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martes, 9 de diciembre de 2014

"Danza de dragones" (Canción de hielo y fuego #5), de George R. R. Martin: el juego de tronos se complica

 
http://www.gigamesh.com/coleccionnovedad10.html


Título: Danza de dragones
Autor: George R. R. Martin
Editorial: Gigamesh
Género: novela, épica, fantástica, novela río, bélica, aventuras
Páginas: 1.152
Publicación: 2011
ISBN: 9788483655542

  Daenerys Targaryen intenta mitigar el rastro de sangre y fuego que dejó en las Ciudades Libres al erradicar la esclavitud en Meereen. Mientras, un enano parricida, un príncipe de incógnito, un capitán implacable y un enigmático caballero acuden a la llamada de los dragones desde el otro lado del mar Angosto, ajenos al peligro que se cierne sobre el Norte, y que solo las menguadas huestes de uno de los reyes en discordia y la Guardia de la Noche se aprestan a afrontar.
   "El anterior fue jodido. Este ha sido el triple de jodido y además un hijo de puta". No son palabras mías, sino de George R. R. Martin en la nota y agradecimientos que sitúa al comienzo de esta quinta (y hasta el momento última) entrega de Canción de hielo y fuego. No son palabras mías... pero podían haberlo sido, aunque en mi caso en vez de hacer referencia al anterior hubiera dicho Choque de reyes. Ya conté en su reseña que me costó bastante leerlo, sobre todo por toda la carga bélica (o prebélica) que contiene (y que a mí me interesa poco; la guerra por la guerra nunca ha sido uno de mis temas favoritos). Con este he vuelto a tropezar. Sus 1.152 páginas se me han hecho muuuy largas y mira que tenía ganas de saber qué había pasado con determinados personajes que no aparecen en Festín de cuervos.
    ¿Por qué he tropezado con este? Creo que hay dos motivos diferentes, que pueden ser sensaciones totalmente personales y no tener nada que ver con la historia. La primera, el desarrollo se me ha hecho lento. Sí, sabemos qué ha pasado con Daenerys, Tyrion y Jon Nieve pero tampoco sus andanzas me han enganchado hasta la última cuarta parte de la novela. Y, en este caso, echo de menos saber de Sam, de Sansa, de Brienne y algo más de Jaimie. Quizá tengan razón quienes proponen leer Festín de cuervos y Danza de dragones de forma simultánea, intercalando episodios pero creo que ni aún así hubiera superado algunas sensaciones.
     El segundo motivo es que Martin ha incluido a tantísimos personajes que, al final, la sensación que he tenido es que no da abasto, que tiene tantos frentes abiertos que la tensión de cada historia se va diluyendo, porque es imposible (o muy difícil) mantenerla viva si recuperas a un personaje en concreto cada 200 o 300 páginas (por no hablar de lo que acabo de decir en el párrafo anterior, de esos personajes que han estado un volumen entero sin aparecer). Además, tampoco me ha parecido que los personajes nuevos con capítulos propios tengan mucho que decir, al menos hasta el momento (aunque basta que diga esto para que en el próximo libro sean personajes fundamentalísimos para la historia, como me pasa siempre). Hay un equilibrio entre personajes ya conocidos y personajes nuevos, pero no le he encontrado mucha chicha a los nuevos, así que lo único que han conseguido es que eche de menos más trama protagonizada por aquellos a los que ya conozco y tengo cariño.
    Eso sí, la novela vuelve a acabar por todo lo alto, con toda la emoción a la que Martin nos tiene acostumbrados y dejando las tramas y subtramas colgando... ¡y de qué manera!
    Había leído opiniones muy variopintas sobre esta quinta entrega, desde quien decía que era el mejor hasta quien aseguraba que se le había hecho más pesada que ninguna. Para mí, este no quedará entre los mejores, porque los aspectos que más me han gustado de él son características que Martin ha mantenido a lo largo de toda la saga, como el peculiarísimo humor de Tyrion y su astucia o el recurso a oponer lo que el personaje dice y lo que piensa mediante la transcripción en diálogo de lo que dice y, a continuación, entre comillas, de lo que piensa. Creo que esta argucia da muchísima profundidad a los personajes (al lector le da la sensación de conocerles en lo que dicen y en lo que callan, por dentro y por fuera) y, al mismo tiempo, deja bien claro cuáles son las estrategias de ocultación e, incluso mentira, no solo de una vida social medianamente saludable sino del implacable juego de tronos en el que muchos (¿todos?) los personajes están inmersos.
    Y ahora, a esperar a que el señor Martin acabe la sexta entrega. Eso sí, con la sensación del deber cumplido y de haber terminado con éxito el Desafío Juego de Tronos que nos marcamos Mundos de lectura y yo a comienzos de año.
     Nos seguimos leyendo.
 
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto 12 meses 12 libros: 12/12 
  •  Desafío Juego de Tronos: 5/5

martes, 25 de noviembre de 2014

"En tierras bajas", de Herta Müller: viaje por un mundo inhóspito pero entrañable

http://www.siruela.com/catalogo.php?id_libro=1073



Título: En tierras bajas
Autora: Herta Müller
Editorial: Siruela
Género: relatos
Páginas: 4184
Publicación: 2009
ISBN: 978-84-9841-092-1

  El presente volumen reúne quince relatos –localizados en su mayoría en un mundo rural inclemente, cerrado y opresivo– que nos hacen recorrer, tras la mirada viviseccionadora de una niña, escenas cotidianas en la vida de una pequeña comunidad de ascendencia suaba. El núcleo familiar, la muerte, los juegos infantiles, el sexo, la iglesia y la escuela, el baile, los animales y el huerto se van plasmando con una engañosa ingenuidad que convierte la realidad en brutal pesadilla. Por encima de la anécdota la naturaleza se impone, incluso en las breves escenas de la vida urbana, en cada una de las páginas del libro, destilando una intensa calidad poética con la fuerza de sus imágenes casi oníricas.
   No había leído nada de Herta Müller y los relatos que reúne en En tierras bajas me han encantado y dejado con ganas de más. Müller es capaz de meterte de lleno en un territorio inhóspito, poblado de seres que sufren pero que se han acostumbrado a vivir de esa manera. La impresión, en esos primeros relatos (y sobre todo en el cuento extenso que le da título a esta obra), es de un mundo oscuro, cruel, desagradable pero en el que es necesario saber vivir como si fuera el más paradisiaco de los rincones. Los personajes que van desfilando por las páginas de la obra viven en ese entorno sin mayores problemas, lo que potencia la sensación de injusticia del lector.
  Hay, por lo tanto, toques de costumbrismo en los relatos de Müller, pinceladas de hábitos cotidianos y, en un mundo eminentemente rural, de rutinas relacionadas con la naturaleza, el clima o las estaciones.
   Comparten, además, muchos de los relatos un punto de visto inocente, limpio, fruto de unos narradores que son niños o jóvenes que empiezan a ver la dureza del mundo. El contraste entre dureza e inocencia capta el interés del lector y llama la atención, de un modo sencillo, natural, sobre esas injusticias de las que hablaba antes.
  Me ha encantado el estilo de Müller, sobrio sin demasiados alardes ni pretensiones pero preñado de momentos poéticos, de destellos de belleza. El uso del lenguaje es magistral y creo que alcanza su punto culminante en el relato "Crónica de un pueblo", en el que el contraste entre cómo se llama a las cosas normalmente y cómo se dicen en el pueblo protagonista crea una dualidad, un contraste capaz de despertar la reflexión y la sonrisa del lector.

