Título: Adiós, muñeca
Autor: Raymond Chandler
Editorial: El País (serie negra)
Género: novela negra
Páginas: 288
Publicación: 2001
ISBN: 8496246655
Un nuevo caso llega a las manos de Philip Marlowe: ha de encontrar a la novia de un matón recién salido de la cárcel. Aun cuando cree que el encargo es de poca monta, las cosas se complican cuando la joven decide casarse con un anciano cargado de millones. Muertes violentas y policías corruptos de Los Ángeles se cruzarán en su camino, así como los inolvidables Malloy el gigante, Geiger el pornógrafo y Velma Valente. Fue llevada al cine y Robert Mitchum encarnó al investigador.
Gustándome tanto como me gusta la novela negra, sentía que tenía una inmensa deuda con quien es considerado uno de los padres del género: Raymond Chandler. He aprovechado la Yincana criminal para condonar mi pecado y, la verdad, he disfrutado mucho del camino.
Lo primero que me ha impactado de Adiós, muñeca es su personaje central: ese Philip Marlowe que nació como personaje y acabó convertido en tópico, en cliché de género, en arquetipo de un determinado tipo de detective que tanto juego ha dado en la literatura y el cine. Marlowe es cínico a más no poder, es carismático, es incluso violento no solo por las peleas en las que se mete sino por su manera de encarar la vida y a sus moradores. Amante (o adicto) del alcohol y el tabaco, Marlowe utiliza el whisky como moneda de cambio entendiendo al milímetro la necesidad y el comportamiento de quienes comparten con él la afición por la bebida. Es el clásico tipo duro, el hombre que está de vuelta de todo, el que va por la vida con la certeza de saber más que los demás.
Sin duda alguna, una de las claves de la novela es él. Marlowe conquista desde la primera línea y la narración en primera persona no hace sino incrementar ese halo de malditismo atrayente que desprende cada cosa que nos cuenta.
La segunda de las claves de esta obra, para mí, es el estilo de Chandler. Me ha conquistado su manera de contar, su capacidad para mimetizarse con Marlowe y el trabajo de orfebre que supone tanto la trama como la forma literaria con la que esa trama llega al lector. Durante mucho tiempo se consideró que la novela negra era un género menor, pero creo que libros como este demuestran que las tramas que enganchan no están reñidas con un pulcro y cuidado estilo literario.
Ni tampoco con la reflexión sobre la sociedad en la que vivimos, sobre todo, sobre sus defectos. Es la tercera gran baza (para mí) de la obra: su capacidad para ahondar en la miseria de la corrupción y en la mezquindad de quienes la alientan y llevan a la práctica. Chandler realiza un profundo análisis de una sociedad oscura, llena de maldad, egoísta y centrada en valores como la riqueza y la gloria personal.
Así pues, quedo más que agradecida a Carmina y a Kayena porque su yincana me ha dado el impulso que necesitaba para saldar esta gran deuda con uno de los grandes.
Nos seguimos leyendo.
Lo primero que me ha impactado de Adiós, muñeca es su personaje central: ese Philip Marlowe que nació como personaje y acabó convertido en tópico, en cliché de género, en arquetipo de un determinado tipo de detective que tanto juego ha dado en la literatura y el cine. Marlowe es cínico a más no poder, es carismático, es incluso violento no solo por las peleas en las que se mete sino por su manera de encarar la vida y a sus moradores. Amante (o adicto) del alcohol y el tabaco, Marlowe utiliza el whisky como moneda de cambio entendiendo al milímetro la necesidad y el comportamiento de quienes comparten con él la afición por la bebida. Es el clásico tipo duro, el hombre que está de vuelta de todo, el que va por la vida con la certeza de saber más que los demás.
Sin duda alguna, una de las claves de la novela es él. Marlowe conquista desde la primera línea y la narración en primera persona no hace sino incrementar ese halo de malditismo atrayente que desprende cada cosa que nos cuenta.
La segunda de las claves de esta obra, para mí, es el estilo de Chandler. Me ha conquistado su manera de contar, su capacidad para mimetizarse con Marlowe y el trabajo de orfebre que supone tanto la trama como la forma literaria con la que esa trama llega al lector. Durante mucho tiempo se consideró que la novela negra era un género menor, pero creo que libros como este demuestran que las tramas que enganchan no están reñidas con un pulcro y cuidado estilo literario.
Ni tampoco con la reflexión sobre la sociedad en la que vivimos, sobre todo, sobre sus defectos. Es la tercera gran baza (para mí) de la obra: su capacidad para ahondar en la miseria de la corrupción y en la mezquindad de quienes la alientan y llevan a la práctica. Chandler realiza un profundo análisis de una sociedad oscura, llena de maldad, egoísta y centrada en valores como la riqueza y la gloria personal.
Así pues, quedo más que agradecida a Carmina y a Kayena porque su yincana me ha dado el impulso que necesitaba para saldar esta gran deuda con uno de los grandes.
Nos seguimos leyendo.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto Libros Olvidados: 3
- Reto Autores de la A a la Z: CH 18/26