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lunes, 22 de septiembre de 2014

En medio de ninguna parte, de J.M. Coetzee

"Soy un agujero llorando por ser completado"

"Demasiada tristeza, demasiada soledad hacen del ser humano un animal, estoy perdiendo toda perspectiva humana"

"Soy una consciencia intranquila pero soy mucho más que eso. Cuando todas las luces se apagan sonrío en la oscuridad. Mis dientes brillan aunque nadie pueda creerlo"

"DESERTA MI OFRA--ELECTAS ELEMENTARIAS--DOMINE O SCLAVA--FEMM O FILIA... MA SEMPRE HA DESIDER--LA MEDIA ENTRE--

"Me atraganto con una dieta de universales. Moriré antes de llegar a la verdad. Quiero la verdad, por supuesto, pero deseo la finalidad más incluso"






Magda vive en una granja con su padre en medio del desierto sudafricano. Los años le van cayendo encima, algo que no parece perturbar su rutina de deberes del hogar, prolongadas siestas y reflexión contemplativa a los alrededores si no fuera porque no hay nada ni nadie en quilómetros a la redonda más que los sirvientes de sus padres, sino fuera porque a veces centellea dentro de ella misma el pesar de la soledad y la alienación personal. Su padre es el baas- el amo- encarna la fuerza de carácter y la opresión que Magda encara con indiferencia sumisa dejándose arrastrar por los días sin apenas reaccionar a su entorno. Algo cambiará, de repente, algo romperá la rutina asentada desde hace años: su padre traerá al hogar a una mujer negra con la que entrablará una relación amorosa y justo ahí, en el punto medio entre la resignación absoluta y la inexistencia Magda se levantará y pasará a la acción.

Hay dos cadáveres, ¿o quizás solo uno? Heridas de bala ¿o son de hoja afilada? Críptico, como las citas elegidas, como la trama entera; no hay nada más subrepticio que los recovecos de la mente humana analizados en situaciones críticas. Magda, ya sola, tendrá que enfrentarse a sus hechos, a la carencia de dinero, a la sublevación de los sirvientes mientras objetos ¿productos de su mente? sobrevuelan la granja e intentan comunicarse con ella en una lengua que no entiende. Magda da los primeros pasos para ser la víctima convertida en verdugo de lo que la rodea y de sí misma.

Es fácil establecer paralelismos más que evidentes extrapolando la vida de Magda a la situación social sudafricana, algo recurrente en las novelas de Coetzee, es este, sin lugar a dudas, el punto de partida de la novela pero Coetzee va más allá explorando la mente humana, insinuando la locura en un lenguaje intimista, lírico, repleto de contradicciones de hechos y de palabra, de saltos en el tiempo, retrato vivo de una mente enferma que se expresa en primera persona analizando y sintiendo, luchando con la merma a su cordura en busca de una identidad, en busca de una "finalidad" más que de una "verdad. 

Muy recomendable esta segunda novela de Coetzee tanto por los temas como por la magnífica composición estilística que es: un texto repleto de acrobacias estilísitcas geniales y de un lirismo intimista y sobresaliente que actúa a base de metáforas describiendo una batalla en el fuero interno que se expande hacia una realidad social y por pura metonimia, universal.

lunes, 28 de octubre de 2013

Esperando a los bárbaros, J.M.Coetzee

"Qué esperamos agrupados en el foro?

  Hoy llegan los bárbaros.

¿Por qué inactivo está el Senado
e inmóviles los senadores no legislan?

  Porque hoy llegan los bárbaros.

¿Qué leyes votarán los senadores?

  Cuando los bárbaros lleguen darán la ley. [...]

  Porque hoy llegan los bárbaros. Nuestro emperador 
  aguarda para recibir a su jefe. Al que hará entrega
  de un largo pergamino. En él
  escritas hay muchas dignidades y títulos.[...]

¿Por qué de pronto esa inquietud
y movimiento? (Cuanta gravedad en los rostros.)
¿Por qué vacía la multitud calles y plazas,
                                                                   y sombría regresa a sus moradas?


                                                                      Porque la noche cae y no llegan los bárbaros.
                                                                      Y gente venida desde la frontera
                                                                      afirma que ya no hay bárbaros.
                                                                 
                                                                  ¿Y qué será ahora de nosotros sin bárbaros?
                                                                  Quizá ellos fueran una solución después de todo.   
                                                                                                                      (Kavafis-1904)

No hay mejor introducción a Esperando a los bárbaros del escritor sudafriano J.M. Coetzee que el poema del griego Konstantinos Kavafis del que tomó el título para su novela. Un poema críptico en gran parte porque no revela a quien va dirigido, un texto  sobre el que mucho han especulado los expertos: la teoría de Rangavís, quien lo defiende como un reflejo del anhelo egipcio por una invasión sudanesa ante la ocupación británica es la teoría más aceptada y nos sitúa en la antesala del desarrollo argumental de la novela de Coetzee.