  Repetiré con Müller porque he encontrado en ella un universo desconocido, trágico pero poético, unos cuentos llenos de personajes que me gustaría mantener cerca y una manera de escribir que me ha enamorado por completo.
     Nos seguimos leyendo.
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  • Reto 100 libros: 98/100 
  • Reto Genérico: 38 (2 relatos)/40
  • Reto Mujeres Únicas: 2/3 
  • Reto Mujeres Laureadas: 4/5
  • Reto 12 meses/12 libros: 11/12 
  

martes, 14 de octubre de 2014

"Pequeños cuentos misóginos", de Patricia Highsmith: negros modelos de mujer

http://www.anagrama-ed.es/titulo/CM_307


Título: Pequeños cuentos misóginos

Autora: Patricia Highsmith
Editorial: Anagrama
Género: cuentos
Páginas: 148
Publicación: 2003
ISBN: 978-84-339-6738-1

  Con una misteriosa simplicidad de estilo, Highsmith convierte a los vecinos de al lado en psicópatas sádicos, encerrados entre las vallas blancas de su jardín y el césped recién cortado. En las historias oscuramente satíricas, muchas veces de hilarante mordacidad, que componen Pequeños cuentos misóginos, Highsmith trastoca nuestras nociones convencionales del carácter femenino, revelando el poder devastador de aquellas criaturas que alguna vez nos parecieron familiares -«La bailarina», «La novelista», «La ñoña»- y que se destruyen a sí mismas y a todos los hombres que las rodean.
  Hace tiempo que tenía este ejemplar rodando por mis estanterías y todavía no lo había disfrutado. Lo compré, primero, porque Patricia Highsmith es garantía y me apetecía probar su faceta como constructora de relatos cortos. Y, segundo, porque el "misóginos" del título fue como una señal de alarma para mí. ¿Misóginos? ¿Por qué misóginos? ¿Es que Highsmith odia a las mujeres? ¿Serán cuentos en los que las mujeres quedan mal? ¿Se me revolverán las tripas al leerlos? Pero ya sabes lo que pasa: hay libros que compras con muchas ganas pero, sin saber muy bien por qué, acaban durmiendo el sueño de los justos en tus estanterías, aburridos esperando turno en una lista interminable de lecturas pendientes. Cuando Marilú Cuentalibros, Meg Cazaestrellas y Ana Blasfuemia convocaron su Reto Escritoras Únicas y vi que incluían a Highsmith en el listado, no me lo pensé. Aunque, nuevamente, ha tenido que esperar al tramo final del año para que le toque turno. Pero, por fin, he cumplido.
     Cuando empecé a leer, mi primera reacción fue la estupefacción. Imagínate lo que puede ser la negra Highsmith escribiendo cuentos declarados misóginos ya en su título. Brutal. Demoledor. El primero, titulado "La mano", fue un golpe directo para mí. En primer lugar, porque son cuentos bastante cortos (el volumen tienen 148 páginas y reúne 17 relatos, para que te hagas una idea), así que cuando quise darme cuenta llegué al final, con el hachazo que Highsmith reserva para cerrar el relato y un gran ¿quéeeeeeee? flotando sobre mi cabeza. En segundo lugar, porque todos tienen relación con la violencia, la muerte o el asesinato y retratan ambientes o personas bastante sórdidas. Y si no lo son, al final resultan serlo. Los cuentos en sí son bastante sórdidos. En tercer lugar, porque los finales suelen precipitarse en un giro inesperado o, aunque sea esperado (en muchos esperas el golpe final, cuando te vas aclimatando a Highsmith, a su estilo y su forma de estructurar el relato), te golpe de igual manera. 
     Continúe leyendo con sorpresa, rechazando cada historia y, al mismo tiempo, deseando que hubiera más. Pasmándome al final de cada una de ellas, pero esperando un golpe similar al terminar la siguiente. Asombrándome por el tono general de desencanto con el mundo, de rabia contra el ser humano, de ira contra algunos especímenes que hay sueltos por el mundo, pero deseando encontrar otro modelo aún más deleznable, aún más conmovedor, aún más ofensivo contra el género femenino.
    Y así descubrí el porqué de la misoginia. O, por lo menos, mi interpretación sobre el título y el contenido de esta recopilación. Efectivamente, todos los cuentos reflejan modelos de mujer negativos: sufridas amas de casa, extremadamente perfeccionistas, prostitutas, suicidas, bobas, libertinas, celosas, asesinas, obsesionadas con la belleza, infieles, inconstantes, pueriles, superficiales, místicas, pícaras, camorristas, cotorras, estrechas, mujeres que paren como conejas, castas, mujeres objeto, hipocondríacas... Vamos, que Highsmith tuvo que romperse la cabeza buscándole tres pies al gato, logrando encontrar siempre la parte negativa de toda mujer.
     O quizá no tuviera que darle tantas vueltas. Tal vez solo tuviera que abrir los ojos y ver. O abrir un libro y leer. O encender la tele y contemplar cualquier programa o, mejor aún, los anuncios publicitarios. Porque, al final y al cabo, Highsmith no inventa nada. No recurre a nada que alguien no haya inventado ya para una serie, un anuncio, un libro, una peli o un cuadro. Incluso algunos (¿muchos?) de esos modelos de mujer son reales, algunos de ellos porque las mujeres, como los hombres, somos de muchas clases y las hay buenas y malas, pero también porque hemos sido bombardeadas durante siglos con muchos de esos modelos (aunque que en esta obra se llevan a la exageración, casi casi a la caricatura, y se contemplan desde su vertiente más negra) y al final tanta insistencia tiene su fruto y acabamos adoptando, consciente o inconscientemente algunos de esos modelos, claramente machistas a poco se juzguen con un espíritu crítico. El único mérito de Highsmith (como voz, desde mis punto de vista, que denuncia la misoginia que, sistemáticamente hemos vivido y seguimos viviendo) es ponerlos todos juntos, reunir una enorme cantidad de estos modelos y concentrarlos en 17 cuentos brutales. 
    Así que mi lectura es que hay misoginia de ida de vuelta: hay una misoginia representada, por cuanto Highsmith pinta a las mujeres con sus peores caras, como si realmente las odiara a muerte; pero hay una denuncia de la misoginia al concentrar tanto odio en semejante puñado de historias. No sé cuál sería la intención real de la autora. Quizá sí quiso poner el acento en cómo los hombres nos han visto o nos han querido ver o nos han representado o nos han forzado a ser a lo largo de los siglos. Tal vez, solo abrió los ojos, miró y escribió. O quizá ella viera a las mujeres de ese modo. O a lo mejor se cansó de tanta palabrería feminista y machista y esta fue su manera de cerrarles la boca. Quizá todo. Quizá nada. ¿Quién sabe?
     Nos seguimos leyendo.
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  • Reto 100 libros: 87/100 
  • Reto Mujeres únicas: 1/3
  • Reto Genérico: 37 (1/2 relatos)/40
  • Reto 12 meses, 12 libros: 10/12
  • Reto Encuentra al personaje: 33/36
  

 En una obra que retrata a tantísimos modelos de mujer no podía faltar una que se tiña el pelo, personaje exigido por el Reto Encuentra al Personaje. En realidad, hay varias, como esta que he encontrado en el cuento titulado "Un objeto de cama transportable":
 Herb se llevó a la chica de Stanley, una estúpida rubia con el pelo artificialmente rizado. El rubio también era artificial, aunque un buen trabajo, observó Mildred, que era una experta en cuestiones de maquillaje y peinados.

martes, 30 de septiembre de 2014

"Inés y la alegría", de Almudena Grandes: historia de unos comunistas muy normales

http://www.circulo.es/libros/almudena-grandes-ines-y-la-alegria/00652



Título: Inés y la alegría

Autora: Almudena Grandes
Editorial: Círculo de lectores
Género: novela, histórica
Páginas: 720
Publicación: Septiembre 2010
ISBN: 9788467241693

  Corre el verano de 1939 cuando Carmen de Pedro se cruza con Jesús Monzón en Toulouse. Ella es responsable en Francia de los comunistas españoles; él, un ex cargo del partido con un ambicioso plan en mente que cuajará en los próximos años: quiere organizar el grupo más disciplinado de la Resistencia contra la ocupación alemana, preparar la plataforma de la Unión Nacional Española y contar con un ejército de hombres dispuestos a invadir España.  Entre ellos está Galán, que cree, como muchos otros en aquel otoño de 1944, que tras el desembarco aliado y la retirada de los alemanes se puede establecer un gobierno republicano en Viella. No muy lejos de allí, Inés, una muchacha de familia conservadora que durante la guerra apoyó la causa republicana, vive custodiada en casa de su hermano, delegado provincial de Falange en Lérida...  El día en que escuche en Radio Pirenaica el anuncio de la operación Reconquista de España, se armará de coraje para dejar atrás sus años más grises y recuperar la alegría en su vida.
  ¡Hay que ver! Lo que es no estar bien por dentro... ¿Cómo pude dejar yo este libro con treinta y tantas páginas leídas? ¿Por qué no seguí? ¿Por qué lo dejé en el limbo de las novelas que esperan su momento? No sé por qué en su momento no me enganchó, aunque tengo claro que mi momento vital no era el óptimo. El libro salió en septiembre de 2010 y yo calculo que empezaría a leerlo en octubre o noviembre (Almudena Grandes es una de mis autoras favoritas y no suelo esperar mucho para leer sus novedades). Por esas fechas, yo llevaba un año en el paro, me había presentado a las oposiciones de Educación Secundaria que se habían convocado en junio, en julio había sufrido una queratitis (que es lo más doloroso que me ha pasado en la vida: las lentillas eran defectuosas o me hicieron daño o yo qué sé, pero el caso es que cada vez que me las quitaba me arrancaba un poquito de córnea, hasta que se me hicieron heridas, claro. Un horror), saqué un 9,5 en los oposiciones pero me quedé a las puertas de la plaza (había 68 y yo quedé la 69), en septiembre estuve esperando a que alguien renunciara a su plaza y a que salieran las listas de interinos y cuando vi que de ser la 1 había pasado a la 318 (por no haber trabajado nunca como profesora)... se me cayó el alma a los pies. Total, que esos meses no fueron muy buenos para mis lecturas. Y la pobre Inés pagó las consecuencias. Pero bueno, ya he saldado mi deuda con ella y ya he podido disfrutar de la alegría que promete el título.
    Porque si algo nos enseña esta novela es que la alegría nos salva. Siempre. De todo. Hasta en los momentos más difíciles, es la alegría la que nos sustenta y nos empuja a seguir adelante, prometiéndonos días aún más felices y consolándonos con las gotitas de felicidad que ha logrado ponernos en el corazón en un momento oscuro. La alegría de vivir, de luchar por lo que uno cree, la alegría de amar y ser amada, de compartir vivencias, de sentirse arropado, de tejer una red de cariño y solidaridad con quienes te rodean. Esa es la alegría que pinta Almudena Grandes en este libro que abre sus Episodios de una Guerra Interminable, el primero de seis, la carta de presentación, la fijación de un precedente, el esbozo de lo que serán los demás.
     Tal y como me pasó con Las tres bodas de Manolita, uno de los aspectos de creación literaria que más me ha gustado de esta novela es el juego que Grandes lleva a cabo con el tiempo y con la estructura. En este caso, la obra está dividida en tres partes (antes, durante y después) y cada una de esas partes consta de dos capítulos diferentes: los titulados "antes", "durante" y "después" entre paréntesis, que hablan de los acontecimientos reales, con un narrador muy especial, crítico y claramente posicionado (en la nota final, la autora confiesa que, en una suerte de parábasis muy galdosiana, ese narrador es ella misma, que toma la palabra para contarnos la Historia sin objetividad ni paños calientes); y los titulados "I. Aquí, Radio España Independiente...", "II. La cocinera de Bosost" y "III. El mejor restaurante español de Francia", en los que narra la historia de los protagonistas de la novela, Inés y Galán. Estos tres capítulos están, a su vez, divididos internamente en tres subcapítulos, en los que las voces en primera persona de esos dos personajes se van intercalando y mezclando la Historia con la ficción que Grandes dibuja para resaltar esos hechos históricos. La estructura se completa con dos epílogos, más cortos que los capítulos restantes (de ahí que considere que la historia se divide en tres y no en cuatro partes), en los que pone un punto final (o un punto y seguido, como ella misma advierte en el título del primero, porque, al final y al cabo, la Historia no se detiene nunca) a ambas tramas. Además, como ocurre en todos los libros de la saga, la autora incluye una nota en la que explica el origen de la novela, habla de los personajes reales que aparecen en ella (directamente o construidos literariamente) y muestra que, como ocurre tantas veces, la realidad supera, con creces, a la ficción.
   A esta estructura de ida y de vuelta, que va intercalando voces, realidad y ficción, se le suma el manejo del tiempo de Grandes. Al buscar dos voces implicadas en los mismos hechos para contarnos la historia, la autora busca una cierta confrontación entre las versiones, lo que le da un perspectivismo muy enriquecedor a la novela. Así, hay sucesos que aparecen narrados tanto por Inés como por Galán (otros no), lo que da una idea de tiempo duplicado, de reiteración de un tiempo conocido por el lector. Además, cada capítulo comienza en un tiempo ligeramente posterior al punto en el que acabó el anterior, lo que nos hace viajar continuamente al pasado y al presente de cada capítulo para explicar hechos y consecuencias. El tiempo, pues, parece chicle en las manos de Almudena Grandes, capaz de saltar de atrás hacia adelante, de repetirse y hasta de ofrecernos versiones diferentes de los mismos hechos. Casi lo mismo que nos ocurre a veces con nuestros propios recuerdos.
     Por lo que respecta a la historia en sí narrada en la novela, Grandes se fija aquí en los comunistas exiliados o clandestinos que siguieron luchando por derrocar a Franco durante décadas. Y mientras se juegan la vida y el futuro por abolir un régimen ilegal instaurado a fuerza de golpe de estado y de guerra, viven y se aman y tienen hijos y se apoyan y ponen restaurantes y tienen éxito y cocinan la mar de bien y llevan a cabo misiones y caen heridos (o muertos) y guardan secretos y celebran fiestas y siempre acaban reunidos alrededor de la mesa de Casa Inés, la cocinera de Bosost, el mejor restaurante español de Francia. O sea, justo lo que haría cualquier persona: intentar sobrevivir a pesar de las guerras, de las persecuciones, del peligro y de la clandestinidad. De ahí que la cuñada de Inés, esposa de un falangista con cargo en el Franquismo, alabe lo normales que son estos comunistas, conjurando así el miedo a los rojos que tantas veces se ha querido inculcar, no solo durante la dictadura. Sin embargo, este espejismo de normalidad, de cotidianidad, no implica que todo lo que se cuenta sobre el Partido Comunista en la novela sea positivo; también tienen cabida aquí sus fracasos, sus traiciones y el abandono al que las altas esferas sometieron, en algunos casos, a las bases. O al menos esa era la impresión de los comunistas de a pie, como muy bien queda reflejado en la obra.
     Me encanta esta manera de tejer Historia e historia, o Historia e intrahistoria, que diría Unamuno. Porque, al final, siempre quedan los titulares, los grandes hechos, las victorias y las derrotas, pero se olvidan las pequeñas vidas, los logros y fracasos diarios de las hormiguitas que gestaron esas victorias y esas derrotas. Grandes les abre un hueco en su literatura mostrando la cara más humana de una retahíla de fechas casi sin sentido y sacando a la luz una parte de la Historia nunca contada o tan poco narrada que ha caído en el olvido, como muestra la foto a la que alude Inés en el cierre de la novela.
     Si a todo esto le sumamos el estilo de Almudena Grandes, su voz, su poesía y su manera de narrar, tan personal, tan emotiva, tan cargada de sentidos y significados, el resultado es una novela de diez que no puedo por menos que recomendar y volver a recomendar. Como siempre me pasa con Grandes.
     Nos seguimos leyendo.
    Posdata: me encanta que en la página de la novela hayan incluido algunas de las recetas que Inés cocina a lo largo de la obra, incluidas sus rosquillas. ¡Pienso probarlas! 
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto 100 libros: 85/100 
  •  Reto Novela Histórica: 12/15
  •  Reto 12 meses, 12 libros: 9/12 
  

