"Abre los ojos y mira lo que puedes hacer con ellos antes de que se cierren para siempre"
"No se trata de valor, no tengo otra elección. Me levanto cada día y vivo mi vida. ¿No haces tú los mismo?
¿No quieres vivir antes de morirte?
"Un diamante verdadero no es nunca perfecto"
"Pero Dios es solo un ojo blanco y frío, un cuarto de luna en equilibrio sobre el humo, que pestañea y pestañea, mientras que la ciudad se va convirtiendo en polvo"
"Todo resultado tiene su causa y todo dilema su solución"
Novela de convergencias de dos vidas en un destino. A grandes rasgos, el best-seller de Anthony Doerr se resume en esto. Nada novedoso si no fuera porque el punto fuerte está en los detalles más que en la trama. Ni siquiera el contexto histórico resalta por no haber sido suficientemente explorado: la Segunda Guerra Mundial, más específicamente la ocupación alemana de Francia. Las dos vidas se desarrollan a cada lado de la frontera aunque terminarán, por la causalidad que exige la tangencia de dos líneas milimétricamente perpendiculares, el encuentro de quien nada ve y de quien todo lo oye.
Marie-Laure vive con su padre en Francia. Ha quedado ciega en su niñez y su padre hará cuanto esté en su mano para que su hija sea del todo autónoma: maquetas de la ciudad en la que vive que explorará con las manos antes de dar los primeros pasos, aprendizaje del Braille... pero tendrán que huir, los alemanes acechan, no hay tiempo y el padre, celador de un museo, tiene una misión relacionada con una misteriosa piedra que parece tener consecuencias nefastas sobre quien está en posesión de ella.
Al otro lado de la frontera, un joven genio huérfano que vive en un internado con su hermana. Werner tiene un interés particular: la radio. Pronto desmontará y ensamblará piezas llegando a convertirse en un experto que oye más de lo que se permite oír. Al ser llamado por los altos cargos nazis, todos temen por su destino. Nadie espera que acabará siendo reclutado con un cargo especial en las filas alemanas.
Marie-Laure encontrará nuevas visicitudes al llegar al lugar de destino de su huida, una casa en la que vive un excéntrico tío con el que no había tenido contacto hasta el momento que comparte la misma pasión por la radio que el joven alemán.
Será la radio el elemento catalizador de un encuentro.
Y, sin embargo, como ya apuntaba, lo que destaca en la novela son los detalles: la consecución de pasiones, los lazos insólitos que establecemos unos con los otros e incluso como quien menos esperamos ejerce una influencia sobre nuestra vida dejando huella sobre nuestro destino. Caminar a tientas, tener miedo de nuestra propia oscuridad puede no ser un obstáculo, oírlo todo, saber más puede serlo. Un encuentro propiciado por una voz que quien oye todo persigue con pasión: Julio Verne en la voz de quien nada ve y, a partir de aquí, se repelen los polos tras una breve colisión; cada uno será expelido a un extremo: el principio del fin para uno y el fin del principio para el otro.