Coetzee tampoco nos dará pistas sobre quienes son los bárbaros, ni tan siquiera nos dará un contexto histórico o una ubicación específica de donde ocurre la trama contribuyendo así a la extrapolación universalista de los hechos narrados. Si bien la acción de la novela puede tener lugar en Sudáfrica también podemos transferirla a cualquier territorio en el que la barbarie civilizada se erija como modo de vida y por extensión a ciertos patrones de pensamiento discriminante arraigados en el subconsciente colectivo que rozan si no aprueban del todo una actitud de naturalidad con la segregación o el racismo.

Un magistrado sin nombre y cercano a la vejez ha sido siempre un fiel servidor del "Imperio" ocupándose de un asentamiento fronterizo al que llegan rumores de ocupación inminente por parte de los bárbaros, habitantes indígenas de la región. El dirigente del Imperio enviará hombres para lidiar con los supuestos bárbaros. El magistrado presenciará las atrocidades cometidas contra los prisioneros de una expedición perpetrada por el Imperio, hecho que hará que se plantee la legitimidad del modo de actuar de los opresores llegando a la compasión por los oprimidos y culminando en el cuidado de una indígena, acto que será tomado, entre otros, como una rebelión contra el Imperio.

La figura del magistrado no es la de héroe al uso, se trata más exactamente de un antihéroe, un personaje obsesionado por su edad y estado físico que llega a la intimidad con la indígena aunque  teme establecer una relación sólida con ella. En la incursión del magistrado en los territorios indígenas con el fin de ayudarla a volver con los suyos caerá prisionero del Imperio que lo tratará como a un traidor. Este hecho marcará el punto de inflexión de la novela. ¿Quiénes pertenecen a una sociedad civilizada? ¿Quiénes son los bárbaros?

Una novela magnífica cargada de símbolos, el paso de las estaciones como metáfora del paso del tiempo y la decadencia del cuerpo, símbolos que aparecen con frecuencia en los sueños del magistrado y cuyo análisis necesitaría de un anexo a la reseña. Prevalecen sobre todo los temas principales, que se superponen a la trama creando una sensación de desasosiego por la toma de conciencia de una realidad universal partiendo de las consecuencias del imperialismo, ampliando el espectro fuera de las fronteras del apartheid y aplicándolo a otras situaciones a lo largo de la historia: una novela que no carece de episodios violentos, en los que la tortura y el miedo actúan como arma de doble filo tanto para quien los inflige como para quien los sufre. Los temas de la justicia, ley y civilización se van entrelazando desde el principio de la novela haciendo que el concepto claro que tenemos aparezca borroso y confuso, ciertas aseveraciones implícitas parecen formar parte del entendimiento universal y pueden sorprender por evidentes, como ejemplo: la tortura no es jamás, bajo ningún concepto, forma adecuada de aplicar la justicia, una afirmación de ética básica que muy pocos contradirían. Coetzee, provisto de los ejemplos creados para su historia nos incita a mirar alrededor y a preguntarnos qué hemos aprendido en miles de años de civilización.

lunes, 13 de mayo de 2013

Vida y época de Michael K, de J.M. Coetzee

P
"Incluso sabía el por qué: porque muchos hombres habían dicho que el tiempo para ocuparse de los jardines había pasado al menos hasta que la guerra terminase. Sin embargo, debe haber hombres que se queden atrás manteniendo vivos los jardines o al menos la idea de conservarlos porque, una vez rota la cuerda, la tierra se endurecerá y olvidará a sus hijos. Ese es el porqué"

Después de leer Desgracia, del autor sudafricano galardonado con el Premio Nobel de Literatura en el 2003 y de la impresión causada por la novela no podía postergar mucho más la lectura de otro de los libros más relevantes de Coetzee, Vida y época de Michael K, ganadora del Booker Prize en 1993. Dudaba de si una nueva incursión en la obra de escritor sudafricano me reportaría el mismo grado de satisfacción, dudas que se disiparon al superar con creces esta segunda novela las expectativas depositadas.

La historia se desarrolla durante la guerra civil sudafricana, en pleno apartheid. Un joven jardinero huérfano de padre que vive con una madre enferma e indiferente a su propio hijo por un defecto congénito,un labio leporino, tratan de sobrevivir enfrentándose a las adversas condiciones. Michael K pronto dará muestra de no ser como los demás, su personalidad ensimismada y poco dada a la interacción harán que sea tratado por todos, incluso por su madre, con cierto desprecio. Cuando las revueltas estallan en Ciudad del Cabo y la madre empeora, Michael K decide construir una calesa para transportar a su madre casi moribunda a su ciudad natal pero las trabas administrativas, el caos en los caminos y en última instancia, la muerte de la madre, impedirán la huida. Michael K, ahora solo, deberá seguir el viaje enfrentándose al peligro, sobreviviendo a la intemperie , en ocasiones privado de su libertad- su ideal motor y bien más preciado, y erigiéndo como estandarte su propia dignidad en una lucha sin acción y muda de palabras.

