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miércoles, 17 de septiembre de 2014

"La Alejandría olvidada", de Almudena Navarro: un viaje al pasado lleno de matices

http://www.amazon.es/gp/product/B00LTSNLXU?ie=UTF8&camp=3714&creative=25246&creativeASIN=B00LTSNLXU&linkCode=shr&tag=juntanmasletr-21&=books&qid=1409386708&sr=1-1&keywords=la+alejandr%C3%ADa+olvidada


Título: La Alejandría olvidada

Autora: Almudena Navarro
Editorial: Amazon
Género: novela arqueológica, de aventuras, histórica, thriller
Páginas: 296
Publicación: 2014
ASIN: B00LTSNLXU

Cuenta la leyenda que Alejandro Magno, en su afán de conquista, fundó a su paso más de setenta ciudades con su nombre, de las que hasta bien entrado el siglo XX sólo se conocía una: la Alejandría de Egipto. ¿Cuántas fueron en realidad? ¿Setenta? ¿Cincuenta? Este es uno de los grandes enigmas de la historia y desvelarlo, el sueño dorado de cualquier arqueólogo. Miles de excavaciones se llevaron a cabo en distintos emplazamientos del centro de Asia, infructuosamente, hasta que en 1961 todo cambió cuando durante una cacería el rey de Afganistán, Mohamed Zahir Shah, descubrió por casualidad, entre la maleza, un precioso capitel corintio. Era el principio del descubrimiento de la ciudad más grande, rica e influyente que fundara el Gran Alejandro: Ai Khanoum.
París. (Año 2002): El doctor en Historia Gaspar Bitball desde su despacho en la Universidad de la Sorbona trata de proteger el fruto de sus años de especialización, el yacimiento de Ai Khanoum, situado al norte de Afganistán. Desde que en 1979 Rusia invadiera el país, nada se sabía sobre su estado; los arqueólogos franceses nunca pudieron volver a él. La comunidad internacional teme lo peor y se cree que el yacimiento puede haber sido expoliado. Gaspar, con la ayuda de Irine, una joven intérprete de origen afgano, formará parte de la comisión de expertos internacionales que entrarán como observadores en Afganistán tras la ocupación de las tropas americanas e inglesas. Juntos deberán superar sus miedos y sortear un conflicto armado repleto de obstáculos para recuperar la memoria de la ciudad perdida y, por segunda vez en la Historia, olvidada.  Imperio Bactriano (Año -148 a.C.). Alejandría de Oxo, cerca del norte del actual Afganistán: El filósofo Aenas se ve obligado a exiliarse de Macedonia, derrotada y humillada por Roma. Atravesará todo el continente buscando un atisbo del antiguo esplendor de su pueblo, en el extremo más alejado de Asia Menor, en Alejandría del Oxo, la ciudad de sus sueños, la capital del Imperio Independiente Greco-Bactriano. Un lugar único y exótico, convertido en leyenda. Con la ayuda de la familia Papadopoulos, conseguirá entrar en la ciudad y allí conocerá a la gran sacerdotisa Atanasia, mujer que cambiará su destino y, con él, el de la Alejandría olvidada.
  Después de La alcoba escondida, Almudena Navarro cambia totalmente de época, de género y de planteamiento para ofrecernos una novela arqueológica con toques históricos y de aventuras. Gaspar, el protagonista de la obra, nos mete a todos en el petate para viajar a Ai Khanoum y vivir, junto a él y su expedición, los peligros de la sinrazón del fanatismo religioso y de la violencia de una de las zonas más conflictivas del planeta.
   El narrador en tercera persona, tan omnisciente que nos deja entrever algunas de las emociones y de los pensamientos de los personajes principales, va descubriendo ante nuestros ojos cómo este viaje acabará siendo iniciático tanto para Gaspar como para Irine, su ayudante; un viaje que les cambiará la vida en muchos sentidos, que les transformará como personas y que les hará no solo reflexionar sobre cuestiones tan importantes como el papel de la mujer en el islam o la falta de respeto a la propia historia sino que también sentirán en sus propias carnes (y el lector con ellos) la violencia asociada a tales cuestiones.
    Son dos de las reflexiones más importantes que se plantean en la novela y que, creo, están muy bien tratadas. Navarro trata de ver ambos asuntos con perspectiva, desde diferentes puntos de vista y, así, por ejemplo, en el caso de la mujer recoge tanto el enfoque de alguien que salió de Afganistán pero vivió allí (la madre de Irine), el de alguien que se ha criado conociendo esas creencias de cerca pero en un ambiente totalmente occidentalizado (la propia Irine); aunque sea superficialmente, también refleja el de las mujeres que siguen allí y, finalmente, nos ofrece la visión de unos occidentales (hombres y mujeres) que tratan de pasar unas horas dentro de un burka y las sensaciones que ello les produce. Sin duda, un experimento muy clarificador.
    En el caso del respeto a la historia y a las huellas de ella que nos van quedando, me ha gustado encontrarme el punto de vista de los estudiosos que lo quieren preservar todo frente a los de los violentos que no hallan valor en las reliquias de un pasado que no consideran suyo. Pero, más allá de estos dos puntos de vista antagónicos, Navarro también nos ofrece algunas pinceladas sobre, por ejemplo, la prepotencia occidental que siempre juzga cualquier asunto bajo su propia perspectiva y creyendo que lleva la razón.
     De igual modo, también me ha resultado atractiva la estructura que utiliza la autora para darnos a conocer la historia: enriquece la trama (principal) relacionada con Gaspar, Irine y Ai Khanoum con una subtrama situada en Alejandría del Oxo, en un pasado remoto, que nos ofrece otra perspectiva del mismo lugar pero desde otro punto de vista, desde el que nos regala la reconstrucción de un pasado perdido, destruido. Estas dos tramas no se van entrelazando de forma alternativa sino que la secundaria aparece solo en determinados momentos, quizá a modo de ejemplo, de reconstrucción, de poner en pie lo que ahora se ha perdido, y, en el tramo final, de dar una respuesta al enigma planteado en la resolución de la trama principal. Me ha resultado curiosa esta estructura porque creo que casi siempre que he encontrado una superposición de dos tramas temporalmente diferenciadas la más reciente abraza a la primera, es decir, la novela empieza y termina con ella. Y, sin embargo, aquí no ocurre lo mismo: la trama principal termina cuando aún le faltan páginas a la novela y, así, el broche final lo pone la trama secundaria. Me ha dado la sensación de que se trataba de una buena elección por parte de la autora, porque, aunque es verdad que la tensión casi de thriller del final de la primera trama se disuelve de manera rápida, ese cierre deja un poso muy diferente en el lector: el poso de la nostalgia, el poso del sacrificio, el poso de la entrega, el poso de la barbarie, el poso de la destrucción más salvaje.
    En definitiva, Almudena Navarro nos propone un viaje a través de la historia y de la barbarie humana de la mano de unos personajes muy humanos (que ríen, que han sufrido, que dudan, que temen y que se entregan) para reflexionar sobre el valor del pasado y su proyección en nuestro presente.
     Nos seguimos leyendo.

