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lunes, 11 de diciembre de 2017

"El castillo", de Luis Zueco: una magnífica novela histórica



Título: El castillo
Autor: Luis Zueco
Editorial: B de Books
Género: novela histórica
Páginas: 688
Publicación: 03/04/2012
ISBN: 9788490691663

 Una novela sobre la construcción del grandioso e imponente castillo de Loarre.
    El sueño de unos hombres y mujeres que desafiaron su destino hace mil años.
    Entre la Tierra Llana y el Pirineo aragonés se encuentra el monumento militar románico más importante de Europa: el castillo-abadía de Loarre, una fortaleza impresionante, construida cuando esa zona era una peligrosa tierra de frontera. ¿Cómo se edificó? ¿Quién logró tal hazaña?
    Todo comenzó cuando un aguerrido monarca, el rey Sancho III el Mayor, decidió levantar una fortificación en una recóndita sierra, poco poblada y desde la que se podía avistar al enemigo musulmán a diez kilómetros de distancia. Y con la promesa de un futuro mejor, atrajo a un grupo de hombres y mujeres para quienes la supervivencia era una heroicidad cotidiana.
    Entre ellos, un maestro de obras lombardo; Juan el carpintero y su hijo Fortún; Ava la arquera; Javierre, un muchacho cuya ambición creció a la par que el castillo; y un sacerdote fiel al viejo rito hispánico, acompañado de la inteligente y misteriosa Eneca.
    Y con sus escasos medios y conocimientos, lograron superar las limitaciones que les imponían la ignorancia y el poder hasta culminar la fortaleza religiosa y militar desde la que se gestó uno de los más importantes reinos medievales, clave de la Reconquista.
    Esta es su epopeya.
   No sé por qué, la novela histórica no suele llamar mucho mi atención. Quizá porque, hoy en día, la Historia se mezcla con otros muchos subgéneros (thriller, landscape, romántico, erótico, misterio...) con mejor o peor fortuna y, al final, muchos de esos libros me dejan con una sensación bastante decepcionante, tal vez porque al final de la lectura pienso aquello de "quien mucho abarca, poco aprieta" y la novela se me queda coja, carente de profundidad o sin los detalles necesarios para hacer que la ambientación sea verosímil. O lo que más rabia me da: que la época histórica sea una mera excusa para que el autor o la autora hagan gala de lo mucho (que en realidad luego resulta que tampoco es tanto) que han investigado y que el resultado sea que el argumento que nos cuentan podría haberse desarrollado en cualquier otro momento de la Historia.
     Dicho lo cual, adelanto ya desde aquí que no me ha pasado nada de eso con El castillo; todo lo contrario. Me ha parecido una novela histórica de verdad, que sí, tiene su toque de intriga, su pellizquito romántico y su puntito de misterio pero que, en su conjunto, es puramente histórica. Y, además, indaga en una época que me ha encantado conocer: la España del siglo XI (aunque en aquella época no pudiéramos hablar de España como tal).
    La trama se centra en el Aragón de la primera mitad del siglo XI y, concretamente, en la construcción del castillo de Loarre, una de las más magníficas edificaciones de la época (y casi habría que de decir de cualquier época). Así, el autor va desgranando los problemas y conflictos que se van desarrollando a lo largo de los años durante los que duró tal construcción, engarzándolo con las vicisitudes personales y colectivas de quienes participaron directa o indirectamente en ese proceso.
   De este modo, conocemos a personajes tan interesantes como Fortún, Eneca, Ava o Javierre, todos ellos fruto de la imaginación del autor, que se codean en las páginas de esta novela con personajes históricos como Sancho Garcés III de Pamplona, Ramiro I de Aragón, Fernando Sánchez, conde de Castilla y rey de León o Sancho Ramírez, rey de Aragón y Pamplona, por poner algunos ejemplos.
    Zueco va entretejiendo la Historia real con la historia de estos personajes (tan humanos como verosímiles) y con todo lo que tiene que ver con la construcción del castillo, desde las últimas tendencias de la época hasta las novedades arquitectónicas y decorativas que se van incorporando a medida que pasan las décadas. De este modo, el autor nos permite acercarnos a la esencia misma del castillo de Loarre y hacernos una idea de lo que era construir una fortaleza de ese calibre en aquellos tiempos pero sin dejar de lado el factor humano, ese que nos habla de las pasiones, las valentías y las flaquezas de quienes, de un modo u otro, estuvieron presentes en la edificación del monumento. O pudieron estar puesto que, como hemos dicho, toda esta parte es una ficción del escritor. Eso sí, el proceso de documentación y ambientación está tan bien hecho, que no chirría y tanto la parte histórica como la ficcional están perfectamente imbricadas, dando como resultado una novela verosímil y muy muy entretenida de leer.
    Contada casi casi como una epopeya, El castillo mezcla las dosis perfectas de intriga, historias cotidianas e Historia para ofrecernos un libro muy ameno e interesante cuyos personajes se abren un hueco propio en nuestro corazón y cuyo gran protagonista, el castillo de Loarre, se convierte en visita obligada en nuestro próximo itinerario turístico.
     Nos seguimos leyendo.
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto 100 libros78/100
  •  Reto Genérico: 34 (2/2 guerrero)/40
  •  Reto Autores de la A a la ZZ 23/26

viernes, 17 de noviembre de 2017

"El color de los ángeles", de Eva Díaz Pérez: un fabuloso retrato de Murillo

   Eva Díaz Pérez me consuitó hace ya años con El sonámbulo de Verdún, así que cuando ofrecieron su última novela para reseñarla para  Anika entre Libros, no me lo pensé. Y, una vez más, no me ha decepcionado.


