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miércoles, 3 de julio de 2013

"La marca del meridiano", de Lorenzo Silva: Vila y la oscuridad que habita en el ser humano





    Ficha técnica:


Título: La marca del meridiano       Autor: Lorenzo Silva
Editorial: Planeta             Género: novela, novela negra Páginas: 400
Publicación: 06/11/2012        ISBN: 978-84-08-03123-9

Sinopsis (editorial):


  En una sociedad envilecida por el dinero sucio y la explotación de las personas, todavía el amor puede ablandar a las fieras. Un guardia civil retirado aparece colgado de un puente, asesinado de manera humillante. A partir de ese momento, la investigación que ha de llevar a cabo su viejo amigo y discípulo, el brigada Bevilacqua, abrirá la caja de Pandora: corrupción policial, delincuentes sin escrúpulos y un hombre quijotesco que buscará en el deber y el amor imposible la redención de una vida fracturada. Ambientada en la Cataluña actual, esta absorbente novela policíaca de Lorenzo Silva, maestro indiscutible del género, se adentra más allá de los hechos y presenta un sólido retrato del ser humano ante la duda moral, el combate interior y las decisiones equivocadas.
    Voy a divagar en este primer párrafo sobre algo que me ha pasado recientemente y que me ha hecho pensar en Lorenzo Silva. Una amiga mía que trabaja en una editorial me hablaba el otro día de un escritor que se había presentado a ver a su editor en bermudas y calcetines de raquetas. Por lo menos no iba en chanclas piscineras, ha sido lo primero que he pensado. Ella ha dicho: "Javier Marías seguro que nunca lo haría". Y yo he pensado: ni Lorenzo Silva, si tenemos en cuenta lo que nos contó en el encuentro con lectores de Alcalá. Ni con la camisa por fuera, dijo, se sentía cómodo. No sé si la forma de ser o de comportarse o la imagen que un escritor transmite tiene algo que ver con lo que su obra cuenta o cómo lo cuenta, pero no ha podido dejar de pensar en esa elegancia que tiene Silva, en esa seriedad que transmite, en ese saber estar que no aleja al lector ansioso que (como yo) va a saludarle, porque su franca sonrisa siempre se abre camino para acercarte hasta él. Y esa elegancia, ese hacer bien las cosas, esa compostura, ese cuidar los detalles para que todo tenga una magia, una lógica, para que todo rime (que diría mi primo David) se nota en su imagen pero también en su prosa.
    Y de eso hay mucho en La marca del meridiano, la última entrega, hasta el momento de la saga protagonizada por Bevilacqua y Chamorro. Seriedad y elegancia pero también sentimiento, porque los que seguimos a esta pareja desde sus inicios y nos hemos implicado en sus vivencias personales descubriremos aquí la sombra que ha estado planeando durante buena parte de la saga sobre Rubén, ese conflicto del pasado mal resuelto, ese asunto sobre el que ya tuvimos una avanzadilla en La reina sin espejo, la crónica de su divorcio y una... digamos debilidad o parte oscura de Vila que, para mí, le hace más humano pero, al mismo tiempo, más admirable. 
    Y es que el caso que Silva expone en esta novela está lleno de referencias y conexiones personales que ahondan en la caracterización y comprensión de Bevilacqua como personaje cada más redondo, cada vez mejor definido, cada más profundo.
    Silva construye la trama, esta vez, sobre la investigación del asesinato de un guardia civil retirado, excompañero de Vila y al que ya tuvimos el gusto de conocer en La reina sin espejo. Una trama llena de giros y sorpresas para el lector de la saga que profundizará en la parte más corrupta de los cuerpos de seguridad. Al hilo de los acontecimientos, el libro reflexiona sobre la condición humana, sobre sus miserias y su heroicidades, sobre la moral de cada uno, las convicciones propias, los límites que nos imponemos a nosotros mismos, las ocasiones en las que nos dejamos llevar y cometemos errores y la deuda que tenemos que pagar en consecuencia.
    Una de las cosas que más me ha gustado de esta entrega ha sido la música. Todas las obras de la saga están llenas de referencias culturales de todo tipo, sobre todo música y series de televisión, pero me parece que en esta ocasión, toda la música, desde las canciones especiales de las que los personajes hablan hasta los tonos del móvil, está muy muy bien seleccionada y deja ver mucho más allá de lo que la historia cuenta. Es más, hasta permite que cada lector ponga de su parte a la hora de construir parte del argumento porque, al fin y al cabo, la música es una vivencia personal y las canciones van construyendo la banda sonora de nuestra vida. Así que es fácil que a lo que Vila dice o piensa o siente el lector añada algo de su cosecha.
    La investigación se traslada, en esta ocasión, a Barcelona, como ya ocurriera en La reina sin espejo, lo que permite a Silva volver a incidir en las reivindicaciones nacionalistas, la incomprensión mutua y los tópicos que convierten las diferencias (que las hay) en abismos infranqueables. Y este escenario y estas diferencias le sirven al autor para dibujar la metáfora de esta novela, esa que da título a la obra y que explica, siempre, en el epílogo final. Creo que nunca lo he dicho pero me encantan esos capítulos finales, esos que abren la puerta a la poesía, a lo subjetivo y al sentimiento y muestran a Bevilacqua más allá del ejercicio de sus labores como guardia civil y a Silva más allá del novelista que es.
    En definitiva, que el Premio Planeta de 2012 es una obra bien armada sobre unos pilares sólidos e interesantes, bien escrita, que ahonda un poquito más en unos personajes ya entrañables para el lector, que plantea una serie de reflexiones muy atractivas y que  nos acerca un poco más a la parte más oscura de Bevilacqua. A la más humana.  
    Nos seguimos leyendo.


    Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto Homenaje a tu autor favorito: 5/5
  •  Reto negro y criminal: 11/15
  •  Desafío100 libros: 65/100
  • Reto Sumando: 22/2013
    Otros títulos de la saga reseñados:

lunes, 17 de junio de 2013

"La reina sin espejo", de Lorenzo Silva: Bevilacqua y Chamorro a este lado del espejo



    Ficha técnica:


Título: La reina sin espejo       Autor: Lorenzo Silva
Editorial: Destino             Género: novela, novela negra Páginas: 384
Publicación: 15/11/2005   ISBN:  84-233-3775-8

Sinopsis (editorial):


  Una mujer es brutalmente apuñalada en su casa de campo en Zaragoza. Se trata de una célebre y atractiva presentadora de televisión, casada con un escritor catalán de culto. Las huellas de una noche de sexo y drogas sugieren a primera vista un crimen pasional propio del mundillo del espectáculo, pero sólo el curtido buen juicio del sargento Bevilacqua y la precisa inteligencia de la cabo Chamorro lograrán penetrar más allá de las apariencias, enfrentándose a sus propios prejuicios. La investigación lleva a la pareja de investigadores de la Guardia Civil a Barcelona, donde tienen que sortear todo tipo de dificultades, desde el pasado amoroso de Bevilacqua, hasta la delicada cooperación con los Mossos d'Esquadra. Gradualmente, se va dibujando una compleja intriga cuya resolución implicará resolver enigmas de Alicia a través del espejo, explorar el mundo de los chats de Internet, y ahondar en el alma de un personaje con quien el sargento de la Guardia Civil tiene más de una cosa en común. En La reina sin espejo, quinta entrega de la serie de Bevilacqua y Chamorro, la densidad interior de los personajes sirve de contrapunto perfecto a una intriga rica en sorpresas y revelaciones. Lorenzo Silva sabe crear diálogos y situaciones de gran ironía donde lo mismo se discute a Corelli o a Lewis Carroll que se exploran con inteligencia los prejuicios en tiempos del nuevo orden político autonómico.
    ¡Ay, este Bevilacqua! Se nos va haciendo mayor. O eso cree (o siente) él y así nos lo hace saber en varias ocasiones a lo largo de esta cuarta novela (quinta entrega si contamos los cuatro relatos que Silva reunió en Nadie vale más que otro) de la saga que protagoniza el guardia civil. De hecho, su cansancio, su hastío, ese mirarse en los jóvenes y ver cómo ha cambiado, su mirada hacia el pasado, su nostalgia de tiempos mejores, su análisis de lo que ha sido su vida hasta el momento se convierten, en este caso, en subtrama de la obra. Silva se hace eco, así, del paso hacia a la madurez que sobreviene en la frontera de los 40: hora de balances, tiempo para repasar lo hecho y reordenar el futuro, tiempo para mirar al presente y reconocerse en lo que uno es, más allá de lo que soñó que podría haber sido. Sin embargo, he de confesar que me preocupa la tristeza, la melancolía, la frustración, el aburrimiento o la pena por lo no realizado que destilan muchos de los comentarios de Bevilacqua en esta entrega, ese "estar más cenizo que de costumbre" que también preocupa a Virginia. Me lo hubiera llevado a tomar un café y hubiera charlado con él largo y tendido para entender el porqué de su abatimiento. Si se hubiese dejado, claro está. Que Rubén es muy suyo para sus cosas. Ya lo intentó Chamorro en alguna ocasión en esta novela y no obtuvo más frutos que yo.