Otras reseñas de la saga:

martes, 9 de septiembre de 2014

"Ulises", de James Joyce: colocando al lector en el centro del laberinto

http://www.catedra.com/fichaGeneral/ficha.php?obrcod=1145774&web=01


Título: Ulises

Autor: James Joyce
Editorial: Cátedra
Género: novela experimental
Páginas: 1.104
Publicación: Julio 2005
ISBN:  978-84-376-1725-1

  El título evoca al protagonista de la Odisea de Homero, cuyo hilo argumental es seguido por Joyce con un sentido irónico y burlesco. Esta nueva odisea está protagonizada por un hombre de clase media, Leopold Bloom, que tiene que afrontar asuntos problemáticos relacionados con la familia, la Iglesia y el Estado a lo largo de 24 horas que dura el relato. Uno de los mayores logros de la novela es el monólogo interior, tanto del personaje central (al estilo del examen de conciencia jesuítico) como de su esposa, Molly Bloom. Obra fundamental de la literatura universal, considerada obra maestra y genial, constantemente citada y admirada como obra de referencia por todos los escritores. Se publicó por primera vez en París en 1922.
   Hay quien solo ve la relación entre la Odisea y el Ulises en el título y quien ha descubierto en ella una serie de paralelismos que unen irremediablemente a una y a otra (también hay quien cree que no hay tal relación y que todo son inventos de la crítica o que forma parte del peculiar humor de Joyce). Yo no soy quien para quitar o poner la razón a nadie pero sí he notado, mientras leía Ulises, una relación fundamental entre ambas: yo misma me he sentido como Odiseo en cada capítulo, porque cada uno de ellos es una aventura nueva capaz de sorprenderte y una nueva prueba que superar.
    Porque sí, es lo primero que hay que decir: leer Ulises no es nada fácil. Nada de nada. Yo me he sentido desesperada en muchas ocasiones y he probado ediciones diferentes (la que tenía en casa, una que encontré por internet y la de la biblioteca de Azuqueca) hasta que encontré la definitiva, la de Cátedra, que ofrece una traducción, un estudio introductorio y una lectura/interpretación de cada capítulo que me han ayudado mucho en mi odisea particular. Me hubiera sido imposible seguir el hilo de la historia sin las explicaciones que incluye, porque es muy fácil perderse, no saber de qué te está hablando, no identificar a la inmensa cantidad de personajes que van a apareciendo a lo largo de la novela y he de decir que Francisco García Tortosa (editor y traductor, junto con María Luisa Venegas) ha sido mi cicerone en esta aventura, mi Virgilio particular, capaz de guiarme a través del infierno (por supuesto, vaya desde aquí mi agradecimiento eterno).
   Así que sí, Ulises se parece a la Odisea (gracias a unas equivalencias que García Tortosa explica con tanta claridad como acierto) pero también me ha recordado al laberinto del Minotauro. Sin el hilo de Ariadna que ha supuesto para mí la introducción de la edición que he leído no hubiera conseguido salir de él, encontrar un orden al aparente (o, quizá, no tan aparente) caos que propone Joyce en su novela. Un caos que yo justifico a través de tres elementos: la infinidad de referencias de todo tipo que podemos encontrar, la variedad en cada capítulo y la experimentalidad del conjunto.


REFERENCIAS


  Las referencias de todo tipo y condición son uno de los grandes embrollos de esta novela. Hay referencias literarias, musicales, históricas...; referencias citadas y referencias en forma de estructuras o imitación de estilo; referencias a la propia obra del autor y hasta referencias a sí mismo y sus experiencias personales, todo ello aderezado con un peculiar sentido del humor. Resultado: es fácil no entender nada de lo que estás leyendo. 
   Yo necesité a mi Virgilio particular para poner un poco de luz en esta oscuridad y, aun así, hay pasajes que no he acabado de aprehender del todo. Ulises es un mundo en sí mismo y Joyce una enciclopedia andante (o escribiente) que pone en jaque al lector más formado. No digamos ya a mí misma.
   Creo que esta es una de las razones por las que la novela ha sido tan criticada: porque resulta indescifrable y hasta con ayuda es fácil que no acabes de entender algunos guiños, algunos giros, algunas referencias. Es una obra difícil de leer, no nos engañemos. No nos propone un viaje delicioso, interesante y atractivo, sino que nos pone a prueba, como al más valiente de los héroes clásicos, y uno no siempre está convencido de salir victorioso. Ni siquiera el hecho de acabar la novela me ha provocado una sensación de victoria.
   Porque a todo lo que acabo de decir sobre las referencias hay que añadir lo que García Tortosa explica en la introducción sobre la forma de escribir de Joyce: una sucesión de notas en papeles de colores que acaban convirtiéndose en uno o varios borradores que son corregidos hasta en varias ocasiones para dar lugar a una copia en limpio mecanografiada que, no obstante, volverá a ser revisada, corregida, ampliada o amputada, según el criterio del autor. Y si a todo esto se añaden sus problemas de visión, que le dificultaban la labor de entender lo que él mismo había escrito... en fin. Pero no acaba ahí la cosa, según mi Virgilio particular, hasta cambió la novela una vez publicada, de manera que hay pequeñas diferencias dependiendo de la edición que manejes (quizá de ahí vengan los problemas que te he comentado antes). 
    Resumiendo: que es muy difícil entender a Joyce, que la lectura de su novela se hace extremadamente ardua y que no puede uno enfrentarse a su Ulises esperando una historia con una presentación, un nudo y un desenlace sin más. Seguro que ya has visto este meme por internet: tiene, obviamente, su punto humorístico pero, como toda broma que se precie, tiene su parte de verdad. Y no hay más que decir.