Título: El color de los ángeles
Título Original: (El color de los ángeles, 2017)
Autor: Eva Díaz Pérez
Editorial: Planeta Colección: Autores Españoles e Iberoamericanos


Copyright:
© Eva Díaz Pérez, 2017
© Editorial Planeta, S.A., 2017
Edición: 1ª Edición: Mayo 2017
ISBN: 9788408171126
Tapa: Dura
Etiquetas: familia, ángeles, aprendizaje, arte, biografía novelada, religión, histórica, literatura española, novela, pintura, prostitución, pintores, siglo XVII, Sevilla, la peste, homosexualidad, prostitución masculina, fe y creencias, arcángeles, pintura religiosa, Murillo
Nº de páginas: 352


Argumento:

  El reposo obligado, tras caerse de un andamio mientras pintaba, devuelve a la memoria del maestro pintor Murillo buena parte de las escenas de su vida. Así, mientras se recupera, el lector conocerá aspectos de su vida familiar, de su labor profesional, de su empeño por conseguir determinados colores o ademanes, su obsesión por captar las expresiones más adecuadas o las dudas sobre sus cuadros y la fe que en ellos se plasma.


Opinión:

  Leer a Eva Díaz Pérez es como hacer un viaje. Un viaje en el espacio pero también en el tiempo. Y es que su capacidad para reproducir ambientes y escenas es maravillosa y, en este caso, logra realmente que el lector visite la casa, el taller y la ciudad en los que moró y trabajó Bartolomé Esteban Murillo, uno de los pintores españoles que mejor ha retratado la religiosidad, gracias, sobre todo, a sus ángeles y sus inmaculadas.
  De ello se habla (y mucho) en la novela. Díaz Pérez ahonda no solo en la recreación o la reconstrucción de la vida del insigne pintor sevillano sino que también nos propone un acercamiento a su técnica y su mente. Así (y aprovechando la excusa del reposo del artista, tras caer de andamio, y de los recuerdos que el forzoso parón traen a su memoria), la autora nos va sacando y metiendo en la vida actual (enero de 1682, momento en el que se produce el accedente de un Murillo ya anciano) y en los sucesos de su pasado como si de un viaje a través de toda una época y toda una vida se tratara.
   Conocemos de este modo a su familia, su mujer, sus hijos y el personal de la casa a los que acaba queriendo como uno más. Descubrimos sus pasiones, sus miedos y el dolor de haber perdido a tantos hijos. Y nos adentramos en la mente de un pintor genial, un artista que busca la precisión, el color exacto, la expresión más adecuada, la postura, el entorno y la invitación a sentir la religión a través de sus obras de la forma más minuciosa y rigurosa.
  Díaz Pérez nos ofrece, pues, un retrato muy humano y completo de un pintor genial. Un retrato que no se queda en la mera descripción de sucesos, sino que es todo un fresco de la personalidad y el arte de un Murillo que no siempre estuvo seguro ni de su forma de pintar ni de si su obra lograba el objetivo buscado (mover a la religiosidad) o había en ella un puntito de vanidad e intento de sobrevivir a la muerte, duda que le asaltaba, sobre todo, cuando veía a su mujer buscando el rostro de sus hijos fallecidos pero retratados en forma de ángeles en los diferentes cuadros del pintor que adornaban las iglesias sevillanas.
  Pero, como decía al principio, la autora no se queda en un vivo retrato de Murillo y su entorno sino que lo acompaña de un telón de fondo que es más que un mero decorado y que se convierte en otro de los grandes alicientes de esta novela. La Sevilla del siglo XVII queda aquí retratada con sus luces y sus sombras, su religiosidad y su beatería, su cara más oculta y rechazada (al menos en aquella época). Y también descubrimos en esta obra la Sevilla de la peste, la de los viajes a las Américas, la del arte y la de la decrepitud.
  Y todo ello con una pluma, la de Eva Díaz Pérez, que en este caso más que pluma parece pincel. Y es que la autora se contagia de la minuciosidad de Murillo para ofrecernos una novela ágil, emotiva, melancólica y serena pero que es capaz de llenarse de emociones cuando la historia así lo requiere o de intriga, cuando la trama lleva (ya hacia el final de la obra) a Murillo a enfrentarse con personajes y escenarios que nunca hubiera querido conocer.
   En este sentido (y no quiero decir mucho, para no estropear esta parte de la trama a nadie), no he podido evitar pensar en la ocultación, en la vergüenza, en el rechazo y en la visión retorcida de algo que hoy empezamos a ver como normal que se tenía en la época y en el mucho sufrimiento (y los muchos abusos) que tuvieron que pasar los implicados.
   En definitiva, creo que Murillo se podría sentir feliz por recibir un regalo como este en el cuarto centenario de su nacimiento. Una obra profunda humana llena de arte y vida.
    Enlace a la reseña original.
   Nos seguimos leyendo.