   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  • Reto 100 libros: 81/100 
  • Reto Generación Kindle: 9/10
  • Reto Genérico: 36/40 
  • Reto Novela Histórica: 10/15
  • Reto Encuentra al personaje: 32/36
 

 El Reto Encuentra al Personaje pide que busquemos un personaje que hable otro idioma además del materno. En La Alejandría olvidada tenemos a Irine, que habla el francés, la lengua del país en el que ha nacido, pero también pastún y farsi. En varios momentos de la obra se hace referencia a ello, como cuando Gaspar dice de ella
 Irine nos será de mucha ayuda: su familia es afgana  habla farsi y pastún. Podemos interrogar a quién queramos (capítulo 5).

miércoles, 5 de febrero de 2014

"Dispara, yo ya estoy muerto": una reflexión sobre lo que separan dos simples pronombres

http://www.circulo.es/libros/julia-navarro-dispara-yo-ya-estoy-muerto/03457

Ficha técnica:


Título: Dispara, yo ya estoy muerto         Autora: Julia Navarro Editorial: Círculo de lectores  Género: novela histórica         Páginas: 920 Publicación:  Agosto 2013   ISBN: 978-84-672-5711-3

Sinopsis (editorial):


 «Hay momentos en la vida en los que la única manera de salvarse uno mismo es muriendo o matando.» Así arranca esta historia. Estamos a finales del siglo XIX, en los albores de la Rusia zarista, cuando Samuel Zucker se ve obligado a abandonar el país, huyendo del terror y la destrucción. Recién llegado a la Tierra Prometida, Samuel compra las tierras de los Ziad, una familia árabe encabezada por Ahmed. Pronto surgirá entre ambos una sólida amistad que no se romperá ante las adversidades políticas y religiosas.  En un contexto histórico complejo y único, la epopeya de las dos familias conforma un mosaico de traiciones y sufrimientos, de amores imposibles y sueños rotos que nos lleva de San Petersburgo a Jerusalén y de Varsovia a París...  Una saga familiar que te llegará al corazón. Emoción y aventuras en la novela más ambiciosa de Julia Navarro.  «Los personajes de esta novela viven conmigo, me han enseñado mucho, forman parte ya de mi historia personal.»
   Dos simples pronombres pueden iniciar una guerra, romper amistades de esas que son más importante que la propia familia, dividir un país, quebrar una vida: nosotros, vosotros. Y un muro en medio. Dos pronombres que separan, dividen, generan rechazo e inician el inexorable camino hacia el odio y el enfrentamiento. Dos pronombres que nos sitúan dentro de un grupo o del otro y que, aunque no queremos, nos obligan a romper lazos con los del otro.
    Creo que esa es la gran reflexión de Julia Navarro en esta novela: la indagación en los sentimientos de pertenencia a un grupo o a un país o a un territorio o a una religión y lo que en muchos casos conlleva, el rechazo al diferente, al ajeno. Siempre me ha parecido fascinante el espíritu gregario de los humanos, la necesidad de sentir que somos una pieza de un puzle que nos supera, más grande que nosotros, ya sea la tierra, la raza, la religión o cualquier otro motivo el pegamento que mantiene unidas a esas piezas, así que me ha gustado de modo especial todo ese trasfondo que plantea Navarro; un trasfondo llevado a su expresión más radical: al odio, al enfrentamiento, a la guerra.
    La autora enfrenta aquí dos modos de entender la vida, dos culturas distintas (judíos y árabes) y profundiza en esas diferencias. De forma sutil, va presentado los puntos que los separan, incidiendo en el peso de la tradición de cada uno de ellos y en cómo adaptan (o no) esa tradición a medida que pasa el tiempo y el mundo evoluciona. En este sentido, uno de los aspectos que me ha resultado más interesante es la oposición entre el sentido de deber y del honor de los árabes y el sentimiento de libertad y de elecciones múltiples de los judíos, temas a los que hace alusión en varios momentos. 
