Mostrando entradas con la etiqueta Abril quebrado. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Abril quebrado. Mostrar todas las entradas

lunes, 23 de febrero de 2015

Abril quebrado, de Ismail Kadare

"Era solo una frase que pasaba de boca en boca y que nunca llegó a ser tragada del todo"

"Una casa albanesa es la morada de Dios y de los invitados; de Dios y de los invitados,¿comprendes? Antes de ser la casa de su propietario es la casa del invitado. El invitado, en la vida albanesa, representa una categoría suprema épica más importante que las relaciones de sangre. Se puede perdonar a quien derrama la sangre de un padre o de un hijo, pero nunca a quien derrama la sangre de un invitado."

"A decir verdad, este era uno de los pocos casos en los que ella no decía lo que pensaba. Normalmente, le dejaba saber lo que le pasaba por la mente y él nunca tomaba en cuenta cualquier palabra que a ella se le escapara y que pudiera herirlo porque ese era el precio a pagar cuando todo se decía"




Tradiciones enquistadas fuertemente en la sociedad desde hace siglos, leyes que a ojos del que mira desde territorios lejanos o que las abandonaron hace tiempo no comprenden pero que siguen formando un tramado de profunda coherencia y manera de vida para quienes viven inmersos en ella. Ismail Kadare, en su novela, nos muestra los secretos del Kanun, la ley de la sangre.

Gjorg, un joven albanés, debe cobrarse la vida de un miembro de la familia rival. Tras un intento fallido que ocasiona serios problemas a las dos familias y que son resueltos aplicando los principios de la ley, Gjorg consigue abatir al enemigo. Gozará, según la costumbre, de un periodo de tregua de veinticuatro horas extensible a un mes si la familia lo otorga durante una comida en la que ambas familias, la del asesino y la del asesinado participan. Gjorg, durante la tregua renovada, deberá dirigirse a un monasterio a pagar el tributo de la sangre, un impuesto que el que mata está obligado a pagar. Durante todo el camino, el pensamiento del joven se bifurcará en dos sentimientos: al expirar la tregua a mediados de abril  pasará de ser verdugo para convertirse en la presa y a ratos mantendrá la leve esperanza de sobrevivir o se encontrará anímicamente anulado por la resignación ante su muerte inminente.

Un matrimonio de recién casados procedente de la capital viajará a la región por la fascinación que siente él, un  joven escritor,   ante estas leyes milenarias. Se introducirán en las antiguas costumbres tomando parte de la forma de vida sirviéndose de la ley del trato al huésped. El entusiasmo aventurero de él y la indiferencia temerosa de ella crearán las primeras fisuras en la pareja, a lo que terminará de contribuir un cruce de miradas de la joven y Gjorg.

                                                                                                                                                                                                                                                              Pero el verdadero protagonista de la obra es la ley. Los personajes y situaciones son meras excusas para
presentarnos una serie de tradiciones que observamos, entre escandalizados e interesados y que Kadaré, a través de la trama y los personajes nos presenta casi en su integridad, desvelando su puesta en práctica, sus entresijos, las formas de eludirlas e incluso los vacíos que pueden ser aprovechados para esquivarla. En el centro, Gjorg y su propia vida pendiente del hilo de la tradición rodeándole el cuello a modo de soga que, a mediados de abril, puede ejecutar o condonar la condena.