viernes, 27 de octubre de 2017

"El músico de la lluvia", de Mar Mella: conociendo a unos personajes fantásticos



Título: El músico de la lluvia
Autora: Mar Mella
Editorial: autopublicado
Género: novela contemporanea, intimista, histórica
Páginas: 483
Publicación: 12/08/2017
ISBN: 978-1522063957

 Cuando Frédéric Chopin y la escritora francesa George Sand alcanzan el escarpado pueblo de Valldemossa, las nubes amenazan lluvia. Su gélido alojamiento, en la celda de un antiguo monasterio, marcará el inicio de una lucha contrarreloj para tratar de esquivar a la muerte. Casi dos siglos después, un psiquiatra afincado en Nueva York, un escritor en conflicto con su pasado y una joven compositora seducida por la magia de Valldemossa, tratarán de desafiar al paso del tiempo en la hipnótica belleza de la isla de Mallorca. Su guía… el diario de un monje cartujo.
  Mar Mella me conquistó literariamente con su primera novela, Azul Vermeer, que fue finalista en 2011 del Premio de Novela Ateneo de Sevilla, y en lo personal, poco después, cuando pude conocerla y descubrir la gran persona que es. Por eso, cuando me ofreció un ejemplar de su nueva novela (esa que llevaba tanto tiempo esperando, después del buen sabor de boca que me dejó la primera) no me lo pensé (a pesar de que me pilló en muy mala época, a poquísimas semanas de la boda) y, como recibí el ejemplar a tiempo, pude participar en la lectura simultánea que se llevó a cabo en Twitter. Así que el recuerdo que me quedará para siempre de este libro será triple: por la historia y, sobre todo, por cómo está contada; por los comentarios que compartimos en Twitter y porque pasará a mi historia personal como el libro que leí en la semana de mi boda.
    Pero más allá de historias personales, El músico de la lluvia merece ser recordada por sí misma como una historia llena de sensibilidad, de poesía y de temas interesantes. Temas como el amor, la paternidad, el miedo a uno mismo, la enfermedad, las relaciones entres padres e hijos, el matrimonio, la música y las artes, la entrega a los demás, la amistad... y un montón de cuestiones más que van surgiendo a lo largo de sus páginas y que van invitando al lector a que los haga suyos e, incluso, se ponga el lugar de los protagonistas y piense qué haría él en su lugar.
   Unos protagonistas con los que es imposible no es empatizar. Divididos en dos tiempos, tres en una época y tres en otra, serán ellos los encargados de seducir al lector y de arrastrarle página tras página. Porque esta novela, a pesar de tener una historia muy potente detrás (o varias historias, para ser honestos) es una novela de personajes. Ellos son los que van haciendo que se mueva la acción y los que van transmitiendo todo lo que la autora quiere hacernos vivir y sentir.
   Así, Santiago, José y Adrina, en el tiempo actual, y Frédéric Chopin, George Sand y Bartolomé, en el pasado, van dando cuerpo a esta novela llena de sentimientos, emociones y humanidad. El diario del último será el punto de unión entre las dos tramas, muy separadas, por otra parte, en la estructura de la novela.
  Así, hay dos partes claramente diferenciadas en la obra: los protagonistas absolutos de la primera son Santigo, José y Adriana, sus cuitas, sus heridas y los contratiempos que están atravesando en el momento en el que los conocemos; mientras que en la segunda el hilo conductor es el viaje de Aurore (George Sand) y Chopin a Valldemossa, donde conocerán a Bartolomé.
  Mella ficciona, así, este viaje real, histórico, sobre el que consiguió una amplia documentación que se deja ver en la novela aunque no resulta pesada. La autora logra llevarnos de la mano por la dimensión más personal de dos personajes históricos y los mezcla a la perfección con los personajes salidos de su imaginación. La combinación funciona muy bien y permite seguir la trama al completo con interés, al tiempo que nos da la oportunidad de acercarnos un poco más a estos dos artistas tan interesantes.
  Nuevamente, como puede verse, aparece en una novela de Mella el plano artístico. Sin en Azul Vermeer era la pintura la que estructuraba la novela, ahora son la música y la escritura las que nos hablan del proceso creativo y de la forma peculiar de cada artista de dar cuerpo a sus obras.
  Y acabo con una aclaración: es cierto que el ejemplar que yo recibí tenía bastantes erratas pero la autora ya ha corregido todos los problemas y me ha hecho llegar un segundo ejemplar en el que todo parece perfecto.
  En definitiva, una historia sosegada y profunda, llena de humanidad y de fragmentos de vida que me ha encantado paladear y disfrutar con la calma que merece.

