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viernes, 17 de noviembre de 2017

"El color de los ángeles", de Eva Díaz Pérez: un fabuloso retrato de Murillo

   Eva Díaz Pérez me consuitó hace ya años con El sonámbulo de Verdún, así que cuando ofrecieron su última novela para reseñarla para  Anika entre Libros, no me lo pensé. Y, una vez más, no me ha decepcionado.


Título: El color de los ángeles
Título Original: (El color de los ángeles, 2017)
Autor: Eva Díaz Pérez
Editorial: Planeta Colección: Autores Españoles e Iberoamericanos


Copyright:
© Eva Díaz Pérez, 2017
© Editorial Planeta, S.A., 2017
Edición: 1ª Edición: Mayo 2017
ISBN: 9788408171126
Tapa: Dura
Etiquetas: familia, ángeles, aprendizaje, arte, biografía novelada, religión, histórica, literatura española, novela, pintura, prostitución, pintores, siglo XVII, Sevilla, la peste, homosexualidad, prostitución masculina, fe y creencias, arcángeles, pintura religiosa, Murillo
Nº de páginas: 352


Argumento:

  El reposo obligado, tras caerse de un andamio mientras pintaba, devuelve a la memoria del maestro pintor Murillo buena parte de las escenas de su vida. Así, mientras se recupera, el lector conocerá aspectos de su vida familiar, de su labor profesional, de su empeño por conseguir determinados colores o ademanes, su obsesión por captar las expresiones más adecuadas o las dudas sobre sus cuadros y la fe que en ellos se plasma.


Opinión:

  Leer a Eva Díaz Pérez es como hacer un viaje. Un viaje en el espacio pero también en el tiempo. Y es que su capacidad para reproducir ambientes y escenas es maravillosa y, en este caso, logra realmente que el lector visite la casa, el taller y la ciudad en los que moró y trabajó Bartolomé Esteban Murillo, uno de los pintores españoles que mejor ha retratado la religiosidad, gracias, sobre todo, a sus ángeles y sus inmaculadas.
  De ello se habla (y mucho) en la novela. Díaz Pérez ahonda no solo en la recreación o la reconstrucción de la vida del insigne pintor sevillano sino que también nos propone un acercamiento a su técnica y su mente. Así (y aprovechando la excusa del reposo del artista, tras caer de andamio, y de los recuerdos que el forzoso parón traen a su memoria), la autora nos va sacando y metiendo en la vida actual (enero de 1682, momento en el que se produce el accedente de un Murillo ya anciano) y en los sucesos de su pasado como si de un viaje a través de toda una época y toda una vida se tratara.
   Conocemos de este modo a su familia, su mujer, sus hijos y el personal de la casa a los que acaba queriendo como uno más. Descubrimos sus pasiones, sus miedos y el dolor de haber perdido a tantos hijos. Y nos adentramos en la mente de un pintor genial, un artista que busca la precisión, el color exacto, la expresión más adecuada, la postura, el entorno y la invitación a sentir la religión a través de sus obras de la forma más minuciosa y rigurosa.
  Díaz Pérez nos ofrece, pues, un retrato muy humano y completo de un pintor genial. Un retrato que no se queda en la mera descripción de sucesos, sino que es todo un fresco de la personalidad y el arte de un Murillo que no siempre estuvo seguro ni de su forma de pintar ni de si su obra lograba el objetivo buscado (mover a la religiosidad) o había en ella un puntito de vanidad e intento de sobrevivir a la muerte, duda que le asaltaba, sobre todo, cuando veía a su mujer buscando el rostro de sus hijos fallecidos pero retratados en forma de ángeles en los diferentes cuadros del pintor que adornaban las iglesias sevillanas.
  Pero, como decía al principio, la autora no se queda en un vivo retrato de Murillo y su entorno sino que lo acompaña de un telón de fondo que es más que un mero decorado y que se convierte en otro de los grandes alicientes de esta novela. La Sevilla del siglo XVII queda aquí retratada con sus luces y sus sombras, su religiosidad y su beatería, su cara más oculta y rechazada (al menos en aquella época). Y también descubrimos en esta obra la Sevilla de la peste, la de los viajes a las Américas, la del arte y la de la decrepitud.
  Y todo ello con una pluma, la de Eva Díaz Pérez, que en este caso más que pluma parece pincel. Y es que la autora se contagia de la minuciosidad de Murillo para ofrecernos una novela ágil, emotiva, melancólica y serena pero que es capaz de llenarse de emociones cuando la historia así lo requiere o de intriga, cuando la trama lleva (ya hacia el final de la obra) a Murillo a enfrentarse con personajes y escenarios que nunca hubiera querido conocer.
   En este sentido (y no quiero decir mucho, para no estropear esta parte de la trama a nadie), no he podido evitar pensar en la ocultación, en la vergüenza, en el rechazo y en la visión retorcida de algo que hoy empezamos a ver como normal que se tenía en la época y en el mucho sufrimiento (y los muchos abusos) que tuvieron que pasar los implicados.
   En definitiva, creo que Murillo se podría sentir feliz por recibir un regalo como este en el cuarto centenario de su nacimiento. Una obra profunda humana llena de arte y vida.
    Enlace a la reseña original.
   Nos seguimos leyendo.

