" Sin esfuerzo, sin alegría- como para no detenerse en ningún sentimiento definido- apartaba la percepción y se tornaba de nuevo puro el cielo. ¿Estaría pensando profundamente (indagaba en ella una consciencia aparte. Líneas luminosas, secas y veloces trazaban su visión interior, sin sentido, escabullidas de una rendija misteriosa y entonces, fuera de su propio medio de nacimiento, débiles y tontas. Ella podía pensar en todos los sentidos; cerrando los ojos dirigía hacia dentro de su cuerpo un pensamiento de la calidad que nace desde abajo hacia arriba o de lo que recorre atravesando el campo abierto- eso no era palabra o contenido sino el propio modo de pensar orientándose.. Sería esto pensar profundamente-no tener ni tan siquiera un pensamiento que traer a la superficie"
"A veces, un deseo agudo envuelto por una ola de fresca e impulsadora felicidad, un deseo agudo de darse forma daba un pequeño grito de sorpresa en su corazón"
Ella es Virgínia, la protagonista del segundo libro de Clarice Lispector, quizás el menos comentado por ser el más críptico y sujeto a interpretaciones contradictorias. Virgínia, sucesora de la amoral Joana de Cerca del corazón salvaje y a diferencia de ésta se busca en los demás sin encontrarse. Ni tan siquiera el reflejo de su espejo le devuelve su propia imagen. En lo más íntimo de su soledad, Virgínia se encuentra a sí misma esporádicamente pero la permanente preocupación de Lispector por las limitaciones del lenguaje impiden a su personaje la expresión de su fuero interno. Virgínia se abrirá únicamente a su hermano Daniel, con el que sí logra relacionarse a pesar de la personalidad despreciable y despectiva de este con respecto a su hermana. En una serie de juegos sádicos en los que Virgínia obedece ciegamente las pautas de su hermano, Virgínia entrará en un círculo de dependencia y admiración incondicional en los que muchos ven más allá que una relación casta de hermanos y de manera reduccionista resumen el libro en una historia de incesto.
El libro va mucho más allá, trata de la batalla de Virgínia por descubrir el mundo, por aprender a vivir lejos de la granja en la que creció, arrastrando siempre la poderosa influencia que produjo en ella su hermano, amará por inercia, se forzará a abandonar el único lugar en el que se siente a salvo, su propia soledad, su fuero interno.
El estilo de la obra es el habitual "no estilo" de la autora. Largos monólogos internos, tramas carentes de acción en las que todo ocurre en el interior, Vírginia es un personaje de contrastes tan capaz de elevarse hacia una felicidad epifánica como de descender a las más bajas pulsiones tratando de encontrar un equilibrio en su interior a la vez que se siente incapacitada para sacarlo a la luz. Virgínia logra vivir en el "instante", en el "ahora" ejemplificando la constante inquietud de la autora por el tiempo. Varios personajes se unen a la trama siendo la relación o la no relación de Virgínia con estos importantes subtramas que van definiendo su psicología: los miembros de su familia, los amigos del hombre a quien "decide" amar y entre ellos uno que parece verla por dentro. Como peculiaridad intrínseca de la novela encontramos el uso de símbolos, la lámpara, un objeto que "olvida mirar" al dejar su casa para volver a la ciudad, un sombrero que aparece en las primeras páginas y cierra la narración... así como interconexiones con las demás obras de la autora la manera de Kieslowski en la trilogía Tres colores. Aspectos de la narración recordarán al lector a la mencionada Joana, de Cerca del corazón salvaje, a Martim, de La manzana en la oscuridad y especialmente a Macabea, de La hora de la estrella.
Como es habitual en la autora, es ella la que impone el ritmo de lectura y La lámpara fluye a borbotones constantes pero lentos, Lispector perfila a Virgínia y le da su peculiar forma del mismo modo que el mar por erosión modela rocas con formas singulares. No es pues, una lectura fácil aunque sí igual de gratificante que otros grandes títulos de la autora.