Título: Tú te vas, tú te quedas
Autor: M. J. Arlidge
Editorial: Suma de Letras
Género: novela, thriller, policíaca
Páginas: 384
Publicación: 12/3/2015
ISBN: 9788483658086
Dos opciones. Un único superviviente. Una chica sale del bosque casi moribunda. Su historia parece increíble. Pero es verdadera. Cada una de las terribles palabras que pronuncia. Días después otra persona aparece en similares circunstancias. Poco a poco comienza a quedar claro un modo de actuar. Alguien está secuestrando a sus víctimas por parejas, las recluye y les hace afrontar un dilema: matar o morir. ¿Qué preferirías: perder la vida o perder la razón? La inspectora de policía Helen Grace ha tenido que hacer frente a sus propios demonios y ha llegado a lo más alto. Mientras dirige esta investigación para dar caza al monstruo que anda suelto descubre que quizá sean los propios supervivientes quienes tengan la clave para resolver el caso. Y, a menos que lo consiga, morirán más inocentes.
Con una sinopsis así, está claro que este libro me conquistó y que conquistará a un buen montón de lectores más (además de los 120.000 ejemplares que vendió en Reunido Unido en tan solo seis meses). Y no es para menos, ¿cómo puede un buen amante de la novela negra, policíaca, de misterio o de suspense resistirse al dilema de matar o morir, a un asesino en serie que no se mancha las manos y que deja que sean otros los encargados de asumir la responsabilidad -penal pero también (o quizá, sobre todo) moral- de una muerte? Yo no pude aunque es verdad es que esta novela me ha dejado un sabor agridulce.
El sabor dulce viene de haber satisfecho mis expectativas respecto al planteamiento y la novedad de los crímenes. Aunque hayas leído la sinopsis, te deja noqueada: elige parejas (¡y qué parejas!), los aísla, los encierra sin comida ni bebida y les da una pistola: saldrá el que mate al otro. O matas o mueres. O matas o morís los dos. Petrificada me quedé. Y no me despetrifiqué viendo cómo eran las parejas secuestradas: unos novios, madre e hija, dos compañeros de trabajo... Confieso que me resultó muy atractiva la encrucijada moral en la que los pone pero que me quedé un poco deshinchada al ver que Arlidge profundiza bastante poco en tales dilemas morales (poco para lo que yo creo que se podía haber rascado de una situación así) y que prefiere optar por la dimensión más escatológica (más humana y menos divina, si se quiere) del encierro: dónde defecan, a qué huele un encierro, cuanto peso pierden, qué comen si no hay que comer... por no hablar de lo que se recrea en la última pareja, uno de cuyos miembros está herido. Ni te imaginas hasta dónde llega la imaginación de Arlidge (o la capacidad de supervivencia del ser humano, no lo tengo muy claro). Y a mí, que tanto me gusta que me enfrenten a la reflexión, se me agrió un poco el dulce por perder la oportunidad de profundizar en situaciones límites tan extremas como las que plantea.
También me resultó muy dulce la confección y desarrollo de la trama. Arlidge sabe lo que se hace y da forma a un libro al que se le pueden aplicar todos los anglicismos que uno quiera: thriller trepidante, page-turner y auténtico best-seller. El autor sabe cómo mantenerte pegada a las páginas de su libro, cómo colocar los cliffhangers más potentes al final de los capítulos para que sigas leyendo, ordenar la historia para que mantenga la intriga y aunar los elementos más comunes de la lectura ágil: bastante diálogo, poca descripción, capítulos cortos y mucha acción. En este sentido, nada que reprochar, puro almíbar para mi boca sedienta de un buen thriller de vez en cuando.
Almíbar fue también, para mí, descubrir a la protagonista de la novela, Helen Grace, una perita en dulce literaria con un pasado (lo que en argot narratológico algunos llaman "backstory") tela marinera y un presente no menos polémico. Grace se aleja bastante del investigador tradicional (coherente, racional y mentalmente equilibrado) y se acerca bastante a otros protagonistas de este tipo de novelas más impulsivos, más lobos solitarios, más viscerales y con más problemas psicológicos (después de tanto Thilliez, yo encontré un punto en común entre Grace y Sharko). Aunque he empatizado a medias con ella (mucho con su pasado, menos con su manera de actuar), Arlidge consigue dibujar un personaje tremendamente potente, contradictorio, lleno de fuerza y muy muy alejado de las mujeres policías que estamos habituados a ver en otras novelas. Cada vez estoy más convencida de que Lisbeth Salander se ha convertido en un modelo de mujer, al menos en la literatura.
La parte amarga respecto a la protagonista es algo que ya he comentado en más una novela policíaca: su implicación personal en la trama, su relación directa con los casos. Aunque he de decir que, en esta novela, me ha parecido más justificada que en otras y, por tanto, más coherente y bien tramada.
Dejo el trago más amargo para el final. Una de las cosas que más me gusta de la novela de suspense es que te permita participar en el juego que propone el autor, es decir, que el autor vaya dando pistas para que tú puedas ir atando cabos. No digo que se me dé bien y que sea capaz de descubrir quién es el asesino pero disfruto mucho del reto intelectual que supone que un autor o autora hayan diseñado un puzle que descolocan y cuyas piezas te va enseñando poco a poco para que puedas contribuir a montarlo o, por lo menos, para que las veas y todo encaje al final. Arlidge, en cambio, oculta algunas de esas piezas con frases del tipo "Grace leyó el informe y supo quién era la asesina". Vale, genial. ¿Y yo? Entiendo que es una fórmula muy potente para mantener el interés y para aumentar la intriga de la novela pero me gusta más que me hagan partícipe a que me hagan un "cucu-trás" que me deje ciega y sorprendida. Cuestión de gustos.