En un relato en tercera persona, Coetzee provoca que no empaticemos al completo con Michael K al principio; no comprendemos bien su actitud, no sabemos qué quiere, hacia adonde va ni cuales son sus metas; se oculta en una madriguera que lo cobija y extrae el alimento de la tierra, su único sustento energético proviene de las largas horas de sueño y de las hierbas que extrae de la tierra. Muy avanzada la novela, cuando un médico que lo trata de las consecuencias de inanición, toma la voz del relato empezamos a vislumbrar la oda a la libertad y a la dignidad que contiene el libro. El libre albedrío y sobretodo, la autodeterminación personal, la decisión fundamental sobre nuestra propia vida yace dentro de nosotros mismos y Michael K lo sabe bien, lo siente así desde el principio. Su propósito-incomprendido por muchos- es su única meta.

Es imposible leer la obra sin recordar una y otra vez a Kafka. Incluso parece que la inicial del apellido del protagonista sea una clara alusión al escritor praguense. Me pareció sorprendente como varios lectores apuntaban a un paralelismo directo con "El juicio", a la vez que a mí me parecían más directas las alusiones a "La metamorfosis" y a "La madriguera", sobretodo a esta última, pues el habitáculo en el que se cobija Michael K simula una especie de  útero en el que el personaje espera, ajeno al pasado y al futuro, casi en un letargo aguardando el momento de renacer y llevar  a cabo su propósito señalado en un magnífico epílogo revelador.

No puedo dejar de recomendar esta obra, para mí es una de las lecturas del año y el primer eslabón de la cadena de obras del autor que leeré durante los próximos meses.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Desgracia, de J.M Coetzee

Hace apenas unos meses y con ocasión de la lectura conjunta que se originó en el Café Literario sobre la novela de Roger Smith Diablos de Polvo, algunos compañeros nos sentimos motivados a descubrir otra vertiente de la realidad de Sudáfrica así como a la que es, probablemente, la figura literaria más relevante de este país : J.M Coetzee. La novela que elegimos fue Desgracia, premio Booker en 1999.

"Pero la verdad, él lo sabe, es totalmente diferente. El placer por vivir se había apagado. Como una hoja en un arroyo, como una hoja al viento había empezado a flotar hacia su fin. Ahora lo ve claro y lo llena de ...(la palabra no lo abandona) desespero. La savia de la vida está dejando su cuerpo y el desespero está tomando su lugar, un desespero que es como el gas, inodoro, insípido y sin nutrientes. Se aspira y los miembros se relajan,  deja de preocuparse incluso en el momento en que el acero toma contacto con la garganta"

Este párrafo introductorio resalta, en gran medida, la personalidad del personaje alrededor del cuál gira la trama de Desgracia.
David Lurie es un profesor divorciado en su madurez que va tomando conciencia de los cambios que van acontenciendo en su vida, ya no es aquel hombre seductor cuyo porte facilitaba relacionarse con mujeres y ahora recurre a prostitutas para satisfacer sus instintos, su potencial intelectual no se ve debidamente explotado en el trabajo de docente que desempeña y que no le aporta más que tedio además de una terrible sensación de rutina y tiene un proyecto literario anodino sobre la vida de Lord Byron con el que llena su tiempo libre pero del que sabe que no sacará provecho alguno. Todo parece cambiar cuando entra en escena Melanie, una de sus jóvenes estudiantes con la que mantiene relaciones sexuales. Lejos de dejarse llevar por ilusiones amorosas, David experimenta nuevas sensaciones ya perdidas que lo hacen querer seguir la relación con Melanie hasta que todo se ve truncado cuando el instituto en el que enseña debe tomar una decisión: saben de la relación entre el profesor y la alumna y deben actuar. David se encuentra entre la espada y la pared, debe disculparse para conservar su trabajo pero su moral no se lo permite y decide dimitir. Se traslada al territorio rural donde vive su hija Lucy. Tras la cordialidad inicial de rigor después de no haberse visto durante mucho tiempo, viejas heridas empiezan a resurgir, David no llega a compartir o a comprender el estilo de vida de Lucy, que mantiene una relación homosexual y vive sola y apartada en una granja, la situación es insostenible hasta que son víctimas de un ataque despiadado en el que, además de las consecuencias imaginables, una desgracia de mayor calibre hará a padre e hija replantearse los esquemas de su relación y los forzará a depender de los agresores.