miércoles, 18 de abril de 2012

Un libro diferente: "El sonámbulo de Verdún"

   Una amiga me ha pedido que le sugiera libros para hacer un trabajo del máster y le he hecho una lista. El primero era este. Y he pensado en compartirlo también con vosotros, porque me pareció un libro excepcional, diferente a lo que estamos acostumbrados a leer, tanto por el tema y el narrador como por la organización temporal y espacial o el juego que propone. 


   Os dejo la reseña que escribí para Anika entre Libros, a modo de invitación.

EL SONÁMBULO DE VERDÚN, 2011
Eva Díaz Pérez
Editorial Destino
ISBN: 9788423345557
348 Páginas

Argumento
 
     Una bala viaja directa hacia la frente de Jaroslav Smoljak, soldado de la I Guerra Mundial. Pero la flexibilidad del tiempo nos permitirá conocer su historia (y la de muchas de las personas a las que conoció y la de gente a la que no conoció y la de gente a la que no conocerá pero a la que está unida por los hilos invisibles de la Historia) en los segundos que la bala tarda en llegar a su destino. “El sonámbulo de Verdún” teje las vidas de muchos de los protagonistas (héroes o víctimas, o las dos cosas al mismo tiempo, porque todo es posible) para presentar un esbozo de lo ocurrido durante la Gran Guerra y, lo que es más interesante, de lo que todavía supone hoy en día.
 