    Siempre me ha interesado el conflicto de Palestina aunque confieso que nunca he profundizado en la raíz del problema, más allá de la creación del estado de Israel tras la II Guerra Mundial. Por eso, he echado de menos un poco más de información sobre la fase más antigua del conflicto: en un momento dado se dice algo así como que el territorio ha sido colonizado por diferentes grupos o países a lo largo de los siglos pero no me quedó claro del todo. Como tampoco acabo de entender el porqué del rechazo y la persecución a los judíos desde hace siglos en puntos muy distantes del mundo, más allá de la condena por haber sido quienes mataron a Jesucristo (cosa que tampoco acabo de entender: Jesucristo tenía que morir para salvar a los cristianos, ¿no? Luego si no hubieran sido ellos, habrían sido otros, ¿no? Lo fundamental era su muerte redentora. Desde mi punto de vista, hasta tendrían que estar agradecidos por haber cumplido con la parte más sucia del mandato divino, ¿no? Claro que yo no soy muy ortodoxa en esto de la religión...).
    La novela se centra en sucesos que tienen lugar entre finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX, años clave para un conflicto sobre el que nunca he tenido una opinión clara: no sé quiénes son "los buenos" ni quiénes son "los malos" y, después de leer la novela de Navarro, lo tengo aún menos claro y confirmo mis primeras impresiones: esta vez más que nunca no hay buenos ni malos. Todos tienen sus razones, todos han cometido sus errores, todos han creído que un trozo de tierra vale más que una vida humana y todos han sentido que los otros les humillaban o les robaban lo que era suyo.
    Y no solo en este aspecto ahonda la novela sino en el que, para mí, es una de las mayores tragedias de este conflicto: la ruptura total entre los grupos, la imposibilidad de mantener amistades con los del grupo de al lado, la brecha infinita e insalvable que se produce entre el nosotros y el vosotros, por mucho que sentimientos tan nobles como el amor, la amistad, la fraternidad, el apoyo mutuo, la colaboración, la confianza y el trabajo común hayan unido a miembros de ambos grupos, tal y como les ocurre a los judíos y los árabes que protagonizan la novela. 
   El argumento y las reflexiones que suscita se visten de gala con la prosa cuidada y aparentemente sencilla de Julia Navarro. Y digo aparentemente porque aunque nunca abusa de artificios ni retórica el trabajo que conlleva hilar tan bien una obra tan extensa sin que decaiga el ritmo ni se haga farragosa ni aburrida en determinados pasajes tiene que ser impresionante.
    Los capítulos están narrados en tercera persona aunque, alternativamente, Ezequiel y Marian, los dos personajes que se encuentran en el presente y que van reconstruyendo la historia de estas dos familias, van tomando el turno de palabra para ir contando al otro partes de esas vidas que desconocen. En este sentido, cabe destacar un cambio que se produce ya bien avanzando el libro: Ezequiel habla en tercer persona hasta capítulo 13 (y, de hecho, Marian se lo hace notar) pero, a partir de ahí, cambia a primera. La explicación que se me ocurre, a tenor de cómo se van sucediendo los acontecimientos y las narraciones alternativas, es que, quizá, al principio quiere o necesita distanciarse de la historia y de la Historia, aunque su propia familia sea la protagonista, pero, a medida que van progresando los encuentros y lo que en ellos ocurre, cada vez está más implicado, tal y como también parece ocurrirle a una Marian que se ve atrapada por ese intercambio. Pero también es verdad que el cambio en la voz narrativa se produce en un momento de clima argumental, justo cuando Ezequiel toma las riendas de su padre y decide no ir a París con su padre y quedarse en Palestina con su madre. Quizá coger las riendas del relato también es una manera de enfatizar el valor de sus propias decisiones y de asumir las consecuencias de estas.
   Sea como fuere, el resultado final es una novela con mucha sustancia y que crea poso en el lector. Una novela para disfrutar y para aprender algo más sobre uno de los conflictos más omnipresentes en la actualidad pero que, quizá, no siempre recibe ni el enfoque ni la importancia que merece.
    Nos seguimos leyendo.   
 