UN GÉNERO Y UN ESTILO PARA CADA CAPÍTULO


  A este caos desde el punto de vista del contenido hay que sumarle las variaciones que introduce en la forma. Cada capítulo es diferente: uno imita un estilo y una estructura periodística (con titulares y una forma de expresión más o menos objetiva), otro se asemeja a una novela sentimental, otro pretende transmitir la eufonía y el ritmo de la música, otro es puro teatro (tal cual, con parlamentos y acotaciones teatrales), otro es casi histórico, otro está escrito con un estilo ampuloso y grandilocuente, otro (justo al contrario) pretende evocar la torpeza del principiante y así hasta 18. Y justo el capítulo 18, el último, es uno de los más oscuros y uno de los más famosos: el monólogo interior de Molly Bloom, la esposa del protagonista. 
   Molly Bloom cierra la obra poniendo un contrapunto femenino a una novela en la que hemos escuchado, prioritariamente, voces masculinas, sobre todo la de su marido, Leopold Bloom. Pero oímos a Molly como, según el tópico, muchas veces escuchan los hombres a sus mujeres, con un galimatías de frases que a veces no tienen ni sentido, porque aparecen incompletas. Joyce pretende ser fiel a la forma en la que pensamos y transcribe, así, lo que podría ser una corriente de conciencia real: sin puntuación, con frases que quedan en suspenso, con pensamientos que colisionan y se interrumpen... Pura experimentación, puro juego literario, una joya de valor incalculable para los autores que ahondan en la psicología del ser humano y la trabajan en sus novelas. Pero 53 páginas muy complicadas de asumir para el lector. Sobre todo porque en ellas hay datos fundamentales para la obra, para entender a Leopold y su relación con su esposa (y, según García Tortosa, están llenas de referencias y símbolos relacionados con la propia vida de Joyce y sus creencias). O sea que hay que leerlas y leerlas con atención.
   Es arduo, ya lo he dicho, pero es impresionante descubrir cómo el mismo autor puede cambiar de registro, de estilo, de tema y de formato de un capítulo a otro. Auténticos ejercicios de estilo, puro trabajo literario.


UNA NOVELA NADA COMÚN


   A las complicaciones ya aludidas hay que sumar, también la oscuridad que añade el propio lenguaje que utiliza Joyce, los vocablos que selecciona para construir su Ulises. Hay palabras duras, palabras malsonantes, palabras antiguas, palabras cultísimas y/o poco frecuentes (el tercer capítulo, por poner un ejemplo, comienza así: "Ineluctable modalidad de lo visible: al menos eso si no más, pensado con los ojos"), palabras de la calle, palabras en latín, palabras extranjeras, palabras reales y palabras inventadas (verdidorada, patigorda, doncellablancura) . De ahí que García Tortosa dedique un epígrafe entero de su introducción a hablar de la traducción, ciertamente complicada (y doy fe, sobre todo viendo algunas de las primeras ediciones que manejé). Hay un capítulo, por ejemplo, en el que Joyce habla de la evolución de la lengua inglesa pero lo hace con cierta sorna (para que te hagas una idea, un poco como el arcaizante Quijote y el estilo de las novelas de caballería que él convierte en su manera habitual de hablar) pero también hay juegos de palabras y juegos fónicos que, según explica el editor, son difíciles de volcar al castellano. 
   Otro de los elementos que hace de esta una novela única es el narrador, si es que puede considerarse que hay un narrador de la historia. Es cierto que determinados pasajes están contados con una tercera persona omnisciente pero Bloom habla al lector sin avisar, en primera persona, sin transición con respecto a esa voz en tercera persona. Un narrador que también se pierde, por ejemplo, en el caso del capítulo teatral (que ocupa 200 páginas, o sea, casi casi casi una cuarta parte del total), o en el monólogo final de Molly Bloom. Además, hay quien piensa (soy de las que ha leído varios estudios antes, durante y después de Ulises, contraviniendo la recomendación del nieto de Joyce, que cree que es mejor enfrentarse a la novela de su abuelo sin condicionamiento alguno) que el cambio de estilo del que he hablado podría significar que un personaje diferente lleva la voz cantante en cada capítulo, con lo que quedaría abolido ese narrador omnisciente, sustituido por una voz distinta para cada pasaje de la novela. 
   Por si todo lo dicho hasta ahora no fuera suficiente, el texto en sí es bastante opaco, no es unívoco y da pie a múltiples interpretaciones, lo cual obliga al lector a completar el significado de lo escrito. Ya sabes que a mí me encanta completar el significado de lo que sea y que me involucren en la construcción de un libro pero me resulta difícil hacerlo cuando no me han dado las claves suficientes para descifrar (no puedo decir que de forma correcta pero, al menos, sí debería ser satisfactoria para mí) el texto cifrado que parece componer el Ulises.
   Y ahí no queda la cosa: en la búsqueda de esos significados, hay quien ve (o quizá debería decir: la mayoría ve) un paralelismo entre vida y obra, entre la trayectoria vital de Joyce y su Ulises. Así, Bloom vendría a ser un Joyce maduro frente a Stephen Dedalus, que podría asociarse con el Joyce joven. García Tortosa también ve, por ejemplo, muchas similitudes entre Molly Bloom y Nora, la esposa de Joyce. De este modo, se crea un juego de espejos que, nuevamente, complica la aprehensión global del texto y su significado (sobre todo para cualquier lector no experto en el autor).
    Así pues, podríamos concluir que la experimentalidad que se desarrolla a lo largo de toda la novela y que afecta a todos los niveles de la obra (estructura, estilo, narrador, personajes y, por supuesto, contenido) empaña el tema del que quería hablarnos Joyce y provoca que el lector se sienta perdido en no pocas ocasiones. Es cierto que he disfrutado del hiperrealismo de la obra, de esos cambios y de su originalidad, pero no me siento muy segura al hablar de cuál es el tema central de la novela. ¿El reflejo costumbrista de un modo de vida? ¿El puro alarde de la capacidad creativa de Joyce? ¿La convivencia en pareja? ¿El amor y la infidelidad? ¿La pequeñez del hombre frente a la enormidad del universo? ¿El papel de la religión en la vida del ser humano? ¿La influencia de la literatura en cada uno de nuestros días? ¿La búsqueda del sentido último de la vida, del fin de nuestra existencia? No sabría quedarme con uno solo. Ni me atrevería a ello.
   Tampoco me atrevo a recomendar a nadie la lectura de esta novela ni a puntuarla, puesto que no puedo hacer uso de la escala que utilizo para calibrar los libros que voy leyendo. Ulises es una novela totalmente diferente, un camino lleno de obstáculos, un alarde de virtuosismo, una clase magistral de escritura creativa, un compendio de ejemplos de un manual de Teoría de la Literatura. Ulises es, como dice García Tortosa, proteica (es decir, que cambia de formas o de ideas) y, añado yo usando las palabras que Saussure utilizaba para definir el lenguaje, heteróclita y multiforme. Efectivamente, un gran monstruo de la literatura. Creo que el más terrorífico de todos ellos.
     Nos seguimos leyendo.
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  • Reto 100 libros: 78/100 
  • Reto Autores de la A a la Z: J
  • Reto Grandes Monstruos de la Literatura: 1/10 
  • Reto Eternamente pendientes: 2/10
  • Reto 12 meses 12 libros: 8/12