    Me gusta Bevilacqua. Me gusta su manera de ser y cómo tiene amueblada la cabeza. Y me gusta ir descubriendo pasajes de ese pasado que ahora vuelve a él. Silva continúa guardándose piezas del pasado del sargento y nos las va administrando con cuenta gotas, libro a libro, reflexión a reflexión, recuerdo a recuerdo. En esta ocasión, sabemos algo más sobre el fracaso de su matrimonio o sobre la aventura sentimental que tuvo en Barcelona. Me parece muy atractiva ese dosificación de la vida de Bevilacqua a la que nos somete Silva: ya conocemos al personaje, ya sabemos cómo es y cómo piensa, ya sabemos de sus soldados y de su carácter, ya no tiene que volver a contárnoslo; pero eso no quiere decir que lo sepamos todo de él, siempre queda algo nuevo por descubrir, como ocurre en la vida misma.
   También me ha resultado muy interesante la visión sobre Cataluña que nos ofrece el autor. Por unas razones u otras, quienes vivimos en otras partes de España tenemos una serie de prejuicios sobre la forma de vida, la mentalidad o la forma de pensar de los catalanes. Silva ofrece un poco de normalidad: retrata los conflictos internos y externos de la Cataluña actual (o, por lo menos, de la de hace una década) y desmonta otros muchos falsos mitos que muchos que no han pisado nunca esa tierra creen a pie juntillas. Y me ha encantado esa crítica a la burocracia por encima de la acción, esa competencia entre cuerpos de seguridad diferentes que, en el fondo, están para lo mismo; ese saltarse el papeleo y hacer las cosas a lo Bevilacqua, ir al grano, moverse, ser pragmáticos, más allá de lo que las instituciones o los políticos consideren que hay que hacer. 
     De igual modo, me gusta su manera de echar por tierra tópicos y estereotipos sobre determinados colectivos, como, en este caso, hace con los guardias civiles: los hay cultos, los hay formados, los hay universitarios. 
    Y, por supuesto, me han enamorado las referencias metaliterarias que Silva incluye en esta entrega: esa Alicia/Neus que no sabe si es reina o esclava, si está dormida y sueña o es fruto de un sueño; el análisis de la figura del escritor, la visión que la sociedad tienen de ellos, representada por Gabriel Altavella, el marido de Neus, la víctima de esta novela. Y, por la parte que me toca, me ha interesado especialmente la reflexión sobre la admiración que los escritores despiertan en nosotros, esas etapas de embeleso y devoción que muchas veces sentimos y que se oponen a otros momentos de alejamiento, si no de rechazo hacia el autor. Y el placer que supone para un lector hablar con un autor, intercambiar opiniones, conocerle en la cercanía, en lo que él es y no en lo que son sus personajes. He de confesar que, tras esta lectura, me mantengo en la primera fase en mi relación con Lorenzo Silva, es decir, la de la admiración absoluta. Cada día me gusta más cómo escribe y lo que escribe, su estilo y lo que cuenta con esa precisa elección de palabras. Llevo muchos años y muchos libros leyendo a Silva y, de momento, mi admiración y mi respeto por él no decaen. Es más, creo que crece a cada nueva lectura. Y, de momento, la única entrega de Bevilacqua y Chamorro que me queda por leer es la que ha ganado el Planeta... ¿qué mejor promesa?
    Nos seguimos leyendo.


    Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto Homenaje a tu autor favorito: 4/5
  •  Reto negro y criminal: 9/1
  •  Desafío100 libros: 58/100
  • Reto Sumando: 19/2013
    Encuentro literario con Lorenzo Silva: aquí.
    Otros títulos de la saga reseñados:

miércoles, 27 de febrero de 2013

"La niebla y la doncella", de Lorenzo Silva: héroes humanos, héroes de papel, héroes vencidos





  Ficha técnica:


Título: La niebla y la doncella       Autor: Lorenzo Silva
Editorial: Destino             Género: novela, novela negra Páginas: 338
Publicación: 10/10/2002  ISBN:  9788423334438

Sinopsis (editorial):


  El sargento Bevilacqua y su compañera la cabo Chamorro, atípicos investigadores criminales de la Guardia civil, reciben un incómodo encargo. El asunto que les toca en suerte es un asesinato ocurrido dos años atrás en la isla canaria de La Gomera; el muerto, un joven de vida desordenada y carácter atolondrado. Por el crimen, en su día, se juzgó y absolvió a un político local cuya hija adolescente andaba en relaciones con la víctima. El caso ha estado en la vía muerta durante meses, pero las altas conexiones de la madre del chico han forzado a reabrirlo. Chamorro y Bevilacqua se encuentran con un crimen antiguo y muy pocas pistas para resolverlo. Tras desplazarse a la isla, la cabo y el sargento, con la colaboración no siempre entusiasta de los guardias que en su día cerraron el caso en falso, se sumergen en la búsqueda de un asesino que parece haberse desvanecido en la niebla del bosque donde apareció el cadáver.
   Lorenzo Silva nos ofrece en La niebla y la doncella la entrega más trepidante y ambiciosa de las andanzas del sargento Bevilacqua.
    Quizá sea ésta la entrega que más me ha gustado de la saga (sin contar La estrategia del agua, quinto libro protagonizado por Bevilacqua y Chamarro, que hasta el momento -y a falta de leer La reina sin espejo y La marca del meridiano- es mi favorito). Tal vez sea porque lo personal está más presente, porque conocemos a un Vila y una Chamarro más personas que personajes, con sus conflictos íntimos, sus frustraciones y una personalidad cada vez más definida. Porque Lorenzo Silva sigue ofreciéndonos datos nuevos sobre los personajes principales en esta tercera entrega. Ahora descubrimos que el sargento Bevilacqua estuvo casado y tiene un hijo de nueve años, al que ve menos de lo que quisiera desde hace seis y deja entreabierta una puerta a su alma por la que nos deja ver qué siente ante esa situación, cómo se siente respecto a su hijo, cómo es como padre. Vila también nos revela ahora el porqué de su afición a pintar soldados de plomo. Más que el porqué de su afición, lo que revela es la razón por la que solo pinta soldados derrotados, pertenecientes a ejércitos que perdieron sus batallas. Además, sus problemas para navegar humanizan a este modesto héroe. Él mismo nos habla de su evolución personal cuando dice, por ejemplo: 
"De joven, y cuando digo joven quiero decir antes de empezar a levantar cadáveres con cierta frecuencia, yo era un pesimista obstinado y fastidioso. No descarto que fuera eso lo que me condujera, precisamente, a la psicología. Para un pesimista, el estudio de los desarreglos de la mente humana puede llegar a ser una gozosa fuente de confirmaciones de su convicción. La cosa empezó a cambiar cuando me puse a convivir de forma efectiva con el desastre, y terminó de invertirse cuando la muerte se convirtió en mi compañía y mi ocupación cotidiana. Desde entonces, soy un optimista contumaz. Ver truncarse las vidas, con todo".
   Asimismo, también le acerca al lector su férreo sistema de valores humanos y esa lealtad por quien, como él mismo dice, "soporta contigo, codo con codo, el barro y el polvo de la misma trinchera. Aunque uno nunca termina de saber si es justa o verdadera la causa por la que lucha, lo que está fuera de cuestión es la indignidad de quien da la espalda al que tiene a su lado". Y, finalmente, en este caso también nos deja ver cómo se maneja con las mujeres. Las referencias sentimentales o sexuales a Chamarro y otras minas han sido constantes hasta ahora, pero Vila ha mantenido su firme convicción de no mezclar el placer con el deber. Hasta ahora. Y sus inseguridades, su miedo, su forma de describir un encuentro sexual y la conversación posterior, su manera de recordar al otro 50% de esa aventura y las bellísimas palabras que le dedica muestran a un Bevilacqua más humano aún, con sus bajezas y sus cualidades, más admirable, más cercano.