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  • Reto Genérico: 1 (histórico reciente)/40
  •  Reto100 libros: 3/100
  • Reto Novela Histórica: 1/15         

lunes, 15 de abril de 2013

"El laberinto de la Atlántida", de Álvaro Bermejo: un thriller histórico, arqueológico y literario para desentrañar los misterios del nazismo y de la mitología

 

Ficha técnica:


Título: El laberinto de la Atlántida                                    Autor: Álvaro Bermejo                      Editorial: Algaida Género: novela, thriller histórico      Páginas: 656
Publicación:  Febrero 2013    ISBN 978-84-9877-860-1

Sinopsis (editorial):


   ¿Qué buscaban los ejércitos del Tercer Reich en Creta? ¿Por qué ha desaparecido de nuestro mundo el legendario Oricalco de los atlantes? ¿Existió realmente el Rayo de Poseidón, ese catalizador de energía de magnitudes devastadoras que provocó el final de la Atlántida? Víctor Barrantes llegó a la Isla del Laberinto en plena guerra mundial. Una mujer lo estaba esperando para mostrarle a través de sus besos un laberinto aún más trastornador: como el rey Minos y su fabuloso Minotauro, como el enigmático Príncipe de los Lirios, como Fedra y Ariadna, los viejos dioses siguen encarnándose en las gentes de Creta sin que tengan conciencia de esta posesión. El mito revive una y otra vez, hasta el fin de los tiempos. Tras el éxito de El Evangelio del Tíbet, Álvaro Bermejo nos propone un nuevo thriller arqueológico centrado en una historia apasionante. La clave del Apocalipsis está cifrada en una Cabeza de Poder. Pero entre la guerra y la pasión un misterio se abre a otro misterio. En El laberinto de la Atlántida nos esperan los dioses terribles que fuimos. Sólo ellos saben que aquello que sucedió ayer puede volver a suceder mañana.
   El laberinto de la Atlántida ha sido, para mí, un libro de contrastes. Hay cosas que me han gustado mucho y otras que no tanto. Así que iré desgranando y justificando unas y otras, a ver si por el camino llego a un balance final satisfactorio.
   En el lado positivo de la balanza he de situar la propia trama, las referencias mitológicas, filosóficas y literarias y la cuestión de fondo que plantea sobre la pervivencia de los mitos ancestrales. 
    En el lado negativo he de situar al protagonista (con el que me ha sido imposible empatizar), los altibajos en el ritmo, algún cambio narrativo que no acabo de entender y lo que yo creo que son anacronismos, para los que tampoco encuentro explicación. Vayamos por partes.
   Me ha gustado mucho la trama y cómo está desarrollada: mediante dos tiempos y tipos de narración diferentes. Por un lado, el tiempo de Álvaro, el protagonista de la historia: mayo de 1968. Son las tres primeras palabras del libro, marcando la importancia de la fecha y, al mismo tiempo, dando a la narración un aire de diario hablado o, por lo menos, dirigido a una audiencia (oyente o lectora, a la que incluye en el texto a veces en plural, a veces en singular) a la que el narrador se dirige directamente en alguna ocasión con expresiones del tipo "¿Queréis que entre en detalles...?" o "Intenta imaginar...". Por otro lado estaría el tiempo de Víctor Barrantes, el espía cuyos diarios encuentra y lee Álvaro y en los que va encontrando las claves para resolver el enigma que dará un giro a su vida. En ellos, Barrantes cuenta las aventuras que corrió durante el final de la II Guerra Mundial y su relación con los nazis y, en particular, con los que buscaban el Rayo de Poseidón en la isla de Creta. A pesar de los altibajos en el ritmo narrativo, la trama me ha parecido interesante y atractiva. Todo este afán de revivir los pasos de Barrantes y encontrar los enigmas secretos de Creta y la Atlántida me han fascinado y creo que son el tesoro de esta novela. Efectivamente, es un thriller arqueológico, como dicen desde la editorial, porque rastrea en los vestigios del pasado (aun del pasado más remoto) para encontrar las claves del presente y, por extensión, del futuro.
