Título: Platero y yo
Autor: Juan Ramón Jiménez
Editorial: Anaya
Género: novela, prosa poética, costumbrismo
Páginas: 200
Publicación: 14/02/2000
ISBN: 978-84-207-2636-6
La edición de este "Platero y yo" ha sido atentamente cuidada por Ana Suárez Miramón. Sus explicaciones previas sitúan a Juan Ramón Jiménez en la literatura de principios de siglo. El revelador estudio final expone las claves temáticas y formales más importantes en la obra. Y en la lectura de cada página el alumno estará siempre orientado con ayuda de las oportunas notas y comentarios que realzan y esclarecen las múltiples sutilezas de un texto aparentemente sencillo y, a la vez, de una extraordinaria riqueza simbólica.
Aprovechando que este verano íbamos a pasar nuestras vacaciones en Mazagón (Huelva), muy cerquita de Moguer, localidad natal de Juan Ramón Jiménez, le propuse a Lucía que leyéramos juntas Platero y yo (o al menos una parte) y visitáramos después la casa natal del autor. La primera parte del plan salió bien pero la segunda... no tanto: el día que habíamos reservado para acercarnos a Moguer, la casa estaba cerrada. Y lo peor es que ya no teníamos más días para verla. Así que nos quedamos con la fachada y un paseíto por el pueblo que, la verdad, es precioso.
Yo creo que había leído ya esta obra del Premio Nobel Juan Ramón cuando era pequeña (al menos, como supongo todos o casi todos, me sabía el comienzo y recuerdo haber tenido el libro de pequeña, así que supongo que lo habría leído) pero no recordaba el contenido en sí. Así que ha sido como descubrir por primera vez una obra que, con todo merecimiento, ha pasado a la Historia de la Literatura y se ha convertido en todo un clásico.
Además, el momento relajado de las vacaciones me permitió paladearla. Y es que creo que a Platero hay que leerlo así: despacio, saboreando cada palabra, cada impresión de color, cada imagen táctil, cada metáfora, cada descripción, cada costumbre, cada cuadro (porque más que escenas, son cuadros los que encontramos en esta obra) que Juan Ramón pinta para nosotros.
Obviamente, a Lucía le costó entrar en la obra y no la ha terminado. Y ello, no solo por el lenguaje poético y "todas esas palabras raras" que aparecen (pero que están debidamente explicadas en esta edición de Anaya, que me ha gustado mucho y que me parece muy, muy práctica para quienes se acerquen a esta obra) sino porque el ritmo y, sobre todo, el desarrollo de la trama son totalmente opuestos a lo que los niños de hoy en día (y buena parte de los adultos) están acostumbrados. Hoy predomina la acción, la intriga, la aventura y Platero es calma, sosiego y belleza en cada palabra. Hay, pues, que cambiar el chip y creo que es algo que hay que ir haciendo poco a poco, no de golpe, en dos semanas antes de las vacaciones. Así que le iré dando capítulos a Lucía o textos que vayan teniendo más cosas que solo aventura, a ver si voy acostumbrando su paladar. Aunque no es un objetivo nuevo: este verano ha estado leyendo capitulitos de El lazarillo de Tormes, que ese sí que es exigente con el castellano antiguo.
Me ha encantado redescubrir este libro sobre todo por la parte sensioral, el trabajazo de Juan Ramón por transmitir todas esas sensaciones e impresiones sensoriales (luz, color, calor, tacto...) a traves de las palabras, pero también por el fondo de la obra. Un fondo que se nos presenta en forma de escenas sueltas, muchas de ellas costumbristas, pero que nos hablan de muchísimos temas interesantes: la pobreza, la infancia, la injusticia, la violencia, la brutalidad del hombre, la naturaleza, la vida en los pueblos, las costumbres de la época...
La extraordinaria sensibilidad y capacidad literaria y poética de Juan Ramón quedan claramente expuestas en esta obra que es un auténtico tesoro y, desde luego, una de las joyas de nuestra literatura.
Nos seguimos leyendo.
Yo creo que había leído ya esta obra del Premio Nobel Juan Ramón cuando era pequeña (al menos, como supongo todos o casi todos, me sabía el comienzo y recuerdo haber tenido el libro de pequeña, así que supongo que lo habría leído) pero no recordaba el contenido en sí. Así que ha sido como descubrir por primera vez una obra que, con todo merecimiento, ha pasado a la Historia de la Literatura y se ha convertido en todo un clásico.
Además, el momento relajado de las vacaciones me permitió paladearla. Y es que creo que a Platero hay que leerlo así: despacio, saboreando cada palabra, cada impresión de color, cada imagen táctil, cada metáfora, cada descripción, cada costumbre, cada cuadro (porque más que escenas, son cuadros los que encontramos en esta obra) que Juan Ramón pinta para nosotros.
Obviamente, a Lucía le costó entrar en la obra y no la ha terminado. Y ello, no solo por el lenguaje poético y "todas esas palabras raras" que aparecen (pero que están debidamente explicadas en esta edición de Anaya, que me ha gustado mucho y que me parece muy, muy práctica para quienes se acerquen a esta obra) sino porque el ritmo y, sobre todo, el desarrollo de la trama son totalmente opuestos a lo que los niños de hoy en día (y buena parte de los adultos) están acostumbrados. Hoy predomina la acción, la intriga, la aventura y Platero es calma, sosiego y belleza en cada palabra. Hay, pues, que cambiar el chip y creo que es algo que hay que ir haciendo poco a poco, no de golpe, en dos semanas antes de las vacaciones. Así que le iré dando capítulos a Lucía o textos que vayan teniendo más cosas que solo aventura, a ver si voy acostumbrando su paladar. Aunque no es un objetivo nuevo: este verano ha estado leyendo capitulitos de El lazarillo de Tormes, que ese sí que es exigente con el castellano antiguo.
Me ha encantado redescubrir este libro sobre todo por la parte sensioral, el trabajazo de Juan Ramón por transmitir todas esas sensaciones e impresiones sensoriales (luz, color, calor, tacto...) a traves de las palabras, pero también por el fondo de la obra. Un fondo que se nos presenta en forma de escenas sueltas, muchas de ellas costumbristas, pero que nos hablan de muchísimos temas interesantes: la pobreza, la infancia, la injusticia, la violencia, la brutalidad del hombre, la naturaleza, la vida en los pueblos, las costumbres de la época...
La extraordinaria sensibilidad y capacidad literaria y poética de Juan Ramón quedan claramente expuestas en esta obra que es un auténtico tesoro y, desde luego, una de las joyas de nuestra literatura.
Nos seguimos leyendo.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto 100 libros: 57/100
- Reto Genérico: 31 (1/2 clásicos)/40
- Reto Olvidados: 11 (1914)