Mostrando entradas con la etiqueta Generación X. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Generación X. Mostrar todas las entradas

lunes, 12 de septiembre de 2016

"Héroes", de Ray Loriga: rompiendo moldes

http://www.megustaleer.com/libro/heroes/ES0138917#


Título: Héroes
Autor: Ray Loriga
Editorial: Plaza&Janés
Género: novela contemporánea
Páginas: 208
Publicación: 1993
ISBN: 9788420417233 (ISBN de la edición de Alfaguara)


  Bob Dylan, David Bowie, Mick Jagger; las carreteras; una chica rubia cuyo corazón se partió en mil pedazos; la huida con un amigo que le robó el Mercedes a su padre o el día que su hermano perdió una oreja son los fogonazos que se suceden en la mente de un chico que, harto de las tiranías cotidianas, decide encerrarse en su cuarto.
  A través de los recuerdos, de las canciones de rock, el sueño del protagonista es ser una estrella de la música, y de una estética discontinua cercana al cine nace Héroes. Ray Loriga engancha con la potencia de las imágenes y la brutal honestidad de las palabras.
   Leí este libro hace mil millones de años, yo calculo que poco después de que fuera publicado, cuando yo era una jovencita con las mismas inquietudes que el protagonista de la novela (aunque mi vida no tenía nada que ver con la suya) y recuerdo que me impactó. Pero la sensación que tengo es que me impactó más por la manera de contar que por lo que contaba en sí.
    Vi que este título estaba disponible entre los lotes para los clubes de lectura, así que pensé que podría ser una buena elección. La verdad es que fue un poco regular: parte del grupo lo disfrutó, parte lo leyó pero se quedó como si nada y parte del grupo ni lo terminó. Está claro que Ray Loriga no es para todos los lectores.
   Y es que Loriga rompía (como el resto de la Generación X, movimiento literario en el que se le encasilló en aquella época) con lo establecido y hacía saltar por los aires las convenciones literarias vigentes hasta el momento para ofrecernos una novela cuya lectura exige bastante del lector. Sobre todo, porque en él recae la tarea de juntar las piezas que el autor (o, si se prefiere, el narrador en primera persona) nos va dando para componer el cuadro final, el mensaje, la historia que cuenta este Héroes. 
   La fragmentariedad del texto es, pues, total. Loriga nos va dibujando pedazos de realidad, sueños, recuerdos y pesadillas del protagonista de la novela y en nosotros recae el esfuerzo (y el compromiso) de darle sentido. La tarea no es fácil, advierto.
   Además de la innovación en la forma, otra de las máxima de la Generación X fue la ruptura también en cuanto a temas y contenidos, sobre todo porque se puso el foco en la juventud y sus métodos para evadirse de una realidad en la que no encuentra acomodo: drogas, alcohol y música. Recuérdese Historias del Kronen, otro paradigma de la generación. De ahí que a este movimiento literario fuera relacionado con el llamado realismo sucio.
   Así pues, Héroes está plagado de referencias relacionadas con la cultura de masas y la cultura audiovisual (televisión, cine, música...) que, confieso, a veces cuesta comprender. Además, esta generación literaria se quedaba con lo más marginal o antisistema de esa cultura audiovisual, por lo que la comprensión de tales referencias se complica aún más.
   En ese escenario culto (aunque sea de la considerada subcultura), Loriga sitúa a un joven solitario, descreído, nihilista y desencantado cuya huída hacia delante (otro tópico de la generación) consiste en encerrarse en su habitación. Se nutre (y nutre a la narración) de recuerdos, deseos y frustraciones que dan a la novela un toque intimista, analítico y reflexivo. 
   Si la Generación X se hacía eco de esa generación de jóvenes con un futuro incierto, jóvenes aunque sobradamente preparados que, sin embargo, tienen problemas para acceder al mercado laboral y, sobre todo, para escalar en él porque los puestos de responsabilidad los ocupan la generación de sus padres, con quienes, además, no comparten visión del mundo, Héroes se centra en la reflexión sobre el sujeto en proceso, el joven que se está haciendo a sí mismo, que busca su lugar en el mundo... y que no lo encuentra.
   Tengo que reconocer que me gustó más la primera vez que la leí. Hoy valoro su atrevimiento y su capacidad para innovar pero su contexto se me queda muy alejado. ¿Es una novela para jóvenes de la época? ¿Quizá para jóvenes de cualquier época? No lo sé y ya no lo podré saber nunca, porque nunca tendré 20 años otra vez ni veré el mundo como lo hacía. Solo sé que en aquel primer momento me impactó, me rompió esquemas y que me dejó un sabor mucho más dulce del que me ha dejado hoy, casi 20 años después.     
     Nos seguimos leyendo.
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto 100 libros: 38/100
  •  Reto 25 españoles: 19/25
  •  Reto Olvidados: 12

miércoles, 21 de noviembre de 2012

"Amor, curiosidad, prozac y dudas", de Lucía Etxebarría: cuando las cárceles no tienen rejas y, además, no sirven para resguardarnos