   En este sentido, la trama novelesca y ese clima de thriller arqueológico se sustentan en la mejor parte (para mí, obviamente) de la novela: las miles de referencias literarias, filosóficas y mitológicas que contiene. Referencias que, por otra parte, dan lugar a otro de los grandes puntos a favor de la novela (insisto, para mí): la trasposición de los mitos en seres reales, la propuesta del autor sobre la pervivencia real de los mitos más ancestrales, la reencarnación de seres míticos de generación en generación hasta llegar a nuestros días. Una reencarnación que, en ocasiones (o, mejor, en ciertos personajes) es real pero que, en otros casos, es meramente metafórica, literaria. En cualquiera de los dos casos, creo que el esfuerzo por imprimir características míticas a seres de carne y hueso me ha parecido un juego literario muy interesante y que retoma una de las cuestiones más antiguas de la investigación mitológica: ¿los mitos son creaciones literarias puras o recrean un pasado mitificado por el paso de los siglos? En definitiva: ¿la mitología es historia o literatura? La propuesta o la respuesta de Bermejo en este sentido me ha resultado interesante porque ahonda, además, en la pervivencia de tales mitos, en que forman parte de lo que somos, en que están tan vivos que siguen entre nosotros.
   Situaba en el lado negativo al protagonista de la novela. Me ha sido imposible empatizar con él. A pesar de que, como buena novela de iniciación que es, su carácter evoluciona, Álvaro me sigue pareciendo un poco prepotente, algo inconstante (excepto en su obsesión con Víctor Barrantes) y bastante esnob. Y, sin embargo, le llueven las conquistas amorosas. Tendrá algún atractivo oculto que no se deja ver en lo que piensa o cuenta. Su narración está plagada de anglicismos y expresiones en inglés (con las que, supongo, quiere mostrar su espíritu cosmopolita y su formación académica internacional) y de (demasiadas, creo yo) referencias explícitas a marcas (Pontiac, Speedo, Opium, Versace...). Quizá sea una manera de aligerar su erudición, de quitar peso al bagaje literario y mitológico de este hombre/enciclopedia con unos toques de frivolidad o de superficialidad o de modernidad. No lo sé, pero el caso es que no me ha acabado de convencer. Sobre todo porque, durante la lectura, tuve la impresión de que muchas de esas referencias eran anacrónicas, que ni Versace, ni el Volkswagen Golf ni los Village People existían a finales de los 60 (obviamente él se ha documentado más que yo pero, hasta donde yo he podido averiguar, mis primeras impresiones eran ciertas y son productos de los 70. Pero si alguien tiene una explicación, estaré eternamente agradecida de que la comparta conmigo, porque llevo dándole vueltas a esto durante la lectura pero también después). No le he encontrado explicación y, por tanto, me descoloca. Como tampoco encuentro causa lógica a que algunos párrafos estén narrados en presente ("Mayo de 1968. No, no estoy en París...") y el resto en pasado. A estos puntos negativos hay que sumar una lista (para mí) siempre demasiado larga de erratas: desde repeticiones de palabras hasta un Brián así, con acento, pasando por un "Toyota pin-up" (página 469) que (y lo digo desde mi ignorancia total y desinterés absoluto por los coches y por las chicas pin-up) supongo que será "pick-up" (y si estoy equivocada, espero que alguien me corrija) o errores en el entrecomillado cuando entra y sale de la lectura de los diarios de Barrantes.
   En definitiva, que tiene mucho de positivo pero también bastante de lo que para mí son puntos negativos y que, puesto que esta es la primera novela suya a la que me acerco, espero a leer otra obra de Álvaro Bermejo antes de formarme un juicio sobre el autor.                      Nos seguimos leyendo.   
   Agradezco a Algaida que me haya enviado este ejemplar.
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto 13.000 páginas: 656/13.000
  •  Reto Autores de la A a la Z: B
  •  Reto Genérico: 1/2 guerreros
  •  Desafío100 libros: 33/100
  • Reto Sumando: 28/2013
  • Reto Histórico: 5/5            

