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lunes, 12 de agosto de 2013

"La arena del reloj", de Mayte Esteban: en cada uno de nosotros hay una novela y un libro de Historia

  

    Ficha técnica:


Título: La arena del reloj   Autora: Mayte Esteban
Editorial: Amazon    Género: novela corta    Páginas: 84   
Publicación:  2012       ASIN: B007WL1DNS

Sinopsis (Amazon):


  Juan José Esteban siempre ha querido recoger sus recuerdos. Lo deja hasta la jubilación, pero una enfermedad terminal se interpone en su camino.
  Escrita a dos voces, La arena del reloj empuja al lector a la reflexión, a mirarse a sí mismo. Mientras el protagonista va repasando su vida, la autora, su hija, expresa los sentimientos que le produce la enfermedad de su padre.
  Empatía, emoción, rabia, rebeldía ante lo inevitable, discurren ante nuestros ojos mezclados con los recuerdos que entrecruzan su historia y la Historia.
   Es difícil acoplarla a ningún género literario concreto, y quizá esa peculiaridad también la hace diferente.
  La arena del reloj aborda universales comunes a todos los seres humanos. ¿Quién no ama a su familia? ¿Quién puede despedirse de ellos sin romperse de dolor?
   No puede tener más razón Mayte Esteba cuando dice, en el prólogo de esta novela que te deja con ganas de más, que cada persona guarda una novela y un libro de Historia en su interior. Eso es lo que he sentido mientras he leído la obra: lo hermosas que pueden llegar a ser las pequeñas historias, las que no tienen grandes afrentas, ni decepciones, ni enormes obstáculos que ir sorteando, esas que se alimentan de las pequeñas alegrías del día a día, de las zancadillas que la vida te va poniendo delante para hacerte más fuerte y de las batallas que se ganan a la larga, cuya victoria se saborea cuando el último grano de arena de tu reloj se desliza hacia el otro lado: la satisfacción de haber vivido una vida plena y feliz. Y el otro gran pensamiento que me ha acompañado mientras leía los recuerdos de Juan José es la cantidad de Historia que guardamos cada uno de nosotros. No esa Historia que habla de grandes guerras, de invasiones y de conquistas, sino la Historia de la evolución, de la prosperidad, del cambio que van sufriendo las sociedades; la Historia de las estrecheces de la posguerra y el camino hacia la abundancia actual. Juan José no fue testigo de la Historia, fue protagonista y así nos los trasmite en los retazos de memoria que comparte con el lector.
  Me ha encantado que alguien me cuente en primera persona cómo era la España de los 40 y de los 50 y de los 60, las décadas en las que Juan José fue niño, adolescente y joven que empezaba a vivir. Todos las conocemos, por referencias, por lecturas, o por las batallitas de tus propios abuelos... pero siempre hay algo nuevo que descubrir. En mi caso, he descubierto parte de la Historia de mi pueblo de adopción, Azuqueca, y de su provincia. Y también de Alcalá de Henares. He disfrutado muchísimo de las historias de Juan José, sobre todo porque las comparaba con cómo funcionan ahora las cosas y me dejaban boquiabierta. En cierto modo, no he leído la novela: ha sido Juan José el que me ha contado su vida, como si de mi propio abuelo se tratase.
  La voz de Juan José es la principal del relato: es el guía que, en primera persona, va mostrando lugares, costumbres, personas, cambios, rincones, pensamientos y sentimientos. Pero también escuchamos la voz de la autora, que va contextualizando mínimamente el relato de su padre, ofreciendo algunos datos complementarios, algún pequeño comentario o análisis de lo explicado y, sobre todo, desnudando su propia angustia, desgranando su tristeza ante la enfermedad y el fallecimiento del protagonista de la historia.
  La narración fluye desnuda, sin florituras ni dosificación de intrigas, más allá de la mera estructuración temporal de la que fuera vida de Juan José: el libro está dividido en tres partes que se corresponden con las tres edades principales del protagonista, infancia, juventud y madurez. Y no necesita más. No necesita fuegos artificiales, ni juegos de palabras, ni alardes de estilo. En estas páginas fluye la literatura como fluye la vida: como un río cristalino que descubre la verdad de la existencia. Si acaso, la autora se permite una preciosa metáfora que da título a la obra y que explica en las páginas finales: la de la vida como reloj de arena que es volteado en cuanto nacemos y cuya arena va cayendo hasta que se agota, sin que sepamos qué cantidad de ella soporta nuestro recipiente ni cuándo caerá el último grano. Un hermoso homenaje que se convierte en un auténtico canto a la vida y al amor que nos proporciona la familia.
  Nos seguimos leyendo.



    Incluyo este libro en los siguientes retos:
  • Desafío100 libros: 80/100
  • Reto Sumando: 18/2013 
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