     Nos seguimos leyendo.
Gracias a la autora por enviarme un ejemplar de su novela para su reseña.
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto 100 libros: 69/100
  •  Reto Libros Autopublicados: 4/8

lunes, 21 de agosto de 2017

"El laberinto del hindú", de José Vicente Alfaro: una aventura llena de intriga y perfectamente ambientada



Título: El laberinto del hindú
Autor: José Vicente Alfaro
Editorial: autopublicado
Género: novela histórica, ficción histórica, aventura
Páginas: 329
Publicación: mayo 2017
ASIN: B071P7CR29

  La antigua India… Siglo V de nuestra era.
  La dinastía Gupta gobierna sobre la civilización más avanzada del mundo en aquella época, teniendo en cuenta que el Imperio romano se encontraba ya en plena decadencia y que China atravesaba un momento difícil. Su soberano, el emperador Kumaragupta, debía garantizar la seguridad de su pueblo frente a los ataques externos, a la vez que se enfrentaba a los demonios internos que atormentaban su propia existencia.
  Al mismo tiempo, dos niños sin pasado llegan a la capital del imperio obsesionados con una idea que solo ellos conocen. Madhuk y Sarasvati son hermanos, carecen de estudios y no poseen ninguna pertenencia. Con todo, estarán dispuestos a hacer lo que sea para sobrevivir.
  Sumérgete en una historia repleta de aventuras e intrigas palaciegas, donde la sociedad se organizaba en torno a un rígido sistema de castas y al dictado de los Vedas, que condicionaban por completo el discurrir del pensamiento hindú.
   Interrumpo mis vacaciones blogueriles para publicar dos reseñas que quiero que vean la luz antes de que termine agosto. Empiezo por la de esta novela porque con ella participo en la lectura conjunta organizada por Libros que hay que leer y las bases exigen reseñar la obra antes del 31 de agosto si es que uno quiere participar en el jugoso sorteo que ha organizado Laky (y yo quiero). Así que allá voy.
  Después de leer Bajo el cielo de los celtas y El último anasazi, no dudé en participar en la lectura conjunta de la que hablaba antes porque José Vicente Alfaro ya me ha conquistado. Y eso que yo no soy muy de novela histórica pero, no sé, la de este autor me resulta diferente. Quizá porque no enreda demasiado las tramas (son sencillas pero muy interesantes. Y variadas, porque siempre hay unos cuantos personajes cuyas vivencias se van superponiendo, lo que permite una mayor visión de conjunto y mayor nivel de intriga). Quizá porque se remonta a tiempos y culturas poco exploradas literariamente. Quizá porque introduce la documentación que ha necesitado para construir sus historias sin alardes y de una forma amena y muy didáctica. Quizá porque sus personajes parecen reales, cercanos, humanos, porque es fácil empatizar con ellos, porque acabas queriéndolos. Quizá.
    Sea como fuere, estos son los aspectos que me gustan de las novelas de Alfaro y que he vuelto a encontrar aquí. Me llevé El laberinto del hindú a la playa y lo devoré en un par de días. Y es que el autor sabe mantener el interés, te va envolviendo poco a poco en el exótico mundo de la India y va logrando que te intereses por los destinos de los personajes que se van desarrollando ante tus ojos.
   En este caso, además, juega con la estructura para dar un giro que yo fui intuyendo a medida que fui leyendo pero que, al principio, pasa un poco desapercibido. Así, crea una cierta intriga sobre los personajes principales que contribuye a aumentar tus ganas de leer, aunque lo que te va contando sobre ellos en cada página ya dan ganas de seguir avanzando por sí solo.
    Alfaro sabe crear, como decía, personajes cercanos que, a pesar de sus defectos (afortunadamente, todos los tienen; no hay nadie perfecto, todos son muy humanos y cometen sus fallos) engatusan al lector para que quiera continuar profundizando en la historia.
    Más allá de la trama (interesante y bien construida), el autor nos invita a reflexionar con él y con los personajes sobre cuestiones como la guerra, si todo es lícito por lograr o mantener el poder, si las cuestiones territoriales pesan más que las personas, si las acciones buenas son recompensadas y las deplorables, castigadas; sobre la venganza, el amor, la amistad, la fraternidad, el espíritu de superviviencia, la familia, las clases sociales, la desigualdad... Y lo mejor es que lo hace enfrentando puntos de vista o, por lo menos, formas diferentes de encarar cada una de esas cuestiones. Así el lector puede sacar sus propias conclusiones.
    El laberinto del hindú, sin ser una novela trepidante, está llena de aventuras, de incidentes, de sucesos que van ocurriendo y que van aumentando el interés de la obra. Pero, además, esas incidencias se van mezclando magistralmente con las descripciones de los lugares y las gentes, de la Historia y las historias, hasta conseguir una ambientación que, para mí, es otro de los grandes éxitos de Alfaro.
   Así pues, El laberito del hindú es una novela sólida, bien construida, con unos personajes muy solventes, que cumple el doble objetivo de mostrarnos una cultura tan diferente y lejana al tiempo que entretiene e intriga y que plantea temas de fondo más que interesantes.
     Nos seguimos leyendo.
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto 100 libros59/100
  •  Reto Genérico: 22 (1/2 exóticos)/40
  •  Reto Autopublicados3/8

viernes, 23 de junio de 2017

"Media vida", de Care Santos: una historia fascinante

   Me encanta Care Santos y creo que me reafirmo con cada libro. Este, que reseñe para Anika entre Libros, me ha encantado. Y por muchas razones. Aquí las expongo.



