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lunes, 19 de diciembre de 2016

"Reencuentro", de Fred Ulhman: una novela que es un flechazo



Título: Reencuentro
Autor: Fred Ulhman
Editorial: Tusquets
Género: novela corta, histórica
Páginas: 128
Publicación: 01/01/1987
ISBN978-84-7223-241-9

   Dos jóvenes de dieciséis años son compañeros de clase en la misma selecta escuela de enseñanza media. Hans es judío y Konradin, un rico aristócrata miembro de una de las más antiguas familias de Europa. Entre los dos surge una intensa amistad y se vuelven inseparables. Un año después, todo habrá terminado entre ellos. Estamos en la Alemania de 1933, y, tras el ascenso de Hitler al poder, Konradin entra a formar parte de la fuerzas armadas nazis mientras Hans parte hacia el exilio. Tan sólo muchos años después, instalado ya en Estados Unidos, donde intenta olvidar el siniestro episodio que los separó amargamente, y en principio para siempre, «reencuentra» Hans, en cierto modo, al amigo perdido. Esta pequeña obra maestra resurge hoy con la misma capacidad de conmover que cuando se publicó por primera vez en 1960. Su repentino e inesperado enorme éxito le ha merecido ser finalmente traducido y leído en el mundo entero.

   ¡Cuánto me gustan las novelas que no son lo que parecen! Esas que parece que están contando una cosa y, en realidad, te están queriendo decir otra. O esas en las que el final cambia la perspectiva de todo lo leído, o de una parte. O de un personaje. O de una historia. Esta es una de esas novelas. Es corta y certera y tiene un final tan impactante que no he podido dejar de compararla con un flechazo: raudo y directo al corazón. 
   Llegué a ella gracias a Alejandra, mi bibliotecaria de cabecera, tras preguntarle por un libro cuyo autor tuviera un apellido que empezara por U (una de las letras que más me cuesta encontrar siempre para el Reto Autores de la A la Z; elegir a Unamuno todos los años... no es plan). "¿Que no has leído a Ulhman??!!!", me dijo, sorprendida. "Pues tienes que hacerlo. Ya verás". Y ya he visto. ¡Vaya si he visto!
    La narración en primera persona nos va descubriendo el universo de Hans, un judío alemán, en la Alemania de 1933. Tímido y reservado, Hans no tiene muchos amigos así que cuando llega Konradin, nuevo en la escuela y casi tan apocado como él, ve en él la posibilidad de hacer un amigo. Y así es. La primera parte de esta corta novela nos descubriendo la relación que irá naciendo entre ambos. A base de retazos y de episodios, Hans nos va contando los encuentros (y algunos desencuentros) con su nuevo amigo.
    La segunda parte, sin alejarse de lo personal, de la intrahistoria de los dos amigos, abre la puerta a la Historia con mayúsculas. Y, así, el ambiente prebélico, la ideología nazi, la incredulidad de los judíos ante lo que estaba por venir... se va colando en las páginas de la novela, llenándola de un contenido bien diferente.
    Finalmente, hay una tercera parte, muy breve, que casi funciona como epílogo, en el que Hans cierra la historia, años después, y nos desvela el final de muchos de sus amigos, la trayectoria de sus padres y, claro está, la de él mismo. Y en ese cierre, concretamente, en la última frase (así que no te aconsejo que la leas si eres de los que le echa un ojo al último párrafo de un libro cuando lo está leyendo) está el dardo, la flecha, el puñal que se clava en el corazón y en la conciencia y que le da un nuevo sentido a lo leído.
   Me ha encantado el ritmo de la novela, suave y lento, como si no pasara nada, y ese final que rompe toda la percepción que el lector tenía de ella. El autor consigue que te confíes en esa historia de amistad que avanza al mismo ritmo pausado que la propia narración y, aunque el título (ese reencuentro que va pesando en la historia como una losa, porque no sabes cuándo, ni dónde, ni en qué condiciones se va a producir, a pesar de que intuyes que tendrá lugar y que será importante porque, si no, ¿a qué viene el título de la novela?) va condicionando de alguna manera la lectura, no te prepara para lo que llegará al final. Así que la sorpresa y, diría yo, la conciencia, la reflexión, la hora de las preguntas y de las respuestas del propio lector, se abren justo cuando se cierra el libro.
   Esto no quiere decir que no haya reflexión a lo largo de sus páginas. El lector, conocedor de la historia (o, mejor dicho, de la Historia), va hilando sus propias sensaciones y pensamientos a medida que va leyendo las vivencias (tan normales, tan alejadas de los titulares, tan humanas) de los personajes. Pero el narrador (y, por lo tanto, el autor) no siembran la lectura de comentarios ni de reflexiones a posteriori, como sí ocurre en otras novelas. Esos comentarios tipo "no sabía que aquella amistad cambiaría su vida para siempre", que pretenden fomentar la intriga pero que a veces llegan a ser agotadores, no aparecen aquí. Y, la verdad, creo que no los necesita. Creo que Ulhman considera que el lector es lo suficientemente inteligente como para ver esos comentarios que podrían haber estado donde no hay más que narración e argumento.
   Así pues, me ha encantado esta pequeña historia que es tan grande. Esta pequeña historia que parece inocente y no lo es en absoluto. Esta novela corta que humaniza una parte de la Historia y que nos habla de los seres pequeños, de las personas que protagonizaron sus capítulos (para bien y para mal) pero nunca serán recordados, que nunca aparecerán en las enciclopedias. Esos seres pequeñitos que vivieron y sintieron, que quisieron y que sufrieron.
  Nos seguimos leyendo.
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto Olvidados29
  •  Reto Autores de la A a la ZU 25/26

lunes, 5 de diciembre de 2016

"La experiencia de leer", de C.S. Lewis: una interesante reflexión sobre los lectores

http://www.albaeditorial.es/php/sl.php?shop.showprod&nt=7455&ref=97884-84280378&fldr=82#.WEJw_n2DvhB


Título: La experiencia de leer
Autor: C.S. Lewis
Editorial: Alba Editorial
Género: ensayo
Páginas: 144
Publicación: mayo 2000
ISBN: 97884-84280378

 Desde su publicación en 1961 este pequeño ensayo no ha dejado de ser reeditado al punto de convertirse en un clásico. En él C. S. Lewis propone un "experimento" que procede al revés de lo que es habitual en la crítica literaria: "juzgar la literatura a partir de cómo es leída", no una clasificación entre "buenos" y "malos" libros, sino entre "buenos" y "malos" lectores
   Casi siempre hablamos de libros y de autores pero muy muy pocas veces hablamos de lectores. Y a mí me parece que también es una parte importante del proceso de lectura. Fundamental, diría yo, porque sin él, no hay tal proceso; solo habría proceso de escritura y, como mucho, de marketing y venta. Por eso me interesó tanto la Estética de la Recepción (la corriente de crítica y estudios literarios que se centra en el lector) y por eso me llamó tanto la atención este libro cuando lo vi entre las sugerencias para participar en el Reto Serendipia Recomienda.
   La verdad es que este es un ensayo que se lee en nada. Es muy ameno, tremendamente interesante y me ha dado mucho que pensar (y que debatir con mis alumnos del taller de escritura y en el club de lectura). Me parece intrigante la premisa de la que parte del autor, porque incide en lo que acabo de decir: siempre hablamos de libros y autores... pero ¿y si la calidad de un libro se midiera de acuerdo a las lecturas que se hacen de él? Así, un libro sería considerado bueno si acumula muchas buenas lecturas.
   Ahora tocaría definir qué son buenas lecturas o quiénes son los buenos lectores. Y ahí empieza mi diálogo con Lewis. Comparto parte de lo que él dice pero en otros puntos no estoy de acuerdo. Para el autor, las características del mal lector serían las siguientes:
  1. "Nunca, salvo por obligación, leen textos que no sean narrativos"
  2. "No tienen oído. Solo leen con los ojos. Son incapaces de distinguir entre las más horribles cacofonías y los más perfectos ejemplos de ritmo y melodía vocálica. Esta falta de discernimiento es la que nos permite descubrir la ausencia de sensibilidad literaria en personas que por lo demás ostentan una elevada formación".
  3. "Su inconsciencia no se limita al oído. Tampoco son sensibles al estilo, e incluso llegan a preferir libros que nosotros consideramos mal escritos".
  4. "Les gustan las narraciones en las que el elemento verbal se reduce al mínimo: 'tiras' donde la historia se cuenta en imágenes, o filmes con el menor diálogo posible".
  5. "Lo que piden son narraciones de ritmo rápido. Siempre debe estar 'sucediendo' algo. [...] El lector sin sensibilidad solo se interesa por los hechos".
     Como ves, solo esta caracterización da para debatir un buen rato. Y la controversia continúa cuando habla de la diferencia entre percibir y usar el arte y polemiza sobre recibir la literatura tal cual es y no por la utilidad que le puedo sacar en mi vida.
     Son muchos los puntos, pues, en los que hubiera debatido con el autor sobre sus ideas y sus afirmaciones. Pero hay algo que no me ha gustado en general (y que creo que es muy perjudicial para quienes aspiramos a invitar a leer con nuestros comentarios, nuestras recomendaciones o nuestras propuestas): hay en toda la obra un cierto hálito de condescendencia hacia quien no lee y una cierta superioridad moral de quien lee y, encima, lo hace bien. En esto sí que lo tengo claro y no comparto el punto de vista del autor: no puedes convertir a un mal lector en bueno (siguiendo la clasificación de lectores que él mismo hace) llamándole tonto y haciendo que sienta que tú eres mejor que él (mejor... ¿qué? ¿Mejor persona? ¿Más listo?  ¿Más bueno?).
    Y cierto es que se trata de un libro publicado originalmente en 1961 y que la ideología de C.S. Lewis es la que era, pero qué curioso que para ilustrar varias de sus afirmaciones sobre malos lectores se refiere a mujeres que leen sus novelitas y luego no se acuerdan de qué van.
  No me ha gustado, pues, ni el menosprecio a las mujeres, ni hacia los niños ni tampoco hacia cualquier lector que no entre en los parámetros de buen lector que él marca. Ni, por supuesto, hacia quienes no leen. Pero creo que sí que lanza ideas muy interesantes sobre el proceso de lectura (y de percepción y recepción del arte, en general) que pueden cambiar, incluso, nuestra forma de ver lo que leemos.
   Un libro, pues, francamente estimulante sobre el que (creo) debatiré largo y tendido en el futuro.   
       Nos seguimos leyendo.
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto Olvidados: 29
  •  Reto Serendipia Recomienda: 3/3

lunes, 21 de noviembre de 2016

"La quinta mujer" (Wallander #6), de Henning Mankell: una acertada reflexión sobre la violencia

http://www.planetadelibros.com/libro-la-quinta-mujer/90044#soporte/88491



Título: La quinta mujer
Autor: Henning Mankell
Editorial: Tusquets
Género: novela policíaca, intriga, misterio
Páginas: 488
Publicación: 01/05/2000
ISBN: 978-84-8310-136-0

 La placidez habitual de la ciudad sueca de Ystad se ve rota cuando, con cierto intervalo de tiempo, tres hombres aparecen salvajemente asesinados. Las víctimas llevaban una vida apacible y tranquila, dedicadas a la ornitología, el cultivo de orquídeas y la poesía, lo cual hace aún más incomprensible el casi insoportable sadismo de que han sido objeto. Durante la investigación del caso, Wallander -un detective vulnerable y con aires de antihéroe- descubre que no sólo debe enfrentarse a un asesino de temible inteligencia, sino que éste parece guiarse por un sanguinario y turbio deseo de venganza. Cuando por fin la policía cree estar tras la buena pista, un nuevo asesinato da un vuelco a la investigación y provoca un motín entre la asustada población local.
   Como ya viene siendo habitual en el blog, dedico esta semana a reflexionar sobre la violencia de género, en lo que pretende ser una pequeña aportación para erradicarla complemente. Por ello, todas las publicaciones de la semana corresponderán a libros que, de un modo u otro, hablan sobre la violencia doméstica.
   Y empiezo con La quinta mujer, la primera novela que hemos leído este año en el club de lectura de adultos. Después de leer El chino, me apetecía probar la saga Wallander, así que aproveché que este estaba entre los lotes disponibles para compartirlo con mis compañeras de club.
   Lo primero que he de decir es que sí me ha recordado mucho a El chino, no solo por el género o por el estilo del autor, sino por la forma de ir entretejiendo la trama principal (los asesinatos) con otros temas que tienen que ver con la sociedad y las costumbres de un país (China en aquel, Suecia en este) y, en este caso, con la actualidad (el libro está ambientado en los años 90) y la situación social, económica y política de ese momento.
   En este sentido, hay una reflexión (muy interesante) sobre la violencia en general y sobre la violencia de género, en particular. Wallander se cuestiona, en varias ocasiones, el tipo de sociedad en el que vivimos y las dinámicas violentas que se establecen entre ellas en determinados momentos. El protagonista analiza el clima general del país en aquella época y se lamenta de la pérdida de unos ciertos valores, que tiene como contrapartida el auge de otros relacionados con la violencia. Aunque hable de Suecia, creo que gran parte de la reflexión se puede extrapolar al caso de España, con lo que sus apreciaciones me parecen muy interesantes.
    El caso policial en sí se centra, precisamente, en un tipo de violencia en concreto: la que tienen que soportar las mujeres sometidas por un marido violento y maltratador. Varios casos van desfilando a través de las páginas del libro para sembrar en el lector esa reflexión general sobre la violencia.
   El hecho, además, de que la asesina (no desvelo nada grave, se sabe desde el principio, aunque el hecho de que sea mujer -y una mujer con unas características tan especiales- confunde a la policía durante buena parte del caso y permite una reflexión muy interesante sobre lo que es propio de las mujeres y lo que es propio de los hombres) vengue a las víctimas de la violencia provoca un efecto extraño tanto en el lector como en algunos miembros del equipo de Wallander: la supuesta maldad del asesino queda un poco diluida por la "bondad" del justiciero. O, si no la bondad, sí la justicia, el ojo por ojo, la equidad. Otra buena reflexión para que el lector piense en ella: ¿es menos reprobable moralmente un asesino que mata por una razón, digamos... justa?
   Todas las reflexiones que plantea la novela (incluso las personales, las que tienen que ver con Wallander y su vida personal: su padre, su hija, su pareja, su ex...) me han resultado muy interesantes aunque el caso en sí me ha dejado un poco descolocada. Como ya digo, desde el principio sabes quién es la asesina (o lo intuyes desde el principio y lo vas confirmando en los primeros capítulos) así que el grueso del enigma se centra en descubrir el porqué. La novela tiene un ritmo muy bueno (se lee sin que te des cuenta) pero es verdad que la trama avanza muy despacio y en el club nos ha pasado que de una reunión a otra (y tras leer otras ciento y páginas más) poco habíamos avanzando en las conclusiones finales.
   Unas conclusiones finales que se hacen esperar hasta el epílogo de la novela pero que, en el fondo, cuando las lees... también te dejan un poco fría porque ya lo sabías (o lo habías deducido) todo. Sí, hay alguna sorpresa al final... pero la sensación es: "pues sí, lo que yo pensaba. ¿Y?". 
    En cualquier caso, esa sensación final no le quita interés ni a las reflexiones planteadas ni al desarrollo tanto del caso como de las subtramas incluidas en la novela. Así pues, lo más seguro es que siga leyendo a este Wallander, que es un auténtico antihéroe, alejado de algunos modelos de investigadores y policías que rozan las perfección. Un Wallander bastante desastroso, que nunca lleva boli y papel encima para apuntar, al que le cuesta que las intuiciones lleguen a conformarse en pensamiento racional pero que tiene una capacidad deductiva y una intuición asombrosas.     
     Nos seguimos leyendo.
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto Olvidados: 28
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