miércoles, 27 de agosto de 2014

"El síndrome E", de Franck Thilliez: investigando la mente humana

http://www.planetadelibros.com/el-sindrome-e-libro-53314.html


Título: El síndrome E

Autor: Franck Thilliez

Editorial: Destino

Género: novela negra, policíaca

Páginas: 576

Publicación: 18/10/2011
ISBN: 978-84-233-4531-1

Un hecho muy extraño altera el verano de la teniente de la policía de Lille Lucie Hennebelle: un ex amante suyo se ha quedado ciego cuando visionaba un cortometraje que acababa de comprar al hijo de un coleccionista recientemente fallecido. Una película, muda, anónima, con un toque malsano, diabólico y enigmático.  A trescientos kilómetros de distancia, el comisario Franck Sharko, de la policía criminal, acepta volver al servicio bajo la presión de sus jefes, tras haber abandonado el departamento. Se han hallado cinco cadáveres a dos metros bajo tierra que resultan imposibles de identificar, ya que tienen las manos cortadas, la cabeza abierta y cerebro, dientes y ojos extraídos.  Al tiempo que Lucie descubre los horrores que oculta la película, una misteriosa llamada le informa de la relación entre el filme y la historia de los cinco cadáveres, y hace que Lucie y Sharko, dos seres absolutamente distintos, y quizás por ello tan cercanos, se encuentren para investigar lo que parece el mismo caso.
   Me ha gustado y me ha horrorizado, casi a partes iguales, esta novela que he leído menos simultáneamente de lo que me hubiera gustado (aunque agradezco a Laky que nos meta en estos líos, porque nos hace descubrir obras y autores que, quizá de otro modo, se nos quedarían siempre pendientes). Me ha gustado (bueno, en realidad, encantado) porque está bien escrito, porque el suspense está muy bien conseguido, por su estructura (dos líneas de investigación aparentemente independientes que acaban fusionándose, como los dos personajes principales, investigadores de ambos casos) y por la dosificación de la información y la intriga que lleva a cabo Thilliez. No he encontrado en esta entrega ninguno de los elementos que me chirriaron cuando leímos El ángel rojo, aunque es cierto que mantiene una forma de narrar y, sobre todo, una preferencia por los casos especialmente impactantes, la preocupación por el Mal (así, en mayúsculas) y por las puestas en escenas truculentas (aunque no tanto como en El ángel rojo).
   Y he ahí el motivo por el que me ha horrorizado: los casos investigados y, sobre todo, el motivo final de los asesinatos cometidos. O, quizá, no tanto el motivo final (que también) como el calvario que pasaron los asesinados y, sobre todo, el resto de los participantes en los diferentes experimentos y experiencias narrados en la novela y, tristemente, reales.
    Me da escalofríos el pensar en lo que alguien puede pensar que es correcto hacer en nombre de la ciencia. Entiendo que la ciencia nos hace avanzar pero hay un límite, una línea roja que creo que no se debe superar. Y no menos escalofríos me dan los resultados de esas investigaciones, la capacidad de generar violencia de forma consciente en el ser humano, la manipulación a través de las imágenes o de los estímulos eléctricos. Creemos que somos libres y tomamos nuestras propias decisiones pero también es verdad que somos un puñado de carne que se mueve a golpe de electricidad y que no siempre entendemos por qué hacemos lo que hacemos.
    Me ha fascinado todo lo que cuenta Thilliez en esta novela. Una fascinación sobrecogedora, sí; pero fascinación al fin y al cabo. Siempre me ha interesado el cerebro humano, cómo funciona, cómo y por qué reacciona ante determinados estímulos y cómo lleva a cabo el control del resto del cuerpo. Por mi profesión, también me he sentido siempre atraída por el poder de la imagen, por la manipulación de la voluntad a través de los estímulos que recibimos por los ojos (ya sea consciente o inconscientemente) y, en un mundo cada vez más visual, más todavía. Así que me ha encantado encontrar temas como estos insertos en una trama policíaca. Y, encima, bien llevados: sin alardes de documentación por parte del autor e integrando perfectamente los conocimientos psicológicos, fisiológicos y científicos con la trama y la acción. 
    Soy de las que ha pasado directamente de El ángel rojo a El síndrome E, sin la parada intermedia que supone Luto de miel. Y aunque es verdad que la historia se entiende, se puede adivinar qué ocurre en esa segunda entrega y se ve la evolución de Sharko, me quedan algunas dudas y cabos sueltos que me gustaría solucionar, así que seguramente tendré que volver sobre mis pasos y retomar Luto de miel
   Y creo que esa evolución le sienta bien a Sharko. No me acabó de convencer en El ángel rojo, como ya comenté en la reseña, pero aquí me ha conquistado (aunque lo del policía con esquizofrenia paranoide que sigue ejerciendo me ha dado bastante que pensar...). Quizá el dolor le ha hecho más humilde. Quizá ha aprendido la lección. ¿O estaba tan sumido en el pasado que había perdido su esencia? No sé qué habrá previsto Thilliez para él pero, tal y como acaba El síndrome E, creo que lo descubriré muy pronto; Gataca me espera.
   Así podré seguir indagando en la vida de Lucie Hennebelle, el segundo pilar de esta novela, cuyo pasado solo se esboza aquí. ¿Nadie va a editar en castellano sus novelas? Porque me encantaría saber, también, cómo ha llegado al momento en el que la encontramos.
    En definitiva... que quiero más. ¿Hace Gataca en octubre?
   Nos seguimos leyendo.

   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto 100 libros: 77/100
  •  Reto 12 meses 12 libros: 7/12 

martes, 19 de agosto de 2014

"La sombra", de John Katzenbach: un thriller tan inquietante como interesante

http://www.edicionesb.com/catalogo/autor/john-katzenbach/147/libro/la-sombra_1164.html


Título: La sombra

Autor: John Katzenbach
Traductoras: Cristina Martín, Laura Paredes y Raquel Solà

Editorial: Ediciones B
Género: novela negra, policíaca, thriller
Páginas: 464
Publicación: Noviembre 2007
ISBN: 978-84-9872-151-5

  En el Berlín de 1943 pocos vieron su cara, y nadie supo su nombre. Entre susurros era conocido como "Der Schattenmann", La Sombra, un despiadado delator judío que colaboraba con la Gestapo. Miami, finales del siglo XX. La vida del detective retirado Simon Winter da un giro repentino cuando recibe la visita de una aterrorizada vecina, una anciana cree haber visto a un fantasma del pasado. Cuando a la mañana siguiente aparece estrangulada, Winter es el único que sospecha la terrible verdad: un escurridizo asesino está exterminando a los supervivientes del Holocausto que viven en Miami.
   Me ha gustado mucho este thriller en el que me costó entrar por motivos quizá ajenos a la propia novela. Primero, porque la semana pasada estuvimos pintando la casa y nos dimos un palizón tremendo. No tenía ni fuerzas para sujetar el libro cuando quería ponerme con él, por la noche. Y, segundo, porque por un momento creí que iba a entretenerse en demasiados detalles alejados del núcleo central de la obra (algo que pensé mientras leía la minuciosidad con la que narra la detención de Jefferson), aunque a medida que continué avanzando en la novela me di cuenta de que sí, es verdad que a veces utiliza una narración tan detallada que ralentiza quizá en exceso la acción, pero que cada pieza de la novela está perfectamente medida para encajar en el puzle final. Como dice el detective protagonista cuando cae en la cuenta de lo útil que le puede ser el ex policía Simon Winter: me centré solo en lo fundamental y no vi lo accesorio. Bueno, pues en mi caso sería: quise que lo fundamental se desarrollase demasiado rápido y no me percaté que un buen thriller está perfectamente medido y que, por lo tanto, si se enreda tanto en contarnos la detención de Jefferson por algo será.
    Una vez superados estos obstáculos, pude disfrutar de una novela bien construida, que toca temas en los que quizá pensamos demasiado poco y que incluye procesos policiales/judiciales no muy frecuentes en las obras del género, como son, por ejemplo, las negociaciones y los pactos de la fiscalía o el propio trabajo de los fiscales.
   Hablo de temas en los que quizá no pensamos demasiado y parece mentira teniendo en cuenta que la trama central nos remite al Nazismo y al Holocausto. Pero es que es verdad que hemos visto muchas películas y leído muchos libros sobre cómo se vivieron aquellos años pero... ¿y qué pasa en la actualidad? ¿Cómo han vivido las víctimas de aquella brutalidad? ¿Han tenido una vida feliz, han podido dormir en paz, han construido una cotidianidad llena de amor y tranquilidad? ¿Han podido olvidar? ¿O, por lo menos, han podido convivir con sus recuerdos? Eso por no hablar de las preguntas que me surgen cuando pienso en los posibles supervivientes del otro lado, el de los verdugos. ¿Han sido capaces de continuar sus vidas sin remordimientos? ¿Han llegado a ser felices? ¿Han asumido la magnitud de lo que hicieron? ¿Habrá quien siga creyendo que lo que hicieron bien hecho está?
   La novela intenta responder a preguntas como estas y pone el dedo en la llaga al hacer mención de cuestiones tan abyectas como el Revisionismo (es decir, el movimiento que cree que el Holocausto no existió o que ha sido una exageración histórica) o la posibilidad de que haya verdugos infiltrados entre las víctimas, viviendo como ellos, viviendo CON ellos, por salvar su vida o por cualquier otro motivo.
   Más allá del thriller bien medido e interesante de leer que acabo de terminar, me quedo con todas estas cuestiones de fondo en las que no me había parado tanto a pensar como en la vivencia de los campos de concentración. Aunque sea de pasada, Katzenbach plantea otros temas relacionados que me han dejado preguntas y poso, como el sentimiento alemán tras todo lo ocurrido, la recuperación de la memoria y, sobre todo, la necesidad de que todo aquello no se olvide, que sigamos teniendo la certeza de que fue real. Porque van pasando los años y la muerte o la vejez van haciendo desaparecer a los testigos y van provocando que la persecución de los culpables sea cada vez más laxa (uno de los personajes habla de la pérdida de peso de estos casos en las instancias judiciales y policiales). Y solo si recordamos y mantenemos la certeza de que alguien fue capaz de tanto horror podremos (que no fue una exageración, como los revisionistas que aparecen en la novela quieren hacer creer) nos mantendremos algo a salvo de volver a repetir aquellos errores. Digo algo porque los informativos nos demuestran cada día que el hombre es un peligro para el hombre y que el odio, el rencor o el sentimiento de superioridad tienen más peso que la solidaridad, el amor, la empatía o la convivencia. Triste humanidad.
    Nos seguimos leyendo.