Título: Media vida
Título Original: (Media vida, 2017)
Autor: Care Santos
Editorial: Destino Colección: Áncora y Delfín

Copyright:
© Care Santos, 2017
© Editorial Planeta, S.A., 2017
Edición: 1ª Edición: Febrero 2017
ISBN: 9788423351831
Tapa: Dura
Etiquetas: adolescencia, amistad, religión, catolicismo, discapacidades, franquismo, época franquista, historia de España, mujeres, gastronomía, intimista, música, libros premiados, literatura española, novela, premio Nadal, sexualidad, transición española, internados, democracia, matrimonio, divorcio, parejas, madurez, amigas, reencuentros
Nº de páginas: 416


Argumento:

  Tras tres décadas sin verse, cinco amigas deciden volver a reunirse en la mitad de sus vidas para ver qué tal les ha ido en estos 30 años casi sin contacto. Así descubrirán lo diferentes que han sido sus trayectorias vitales, que los sueños no siempre se cumplen, lo distintas que son sus vidas a cómo las idearon o que hasta los pecados imperdonables se pueden perdonar.
 Premio Nadal de Novela 2017


Opinión:

 Siempre que leo a Care Santos siento una gran conexión con su obra. Una conexión que abarca desde cómo configura a los personajes hasta los temas de fondo que toca, pasando por su estilo personal y, sobre todo, los narradores que elige. De hecho, siempre digo que si me decidiera a escribir algún día, me gustaría ser como ella. Por eso me alegró tanto saber que se había alzado con el Premio Nadal de este año (merecidísimo, en mi opinión). Y por eso he disfrutado tanto con esta novela que me ha entretenido y tocado el corazón casi a partes iguales.
  Hay dos cosas que me han gustado por encima de las demás. Por un lado, los personajes, cómo Santos nos los va presentando y, sobre todo, cómo da el salto hacia su madurez. La novela comienza en 1950, en la noche previa a que cinco amigas que viven en un internado de monjas se separen para no verse en mucho mucho tiempo (aunque ellas, obviamente, no lo saben en ese momento). Dirigidas por Olga (gorda, mandona y con un punto cruel; muy cruel, diría yo), las cinco chicas juegan a "Acción o verdad" y han de cumplir el reto que ha ideado Olga para recuperar su prenda. Ese juego nocturno sin importancia se convertirá, sin embargo, en el detonante de un giro insospechado en sus vidas, sobre todo en la de una de ellas.
  Años más tarde, es la propia Olga (ahora ya delgada pero tan aburrida de su propia vida que no encuentra mayor placer que inmiscuirse y espiar la de los demás) quien se propondrá volver a reunir a antiguas amigas. Para ello, contará con la ayuda de su hermana gemela, Marta, reconocida autora de libros de recetas que ahora se ha lanzado a la aventura de abrir su propio restaurante. Esta reunión servirá de excusa a las mujeres para ponerse al día de sus vidas y para saldar algunas cuentas pendientes entre ellas.
  Care Santos consigue urdir un entramado de personajes muy ricos por sí mismos pero que, juntos, completan lo que podría ser el puzzle de una generación de mujeres españolas. Mujeres que se han debatido entre ser amas de casa o trabajadoras y que, aun en el segundo caso, han tenido que trabajar dentro y fuera del hogar. Mujeres apegadas a una religión que, en muchos casos, no les consuela o no acaban de entender o que decidieron alejarse de los modelos que marcaron sus madres para vivir la vida a su manera (aunque esa decisión tuviera un altísimo coste personal). Mujeres que pasaron de las manos de sus padres a las de sus maridos, quienes ejercen sobre ellas toda la influencia del hombre dominador. Mujeres que han sabido subirse al carro de la revolución sexual o que ni siquiera han experimentado nunca un orgasmo. Mujeres que han parido hijos que ahora se muestran distantes, que están a punto de dar a luz o que, incluso, están enamorándose de su hijastro. Mujeres valientes que han pasado por todas las cárceles imaginables (las reales pero también las del matrimonio infeliz, la infidelidad, el abandono, la violación, la insatisfacción personal o el llevar una vida que no es la que habías soñado para ti). Mujeres que evolucionan al mismo tiempo que un país que pasa del franquismo a la democracia y que se dividen entre la satisfacción de la libertad de los nuevos tiempos y la estupefacción por los cambios que no acaban de entender. Mujeres, en definitiva, que aún tienen tiempo para dar el golpe de timón definitivo que les lleve a ser quienes quieren ser, si logran vencer prejuicios y encorsetamientos sociales.