    También Chamorro adquiere mayor protagonismo en esta entrega, dejándonos ver su cara más personal. La relación sentimental que mantiene con ese "Conan", objeto de todas las burlas posibles por parte de Vila, perfila a la Virginia que hay detrás del uniforme de Guardia Civil, a la mujer que apuesta por una relación pero con la suficiente sinceridad consigo misma, la suficiente valentía, fuerza e inteligencia como para pararla en cuanto deja de ser lo que ella creía que podría ser. Del mismo modo, otro de sus amores, su pasión por la astronomía, también cobra importancia en esta tercera entrega, descubriendo al lector su capacidad para apasionarse y para compartir esa pasión.
     Tal vez también me haya gustado más esta novela por el propio caso en sí. Un "muerto pasado de fecha", en palabras de Vila, cuyo presunto asesino ya fue juzgado y absuelto. Cinco años después de que el joven Iván perdiera la vida, Bevilacqua y Chamorro tendrán que viajar a las Islas Canarias para investigar qué ocurrió de verdad aquella noche. A las dificultades que encontrarán por el tiempo pasado y el juicio (y los prejuicios) anteriores tendrán que sumar las trampas que irán encontrando en el camino. Un caso que sacará a la luz las miserias del ser humano cuando la avaricia se convierte en guía de vida.
    O quizá me haya gustado más, simplemente, porque es más redonda que las demás, mejor estructurada. Al menos, esa era la intención consciente de Lorenzo Silva, tal y como explica en su página oficial (página que te invito a visitar, porque tiene muchísimas curiosidades e información jugosa sobre la obra de Silva en general y sobre la saga que nos ocupa en particular):
"Era todo un reto volver a escribir una historia con esta pareja de investigadores, después del éxito (bastante espectacular e inesperado, para mí) de "El alquimista impaciente", un libro que llegó a más de 200.000 lectores y, a través de la adaptación cinematográfica que hiciera Patricia Ferreira, a muchos millares de personas más. Ser consciente de que con Chamorro y Bevilacqua podía haber inventado una fórmula de éxito me hizo ser muy cauto: tardé tres años en volver a ellos, y no lo hice hasta que no estuve más o menos convencido de tener entre las manos una novela que, lejos de limitarse a repetir los hallazgos de alguna de las anteriores, me pareciera que podía ser la mejor, la más completa y valiosa de todas. Así lo intenté, entre finales de 2001 y el verano de 2002, y esto fue lo que salió. Una novela más extensa que las dos precedentes, donde se cala más a fondo en la pareja protagonista, y sobre todo en el sargento, que deja entrever alguna de sus zonas oscuras. Y una historia en la que los investigadores no pueden mantener siempre la frialdad y la distancia profesional, porque se ven personalmente implicados en los acontecimientos como nunca se habían visto antes. Por lo demás, intenta la novela ser de nuevo un reflejo literario de la España actual, y los personajes, dos representantes de esa gente que se levanta cada mañana para hacer su trabajo, con alguna conciencia del deber, algún deseo de ayudar a los demás y el prurito de cumplir decentemente con su cometido. Aunque no les paguen mucho, aunque sirvan a un sistema de justicia imperfecto, y aunque no hubieran soñado de pequeños estar donde están. Un hombre y una mujer honrados y pundonorosos, que fallan como tú y como yo, pero que como tú y como yo intentan mantener la dignidad. Nada más. Nada menos". 
    Lo que no faltan son los comentarios y reflexiones sobre cuestiones importantes, al hilo del caso o de las relaciones y conversaciones que se establecen en el libro. Así, Silva pone sobre el tapete problemas tan actuales (quizá será porque siempre están de actualidad) como la corrupción, la desmilitarización de la Guardia Civil, las vidas afortunadas tiradas por la cloaca, o la hipocresía y la ruindad del mundo de la política. 
   Como también es habitual en la saga, no faltan las conversaciones que giran en torno a la desigualdad de género. En este caso, el diálogo no tiene lugar con Chamarro, sino con Ruth Anglada, la compañera isleña que les acompañará en el caso. Un personaje central (por muchos motivos) en esta entrega, con la que Vila discutirá sobre feminismo y machismo. Además, también estará presente la situación de la mujer en los Cuerpos de Seguridad, aunque en este caso sea para lamentar que la maternidad eche por tierra muchas prometedoras carreras profesionales: las exigencias del trabajo, dice el sargento, no son las más adecuadas para conjugarlas con una "maternidad responsable". Y éste, precisamente, será otro de los temas sobre los que pivoten algunas de las tramas de la novela: la educación que los padres brindan a los hijos y las consecuencias que tal educación tienen en los vástagos y en su futuro (y, claro está, si es posible enmendar errores). Aunque, en esto, como en todo, Vila no puede dejar de mostrar su escepticismo, más cargado de pesimismo aquí que nunca: "creo que los padres, se pongan como se pongan y hagan lo que hagan, siempre joden a los hijos", asegura el sargento. Genio y figura.
    Nos seguimos leyendo.