   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto 100 libros: 73/100 
  •  Reto Autores de la A a la Z: K
  • Reto Eternamente pendientes: 1/10 
  •  Reto 12 meses 12 libros: 6/12
  •  Reto Encuentra al personaje: 29/36
  En La sombra he encontrado al personaje que haga un dibujo de cualquier tipo que pedía el Reto Encuentra al Personaje. Se trata del dibujante que realiza el retrato robot de la Sombra:
 Hizo una seña al dibujante, el cual se estiró igual que un perro que acaba de despertarse cerca de la chimenea y se acercó con su maleta.
- Es todo suyo -dijo Robinson.
- Muy bien, señor Jefferson -dijo el hombre-. Vamos a proceder muy despacio. Hágase una imagen mental del hombre que vio. Yo voy a mostrarle una serie de formas de cara distintas, y muy pronto tendremos un retrato de ese individuo.
Jefferson hizo un pequeño gesto con la mano.
- Por mí, vale.
El dibujante sacó una serie de transparencias sobre unas hojas de plástico translúcidas.
- Empezaremos con la barbilla. Voy a enseñarle varias formas, y usted ha de concentrarse en lo que recuerda. Mándeme parar cuando dé con la forma buena.
- Oiga, detective -dijo Jefferson-. Si detiene a ese tipo, ¿pedirá la pena de muerte, igual que ha hecho conmigo?
- Desde luego.
Leroy asintió con la cabeza y arrugó la frente en un gesto de concentración. Volvió la vista a las láminas de plástico.
- Jamás hubiera imaginado que iba a ayudar a la poli a freír a alguien -comentó-. Pero ese tipo era un asesino. -Señaló una de las formas esparcidas en la mesa frente a él-. Vamos a empezar con ésa -dijo.
Robinson cambió de postura y observó el meticuloso proceso de ponerle cara a la Sombra
(páginas 321-322).

martes, 5 de agosto de 2014

"Tormenta de espadas" (Canción de hielo y fuego #3), de George R. R. Martin: 1.236 páginas de intensas emociones

http://www.gigamesh.com/coleccionnovedad6.html

Título: Tormenta de espadas

Autor: George R. R. Martin
Editorial: Gigamesh
Género: novela fantástica
Páginas: 628 (Tomo I) y 608 (Tomo II)
Publicación: junio 2005

ISBN: 9788496208988

Las huestes de los fugaces reyes de Poniente, descompuestas en hordas, asuelan y esquilman una tierra castigada por la guerra e indefensa ante un invierno que se anuncia inusitadamente crudo. Las alianzas nacen y se desvanecen como volutas de humo bajo el viento helado del Norte. Ajena a las intrigas palaciegas, e ignorante del auténtico peligro en ciernes, la Guardia de la Noche se ve desbordada por los salvajes. Y al otro lado del mundo, Daenerys Targaryen intenta reclutar en las Ciudades Libres un ejército con el que desembarcar en su tierra.  Martin hace que lo imposible parezca sencillo. Tormenta de espadas confirma Canción de hielo y fuego como un hito de la fantasía épica. Brutal y poética, conmovedora y cruel, la magia de Martin, como la del mundo de Poniente, necesita apenas una pincelada para cautivar al lector, hacerlo reír y llorar, y conseguir que el asombro ceda paso a la más profunda admiración por la serie.
   ¡Qué bien me lo he pasado en mi tercer viaje a Poniente! Ocurren tantas cosas inesperadas... Cierto es que la mayoría ya las conocía no sé si por culpa o gracias a la serie, pero bueno, así es. Otras todavía no se han dado a conocer (si es que está previsto que lo hagan, que no lo sé) así que sí me han pillado por sorpresa. Total, que estoy deseando leer Festín de cuervos y dejar que la cuarta entrega me sorprenda al cien por cien.
   Tormenta de espadas me ha parecido un libro (o, mejor dicho, dos, porque son dos tomos) tremendo. Tremendo por la cantidad de cosas que suceden, por cómo Martin consigue mantener la intriga, por el desarrollo de los personajes, por los giros, por cómo se va enredando la trama y por el toque indudablemente shakesperiano del conjunto. 
   Me cuesta predecir cuáles serán los siguientes pasos de Martin y eso me encanta. Tengo mis teorías, por supuesto, sobre cuál es el planteamiento global de la saga y hacia dónde irá llevándonos, entrega a entrega, el autor. Pero es solo una teoría: lo que sé sobre Canción de hielo y fuego me hace pensar que cualquier cosa es posible. Y lo mejor es que esas cosas sorprendentes que van pasando por el camino parecen perfectamente tramadas. No sé si el autor las tenía planeadas desde el principio o son "felices" ideas  que se le han ido ocurriendo sobre la marcha pero, desde luego, son coherentes con lo que va sucediendo, con el conjunto de la trama. En ningún momento he tenido la sensación de que Martin estuviera improvisando o tirándose a la piscina. Quizá porque, en el fondo, todo está justificado, lo que refuerza la idea de que el pasado y el presente van de la mano para construir el futuro. O como dice Tyrion: «Todo tiene raíces en el pasado, en nuestras madres, en nuestros padres y en los padres de nuestros padres. No somos más que marionetas; nos mueven los hilos de los que nos precedieron, y algún día, nuestros hijos tendrán que bailar como les dicten nuestros hilos».
    Más allá de la trama y de los sucesos impactantes que tienen lugar en esta entrega (y son muchísimos, advierto, sobre todo en el segundo tomo), quería comentar tres aspectos que me han resultado llamativos. 