  Las cinco protagonistas se oponen y se complementan a la perfección para dibujar lo que podríamos considerar el modelo de mujer de una generación española. O, como digo, los distintos modelos de mujer. Y eso me ha encantado, porque propone al lector una reflexión sobre cómo tuvieron que vivir, adaptarse a lo que tocaba, acatar ciertas costumbres u obligaciones sociales e intentar pasar sus días de la mejor forma posible. O cómo decidieron rebelarse y luchar (de formas muy diferentes) y el coste que esa rebeldía tuvo para ellas.
   Y si la configuración de los personajes y, sobre todo, la forma en que se relacionan entre ellos y el panorama general que dibujan sus individualidades me ha gustado, no menos me ha encantado la voz narradora de "Media vida". Creo que es una de las características que más me llama la atención de la forma de escribir de Care Santos. Como en muchas de sus novelas, el narrador de esta también es un narrador en tercera persona omnisciente, que todo lo sabe y todo lo cuenta, eso sí, dosificando la información como quiere. De hecho, el salto de los años que estuvieron sin verse las protagonistas se traslada al lector en una elipsis temporal que iremos completando durante la lectura. Así, de la primera escena en 1950 pasamos a la segunda en 1981, lo que nos obliga, de alguna manera, a conocer a los personajes dos veces: cómo eran cuando eran unas preadolescentes internadas en un colegio de monjas y cómo son treinta años después.
   Y esa información no nos llega de golpe. La voz narradora va desgranando capítulo a capítulo la vida de cada una de ellas, poniéndonos al día de sus vidas y llenando los huecos que nos han dejado esos treinta años en blanco. Así ocurre durante la segunda parte del libro (la primera sería el capítulo introductorio que tiene lugar en 1950), en la que cada capítulo se centra en una de las mujeres que acudirá a la cena de reencuentro. Una cena que se convierte en eje central de la tercera parte del libro, en la que todo vuelve a cambiar y, presentados los personajes principales, llega el momento de que se reencuentren y veamos cómo actúan e interactúan entre ellas treinta años después. Aquí el encabezamiento de cada capítulo ya no son los nombres de las protagonistas sino las preguntas que se hacen unas a otras en una suerte de "Acción o verdad" cincuentón donde prima más la verdad que la acción (en contra de lo que ocurrió en aquel juego que abría el libro).
   Y, decía, la voz narradora nos habla en tercera persona y con la capacidad omnisciente de saber qué pasa por las mentes de cada una de las protagonistas pero, desde luego, no es neutral ni objetiva. Y eso es lo que más me gusta de los narradores de Santos: que tienen personalidad propia, que juegan con el lector, que cambian el tono dependiendo de lo que nos estén contando, pasando de la ironía a la conmiseración, de la implacable justicia a la ternura más cercana.
  Así pues, Care Santos nos regala una novela llena de temas interesantes y propuestas de reflexión que es, a la vez, testimonio de una época y una generación y novela con una buena dosis de intriga dosificada de forma magistral. Una novela llena de matices en la que brillan con luz propia una voz narradora que habla al oído del lector y unas protagonistas a las que es difícil no querer, por muy mezquinas que sean. Y es que la mitad de la vida siempre es un buen momento para saldar cuentas pendientes y cambiar lo que no es como habías soñado.

