. Sirviéndose de él, Tavares vuelve a iniciar un juego de espejos en el que disocia los dos lados de la naturaleza humana adentrándose en el más oscuro, encontramos un abismo al que nos impresiona asomarnos, un reflejo del lado que conscientemente rechazamos de nosotros mismos y es el no sucumbir ante ese acto consciente lo que nos diferencia de Buchmann. Sin embargo, si miramos alrededor. si miramos dentro de nosotros mismos caeremos en la cuenta de que ese lado no nos es del todo extraño, nos aterra profundizar en él, nos servimos de los diques de moral y de ética para que no nos anegue aunque existe como realidad subyacente y Tavares tiene menos miedo a afrontarla.

Recomendar la novela es complicado, es una auténtica obra maestra pero se lee a borbotones. Nos vamos dejando llevar por el fluir oscuro y constante frecuentemente interrumpido por situaciones, hechos que hacen que tengamos que detenernos a digerir lo que estamos leyendo, asmililarlo para luego seguir, obligándonos a aceptar lo que nos cuesta.

lunes, 15 de julio de 2013

En el culo del mundo, de António Lobo Antunes


"¿Nunca le ocurrió esto, sentir que está cerca, que va a lograr en un segundo la aspiración retrasada y eternamente perseguida a lo largo de los años, el proyecto que es, al mismo tiempo, su desespero y su esperanza, extender la mano y caer de repente de espaldas, con los dedos cerrados sobre nada, a medida que la aspiración y el proyecto se apartan tranquilamente en un pequeño trote de indiferencia, sin tan siquiera mirarla? Pero puede que usted no conozca esa especie horrorosa de derrota, quizás la metafísica constituya apenas para usted una molestia tan pasajera como una comezón tan efímera, quizás la habite la jubilosa levedad de los botes anclados, balanceándose despacio en una cadencia autónoma de cunas. Una de las cosas que me encanta de usted, permítame que se lo afirme, es la inocencia, no la inocencia inocente de los niños y de los policías, hecha de una especie de virginidad interior obtenida a costa de la credulidad o de la estupidez sino una inocencia sabia, resignada, casi vegetal, diría, de los que esperan de los demás y de sí mismos lo mismo que usted y yo, aquí sentados, esperamos del empleado que se dirige hacia nosotros llamado por mi brazo en el airede buen alumno crónico: una vaga atención distraída y el absoluto desdén por la delgada propina de nuestra gratitud.

La voz de António Lobo Antunes tiene timbre y tesitura propios. Un monólogo interno fragmentado, roto en pedazos sin recomponer, expulsados y superpuestos en la voz de un álter ego que roza el nihilismo en un relato desesperado, testimonio de veintisiete meses expatriado en una guerra sin sentido que le provoca un fuerte vacío existencial. La Juventudes Portuguesas adoctrinadas a adoptar un orgullo nacional sin base definitoria más allá de la preservación de las colonias en África, una burguesía almidonada que se reúne en salones con pianos de cola mudos que sirven de soporte a candelabros para discutir sobre las glorias de Salazar, una sociedad ajena indiferente a las desgracias presenciadas en la guerra de Ángola y  que aún retumban en la cabeza del protagonista son algunas de las bases en la que se sustenta el marco contextual de la obra.

El relato de los horrores de la guerra durante la conversación a un tú en un principio indefinido se ve intercalado por las experiencias del protagonista en Lisboa, desde su infancia hasta antes de partir y a su vuelta evidenciando una evolución en los sentimientos del autor que abarcan desde la infancia hasta el presente pasando de un tono nostálgico a un tono irónico que llega a ridiculizar al dictador portugués y culminando en párrafos en los que los sentimientos de soledad y aislamiento son preponderantes El autor se sirve de metáforas, en su mayor parte, referencias al mundo médico, poniendo de manifiesto la formación del autor y de la libre asociación de ideas para ofrecer imágenes nítidas de las sensaciones que experimenta.

De fuerte carácter antibelicista y crítico con el régimen dictatorial el relato toca a su vez cuestiones que versan sobre la condición humana extrayendo las bases de la mera observación y dotando al texto de un carácter revelador que parte de las especificidades culturales portuguesas hacia el universalismo: una "Mae West de sacristía" es un ejemplo de imagen bicéfala culturalmente que aparece en la obra.