En definitiva, no puedo decir que Tú te vas, tú te quedas no me haya gustado pero tampoco puedo negar que tiene elementos que rebajan mi opinión. Arlidge ha creado un thriller potente y trepidante pero que opta más por el efectismo de lo repulsivo que por la profundidad de la reflexión y, aunque me gusta lo primero, en una novela también busco lo segundo, de ahí el sabor agridulce que he intentado transmitir a lo largo de la reseña.
Nos seguimos leyendo.
Agradezco a la editorial el envío de este ejemplar.
El sabor dulce viene de haber satisfecho mis expectativas respecto al planteamiento y la novedad de los crímenes. Aunque hayas leído la sinopsis, te deja noqueada: elige parejas (¡y qué parejas!), los aísla, los encierra sin comida ni bebida y les da una pistola: saldrá el que mate al otro. O matas o mueres. O matas o morís los dos. Petrificada me quedé. Y no me despetrifiqué viendo cómo eran las parejas secuestradas: unos novios, madre e hija, dos compañeros de trabajo... Confieso que me resultó muy atractiva la encrucijada moral en la que los pone pero que me quedé un poco deshinchada al ver que Arlidge profundiza bastante poco en tales dilemas morales (poco para lo que yo creo que se podía haber rascado de una situación así) y que prefiere optar por la dimensión más escatológica (más humana y menos divina, si se quiere) del encierro: dónde defecan, a qué huele un encierro, cuanto peso pierden, qué comen si no hay que comer... por no hablar de lo que se recrea en la última pareja, uno de cuyos miembros está herido. Ni te imaginas hasta dónde llega la imaginación de Arlidge (o la capacidad de supervivencia del ser humano, no lo tengo muy claro). Y a mí, que tanto me gusta que me enfrenten a la reflexión, se me agrió un poco el dulce por perder la oportunidad de profundizar en situaciones límites tan extremas como las que plantea.
También me resultó muy dulce la confección y desarrollo de la trama. Arlidge sabe lo que se hace y da forma a un libro al que se le pueden aplicar todos los anglicismos que uno quiera: thriller trepidante, page-turner y auténtico best-seller. El autor sabe cómo mantenerte pegada a las páginas de su libro, cómo colocar los cliffhangers más potentes al final de los capítulos para que sigas leyendo, ordenar la historia para que mantenga la intriga y aunar los elementos más comunes de la lectura ágil: bastante diálogo, poca descripción, capítulos cortos y mucha acción. En este sentido, nada que reprochar, puro almíbar para mi boca sedienta de un buen thriller de vez en cuando.
UNA PROTAGONISTA DIFERENTE
Almíbar fue también, para mí, descubrir a la protagonista de la novela, Helen Grace, una perita en dulce literaria con un pasado (lo que en argot narratológico algunos llaman "backstory") tela marinera y un presente no menos polémico. Grace se aleja bastante del investigador tradicional (coherente, racional y mentalmente equilibrado) y se acerca bastante a otros protagonistas de este tipo de novelas más impulsivos, más lobos solitarios, más viscerales y con más problemas psicológicos (después de tanto Thilliez, yo encontré un punto en común entre Grace y Sharko). Aunque he empatizado a medias con ella (mucho con su pasado, menos con su manera de actuar), Arlidge consigue dibujar un personaje tremendamente potente, contradictorio, lleno de fuerza y muy muy alejado de las mujeres policías que estamos habituados a ver en otras novelas. Cada vez estoy más convencida de que Lisbeth Salander se ha convertido en un modelo de mujer, al menos en la literatura.
La parte amarga respecto a la protagonista es algo que ya he comentado en más una novela policíaca: su implicación personal en la trama, su relación directa con los casos. Aunque he de decir que, en esta novela, me ha parecido más justificada que en otras y, por tanto, más coherente y bien tramada.
Dejo el trago más amargo para el final. Una de las cosas que más me gusta de la novela de suspense es que te permita participar en el juego que propone el autor, es decir, que el autor vaya dando pistas para que tú puedas ir atando cabos. No digo que se me dé bien y que sea capaz de descubrir quién es el asesino pero disfruto mucho del reto intelectual que supone que un autor o autora hayan diseñado un puzle que descolocan y cuyas piezas te va enseñando poco a poco para que puedas contribuir a montarlo o, por lo menos, para que las veas y todo encaje al final. Arlidge, en cambio, oculta algunas de esas piezas con frases del tipo "Grace leyó el informe y supo quién era la asesina". Vale, genial. ¿Y yo? Entiendo que es una fórmula muy potente para mantener el interés y para aumentar la intriga de la novela pero me gusta más que me hagan partícipe a que me hagan un "cucu-trás" que me deje ciega y sorprendida. Cuestión de gustos.
En definitiva, no puedo decir que Tú te vas, tú te quedas no me haya gustado pero tampoco puedo negar que tiene elementos que rebajan mi opinión. Arlidge ha creado un thriller potente y trepidante pero que opta más por el efectismo de lo repulsivo que por la profundidad de la reflexión y, aunque me gusta lo primero, en una novela también busco lo segundo, de ahí el sabor agridulce que he intentado transmitir a lo largo de la reseña.
Nos seguimos leyendo.
Agradezco a la editorial el envío de este ejemplar.