             Reseña

    Piénsalo durante un segundo: ¿qué es para ti la I Guerra Mundial? ¿Una guerra que cambió la historia de Europa? ¿Una guerra que transformó el mundo tal y como era conocido hasta el momento? ¿La última guerra romántica? ¿La primera guerra moderna, con estrategias, armamento, tácticas y demás parafernalia bélica novedosas… al menos en uno de los bandos? ¿Un tema del libro de historia? ¿La pregunta de un examen? ¿Un puñado de películas? ¿Alguna novela? ¿Los recuerdos que trajiste de algún museo que has visitado? ¿La conmoción que te ha podido producir alguna presentación artística, tal vez una performance, sobre ella? ¿Una guerra que tuvo lugar en otros países? ¿En otro continente? ¿Que afectó a otras personas? ¿En otro siglo? ¿En otro mundo?
    Y, sin embargo, la Historia sigue tejiendo los mimbres de aquella guerra con los hilos que hoy continúan hilvanando las pequeñas o grandes vidas del presente. Los descendientes de los soldados que lucharon en aquella guerra continuaron protagonizando la Historia europea del siglo XX y todavía hoy escriben el presente de la Europa del siglo XXI. Sus consecuencias (políticas, sociales, económicas, bélicas…) tuvieron repercusiones que llegan hasta nuestros días. Aunque muchas veces no nos paremos a pensar en ello.
    Sobre todo ello propone reflexionar “El sonámbulo de Verdún”. Y lo hace a través del relato de las historias particulares de tres protagonistas de la Historia: Jaroslav Smoljak, soldado praguense que luchó en los dos bandos, blanco de la bala viajera que abre y cierra la novela; Fritz Wolf, artista que desde la actualidad busca las huellas de la Gran Guerra que todavía hoy perviven en los descampados, en las casas abandonadas, en los mercadillos… con el fin de reconstruir lo ocurrido en un magno proyecto artístico que será exhibido en el Museo Mumok de Viena; y Klaus Werger, niño imaginativo, joven de extraordinario talento narrativo y adulto que da la espalda a las palabras, que acabó comprendiendo que los héroes que él fabricó en sus textos son en realidad las grandes víctimas de una guerra ya olvidada. Tres protagonistas, con tres historias diferentes, en lugares distintos, con preocupaciones diversas pero a los que los hilos invisibles del tiempo pone en contacto sin que ellos lleguen a sospecharlo. Sólo nosotros lo sabemos.
    Estas tres grandes historias conforman el esqueleto de una novela que cuenta más, mucho más: la historia de un imperio que se desintegra, la historia de dos ciudades (Praga y Viena), la de muchos de sus habitantes, la Historia que se vive en las trincheras, las historias que se cuentan para vencer el miedo, las historias (reales o inventadas) que perviven, las que ya se han olvidado, las que luchan por ser rescatadas, las que jamás lo serán.
    La guerra concebida como espectáculo, la vida presentada como un juego de azar, la Historia mostrada como una línea flexible del tiempo.
    Esta flexibilidad del tiempo será una de las grandes bazas que jueguen a favor del estilo de la novela. Así, los saltos en la cronología de los hechos y en el espacio serán continuos. No sólo motivados por el cambio de protagonista, sino también dentro de la propia historia de cada uno de ellos. El narrador presenta así una amalgama de sucesos desordenados, caóticos que sólo siguen la lógica de los hechos y sus consecuencias; de lo que ocurre y lo que ocurrirá.
    El tiempo de la guerra es el presente, nos repetirá constantemente el narrador. Por eso, los fragmentos escritos en presente se alternan con un pasado poblado de recuerdos en un viaje que llega hasta el futuro. Pero un futuro relativo (como todo tiempo) porque es futuro desde el momento en que se narra, pero puede ser ya pasado respecto a nosotros. La flexibilidad del tiempo, de esos segundos infinitos durante los que la bala viaja hacia la cabeza de Jaroslav, queda de nuevo reflejada en la construcción narrativa y estilística de la obra.
    Además de esta flexibilidad, de estos juegos temporales, de estos vaivenes de la historia, uno de los grandes aciertos de la novela es el manejo del narrador. Es un narrador omnisciente, que conoce todo lo que ocurre en la historia contada, que presenta hasta la conciencia, los miedos o los sueños de cada protagonista. Pero es un narrador que aparece constantemente, que se nos hace presente a los lectores para guiarnos de la mano por los vericuetos de la Historia, por las calles de Praga, por el laberinto de los recuerdos, los rostros y los nombres. Es un narrador que nos introduce en el relato, que nos invita a guardar silencio cuando el protagonista duerme, mientras nos colamos en sus sueños. Es un narrador maestro de ceremonias, el game máster de un juego de rol, el presentador de un circo, el titiritero que maneja las cuerdas de la marioneta, que se sitúa por encima del tiempo para llevarnos aquí y allá, hasta componer el cuadro completo de lo que la autora nos quiere presentar.
    Un narrador que también reflexiona sobre la propia narración, sobre lo que debería o no debería contar en un momento determinado y qué soporte narrativo debería utilizar para conseguir el mayor efecto literario. Un narrador que presenta una realidad plagada de irrealidad, una realidad por cuyas rendijas se cuelan hechos sorprendentes, sucesos mágicos, acontecimientos extraordinarios (fantasmas que pueden tocarnos, calles que se esconden, ciudades que se transforman, relojes que se paran). Y es que la reflexión sobre la realidad y la ficción, sobre la literatura y la historia, sobre lo que fue y lo que se recuerdan también está muy presente en toda la novela.
    Junto con el manejo del narrador, también resulta impactante el tono utilizado para contar los hechos que van ocurriendo. En realidad, no se trata de un único tono, sino que (casi como la misma personalidad que podríamos atribuir al narrador) va cambiando: de cruel (sobre todo ante la frivolidad con la que a veces se aborda el tema de la guerra) a resignado; de descreído a esperanzado; de rabioso a comprensivo, tan acostumbrado como dolido por las pérdidas que supone cualquier conflicto bélico.
    Para completar la estampa, la autora utiliza en muchas ocasiones imágenes muy bellas, muy poéticas, tan violentas como efectivas, como esa metáfora de la I Guerra Mundial como gran tijera que llenó de cicatrices Europa.
    En definitiva, es un libro sorprendente, tanto por el tratamiento de la guerra como por los recursos estilísticos empleados. Es cierto, como la propia autora pone de manifiesto al final de la novela, que el mundo centroeuropeo es bastante desconocido en España pero, quizá por eso, me ha parecido aún más interesante. Y me han fascinado las conexiones entre el pasado y el presente, entre los personajes, entre los protagonistas de las historias y los protagonistas de la Historia, entre las fotografías y la realidad.
    Y como la flexibilidad del tiempo es el eje sobre el se va deslizando la novela, esta historia de comienzos del siglo XX cuenta con el apoyo de los recursos de comienzos del siglo XXI, en este caso, un blog en el que la autora ha incluido fotos, filmografía, música y diferentes pistas para poder interpretar y compartir el juego que nos presenta (Uno: abrir el libro. Dos: tirar los dados. Tres: leer).

   Nos seguimos leyendo.
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