jueves, 28 de marzo de 2013

"Estaba en el aire", de Sergio Vila-Sanjuán: un maravilloso viaje sonoro a la España de los 60


      Ficha técnica:


Título: Estaba en el aire       Autor: Sergio Vila-Sanjuán
Editorial: Destino                                                        Género: novela histórica                  Páginas: 240
Publicación: 12/02/2013            ISBN:  978-84-233-4624-0

Sinopsis (editorial):


   Una mujer de la alta sociedad, muy bella y muy desgraciada. Un publicitario embarcado en un programa radiofónico que busca a personas desaparecidas. Un magnate con buenos contactos políticos dispuestos a consolidar su imperio. Un joven del Norte que rastrea sus orígenes. Un la Barcelona de 1960, las trayectorias de todos ellos se cruzan iluminando ambientes contrapuestos.
   Estaba en el aire es una historia de sentimientos y búsqueda personal, de periodismo e intrigas empresariales, que transcurre en un momento histórico poco abordado por la narrativa actual. Un momento en el que España empezaba a salir de la negrura de posguerra para convertirse en una sociedad de consumo, animada por promociones televisivas y elegantes fiestas veraniegas a la luz de la luna, como las que frecuentan los protagonistas de esta novela.
    Estaba en el aire es uno de esos libros capaces de transportarte a épocas que no has vivido, no tanto por la historia (o historias) que cuenta (que también), como por la cantidad de detallitos pequeños, nimios, accesorios que van creando un fabuloso contexto tan real que te parece estar viviendo en él. Sergio Vila-Sanjuán extrae todo el jugo a una época histórica, los años 60, para meternos de lleno en la España que quiere mirar al futuro y dejar atrás el pasado. Todos los elementos de la novela contribuyen a crear ese ambiente, ese contexto, esa perfecta recreación de una época que yo no he vivido, pero que he sentido sobre la piel mientras leía el libro.
   En primer lugar, las historias que cuenta: son historias que sólo podían haber ocurrido en la España franquista que comienza a desperezarse, a salir de la pesadilla, para meterse de lleno en el American Way of Life que llegaba a través de los primeros televisores y de los anuncios publicitarios. Hay dos tramas principales (entrelazadas con un buen número de tramas menores) que nos hablan de esa España. La primera, la protagonizada por Juan Ignacio Varela, tiene que ver con el auge de la publicidad como herramienta de expansión empresarial, con la censura, con el éxito inesperado de un programa de radio, con los intereses económicos que pesan más que los intereses humanitarios. La historia de Juan Ignacio habla de esa época determinada de la Historia de España, del auge de los medios de comunicación y el despegue industrial y empresarial.
    La segunda de las tramas principales nos cuenta lo que le ocurrió a Tona Viladomiu. Por mantener el misterio y no destripar esta parte del argumento a nadie, diré que, desde la óptica de hoy, no es para tanto. Pero en los años 60... pues las cosas transcurrirían tal y como tienen lugar en la novela. 
   Junto al contenido de las tramas, tan de la época como hemos visto, otro de los elementos que contribuye a crear ese ambiente, a sumergirnos de lleno en la España (o la Barcelona, porque aunque no es una novela catalanista, sí es verdad que el aire de modernidad, de vanguardia que destila la novela, también propiciado por la clase social que retrata, no se daba en todas las ciudades españolas, ni muchísimo menos) del despertar son los pequeños detalles: citar las marcas y objetos propios de aquellos años, hablar de un determinado tipo de tiendas, bares, ocio... Son las pinceladas contextuales que van llevándote de la mano, poco a poco, al tiempo en el que Vila-Sanjuán quiere que te sitúes. Para mí, es uno de los grandes aciertos: esa capacidad de mimetizar una época y hacértela sentir aunque no la hayas vivido, aunque sólo sea por contraste respecto a lo que tú conoces o recuerdas.