   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto 13.000 páginas: 388/13.000
  •  Desafío100 libros: 19/100
  • Reto Sumando: 23/2013
  • Reto 25 españoles: 16/25
  • Reto negro y criminal 6/15
  • Reto homenaje a tu autor favorito 3/5                  
  Otros títulos de la saga reseñados:

lunes, 25 de febrero de 2013

"El alquimista impaciente", de Lorenzo Silva: poderoso caballero es Don Dinero





  Ficha técnica:


Título: El alquimista impaciente       Autor: Lorenzo Silva
Editorial: Destino             Género: novela, novela negra Páginas: 288
Publicación: 26/01/2000  ISBN:  978-84-233-3196-3

Sinopsis (editorial):


   El alquimista impaciente inicia su acción con un cadáver desnudo que aparece atado a una cama en un motel. Por la situación en que se halla, sin marcas de violencia, puede ser un crimen, o no. El sargento Bevilacqua, atípico investigador criminal de la Guardia Civil, y su ayudante, la guardia Chamorro, han de resolver el enigma. La investigación que sigue no es una mera pesquisa policial. El sargento y su ayudante habrán de llegar al lado oculto de la víctima y de las personas que la rodeaban, y deberán desentrañar un complejo entramado de dinero e intereses. Pero la clave, como en la alquimia, está en la paciencia.
    Cuando a una le ponen un caso criminal en la puerta de casa, una no puede por menos que disfrutar de la investigación, buscar similitudes, atar cabos, intentar leer entre líneas y sentir que conoce mucho de lo que se habla en la novela. Eso es lo que me ha pasado a mí con El alquimista impaciente, segundo libro de la saga de Bevilacqua y Chamorro que aún no había leído (a pesar de alzarse con el Premio Nadal de 2000), quizá porque vi la peli en su momento y la recordaba demasiado bien. 
  Lorenzo Silva sitúa esta novela en la provincia en la que vivo, Guadalajara, y toca temas que siento cercanos, como el de la Central Nuclear (en Guadalajara había dos, hasta que cerraron la que estaba situada en Zorita de los Canes en el año 2006. No he visitado nunca ninguna, pero como periodista, las centrales eran siempre fuente de información y en la redacción estábamos todos bastante al día de lo que tenía que ver con ellas), el del boom inmobiliario y los nuevos ricos surgidos bajo su manto protector y, por supuesto, el de los medios de comunicación ligados a las grandes empresas constructoras. Así que leerla ha sido como recorrer terreno conocido, como sentirse en casa. Sólo me ha faltado Bevilacqua al lado.
    El magistral equipo formado por el sargento y la guardia Chamorro (“Tu austeridad mental me sirve para mantener a raya mi fantasía desbordante”, le dice Vila a Virginia, tratando de explicar el éxito de su colaboración profesional) investiga ahora la muerte, en peculiarísimas circunstancias, de uno de los trabajadores de una central nuclear, Trinidad Soler, un hombre que no fue, en vida, lo que parecía ser. Se enfrentan, pues, a una investigación complicada, con recodos y recovecos, con trampas y manipulaciones, que revela, al fin, la debilidad del ser humano y el laxo concepto que muchos tienen de la ética y la honestidad.
   Silva plantea en este libro interesantísimas cuestiones sobre el mundo de los negocios, sobre todo, sobre su cara más oculta, su cara más sucia. Y, curiosidades de la vida, lo que en el año 2000 eran temas de actualidad (como la especulación y el boom inmobiliario) hoy se leen con la perspectiva que dan 13 años y una crisis derivada de aquellos barros. Todo el contexto adquiere, pues, una actualidad bárbara y muchas de las cuestiones que planteaba entonces se tornan, ahora, en preguntas de primer orden, como, por ejemplo, ¿puede la esposa de alguien que se