El libro puede ser leído y considerado como una continuación vital y psicológica de Memoria de elefante, primera novela del autor, sin embargo, el tono es en esencia distinto. El sentimiento de desencanto, de desasosiego y soledad, las experiencias vividas dotan al libro de una prosa más oscura, menos poética aunque igualmente evocadora, esta vez focalizada en impresiones: relato de experiencias bélicas en primera persona, retrato de la sociedad se dan la mano mientras alguien se vacía en gemidos de quien extiende la mano sin esperanza de que le ayuden, de quien busca consuelo en una conversación  que no será del todo oída, de quien se aferra a sus propias palabras para dejar de estar solo.

lunes, 10 de junio de 2013

Memoria de elefante, de António Lobo Antunes

"El agua de la ducha , al caer por sus hombros, se llevaba de la piel el sudor de la angustia de una desesperanza tenaz"

"[...] sentía que sus pies tocaban la oscuridad el mar, diferente de la oscuridad de la tierra por la inquietud rimada que lo agita."

"Desde el septiembre remoto del forceps que lo había expulsado de la paz de acuario uterina a la manera de quien arranca un diente sano de la comodidad de la encía"

"Te amo tanto que no sé amarte, amo tanto tu cuerpo y lo que en ti no es tu cuerpoi que no comprendo por qué nos perdemos si a cada paso te encuentro, si siempre albesarte besé más que la carne de que estás hecha, si nuestro matrimonio se consumió de juventud como otros de vejez, si después de ti mi soledad se acrecienta con tu olor, con el entusiasmo de tus proyectos y con la redondez de tus nalgas, si me sofoco con la ternura de la que no logro hablar, aquí, en este momento, amor, me despido y te llamo sabiendo que no vendrás y deseando que vengas del mismo modo que como dice Molero, un ciego espera los ojos que encargó por correo."

En Lisboa, a finales de los años 70, casi un lustro después de que la Revolución de los Claveles iniciara la integración de Portugal en un régimen democrático, un psiquiatra bate las alas y no puede volar. Siente el hastío recalcitrante y agotador de un trabajo que no le reporta ningún tipo de satisfacción y se ha separado de su esposa a la que sigue amando y de la que el recuerdo omnipresente  nubla la clarividencia de sus pensamientos día a día sumiéndolo en un estado de desespero pasivo, en un lamento vehemente y resignado que no le permite actuar.

El miedo a la acción no se manifiesta solamente en su incapacidad para recuperar un amor perdido; el psiquiatra experimenta pulsiones literarias que no se siente capaz de plasmar en papel por el miedo al fracaso, por el miedo a agotar la última esperanza de salvación que puede vislumbrar porque, una vez ésta agotada, no quedará más que la decepción irreparable de un intento fallido, el eco resonante del último cartucho agotado. No obstante, el psiquiatra sigue amando, el psiquiatra ve poesía en los momentos que llenan sus días, en las caras y actitudes de los enfermos a los que trata, en las calles y bares de Lisboa, en sus recuerdos de infancia y en el tono del cabello de sus dos hijas.

Es evidente que el psiquiatra es un alter ego del autor, António Lobo Antunes que se sirve de una especie de monólogo interno desarraigado del yo y traspuesto a una tercera persona, omnisciente, perceptiva y sensitiva como sólo el "yo" puede ser pero distanciándose para no dejarse arrastrar, para no dejarse abrasar, una especie de nostalgia del yo visto desde fuera. El discurso tomará la primera persona de manera excepcional en cartas de amor que tienen valor autónomo y dependiente del conjunto de la obra.

