El tres parece ser el número mágico para Dulce Chacón, al menos en su Trilogía de la huída: tres novelas maravillosas, que retratan tres tipos de mujeres diferentes, construidas mediante tres triángulos amorosos, tres ideas clave sobre las que reflexionar (la violencia, la incomunicación, la invisibilidad)... Pero yo no puntuaría estas novelas con un tres, sino que les daría un diez, por lo que enseñan, lo que ocultan, lo que hacen sentir al lector, las reflexiones que promuevan, las tres formas narrativas diferentes que sustentan las historias y por un estilo literario perfecto, lleno de hermosura, intimismo y ternura.
En Háblame, musa, de aquel varón (publicada originariamente en 1998) el triángulo lo componen Adrián, un escritor y guionista de cine que espera su gran oportunidad; Matilde, su bella esposa, y Ulises, el productor de la película para la que Adrián escribe el guión. Adrián, cegado por su propia vanidad, egoísta y narcisista, solo concibe a Matilde como extensión de su propia personalidad: no cree que ella tenga nada que decir, controla sus lecturas, no valora su inteligencia... Para él, Matilde cumple el papel que muchos escritores han otorgado a su esposa en la vida real: un bello adorno que llevar en la solapa pero a la ni siquiera creen capaz de leer y entender sus obras. En la propia novela, Chacón habla del caso de Nora, la esposa de James Joyce, ejemplo paradigmático de este tipo de mujer: inculta pero fidelísima, que jamás leyó la obra de su marido.
Será Ulises el que vea a la invisibilizada Matilde. Y no solo la verá (que, al fin y al cabo, es lo que pretende Adrián: que todo el mundo vea a mujer, lo bella y lo callada que es) sino que la escuchará. Es más, hará que hable, le hará preguntas, cuyas respuestas oirá y valorará. De esta manera, también estimulará a la propia Matilde, que querrá contestar a las preguntas de Ulises y se preparará para ello.
El personaje de Matilde va, pues, ganando peso a lo largo de la obra. Al principio, solo la vemos como reflejo de lo que Adrián ve en ella... o sea poco o nada. De hecho, intenta cerrar la ventana que Ulises le abre al mundo, se niega a relacionarse con él, se siente indignada cuando Adrián la obliga a cenar o a prolongar la velada con el productor. Pero al final comprende que vivir con alguien no es compartir tu vida con él, que la vida que ha llevado con Adrián no ha sido vida, no ha habido amor más allá del que ella le ha profesado a él ni sexo más allá del que ha colmado las necesidades del escritor.
No será hasta que Matilde se haya marchado cuando Adrián examine su relación, buscando las razones de su huída. Se reprochará, entonces, no haberse interesado por Matilde, no compartido lo que ella sentía y pensaba, no haberle pedido que le hablara de ese varón que acabó por llevársela.
El título de la obra se convierte, así, en pilar básico de la novela. "Háblame, Musa, de aquel varón de multiforme ingenio que, después de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo" son las palabras iniciales de la Odisea de Homero, lo que ya nos da una pista sobre el telón de fondo que supondrá la obra en esta novela. Aunque, más que sobre Homero (que también, sobre todo de Penélope y sus razones para esperar), los personajes debatirán sobre el Ulises de James Joyce, sobre el que Adrián pretende hacer una personal versión cinematográfica. La novela de Chacón tiene, pues, una dimensión metaliteraria en la que los personajes hablan, interpretan y opinan sobre la literatura precedente, componente que, personalmente, siempre me parece un aliciente para leer una determinada obra.
Uno de los aspectos más peculiares de la novela es su narrador. No suelen escribirse muchas obras en segunda persona, porque es difícil mantener la apariencia de diálogo a lo largo de todas sus páginas. Háblame, musa, de aquel varón, lo mantiene, como vemos, desde el título. De hecho, mi interpretación personal sobre quién es el que cuenta la historia se basa, precisamente, en el título: para mí es la musa la que, tras la petición de Adrián (háblame de aquel varón), analiza lo que la aparición de Ulises (el varón citado, tanto en el caso de Homero como en el de Chacón) supuso para el matrimonio de Adrián. Con un tono de reproche y de pesadumbre, el narrador va señalando los errores del guionista, mostrándole lo que hizo mal, lo que no supo ver, lo que dejó pasar, lo que no advirtió, lo que, en definitiva, cambió el rumbo de su historia (personal y profesional) y, también, las consecuencias de su distracción: ese insomnio al que constantemente alude y que, como en la Biblia, dura ya 40 noches. No obstante, el narrador también podría ser él mismo, una especie de conciencia que haga autocrítica por él, que le señale sus errores y exponga, claramente, lo que no sabía entonces de la vida y las relaciones y ahora sabe, tras haberlo aprendido de la forma más dura posible.
A todo el trasfondo literario y a la trama sentimental, Dulce Chacón añade en este novela el problema de la inmigración a través de una línea argumental protagonizada por las dos personas que guardan la finca de Ulises a la que los personajes se trasladan para escribir el guión de la película: una marroquí, Aisha, y su marido, Pedro. Aisha contará a Matilde su llegada a España, lo que sufrió como ilegal, lo que dejó en Marruecos, las costumbres de su país... y se irá convirtiendo en una confidente y amiga para ella. La vida de Matilde empezará a pivotar alrededor de la Aisha, totalmente comprometida y seducida por las palabras de la guardesa. Esta subtrama pone ante los ojos del lector la dureza de la inmigración, la tragedia humana que hay detrás de ella y que no siempre vemos, al tiempo que revela el rechazo que provoca, por envidias, meros prejuicios o, en el peor de los casos, un fanatismo lleno de odio y violencia hacia lo foráneo que no puede generar más que destrucción y muerte.
A todo el trasfondo literario y a la trama sentimental, Dulce Chacón añade en este novela el problema de la inmigración a través de una línea argumental protagonizada por las dos personas que guardan la finca de Ulises a la que los personajes se trasladan para escribir el guión de la película: una marroquí, Aisha, y su marido, Pedro. Aisha contará a Matilde su llegada a España, lo que sufrió como ilegal, lo que dejó en Marruecos, las costumbres de su país... y se irá convirtiendo en una confidente y amiga para ella. La vida de Matilde empezará a pivotar alrededor de la Aisha, totalmente comprometida y seducida por las palabras de la guardesa. Esta subtrama pone ante los ojos del lector la dureza de la inmigración, la tragedia humana que hay detrás de ella y que no siempre vemos, al tiempo que revela el rechazo que provoca, por envidias, meros prejuicios o, en el peor de los casos, un fanatismo lleno de odio y violencia hacia lo foráneo que no puede generar más que destrucción y muerte.
En definitiva, que me ha gustado mucho la novela, lo que cuenta y cómo está escrita. Ya lo era pero me reafirmo como fan acérrima de Dulce Chacón y ya estoy deseando leer lo (poco) que me queda de ella por conocer.
Nos seguimos leyendo.
Ficha técnica:
Título: Háblame, musa, de aquel varón (Trilogía de la huída, 3)Autor: Dulce ChacónEditorial: Punto de lectura Género: novela Páginas: 192 Publicación 26/09/2007 ISBN: 9788466369152
Las otras dos novelas de la Trilogía de la Huída son: