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miércoles, 5 de junio de 2013

"El bandido doblemente armado", de Soledad Puértolas: historia de una familia y de su narrador

Ficha técnica:


Título: El bandido doblemente armado                    Autora: Soledad Puértolas
Editorial: Anagrama    Género: novela           Páginas: 140
Publicación:  1987 (primera edición: 1980)                          ISBN: 84-339-1748-X
  El bandido doblemente armado podría haber sido una novela larguísima, una de esas novelas que cuenta las vicisitudes de los miembros de una rica y extravagante familia a través de los ojos de un narrador testigo que se convierte en el apoyo de todos ellos. Pero Soledad Puértolas se concentra en lo esencial, elimina todo lo superfluo, concentra el jugo de la historia para contarnos, en 140 páginas, un relato que te deja con ganas de más.
    El narrador, del que no sabemos nombre, va desmenuzando las mezquindades y errores de los Lennox, de cuyo hijo menor, Terry, es amigo. Este personaje/narrador se convierte en piedra angular para todos, en el hombro en el que llorar cuando vienen mal dadas, el conocedor de los secretos, de las verdades que el resto de la familia solo sospecha o, directamente, ignora.
    Puértolas nos presenta al narrador y a Terry como los dos extremos de una misma cuerda. No tienen caracteres opuestos, aunque sí diferenciados, pero los dos tiran de una misma soga, avanzando o cediendo terreno dependiendo de lo que el otro haga. Terry, con una altísima inteligencia, acaba sucumbiendo al lado oscuro de la vida, un lado oscuro del que el narrador no sabrá o no querrá o no podrá rescatar.
    El narrador, auténtico protagonista de la novela, es un ególatra que se retrata a sí mismo a través de la mirada de los Lennox, esa familia inalcanzable que guarda en lo más profundo de su seno el germen de la podredumbre.
    Una novela corta, una pincelada literaria que sabe a cine americano y grandes sagas literarias. Una breve historia que habla de indecisión, de cobardía y de caminos equivocados. 
    Nos seguimos leyendo.    

sábado, 6 de abril de 2013

"Susana y los viejos", de Marta Sanz: una descarnada realidad sobre la vejez y la enfermedad


















Ficha técnica:


Título: Susana y los viejos     Autor: Marta Sanz 
Editorial: Destino    Género: novela     Páginas: 300 
Publicación:  07/02/2006     ISBN: 978-84-233-3815-3

Sinopsis (editorial):


  Susana y los viejos describe un microcosmos familiar que muta, se radicaliza y puede llegar a quebrarse. Amores y desamores, pasiones y odios marcan un juego de espejos en el que la autora pone de manifiesto la frágil frontera de las convenciones y entra de lleno en las confrontaciones generacionales, sexuales y de clase. Una reflexión sobre la cobardía y contra la idea de que el amor es blandenguería o renuncia.
   Una novela coral que se vertebra en torno a tres generaciones de hombres y mujeres. Mujeres que los hombres de sus vidas sólo saben ver a través del filtro de un estereotipo al que estas mujeres no se ciñen: son libres, racionales y extremadamente civilizadas, tanto que, para sobrevivir, han de comportarse a veces de un modo salvaje que rechaza los paños calientes y el lavado de cicatrices.


   Este es uno de esos libros que ponen a prueba tus límites casi a cada página. Marta Sanz juega con la tolerancia del lector para hablarle de muchas de las cosas de las que no solemos hablar, de las que nos ocultamos a nosotros mismos, de esas en las que no queremos ni pensar. Y lo hace desde la primera página, momento en el que nos muestra a una Clara voyeur por casualidad que descubre a la geriatra Susana manteniendo relaciones sexuales con el abuelo Felipe. Marta Sanz describe sin tapujos ese encuentro, sin obviar las referencias que pueden resultar más desagradables o más sorprendentes o más chocantes. Es más, como la Susana a la que la vejez, lejos de desagradar, excita, la autora se recrea a lo largo de la obra en las descripciones sobre los efectos que la edad y/o la enfermedad causan en los cuerpos. 
   Con crudeza, sin eufemismos ni poesía, Sanz ahonda en la parte más despreciada (que no despreciable) del ser humano, en eso que obviamos, la que escondemos, la que tratamos de ignorar: la enfermedad, la vejez, la decrepitud, la muerte, la agonía, el suicidio... Todos esos momentos en los que el cuerpo no es más que organismo animal y olvida cualquier tipo de civilización. Utilizando un lenguaje explícito, en muchas ocasiones procaz, la autora pone ante unos ojos que cerramos con demasiada frecuencia la realidad de la vejez y la enfermedad e invita a la reflexión sobre la doble moral que mantenemos al respecto, sobre todo cuando la vejez o la enfermedad tocan a quienes tenemos cerca. 
   Clara es la cuidadora de Felipe, un anciano que su familia cree empeñado en no morirse. Su decrepitud, sus carnes fofas, su dentadura, sus pliegues, sus flatulencias, sus ruiditos, su inmovilidad, su incapacidad para hablar, sus manías... resultan molestas para una familia que, con la excusa del "es que yo no puedo verlo así", delega su cuidado, su atención y el cariño que merece en manos de Clara y, poco después, de los profesionales de una residencia geriátrica, un aparca-viejos, un aparca-moribundos, un lugar en el que encerrar bajo llave todo aquello que no queremos ver. 
   La falta de eufemismos, la elección de unos personajes que tienen poca cabida en el cine o la literatura y ese lenguaje directo y provocador forman parte de las señas de la autora casi tanto como la inclusión de juegos del lenguaje y de imágenes inusuales, asociaciones novedosas o paráfrasis sorprendentes (como ese "yo te bautizo en el nombre de Metro Golden Meyer") que cumplen también la labor de descolocar al lector.
   El cine, la música, la mitología, la pintura y la propia literatura se convierten en continuos elementos referenciales para el texto de Sanz que, en muchos casos, obliga al lector a conocer la fuente de esa referencia para captar el sentido de lo que quiere decir, para entender la ironía o el juego metaliterario o meta-artístico que propone. 
   Sinceramente, no creo que sea una novela que vaya a gustar a un gran número de lectores. Es más, no creo que esté escrita para gustar, sino para mostrar la realidad que muchas veces nos hurtamos a nosotros mismos. Por eso, y pese a que cuenta con el aval de haber sido Finalista de los Premios Nadal de 2006, no me atrevo a recomendar su lectura a casi nadie. Es una lectura demasiado descarnada, demasiado realista, demasiado crítica, demasiado desnuda, demasiado sincera como para cargar con la responsabilidad de ganar un lector para ella. No puedo decir que me haya gustado, porque en ocasiones (ya digo) resulta hasta desagradable (consciente y provocadoramente desagradable), pero me ha hecho pensar. Y, siempre lo digo, para mí eso es más que suficiente.
   Nos seguimos leyendo.

     

viernes, 5 de abril de 2013

"El lado frío de la almohada", de Belén Gopegui: espías y traiciones bajo el telón de la revolución cubana


Ficha técnica:



Título: El lado frío de la almohada 
Autor: Belén Gopegui 
Editorial: Anagrama                          Género: novela  Páginas: 240  
Publicación  2004                                ISBN: 9788433968654

Sinopsis (editorial):


   En el año 2003 Philip Hull, un diplomático estadounidense destinado en Madrid, se ve envuelto en un laberinto al aceptar ser el intermediario en un trato con agentes de la seguridad del Estado de Cuba. La aparición de Laura Bahía, joven agente española de origen cubano, le lleva a poner en duda su propio carácter escéptico, individualista, a veces generoso. La historia de amor entre ambos tiene su envés en la historia de las dificultades de la revolución cubana. Entretanto, Laura escribe unas cartas íntimas cuyo destinatario no es Hull sino el director de un periódico de gran tirada. El lado frío de la almohada pone en cuestión el conflicto entre el individuo y la colectividad; pregunta por las historias que esperamos, interioriza el papel de lo no imaginable y plantea el sentido de defender hoy la revolución cubana.  
 Hay libros que son como un jarro de agua fría. Te hacen creer que todo es posible para, después, sajarte la esperanza de un frío tajo. Este es uno de ellos. Belén Gopegui reflexiona en esta novela sobre la dicotomía entre el hombre y el colectivo, entre lo individual y las grandes ideas y principios políticos y sociales. Y, al menos para ella, gana lo colectivo. O quizá lo que quiere decir es que es lo que debería pasar para que el mundo no estuviera tan lleno de injusticias y egoísmos, de egos hinchados y espacios demasiados llenos. No lo sé.
    Gopegui nos cuenta la historia de un amor frustrado. Un amor condenado desde su propio nacimiento: el contexto no es, desde luego, el más apropiado: una intriga política entre el gobierno cubano y la embajada estadounidense, un juego laberíntico en el que nadie confía en nadie y en el que traición es la acción más corriente. Además, Philip Hull y Laura Bahía cumplen el prototipo de hombre maduro que se enamora de una jovencita en un momento en el que pretende dar un cambio a su vida. 
    Él es un diplomático de 57 años que siente que ha perdido el control de su vida, que no encuentra un lugar en el que quedarse y que tiene un peculiar concepto de la obediencia. Ella es una joven española de 28 años de ascendentes cubanos muy implicada en la ideología revolucionaria. De hecho, su militancia ha sido motivo de rupturas amorosas en el pasado y una constante en las conversaciones con Hull.
    Mientras el vínculo entre Hull y Laura se cuece entre micrófonos ocultos, espías espiados y encuentros furtivos (como "dos adúlteros sin marido ni mujer", dice el narrador omnisciente de ellos), toda una red de contactos, intenciones ocultas y se relaciones medidas afecta al entorno de los dos protagonistas, hasta que el final la traición, las traiciones, se elevarán sobre el amor y la amistad, dejando tras de sí el frío que queda en una almohada vacía.
    Gopegui une en esta novela literatura e ideología, como ya hiciera en La conquista del aire. La reflexión sobre la faz negativa del capitalismo, la falsedad de algunas poses políticas, la definición de lo que es o debe ser el comunismo, la democracia, el ser progresista, la izquierda y la derecha... constituyen el sustento ideológico de una novela que va más allá de lo sentimental y que hilvana intriga, espionaje, política y amor para ofrecer un análisis del estado y el sentido de la ideología y de la revolución cubana hoy en día.
    Nos seguimos leyendo.  

viernes, 29 de marzo de 2013

"Arcángeles", de Lourdes Ortiz: visiones sobre la España de los 80 a ritmo de videoclip




















Ficha técnica:


Título: Arcángeles              Autor: Lourdes Ortiz 
Editorial: Plaza y Janés                                          Género: novela, novela experimental          Páginas: 206 
Publicación:  1986    ISBN: 84-01-38070-7

Sinopsis (editorial):


   Arcángeles es una meditación sobre el tiempo que mira de nuevo con ironía y algo de desgarro hacia aquellos que, hace veinte años, fueron protagonistas de su época. Pero Arcángeles no es sólo esa meditación, a veces nostálgica, sobre la traición o la renuncia, o sobre el paso del tiempo, sino que es, sobre todo, un viaje de iniciación que se desarrolla simultáneamente en dos niveles: iniciación del joven Gabriel a través del conocimiento en un recorrido que sigue inevitablemente un itinerario de búsqueda y descenso a los infiernos así como recapitulación perpleja de la novelista que, convirtiéndose así en protagonista, narrada a su vez, acompaña a Gabriel en ese recorrido, mientras busca el modo de contar ese nuevo modo de ver. Gabriel nos da, de esta forma, una nueva perspectiva, agobiada por las imágenes agresivas y demasiado rápidas de los años ochenta, y hay algo de la estructura del vídeo-clip en ese agolpamiento de sensaciones y colores.
  Durante la década de los 80 la literatura española fue abandonando progresivamente la experimentalidad de los 70 y acomodándose a una forma de contar más canónica desde el punto de vista formal, más centrada en la reflexión y el análisis (ideológico, sentimental, político, social...) que en la innovación estética. No obstante, algunos autores escribieron novelas experimentales o con algún elemento transgresor. Algunos autores, como Lourdes Ortiz en este libro, aunaron ambas tendencias: reflexionar sobre la sociedad en la que vivimos buscando formas narrativas diferentes.
    Externamente, Arcángeles está dividido en tres partes, de diferente extensión. La más amplia, la primera (que ocupa dos terceras partes del conjunto, aproximadamente), es la que mejor refleja esta combinación de tendencias. Existe un diálogo entre el protagonista, Gabriel, y la propia autora. Un diálogo que en ocasiones es real pero otras veces es solo literario y que incluye reflexiones sobre el devenir de la propia novela que estamos leyendo y hasta una entrevista en la que la autora desgrana su idea de la literatura, en un guiño metaliterario también muy frecuente en la época. Esta primera parte está construida a bases de imágenes muy rápidas, pinceladas literarias que nos van descubriendo diferentes aspectos de la sociedad española de los 80: la literatura, las drogas, la fiesta nocturna, la irreverencia y el afán de transgresión de la juventud, la homosexualidad, la ecología, el paro, el mundo universitario... La técnica que la autora pretende llevar hasta la literatura es la del videoclip: una sucesión de imágenes rápidas para dar una idea de conjunto global.
   Esas sugerencias están construidas a base de metáforas, imágenes poéticas, visiones surrealistas y referencias culturales de todo tipo (música, cine, literatura...). Sin olvidar, claro está, los guiños a la religión (empezando por el propio título de la obra y el nombre del protagonista) y la aparición de personajes de la mitología y la literatura clásica.
    La impresión que he sacado de esta primera parte es un poco dantesca: me ha dado la sensación que Lourdes Ortiz, como Virgilio, va llevando a Gabriel/Petrarca por diferentes escenarios cuya yuxtaposición configura una imagen global no del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso, sino de la sociedad española de los 80.
    La segunda parte abandona esa atmósfera de irrealidad, de subjetividad, de abstracción, de viaje metafórico, para centrarse en la realidad de una serie de personajes de clase media-baja que luchan por salir adelante en una sociedad que no se lo pone fácil y que escenifican a la perfección el salto generacional que se produjo en la época, salto generacional potenciado aún más por el salto ideológico y político que tuvo lugar en España en las décadas de los 70 y los 80.
    En la última parte se funden las dos anteriores, ofreciendo una conclusión temática, de personajes y de reflexiones al conjunto de la novela. Una tercera parte que deja en la boca el regusto amargo de quienes esperaban más de los cambios que se produjeron en España, de quienes vivieron la parte menos idílica de esos cambios, de quienes sufrieron el paro, la renuncia a los sueños a cambio de un salario diario con el que sobrevivir, la amenaza de convertirse en una versión algo más moderna pero igual de desesperanzada de sus padres.
    Una obra, en definitiva, que sugiere más que cuenta, que hace pensar más que narra y que pone sobre el mantel una serie de cuestiones que protagonizaron una de las épocas más importantes de la Historia española más reciente.
     Nos seguimos leyendo.   

