Portada de una edición en ingles. El libro está también disponible en castellano. |
El país en el que nos encontramos es la Polonia estalinista de los años 50 donde el control y la vigilancia estaban presentes de una manera opresora y en la que la población ahogaba su rutina y sus frustraciones de la vida diaria en el vodka. El libro denuncia la situación política y social de la época con un tono irónico, sarcástico y mordaz. En muy pocas páginas, la obra completa no llega a cien, y con una trama en apariencia sencilla, Marek Hłasko nos presenta a unos personajes a través de los cuales somos testigos de la vida en este país durante este periodo. Los personajes son claves, el libro está casi en su totalidad dialogado, muestran sus puntos de vista y rasgos muy específicos de su personalidad que nos ayudarán a acompañarlos por este trayecto que dura apenas unos días. Si algo tienen en común los protagonistas es el hecho de esperar un octavo día, desconocido y misterioso en el presente en el que se encuentran pero quizás más esperanzador que la realidad que les ha tocado vivir. A pesar de la dureza del contexto en el que se enmarca la novela, la lectura es a veces histriónica, hilarante y divertida. Es quizás este factor el que más me sorprendió. Es, sin duda, una de las leturas que más he disfrutado en lo que llevamos de año.
La línea temática es sencilla: Agnieszka, una joven decidida, visceral y mordaz busca por la ciudad un lugar donde poder tener su primer encuentro íntimo con Piotrek, que acaba de abandonar la prisión y que no pone mucho de su parte, haciendo que Agnieszka se desespere y decida llevar la iniciativa cansada de los fracasos varios en los que terminan los intentos y de la personalidad pasiva de Piotrek. La obra va mucho más allá: conocemos a la familia de Agnieszka, a su padre, un hombre con una musculatura hiperdesarrollada para su edad y con una fuerza física descomunal pero destrozado anímica y moralmente que anhela su octavo día particular, un domingo en el que podrá salir a pescar para abandonar el tedio diario en el que vive, una madre supuestamente moribunda, hipercrítica y permanentemente malhumorada que suele interponerse a los planes del resto de los miembros de la familia, Zawadki, un apuesto joven que vive temporalmente con ellos, con una seguridad en sí mismo abrumadora y que espera un encuentro con su novia, seguro de que jamás lo traicionaría por otro hombre y sobre todo, Grzegorz, hermano de Agnieszka que pasa sus días en bares bebiendo vodka, desilusionado por un amor que lo abandonó y por la situación social del país. Mediante Grzegorz y sus ocasionales soliloquios el autor expresa puntos de vistas muy personales sobre el amor, la política, la libertad de elección y el libre albedrío. Los personajes van interactuando a medida que Agnieszka y Pietrek van buscando un lugar para dar rienda suelta a su pasión hasta un final inesperado e imprevisible que puedo asegurar que dejará aturdido al lector que se aventure con la obra.
Marek Hłasko (1934-1969), apodado el
Jack Kerouac o el James Dean polaco,
profundamente marcado por la guerra y
por su agitada vida, características
presentes en su obra
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El esilo es directo, irónico y sarcástico especialmente en las intervenciones de Agnieszka, personaje alrededor del cual gira el resto. Las situaciones, a pesar de desarrollarse en un contexto duro y difícil, rozan a veces lo surrealista y absurdo y es inevitable reír a carcajadas.
Recomendaría este libro sin dudarlo; es un excelente testimonio de la época estalinista en Polonia, es una obra corta y muy amena y es muy personal en su composición, una lectura que marará al lector y que dejará un sabor agridulce difícil de olvidar.
Gracias a @karostra por la recomendación