Es fácil empatizar con David Lurie, su existencia vacua, los errores que comete y su decisión de adoptar una postura pragmática ante la vida, carente de artificios en la que los sentimientos y la implicación se petrifican lo convierten en un personaje, de cierto modo, cercano, incluso común, sobretodo cuando su tendencia se contrapone a la imagen exterior que ofrece, mucho más sólida y menos vulnerable.

J.M Coetzee (1940), doble premio Booker
por Vida y época de Michale K (1983) y
Desgracia (1999) y galardonado con el
premio Nobel de Literatura en 2003.
Otro tema tratado que sirve como escenario y como sustento del nudo de la trama es el que refiere las consecuencias del apartheid. El ataque perpetrado en la granja es llevado a cabo por hombres de raza negra, que más tarde, intentarán someter a los protagonistas a su voluntad mediante el chantaje y la amenaza. Coetzee muestra aquí la impotencia del hombre blanco ante el nuevo poder esgrimido por la raza negra y el odio recalcitrante de ésta debido a la opresión sufrida en el pasado.

Una de las novelas más reveladoras e impactantes que he leído este año, la prosa de Coetzee, directa y punzante, transparente, y el relato en tercera persona parecen concordar con David Lurie proporcionando distanciamiento y pragmatismo aunque dejando una sensación de amargura y desespero, como se ve en el párrafo introductorio, que tarda en diluirse. Es, sin duda, una obra que recomendaría, siempre advirtiendo que toca una fibra sensible por dentro, la que activa nuestro desespero y nuestros sentimientos de impotencia.


Opinión de @Offuscatio
Opinión de Marilú CuEnTaLiBrOs

miércoles, 20 de junio de 2012

Diablos de polvo, Roger Smith

"Dell se sorprendía de las capas de infierno que se le iban revelando, día tras día"

Más que un diablo de Polvo, la novela de Roger Smith es un simún en toda regla que arrasa con todo a su paso y deja el paisaje enterrado en la arena. Nos encontramos ante una novela de acción, trepidante, adictiva en la que no cabe mucho tiempo para pensar. Los acontecimientos se suceden en una cadena cuyos eslabones son un gran número de episodios cortos, directos en los que somos testigos de la vida de los cuatro protagonistas principales, al principio en capítulos independientes para luego ir entrelazándose hasta un final coral.

El libro retrata a la perfección la realidad del África del apartheid y las consecuencias sociales de este. Asistimos a la vida de las zonas marginales de las grandes urbes sudafricanas, carcomidas por la corrupción, la pobreza, la suciedad y el VIH en contraste con la vida de los  Boers acaudalados- término que aparece frecuentemente en tono despectivo así como referencias en el mismo tono a su idioma-el afrikaans.

Los personajes principales son Dell, que disfruta de una vida cómoda  sin problemas, casado, con dos hijos y totalmente opuesto a los ideales del apartheid en el que su padre Goodbread, un norteamericano de Tejas participó activamente, Inja, apodado el perro, un asesino a sueldo corrupto cuya mafia actúa en la ciudad de Durban, que no conoce escrúpulos a la hora de matar y que en breve tomará como esposa a Sunday, una joven zulú que trabaja en un resort turístico mostrando el modo de vida de este pueblo a los turistas y con quien Inja pretende casarse por recomendación de un guía espiritual para curarse, según el rito, del sida y Zondi, que sospecha ser el padre de Sunday e intenta protegerla.

La historia comienza cuando Inja asesina a sangre fría a un Boer que mantiene una relación con la esposa de Dell. Ella logra escapar e Inja  decide acabar con su vida provocando un accidente de tráfico en el que mueren ella y sus dos hijos y del que Dell sale ileso. Goodbread decide ayudarlo a escapar de Inja y más tarde a vengarse de él. A esta trama principal se unen las de los demás personajes conformando así el conjunto de la historia.

Es sin duda un libro entretenido, adictivo, la acción es frenética y trepidante, sobre todo en los primeros capítulos, ya que el ritmo va decayendo. El estilo es salvaje y brutal, los asesinatos son descritos con mucha crudeza, a veces siguiendo la prémisa "demasiado nunca es suficiente" y presenta todos los elementos de un relato de acción incluyendo una parte que haría una muy digna road-movie. Por ello, no podemos esperar personajes  redondos o introspecciones profundas, no las hay aunque sí encontraremos un buen testimonio de la situación que se vive en Sudáfrica, país que tenía hasta hace poco el porcentaje de asesinato más alto del mundo y donde la corrupción política y el más básico instinto de supervivencia están a la orden del día.


Roger Smith nacido en Johannesburgo y residente en Ciudad del Cabo
nos propone una novela de acción en la que descubriremos la realidad social de Sudáfrica.