    Enlace a la reseña original.
   Nos seguimos leyendo.

lunes, 29 de mayo de 2017

"El asesinato de Sócrates", de Marcos Chicot: una novela magnífica




Título: El asesinato de Sócrates
Autor: Marcos Chicot
Editorial: Planeta
Género: novela histórica, intriga
Páginas: 768
Publicación: 03/11/2016
ISBN: 978-84-08-16318-3

  Grecia, siglo v a. C.
  Un oscuro oráculo vaticina la muerte de Sócrates.
  Un recién nacido es condenado a morir por su propio padre.
  Una guerra encarnizada entre Atenas y Esparta desangra Grecia.

  El asesinato de Sócrates recrea magistralmente la época más extraordinaria de nuestra historia. Madres que luchan por sus hijos, amores imposibles y soldados tratando de sobrevivir se entrelazan de un modo fascinante con los gobernantes, artistas y pensadores que convirtieron Grecia en la cuna de nuestra civi-lización. A lo largo de las páginas de esta absorbente novela, brilla con luz propia la figura inigualable de Sócrates, el hombre cuya vida y muerte nos inspiran desde hace siglos, el filósofo que marca un antes y un después en la historia de la humanidad.
   No es nada fácil hacer una reseña de un libro que mezcla tantos géneros, que tiene tantas páginas, que encierra tantas historias y tanta Historia, que presenta tantos personajes extraordinarios, que toca tantos temas interesantes y que bucea en el ocaso de la Atenas todopoderosa. Pero lo voy a intentar. A ver si me sale.
   Lo primero que quiero decir es que incluyo esta lectura en la Yincana Criminal en su categoría "la acción transcurre en la Antigüedad". Aunque la novela en sí no sea criminal, sino histórica, la verdad es que sí se incluyen en sus páginas algunas tramas que se acercan a lo criminal y, desde luego, hay varios asesinatos (o intentos de asesinato) muy jugosos en la obra, además del que le da título.
   Lo segundo, es que esta novela es apabullante. Es magna, enorme, amplísima, casi enciclopédica. Tiene muchas páginas pero creo que cada una de ellas está justificada, porque es mucho lo que Chicot cuenta en la obra que ha resultado finalista del Premio Planeta 2016. Es cierto que a mí la parte que menos me ha interesado es la bélica, una parte muy amplia que tiene mucho peso en el desarrollo de las tramas, en el ambiente general en el que nos sumerge el autor y la Atenas del momento y que, por lo tanto, ocupa muchas páginas. Pero creo que su importancia está justificada y que, además, Chicot tiene un don especial para hacernos disfrutar con pasajes y documentación que, quizá, en otro autor pudieran resultar pesados.
    Así pues, el autor consigue uno de los objetivos que siempre busca con sus novelas: entretener y enseñar. Y lo consigue con matrícula de honor: la obra se disfruta mucho (muchísimo) y, además, permite conocer mucho mejor la Atenas de Sócrates en muchas (casi todas) sus dimensiones, desde sus enemigos políticos y bélicos, hasta sus asambleas y su democracia, pasando por sus pensadores, su arte o sus costumbres.
    Esa mezcla de aspectos le permite a Chicot combinar la gran Historia y las pequeñas historias de los personajes y entretejer los devenires vitales de los personajes históricos con los puramente ficcionales. Y lo mejor es que no chirría. El dibujo global está tan bien engarzado que al final casi dudas sobre cuáles de todos los personajes que has conocido en la novela fueron reales y cuáles han salido construidos por el autor. O lo que es lo mismo, cuáles han sido reconstruidos por la siempre magnífica pluma de Chicot gracias a una labor de documentación apabullante y cuáles han sido fruto de su imaginación, pero siempre sin perder de vista esa documentación. Y creo que ese el secreto del éxito del autor: Chicot se empapó tanto de la época que se trasladó allí y, de paso, nos lleva hasta la Grecia clásica con él y su obra. De esa forma, no he visto ningún anacronismo y, si me apuras, tampoco ninguna licencia literaria que le hayan restado credibilidad ni verosimilitud a El asesinato de Sócrates.
   Así, podemos descubrir en esta novela las diferencias socioculturales entre atenienses y espartanos, el poder de la ciudadanía, la pugna entre corrientes filosóficas, la belleza del arte... y todo los adelantos que ingeniaron y que hicieron de su cultura la cuna de la nuestra. Pero, al mismo tiempo, también podemos apreciar sus costumbres, su forma de vida, las enfermedades que asolaron sus ciudades y cómo su concepto de ciudadanía se nos queda hoy corto, puesto que no afectaba ni a las mujeres ni a los esclavos.
    En este sentido (como no podía ser de otro modo) me ha fascinado cómo Chicot pinta a las mujeres de la época. Cómo las hace valientes, inteligentes y luchadoras a pesar de las limitaciones que la sociedad les ponía. Es increíble cómo el autor te mete en su piel y te hace sentir el dolor de un matrimonio concertado, el horror del esposo que viola cada noche a una mujer que no desea estar con él o el "honor" que suponía para la época que la mujer se quedara en casa todo el día.
    Y es que, si la novela de Chicot es grande por su ambientación, por toda la Historia que encierra y la maravillosa manera en que combina realidad y ficción, no lo es menos por la configuración de los personajes que lleva a cabo el autor. Malos o buenos, virtuosos o deleznables, todos tienen personalidad y alma propia. Es imposible no empatizar con los bueno y odiar a los malos. Tanto Perseo, como Casandra, Deyanira, Jantipa o Eurípides están llenos de matices y de vida. Y sobre todos ellos brilla, claro está, Sócrates, al que conocemos en este novela en todas sus dimensiones: filósofo, sabio, soldado, marido, amigo, padre.... Imposible no sentir admiración por este hombre justo y sabio que cuya muerte, efectivamente, fue un asesinato en toda regla.
    Así pues, no puedo dejar de recomendar esta lectura a todo el mundo. Eso sí, recomiendo elegirla en un momento de calma y con tiempo para saborearla en todas sus dimensiones para sacarle, así, todo el jugo que se le puede extraer. Y no es poco.
     Nos seguimos leyendo.
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto 100 libros33/100
  •  Reto Genérico: 22 (1/2 histórico de pasado remoto)/40
  •  Reto 25 españoles18/25

viernes, 30 de diciembre de 2016

"Maus", de Art Spiegelman: una novela gráfica impresionante



Título: Maus
Autor: Art Spiegelman
Editorial: Reservoir Books
Género: novela gráfica, histórica, biografía
Páginas: 296
Publicación: Julio 2014
ISBN9788439720713

   Maus es la biografía de Vladek Spiegelman, un judío polaco superviviente de los campos de exterminio nazis, contada a través de su hijo Art, un dibujante de cómics que quiere dejar memoria de la aterradora persecución que sufrieron millones de personas en la Europa sometida por Hitler y de las consecuencias de este sufrimiento en la vida cotidiana de las generaciones posteriores.
  Apartándose de las formas de literatura creadas hasta la publicación de Maus, Art Spiegelman se aproxima al tema del Holocausto de un modo absolutamente renovador, y para ello relata la experiencia de su propia familia en forma de memoir gráfica, utilizando todos los recursos estilísticos y narrativos tradicionales de este género y, a la vez, inventando otros nuevos. La radicalidad narrativa de esta obra marcó un antes y un después en el universo de la novela gráfica.

