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lunes, 9 de marzo de 2015

El libro del recuerdo, de Pétér Nádas

"Si se pudiera aprender las cosas más importantes de la vida, también se debería aprender a callarlas"

"Somos niños hasta que sentimos el ansia de traspasar la frontera y aprender"

"Nuestra propia civilización bárbara, sorprendida con el mero hecho de la creación, no respeta en absoluto la creación"

"...cederé sin reservas a la locura del momento pero solo si tú haces lo mismo, pero esta súplica física de pasión y razón, espontaneidad y cálculo, cercanía y distancia llevó nuestros cuerpos más allá del punto en el que, aferrándonos al deseo y luchando por el momento de satisfacción, buscaríamos una armonía nueva y más completa."

"... mi verdadera historia se desarrolló independientemente de mí, o mejor dicho, paralelamente a mis pequeñas aventuras"


¿Qué hace Proust en Centroeuropa? Las comparaciones de Nádas con proust me parecieron evidentes, con Mann, no tanto. Suenan los últimos coletazos del Modernismo, casi como el canto del cisne a punto de perecer, claro, rotundo, anunciando la muerte inminente, dejándose moldear por el Socialismo que cubría la geografía de la región, la mentalidad y la forma de vida. podríamos hablar de un Proust desubicado o más bien de la toma de relevo de Nádas que en esta obra desgrana la conciencia del "yo" y experimenta con ella. Existe el estado de alerta al estímulo, la introspección, el monólogo interno, la fuerte incidencia de la psicología y también la cara opuesta.

La novela se bifurca, salta en el tiempo, es imparable y pasa de la observación contemplativa a la acción más cruda y sinuosa, del análisis sensorial a lo escatológico, es el todo y su opuesto, genérica y específica al detalle, pura metaficción y esperpento.

Y decir que se bifurca es poco, capas superpuestas en dos tramas principales: una la de un joven escritor sin nombre procedente de Hungría que se ve envuelto en un triángulo amoroso cuyos otros dos vértices son una actriz decadente y un joven del que no puede apartar ni su amor ni sus instintos más primarios. Es el vértice superior de un triángulo equilátero cuando forma parte de la acción e isósceles cuando contempla desde arriba a la pareja unida por una línea equidistante.

Añadamos a esta trama la subtrama de la metaficción los episodios entremezclados de la obra del propio escritor: anhelos, fantasías sexuales, sueños de trascendencia vital, el corazón se acelera, los pálpitos reaccionan a la excitación, el personaje del escritor, su alter ego es quien el escritor no puede ser, es quien el escritor sueña ser.

Las historias se conectan, ¿qué es realidad, qué es ficción? El escritor recuerda su infancia, la admiración secreta por su padre que no siempre actuó según las normas, recuerda la actitud pasiva de su madre con un ligero desprecio que termina transformándose en indulgencia... y recuerda sobre todo a otro joven, del que conoceremos su historia completa y con el que un mero roce en los labios le supuso el despertar sexual que se irá transformando en un apetito voraz y latente al que da rienda suelta en su propia obra y que refrena cuando deja sobre el escritorio la pluma y el tintero.

Retrato social, una prosa sublime que juega con el lector a embarrarse y a embellecerse, a describir contextos políticos, pulsiones internas para caer en lo absurdo y terminar resurgiendo, impoluta, intentando dar luz a los meandros de la conciencia partiendo de la percepción y apoyando los pies en el recuerdo.