está enriqueciendo ilícitamente no saber nada? Todo ello le permite poner en boca del sargento y de algunos personajes comentarios y pensamientos muy interesantes sobre la importancia del dinero y la dictadura social que impone, como cuando dice León Zaldívar, uno de los personajes centrales de la trama, el que representa al triunfo económico, “rico hasta aburrirse”, según el primer comentario que el lector recibe sobre él: “Lo lamentable, Laura, es que hoy la gente no se corrompe por el poco dinero que hace falta para comer, ni tampoco por el mucho que hace falta para ser libre. Lo hacen siempre por sumas intermedias: las que sirven para comprarse un coche más grande, o una casa, o una lancha motora, o cualquier otra de las mierdas a las que la publicidad reduce el horizonte vital de tantos cretinos”. 
   Además, nos va ofreciendo nuevos datos sobre la vida de Vila que permiten al lector ir conociendo con mayor profundidad  a un personaje lleno de matices, licenciado en Psicología (lo que añade un componente de análisis psicológico, análisis de la conducta y referencias explícitas a esta área del conocimiento en sus pensamientos, diálogos e investigaciones), que lucha por no perder la humanidad a pesar de la profesión que ejerce (“Siempre he procurado sentir compasión, en el mejor sentido de la palabra, por la desdicha de las personas cuya muerte me ha tocado esclarecer. Eso implica tener presente quiénes fueron, y esforzarse, hasta donde resulta factible, por conocer y comprender la manera en que veían las cosas”, dice de sí mismo) y que en sus ratos libres se relaja pintando soldados de plomo, eso sí, siempre de ejércitos perdedores.
   También vamos conociendo más datos sobre su compañera y su relación con ella, una relación profesional que se va consolidando y que cada vez se basa más en el respeto, la confianza y la admiración mutuas, inevitables encontronazos (derivados de la diferencia de edad o del distinto sexo de ambos) al margen.
   Silva pone ante los ojos del lector sugerencias para que reflexione sobre ellas, más allá de los comentarios de los personajes. Así, pone el acento en el funcionamiento del sistema judicial a través del juez tan enterrado entre las toneladas de trabajo pendiente que no ve más allá de sus expedientes o en las dificultades que encontramos las mujeres (en sentido amplio) sólo por el mero hecho de ser mujer.
   En definitiva, ésta es una novela bien escrita, con un caso repleto de trampas, recovecos y algún que otro cierre en falso; con unos personajes que crecen y se hacen querer y admirar aún más, con una serie de cuestiones sociales y psicológicas muy interesantes y con un análisis de la sociedad en la que vivimos tamizada por la siempre irónica y descreída mirada de Bevilacqua. Una narración muy bien trazada con un estilo sencillo pero que incluye, al mismo tiempo, una grandísima cantidad de referencias cultas sobre cine o psicología.
   Y finalizo con un detalle que me encanta de la saga: el que el último capítulo dé nombre al libro y en él se explique el porqué de tal título. Un colofón perfecto para una buena novela. 
   Nos seguimos leyendo.

   De todo lo que he leído sobre la novela, me ha interesado especialmente esta reseña y las curiosidades que el propio Lorenzo Silva recoge en su página oficial.


   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto 13.000 páginas: 288/13.000
  •  Reto Genérico: 4/5 misterio
  •  Desafío100 libros: 16/100
  • Reto Sumando: 24/2013
  • Reto 25 españoles: 14/25
  • Reto Negro y criminal: 4/15
  • Reto homenaje a tu autor favorito. 2/5                   

Otros títulos de la saga reseñados:

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