    Lucía Etxebarria despierta odios y simpatías casi a partes iguales. Supongo que su manera (pública, en privado no la conozco) de ser y esa impresión que da de no morderse la lengua pueden levantar ampollas en más de uno (acusaciones de plagio al margen). A mí, personalmente, es lo que más me gusta de ella. Así que me sumo entre los luciáfilos, aunque no siempre comparta todo lo que dice y aunque muchas veces crea que está bien lo que dice, que incluso está aparentemente bien documentado, pero que al escatimar las fuentes o la bibliografía, me resulta un poco menos creíble.
    Aunque Amor, curiosidad, prozac y dudas sea una novela, lo que acabo de decir es aplicable, porque la autora sujeta la trama de ficción con gran cantidad de referencias reales, no ficticias (sobre todo, en este caso, musicales), de reflexiones y citas feministas y, en esta novela en concreto, de estadísticas y párrafos teóricos sobre el acceso de la mujer al ámbito profesional, qué se espera de ella, cómo debe vestir, cuál es su techo de cristal, a qué renuncia en lo personal en favor de su carrera... O sea que a la ficción suma una parte teórica, pseudoensayística, que a mí me parece muy interesante, aunque habrá quien piense que de lo que se trata es de rellenar y de convertir una obra que podría quedarse en la mitad en una novela de 352 páginas. Ya he dicho en más de una ocasión que a mí me gusta que los libros me hagan pensar y este lo ha hecho.
    La novela va alternando la narración en primera persona de las tres hermanas protagonistas: Cristina, Rosa y Ana. Cristina es una joven muy atractiva que lleva media vida probando diferentes tratamientos psicológicos sin éxito, que ha abandonado una insatisfactoria carrera profesional para trabajar de camarera en un bar, sexualmente activa, consumidora habitual de drogas y alcohol y que mira el mundo con los ojos desencantados de quien cree estar en esta vida de prestado.
    Rosa, por el contrario, es una mujer entregada a su carrera, con un coeficiente de inteligencia muy superior a la media, capaz de conseguir todo lo que se proponga... excepto ser feliz. Encerrada en la modernísima y aséptica torre de marfil de su apartamento, Rosa tiene la impresión de haber echado su vida por la borda y busca respuestas para ganar la batalla en sus soldaditos, sus perfectos aliados: los libros.
    Para Ana, la mayor, su cárcel es un matrimonio insulso e infeliz, una vida doméstica que ya no la emociona, un hijo al que no sabe cómo atender y un pasado que no puede olvidar.
    Distanciadas en el momento de la narración, el pegamento que une sus desgracias tiene dos ingredientes básicos: su padre, que las abandonó cuando Cristina tenía cuatro años y su primo Gonzalo, del que todas estuvieron medio enamoradas, sobre todo Rosa y Cristina. 
   Maltratadas por la vida y por algunos hombres (no quiero desvelar mucho de la trama, pero en la novela aparece un episodio de violencia doméstica, de ahí que publique hoy la reseña, dentro de mi semana #contralaviolenciadegenero, un violador y un pederasta), las tres tratan de seguir a flote, refugiadas en drogas legales o ilegales. Hasta que uno de los cuerpos diga "basta ya" y arrastre en su salida del naufragio a los otros dos.
    Es la segunda vez que leo esta novela. La leí en su momento, cuando se publicó, allá por 1997, y la he vuelto a leer ahora para la tesina de mi máster. Guardaba un buen recuerdo de ella y, la verdad, he vuelto a disfrutar con su lectura, aunque hay pasajes que, creo, no han envejecido bien: son hijos de de la literatura de finales de los 90, del malditismo de la llamada Generación X, del realismo sucio de la ambientación urbana, nocturna, de drogas, sexo, alcohol y música trance. Pero la historia de las tres hermanas, tan diferentes pero tan iguales, tan infelices, tan encarceladas en un mundo sin barrotes, me sigue pareciendo casi tan atractiva e interesante como ese estilo de introspección, reflexión y erudición (cada una en su parcela de conocimiento) que transmite la narración en primera persona. Una obra, pues, amena, interesante, con una prosa fácil de leer que no obvia tacos ni palabras malsonantes, descripciones sexuales ni pasajes duros y por la que desfilan buena parte de los males de finales del siglo XX y principios del siglo XXI, desde la depresión, la adicción al trabajo o la drogadicción hasta la anorexia y la violencia de género.
    Nos seguimos leyendo.

Ficha técnica:



Título: Amor, curiosidad, prozac y dudas 
Autor: Lucía Etxebarria 
Editorial: Martínez Roca   Género: novela          Páginas: 352 
Publicación  2010    ISBN: 9788427036604

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...