    He encontrado un artículo de El País con declaraciones en el que arroja algo de luz sobre sus intenciones al escribir esta obra. Lo enlazo por si te interesa.

martes, 26 de marzo de 2013

"Amor o lo que sea", de Laura Freixas: ahondando en el amor que no lo es tanto


Ficha técnica:


Título: Amor o lo que sea                                             Autor: Laura Freixas
Editorial: Destino                                                          Género: novela                         Páginas: 200
Publicación: 18/1/2005          ISBN:  978-84-233-3695-1

Sinopsis (editorial):


   Una joven escritora que trabaja en una editorial se ve inmersa en un mundo de vanidades donde la ambición y los intereses son la moneda de cambio. El amor y la pasión se introducen en este sombrío ambiente donde los personajes siempre son más débiles de lo que aparentan. Laura Freixas nos ofrece un fresco en el que la literatura, y el amor por ella, la pasión y el egoísmo forman un cóctel literario que conmueve a cuanto lector se adentre entre sus páginas.
     Frente a las novelas en las que triunfa el amor, se habla de amor, se respira amor, se siente amor, se vive ese amor edulcorado, que vence a todos los obstáculos, que salva a los protagonistas y que nos venden como amor de verdad, Laura Freixas pone el contrapunto en esta obra ofreciéndonos el punto de vista de los amores que, quizá, no lo sean tanto, pero que son capaces de hacer sentir que sí lo son a quienes atrapan bajo su manto. Aunque solo sea por un tiempo.
   La narración va mezclando la historia de Blanca con algunas de las biografías que esta va leyendo como parte de su trabajo en una editorial. La estructura circular de la obra nos sitúa en un comienzo temporal presente desde el que viajamos al pasado de la pérdida de la inocencia y el acceso a la madurez. Así, Blanca recuerda para nosotros en primera persona un episodio de su vida ocurrido justo en el comienzo de su vida adulta, cuando, acabada la carrera, inaugura independencia y puesto de trabajo en una editorial. Un puesto de trabajo que, sin embargo, no es lo que ella esperaba. En cualquier caso, se trata de un empleo que ella cree temporal, que le permitirá pagar las facturas mientras alimenta su auténtica vocación: ser escritora.
   En este amanecer de la vida adulta, Blanca conocerá a Leonardo Vlach, un crítico y escritor casado y ambicioso con el que mantendrá una historia de amor condenada al fracaso.
  Blanca va intercalando la narración de sus vivencias personales con la lectura de las biografías de Henri-Fréderic Amiel, André Gide, Sylvia Plath, Sidonie-Gabrielle Colette, Anne-Marie-Louise d'Orléans, Elisabeth Smart o Angélica Balabánova, relatos que van componiendo un caleidoscopio de voces y vidas en las que el amor ha desempeñado un papel protagonista, aunque haya sido un amor mentiroso, rastrero, cruel o desleal. Un amor que no es amor, sea, entonces, lo que sea.
   Dice la autora que con esta obra pretendía reflexionar sobre el "fundamentalismo" del amor en la sociedad actual, poner el énfasis en dos de los atributos que la sociedad de hoy en día alaba y valora hasta niveles totalitarios: el amor y el éxito. Y así, desmonta ambos mitos en la novela, poniendo de relieve que ni el amor ni el éxito son como nos cuentan.
  Me ha interesado esta reflexión y me ha gustado especialmente el ambiente literario (crítico y mordaz) en el que se mueven los personajes de la novela. Una novela, por lo demás, fácil de leer, amena, con un estilo directo e irónico en ocasiones, que deja en la boca el gusto amargo de quien te dice la verdad frente a la idealización en la que cae el grueso de la sociedad, el desagradable regusto de la decepción frente a la mentira que te deja quien te descubre la verdad de los Reyes Magos o que los cuentos de hadas son eso, nada más: cuentos.
  Nos seguimos leyendo.


miércoles, 6 de marzo de 2013

"Te trataré como a una reina", de Rosa Montero: cuando la vida se convierte en un bolero




















Ficha técnica:


Título: Te trataré como a una reina 
Autor: Rosa Montero 
Editorial: Seix Barral   Género: novela         Páginas: 256 
Publicación:  28/12/1984    ISBN: 9788432212376

Sinopsis (editorial):


   El anverso y reverso de un bolero, esta novela juega con una contraposición: sobre el espacio urbano degradado de un local nocturno madrileño, se proyecta la postal pintarrajeada de un improbable y suntuoso "Tropicana" cubano en días áureos, metáfora y mito que postulan e inventan unas existencias desahuciadas.
   Desde la condición humana, vulnerada e inerme, esta farsa negra (o tragedia rosa, depende de cómo se mire) nos habla con ácida verdad de un mundo que se resquebraja y descubre, bajo los falsos colores de la pintura, la soledad de todos.
   Leer Te trataré como a una reina es como sumergirse en un bolero. Un bolero triste, de esos que se cantan con la voz rota, el gesto cansado, en un garito lleno de humo y olor a alcohol, y que cuente una historia de amores imposibles y de vidas que no dan más de sí. Así es el argumento de la novela: una conjunción de personajes raídos, descoloridos y ajados como el propio local que los reúne a todos, el Desiré, un club nocturno del barrio Chino. En él canta Bella (cuyo verdadero nombre es Isabel) una mujer castigada por la vida que sigue confiando en encontrar al hombre que la saque de la podredumbre en la que vive, aunque su exceso de confianza haga que se le vuelva a romper el corazón. En el local trabaja también Poco, un viejo apergaminado que oculta obstinadamente su pasado, que debió brillar en algún momento (cuando componía para el cubano Tropicana) pero al que la vida ha vencido. Y una de sus mesas está a veces ocupada por Antonio, un noviete que Isabel tuvo de joven, en el pueblo, y que ahora vive solo, lleno de manías, meticuloso y ordenado hasta la locura y consagrado a hacer brillar su don, el don que le hace diferente, superior a los demás: su sentido del olfato.
    Durante su infancia, Antonio no tuvo buena salud. Por esos, sus padres bautizaron a su hermana como el mismo nombre, para que no se perdiera el antropónimo del padre ante la previsión de una muerte prematura del primogénito. Antonia es virgen a sus 44. Su cerrada educación religiosa le hace creer que prácticamente todo es pecado, aunque busca los resquicios con los que aliviar su soledad. Antonia conocerá, por fin, el amor gracias a Damián, que bien podría ser su hijo.
    Todos ellos descubrirán el sabor de la esperanza en el momento en que el lector los encuentra, aunque el destino ya haya repartido sus cartas y no quede ninguna en el mazo. La jugada ya está acabada, pese a que la última mano les haya regalado la esperanza del as.
    Te trataré como a una reina no es una novela que se devore porque la acción te atrape en sus páginas. Es una novela de sensaciones y sentimientos, de degradación y dureza. De hecho, lo que más me ha gustado es la capacidad para hacer sentir al lector ese ambiente general de vileza, de destrucción, de paso inexorable del tiempo, de fugacidad del brillo, de mezquindad, de ruina. Una sensación que se transmite a través de las descripciones del desvencijado local y de los espectros que habitan en él pero también a través del narrador omnisciente, que se mimetiza con el entorno y con los personajes y que analiza los pensamientos y las situaciones como si estuviera en la mente de cada uno de ellos, hablando al lector como hablaría el propio personaje. Además, su tono distanciado, irónico, decepcionado, mordaz en ocasiones y hasta con pinceladas de humor negro contribuye a generar en el lector esa sensación de decadencia, de derribo sin remisión. Junto a este narrador, la novela recoge algunos apuntes periodísticos que ponen algo de objetividad en el relato pero que también sirven para dejar hablar al personaje en toda su plenitud.
    Rosa Montero es capaz de sembrar la semilla de la decrepitud en el lector a través de un estilo directo, triste y ameno que nos traslada al Desiré y nos hace convivir con Bella, Antonio, Poco y Antonia como si estuviéramos ocupando una de sus mesas y compartiendo un buen whisky con ellos.
  No seguimos leyendo.


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