   Hacía muuuuucho tiempo que había oído hablar de esta novela gráfica y la tenía en mi punto de mira. Pensé aprovechar mi Reto Novela Gráfica de este año para leerla y... casi me pilla el toro. Pero al final, aquí estoy, in extremis, reseñándola.
   Y he de decir que me ha encantado. Bueno, no sé si encantar es la palabra correcta, teniendo en cuenta la temática de la obra, pero desde luego me ha impactado y me ha fascinado descubrir una historia mil veces contada (aunque no por ello pierda fuerza ni dolor) narrada de una forma diferente.
   ¡Y qué forma! No solo porque se trata de formato cómic sino por las posibilidades que el juego entre el texto y la ilustración permite, los toques metaliterarios, los continuos viajes en el tiempo y la fabulosa metáfora animal que incluye. Voy por partes.
   El juego entre texto e ilustración es propio del género pero creo que aquí es llevada a un nivel más alto. Spielgeman se autoproclama narrador testigo, creador y hasta cierto punto protagonista de la historia, como hijo del personaje central que es. Así, el autor plantea esta novela como el resultado de las conversaciones que habría mantenido con su padre sobre sus vivencias durante el Nazismo. Pero lo que más me gusta es que incluye también esas conversaciones, lo cual le da un toque humano y de verosimilitud muy importante.
   El medio expresivo permite también jugar con los recursos a su alcance (cambio de mayúsculas a minúsculas, desorden de las viñetas que obliga a leer, por ejemplo, algunos fragmentos de arriba hacia abajo en vez de hacerlo de izquierda a derecha; las expresiones de los personajes, el cambio de tipografía...) para darle profundidad estilística y estética a la novela. Y eso que la puesta en escena es bastante sobria: ilustraciones en blanco y negro y texto. Y punto. ¡Pero qué bien aprovechada está esta austeridad!
  Hablaba antes de los viajes en el tiempo como otra de las características que más me han gustado. Unos viajes en el tiempo propiciados por esas conversaciones entre padre e hijo y, por lo tanto, por ese juego constante entre el presente narrativo (el momento en el que los dos personajes hablan y los acontecimientos que les van ocurriendo en esa época) y el pasado que nos va desgranando Vladek, segundo narrador (aunque sea indirecto) de la novela. Este cambio de tiempos no resta intriga ni emoción a la historia (vale, sabemos que Vladek que sobrevive, pero ahí está la clave de su trayectoria); todo lo contrario: nos permite ver las consecuencias de lo vivido, tanto en Vladek, como en la madre de Art, también superviviente de los campos de exterminio, pero que acabó suicidándose sin más explicaciones.
    El vistazo al presente nos da la oportunidad de conocer al Vladek anciano y comprobar cómo todo aquello cambió su vida y su carácter. De vivir en un entorno acomodado en Polonia, Vladek pasó al miedo de las persecuciones, al hambre de los campos de exterminio y al nuevo comienzo que supuso el final de la II Guerra Mundial. Y todo ello le ha moldeado hasta hacerle como es. Y hay que quererle así, por muy difícil que sea convivir con él.
   Este juego de tiempos también nos permite, en un momento dado, viajar al futuro (al futuro desde la perspectiva del presente narrativo que marcan las conversaciones entre padre e hijo). Así, al comienzo de la segunda parte (en la edición que yo he leído aparecen las dos juntas pero, originariamente, la primera fue publicada en 1980 y la segunda, en 1991), la ilustración nos sitúa en el futuro en el que el padre ya ha muerto y Art está intentando acabar la novela, escuchando las cintas, documentándose, creando. Y esa imagen es espectacular, es apabullante, es de las que te golpean la conciencia: su mesa de escritor y dibujante se asienta sobre una de las montañas de cadáveres de Austwich. Una imagen que permite muchas lecturas y que nos habla de cómo el autor llegó a involucrarse en la historia, al tiempo que nos vuelve a centrar en el foco del asunto narrado: el holocausto y sus millones de muertos.


METALITERATURA Y METÁFORA


    Esta ilustración me da pie a hablar de los dos aspectos que mencionaba al comienzo de la reseña y que aún no he tocado: la metaliteratura y la metáfora. La metaliteratura aparece con frecuencia a lo largo del texto puesto que Art se pregunta muchas veces cómo enfocar la historia, cómo dibujar a los personajes, cómo continuar la metáfora que ha creado, cómo hacer vívido el testimonio de su padre. La ilustración a la que hago mención, con la fuerza que da la imagen del escritor en su mesa sobre una montaña de cadáveres creo que da buena muestra de ese proceso creativo, del dolor que puede llegar a causar, de sus motivaciones y también de sus consecuencias.
    Además, en otro momento de la novela, el autor incluye otro cómic, anterior a ella, que publicó y en el que daba su versión sobre el suicidio de su madre. Aquí nos deja no solo leer aquella obra, sino ver cómo ha influido su lectura en su padre, al tiempo que nos permite conocer algo más al propio autor.
    Y dejo para el final una de las claves más importantes de la novela: la metáfora. Como se puede ver en la portada de la obra, los personajes que aparecen en la novela no son humanos, son animales. Los nazis son gatos y los judíos son ratones. Siguiendo esa lógica, los alemanes que delataban a los judíos son cerdos y los americanos que liberaron los campos, gatos. Una manera de significar sin necesidad de palabras, de mostrar muchas cosas sin decirlas.
    Y la ilustración de la que hablaba profundiza en la metaliteratura y en esa metáfora porque justo ahí se ve que el autor es humano pero tiene una careta de ratón sobre la cara. Es el único momento en el que ocurre y tiene una fuerza brutal. Despierta muchas reflexiones y muchas preguntas. Y, desgraciadamente, también muchas respuestas.
   Así pues, Art Spielgeman es capaz de ofrecernos una obra que nos habla de un tema archiconocido pero con una nueva dimensión: la que da el trabajar con ilustraciones y texto, por un lado, y la que permite ser hijo de un superviviente del holocausto. Ahí es nada.
  Nos seguimos leyendo.
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto Novela Gráfica3/3

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