LOS PERSONAJES FEMENINOS Y LA MATERNIDAD


  En primer lugar, la relación de Daenerys con la maternidad. En algún  momento reflexiona sobre su incapacidad para tener hijos y su responsabilidad hacia los tres dragones que está criando y que le dan uno de sus sobrenombres: Madre de Dragones. Pero Dany no es solo madre de dragones, también asume como hijos propios a los ciudadanos de los territorios que va conquistando y se comporta como madre de todos ellos. Es especialmente llamativa su preocupación (casi obsesiva) con los niños, lo que refuerza esta visión de madre protectora. Y esta asociación sin fisuras de Dany con la maternidad me provoca reflexiones contradictorias. 
   Por un lado, es verdad que en la saga hay mujeres fuertes y valientes que asumen un rol tradicionalmente masculino (toma de decisiones, aplicar la inteligencia y la estrategia, asesinar si llega el caso...) y lo desempeñan con acierto. Pero también es verdad que, por ejemplo, en el caso de Cersei, da la impresión de que su "capacidad política" o sus virtudes como estratega y mandataria dependen más de su belleza que de su inteligencia, con lo cual Martin estaría cayendo en el tópico de la mujer bella que utiliza sus encantos para manipular, cuando no hay ningún hombre (que yo recuerde) que se comporte así en la novela. 
   El autor no desvincula a la mujer de su condición de madre: tanto Cersei como Catelyn son madres y ejerce ese rol de manera muy destacada en la novela y Daenerys, que no puede ser madre, acaba convirtiéndose en progenitora de todo su pueblo. Y al no hacerlo, su visión de la mujer sigue manteniéndose dentro de los parámetros de la ideología patriarcal. Por supuesto, hablo de lo que ha ocurrido hasta ahora, no sé lo que ocurrirá en los siguientes libros. Arya, Sansa, Margaery o Ygritte (y creo que no me dejo a ninguna de las mujeres que encajan en este perfil del que voy a hablar ahora) son demasiado jóvenes para pensar en ser madres, de momento no les preocupa el tema, no han tenido posibilidades de serlo o están convencidas de lo que serán en su momento. Solo Brienne de Tarth está totalmente alejada del modelo de mujer-madre que nos presenta a través de otros personajes femeninos pero la presentación que hace de ella ya nos indica que no es una mujer al uso. De hecho, ella rechaza su condición de mujer y como tal es presentada al lector: como una mujer absolutamente masculinizada, ridícula cuando se viste con ropas femeninas y con una caracterización física negativa y, por supuesto, nada femenina, sobre todo, femenina en el sentido tradicional en el que se entiende el físico de la mujer: Brienne es fea, tiene los muslos gordos, es muy alta, desgarbada... Vamos, un adefesio.
   Con todo ello quiero decir que aunque Martin parece romper ciertos clichés machistas al mostrar a un nutrido grupo de mujeres fuertes, valientes, luchadoras e inteligentes mantiene otros puntos de vista que sí concuerdan con la visión del mundo que mantiene el patriarcado. Soy consciente de la inspiración medieval de la obra pero si rompe prejuicios en un sentido, ¿por qué no hacerlo en otros? En fin, pensamientos que me van surgiendo mientras leo...


LAS VOCES QUE NOS CUENTAN LOS SUCESOS


  Prometo que las siguientes dos reflexiones serán más cortas. Que yo me pongo a hablar de modelos de mujer y visión patriarcal del mundo y me quedo sola.
  La segunda reflexión que quiero hacer es sobre la focalización de la historia, sobre el personaje que el autor elige para que el narrador se centre en él en cada episodio y nos cuente sus andanzas y las de quienes le rodean. Me resulta curioso que personajes importantes, o que podrían haber llegado a ser importantes o que pueden serlo aún en el futuro no tengan capítulos propios. Me ocurre con Robb, con Cersei, con Joffrey, con Tywin (tres de los cuatro que he dicho son Lannister, qué curioso...). Y en cambio, sí tienen voz (por lo menos en tanto en cuanto el narrador reproduce algunos de sus pensamientos) personajes tan, en apariencia, insustanciales como Samwell. O, por ejemplo, todo lo que ocurre con el rey Stanis está narrador desde el punto de vista de Davos. Me tiene loca esta elección de focos porque no le acabo de pillar el motivo. Es verdad que ofrecen cierto perspectivismo en determinadas ocasiones (como los capítulos alternados de Sansa y Tyrion del segundo tomo en uno de los momentos álgidos de esta entrega o los de Jon y Sam en el tramo final) pero no acabo de entender si hay un motivo ulterior. Lo dejo en suspenso hasta que siga leyendo la saga.


LA VIDA SALVAJE

  
  Y acabo con una referencia a la forma de vivir de los salvajes. O de los llamados salvajes, porque hay aspectos de su estructura, de su asignación de roles, de su trato a las mujeres y de su organización social y su forma de convivencia que me parecen mucho más "civilizados" que los que mantienen los no-salvajes. De hecho, si yo viviera en el universo Juego de Tronos, quisiera ser una salvaje. Me identifico mucho más con su manera de ver la vida, su libertad, su organización, sus estrategias, sus soluciones. No sé, han sido como un soplo de aire fresco entre tanta traición, tanta maquinación, tanta norma social absurda y tanta rectitud y cortesía (sobre todo en el caso de las mujeres). Entiendo que el hecho de llamarles salvajes puede ser una ironía. Obviamente, no para los habitantes del universo de Martin, pero sí para quienes vemos el juego de los tronos desde las páginas de un libro.
   En definitiva, una de las entregas que más me ha gustado, con la que he reído (ay, la ironía de Tyrion, cómo me gusta), que me conmocionado en más de una ocasión y que me deja con ganas de más. Ahora sí que entiendo la advertencia que me hacían los lectores de la saga cuando me embarqué en este reto con Nieves: "¿leer un libro un mes sí y otro no? ¿Y vas a poder aguantarte?". Habrá que hacerlo.
   Nos seguimos leyendo.

     Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto 100 libros: 68/100
  •  Reto 12 meses 12 libros: 5/12 
  •  Desafío Juego de Tronos: 3/5
  •  Reto Encuentra al personaje: 25/36
  Inicio la tercera fase del Reto Encuentra al Personaje con uno que tenga una mascota fuera de lo normal (que no sea ni perro ni gato). Los Stark me han venido al pelo con sus lobos huargos. A estas alturas de la saga ya solo queda uno (no cuento con Verano, aunque todo es posible en Juego de Tronos): el de Jon Nieve. Personaje y mascota se reencuentran al final del libro, en el último capítulo narrado desde la perspectiva de Jon:
 Al principio no comprendió qué sucedía. Cuando lo entendió se puso en pie de un salto.
—¿Fantasma?
Se volvió hacia el bosque y lo vio acercarse con sus pisadas silenciosas en la penumbra verde. El aliento le salía de las fauces abiertas en nubes cálidas y blancas.
—¡Fantasma! —gritó, y el huargo echó a correr hacia él.
Estaba más flaco, pero también más grande, y el único ruido que hacía era el de las hojas secas cuando las aplastaba bajo las patas. Al llegar junto a Jon saltó sobre él, y juntos se debatieron entre la hierba negra y las sombras alargadas que las estrellas empezaban a proyectar sobre ellos.
—Dioses, ¿dónde has estado? —preguntó Jon cuando Fantasma dejó de tironearle del brazo con los dientes—. Creía que te me habías muerto, igual que Robb, igual que Ygritte, igual que todos. No volví a sentir tu presencia desde que subí por el Muro, ni siquiera en sueños.
  El huargo no respondió, claro; se limitó a lamer el rostro de Jon con una lengua que era como una lija húmeda; sus ojos iluminados por la escasa luz brillaron como dos soles rojos.
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