   Estos pequeños detalles se acompañan de explícitas explicaciones históricas que ahondan en ese viaje en el tiempo y que dan cuenta de los cambios que se estaban produciendo. Explicaciones que surgen de la voz de un narrador que se mueve a través del tiempo, que explica el pasado pero que también adelanta lo que está por ocurrir, creando una útil imagen de conjunto en la cabeza del lector.
   Finalmente, el tercer eje sobre el que se asienta esa magnífica ambientación es, claro está, el programa de radio sobre el que se centra buena parte del argumento y que cuenta pequeñas historias humanas, pinceladas de un país y una época, que nos sitúan perfectamente en las coordenadas espacio-temporales a las que el autor quiere que viajemos. Es una maravilla cómo está contada esta parte, cómo es capaz de captar el sonido de aquel programa, que fue real, que se emitió entre 1960 y 1962, y transcribirlo de tal manera que suena en las páginas de este libro. Abrir los capítulos en los que se radia Rinomicina le busca. Barcelona llama a España es como encender el transistor y escuchar todas las historias apenas esbozadas en la novela en la voz del propio Luis Ruipérez, ese monstruo de las ondas retratado en la novela e inspirado en personajes reales, como el propio autor cuenta en la justificación y agradecimiento final de la obra y como contó también en la presentación
   Junto al vivísimo programa de radio, también aparece (remarcada en tipografía diferente) la publicación que, en la realidad histórica, le apoyaba y completaba la información de lo ocurrido en los reencuentros más sonados de la emisión. Los medios de comunicación están, pues, muy presentes en la novela. Pero es que ya el propio narrador que nos va desvelando las diferentes historias que componen el argumento total de la obra es muy periodístico de por sí y trata de contarnos lo ocurrido con objetividad y perspectiva, tratando de ofrecer un análisis de algunas de las cosas que van teniendo lugar. Además, el hecho de que nos hable en presente y en pretérito perfecto compuesto (el tiempo verbal que usan los medios de comunicación para actualizar las noticias, para que el oyente/lector/espectador las sienta como cercanas, aunque tuvieran lugar hace horas y hablen de acciones complemente cerradas), ya nos pone en contacto con esa inmediatez de medios como la televisión y la radio, nos mete en una acción que está transcurriendo en el ahora literario, aunque tuvo lugar hace más de 50 años en el tiempo histórico.
   Estaba en el aire me ha parecido una obra tremendamente ágil, en la que se suprime todo lo superfluo, las divagaciones, los tiempos muertos, los preludios y el análisis de consecuencias, para contarnos el momento justo sobre el que el autor pone el foco. Quizá te deja con ganas de más, de más páginas, de más historias, de vivir el futuro de los personajes de forma directa y no mediante el resumido epílogo con el que el narrador cierra la novela y las principales historias contadas. Unas historias que, pincelada a pincelada, van creando las formas y tonalidades del cuadro que Vila-Sanjuán pone ante nuestros ojos.  Un cuadro que representa una época ya pasada pero que forma parte de nosotros mismos. Una época que, quizá como dijo Iñaki Gabilondo en la presentación de este Premio Nadal 2013, fue el inicio de la etapa histórica y económica que justo ahora finaliza. 
   Nos seguimos leyendo.



   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto 13.000 páginas: 240/13.000
  •  Reto Autores de la A a la Z: V
  •  Reto Histórico: 4/5
  •  Desafío100 libros: 28/100
  • Reto Sumando: 17/2013
  • Reto 25 españoles: 23/25               



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