No existe una trama como tal, no existe una concatenación de hechos sino más bien un exabrupto, "un vómito" ,en palabras del autor, una bilis existencial que no puede ser contenida y que termina por anegar el ser manifestándose a gritos como única protesta sin llegar a la acción activa que remedie el daño, siempre anulada por el miedo. El Portugal colonial, las consecuencias del salazarismo en la sociedad portuguesa, la crítica no carente de cierto escarnio en ocasiones a ciertos estamentos sociales unidos a una prosa oscura, tortuosa, repleta de imágenes y de referencias literarias, del cine y de la música que van desde Charlie Parker hasta Fellini pasando por Dylan Thomas y especialmente por Chejov y "Las gaviotas" conforman el resto de la novela que tiene como peculiaridad estilística la relación de ciertos tipos de metáforas que se van incorporando al tono descriptivo del autor ganando en consistencia significativa: el "gas" o "lo gaseoso" y el color "amarillo" o "lo amarillento" para simbolixar lo decadente, algo que, personalmente, me ha recordado a Thomas Mann.

En esta ocasión debo advertir que no es una novela apta para todos los lectores; la prosa oscura y simbólica y a la vez personalísima del autor dota a la lectura de un ritmo pausado. Lobo Antunes es capaz de crear una imagen valiéndose de lo más prosaico y común elevándolo a la categoría de una metáfora de una belleza singular e innegable. El tono existencialista de la obra puede ser un obstáculo para los que no se sientan especialmente atraídos por este tipo de divagaciones, no hay trama de por sí. Sin embargo, los lectores más intimistas verán recompensado con creces el esfuerzo que supone adentrarse en estas páginas tan llenas de significado encontrando un monólogo expuesto de una manera tan personal que, en mi caso, han provocado que considere este libro como uno de los mejores que he leído en muchos años.


lunes, 22 de octubre de 2012

Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago

      La llegada del otoño suele trae consigo un aire de nostalgia. Un periodo que pese poner fin al verano significa el comienzo de nuevos ciclos-la rentrée- todo despierta a la frescura de los fríos vientos y de las primeras lluvias. Durante una de estas tardes nostágicas decidí repasar notas de lectura de años atrás y decidí comprobar qué estaba leyendo por esta época hace doce años. La respuesta: Ensayo sobre la ceguera de José Saramago.     

"Creo que nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven."

Un hombre que espera impaciente ante un semáforo es la primera víctima de una ceguera blanca "como un mar de leche" que se contagia por simple contacto visual con el afectado y que se expande por casi toda la población de un país sin nombre. Los personajes tampoco tienen nombre, los conocemos por una de sus características: la muchacha de las gafas de sol, el médico, la mujer del médico... Tiene ésta última un papel determinante en la novela, cuando la policía viene a llevarse a su esposo para ponerlo en cuarentena, junto al resto de la población afectada, descubrimos que ella sigue viendo y finge no hacerlo para poder acompañar a su marido al lugar donde se dirija con el resto de enfermos: "Justo en este instante, yo también he dejado de ver"

Se instalan en un asilo abandonado habilitado por el gobierno para dar cobijo a los afectados pero pronto las precarias condiciones de higiene y la falta de comida, consecuencia directa del incesante ingreso de afectados, harán que el grupo protagonista, encabezados por la mujer del médico, que conserva su vista y lo mantiene en secreto, se vea obligado a luchar por su supervivencia ante otros grupos que son capaces de los más bajos instintos por su propia supervivencia y por establecer una supremacia opresora sobre los más débiles. La novela versa sobre las relaciones que establecen los protagonistas entre ellos, no todos actúan igual ante la extraña ceguera, sobre el replanteamiento de ideas y sirve como metáfora perfecta "que plasma, critica y desenmascara a una sociedad podrida y desencajada"

Nos encontramos ante un libro dotado de un profundo pesimismo existencial que muestra un gran escepticismo social y que lleva a los personajes al límite para ponerlos a prueba cuestionándose qué pasaría si nos viéramos abocados ante una situación extrema equivalente. En el plano formal, Saramago omite algunos signos de puntuación y la división en episodios, como es común en su obra.

La obra, en mi opinión, es una de las mejores de José Saramago y la destacaría por encima de El Evangelio según Jesucristo, premio Nobel de Literatura en 1998. Por esto y por varias razones no dudaría en recomendarla siempre advirtiendo del pesimismo que desprende y de la dureza de algunos pasajes.

Mark Ruffalo y Julianne Moore en la adaptación cinematográfica
de Ensayo sobre la ceguera (1995), Blindness (2008).
Me abstendría quizás de recomendar la versión cinematográfica llevada al cine por Fernando Mirelles el 2008 y protagonizada por Mark Ruffalo en el papel del médico y por Julianne Moore en el papel de la mujer del médico. A pesar de la expectación que causó el estreno del film, la opinión de público y crítica no apoyaron la producción, que pasó sin mucha trascendencia y sin cumplir las expectativas. En mi opinión, el director tiene una visión demasiado personal y sus intenciones argumentales se alejan sustancialmente del libro, consigue, sin duda, una producción provocativa con una carencia de contenido evidente y constatable por los que hayan leído la novela.

domingo, 1 de julio de 2012

Agua, perro, caballo, cabeza, de Gonçalo M. Tavares


Portada de una edición portuguesa

"El susto que nos suspende viene de dentro"

Al empezar a escribir esta reseña, sé de antemano que no puedo ni debo extenderme demasiado ni desvelar demasiados detalles de los que conforman esta brevísima novela que apenas llega a las cien páginas. Detalles, hay una infinidad de ellos que se agrupan casi como fotogramas de una película para crear un imagen global, una sucesión de escenas que formarán las brevísimas veinticinco historias que componen el libro. Es esta una de las características principales, la habilidad del autor, a través de un lenguaje muy directo y carente de artificios, de componer una escena vívida, en la mayoría de ocasiones sórdida y que a veces roza el surrealismo.
El estilo que presenta  Gonçalo M. Tavares, (Luanda 1970) en esta novela es, por lo tanto, difícil de definir. Obtuvo el Gran premio de Cuentos de la Asociación Portuguesa de Editores "Camilo Castelo Branco" pero más que a cuentos, el lector parece enfrentarse a crónicas de noticias con toques poéticos; símiles desgarradores y muy decriptivos "...como alguien traicionado por una mujer o por la muerte de su padre" y aliteraciones en los escasos diálogos, a veces para ensalzar el tono dramático "Te lo dije. Te lo dije" y magníficas paráfrasis para describir los objetos más comunes "Mi lápiz localizador de bellezas"

La novela se centra en el lado oscuro de la naturaleza humana, provocando un sentimiento de escándalo o asombro ante lo repugnante de algunas historias. El autor parece querer ir en contra de esta reacción insinuando que así es la vida y la naturaleza humana, que los tonos oscuros son comunes a todos y forman una parte del todo. Así, los temas específicos de los relatos tratan la supremacía abusadora del fuerte contra el débil, la locura, la fealdad y la falta de inteligencia, la basura, la resignación, la frustración, el mal por el mal...

"No pongas el corazón delante de los ojos porque así no ves las cosas"
El libro trata también el tema de la felicidad "algo que no hay que buscar pero sí esperar" y deja un rayo de esperanza entre este universo oscuro porque "cada día es una hipótesis para vivir" 

Recomendaría este libro a todos los que quieran iniciarse en los libros más oscuros de Gonçalo M. Tavares, como la celebrada tetralogía El Reino, de la que yo he tenido ocasión de leer Jerusalén. Es un libro breve que cuesta leer, no por el estilo sino por cómo nos vemos enfrentados a temas de los que solemos desviar la vista aunque, en este caso, una vez comenzada la lectura es difícil parar hasta llegar al final. El contenido del libro presenta pocos pasajes agradables pero el plano de la forma es magnífico y sublime, lo que hará que el lector desenvaine su "lápiz localizador de bellezas" para anotar o subrayar citas que invitan a la reflexión sobre los lados más oscuros del alma.

Gracias a @Offuscatio de offuscatio.wordpress.com por hablarme hace unas semanas del libro que, a pesar de ser de un autor muy admirado por mí yo no conocía y a @LilVia de lilvia.blogspot.com por sus puntos de vista sobre la obra y en su reseña.




Gonçalo M. Tavares se ha convertido para muchos en un referente esencial de las letras portuguesas. José Saramago, Premio Nobel de Literatura de 1998 exclamó en una ocasión refiriéndose al joven autor portugués "No hay derecho a que escriba así con sólo 35 años. Dan ganas de pegarle"