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23 de mayo de 2016

Caso de duda



Se sale por deseo y se llega por error.

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La pérdida es una lupa.

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Todo pensamiento aspira a alcanzar una buena contradicción.

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Romper cosas es un género.

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La ironía como arte marcial.

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Mucho más que el compromiso, lo comprometedor.

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Cambiar de tema puede ser revolucionario.

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No la historia de la literatura, sino los accidentes de la escritura.

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Todo matiz es concepto.

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Leer fabrica tiempo.


[celebrando la publicación del libro Caso de duda
editorial Cuadernos del Vigía, Granada, 2016.
Más información aquíDisponibilidad en librerías, aquí.]

22 de mayo de 2014

Barbarismos

(Celebrando la publicación del nuevo libro Barbarismos. Más información, aquí.)


autoestima. Montaña rusa de un solo pasajero.

bandera. Trapo de bajo coste y alto precio.

corazón. Músculo peculiar que, en vez de levantar peso, lo acumula.

democracia. Ruina griega. || 2. ~ parlamentaria: oxímoron.

escuchar. Extraer música del ruido. || 2. Acción y efecto de prepararse para interrumpir.

ficción. Acontecimiento que aspira a suceder.  || 2. Versión menos evidente de lo real.

goleador. Individuo que celebra lo que merecieron otros.

humor. Facultad de parodiar las propias convicciones, o sea, de pensar. || 2. Flujo interno de la tragedia. || 3. ~ negro: ejercicio mediante el cual un humorista comprueba si sigue vivo.

imperfección. Belleza que permite ser intervenida. || 2. Perfección mejorada por el escepticismo.

joder. Verbo transitivo de admirable polivalencia.

kitsch. Mal gusto de buen gusto.

leer. Acción de viajar hasta donde uno se encuentra. || 2. Acción y efecto de vivir dos veces.

maternidad. Momento de plenitud de una trabajadora antes de ser despedida.

noticia. Ocultación de otra noticia. || 2. Lo que en este mismo momento está dejando de importar.

ñu. Especie rumiante protegida con el noble fin de que no se extingan los crucigramas.

orilla. Mitad de un lugar. || 2. Comienzo del puente.

pornografía. Modalidad ansiosa de autoconocimiento. || 2. Deseo trágico de ver algo siempre ligeramente distinto de lo que estamos viendo.

querer. Extraño afecto hacia alguien que no es uno mismo.

reconciliación. Tregua acordada entre dos cónyuges con el objeto de perfeccionar su ruptura. || 2. ~ nacional: desmemoria pactada entre dos bandos que se recuerdan perfectamente.

santo. Individuo tocado por un don divino para elegir a sus biógrafos.

traducción. Único modo humano de leer y escribir al mismo tiempo. || 2. Texto original que se inspira en otro. || 3. Amor retribuido palabra por palabra.

urna. Recipiente que acoge los restos de un individuo. || 2. En las jornadas electorales, ídem.

viejo. Joven tomado por sorpresa.

WC. Oficina con un solo empleado.

xenófobo. Individuo al que le repugnan sus propios ancestros.

yo. Conjetura filosófica.

zoofilia. Doctrina que predica el amor entre semejantes.

31 de diciembre de 2013

Mortal en rebeldía

En teoría estas son fechas de balances y propósitos. Sin embargo, en la práctica, las Navidades parecen oficialmente organizadas para que resulte imposible pensar. Su sobreactuada festividad conduce, mucho más que a las conclusiones, al consumo y la hiperactividad. La denominada sociedad del bienestar se postula en teoría como moral hedonista. Evitar los pensamientos negativos y alejarse de la angustia, según sugieren las literaturas de autoayuda, tendría como presunto objetivo el goce inmediato de la vida. Pero si se omite el discurso subterráneo de la muerte, si en paralelo no se desarrolla una moral de la mortalidad, esos mismos principios se nos revelan violentamente capitalistas. Porque, para que puedan oprimirme, para que puedan explotarme más allá de la razón, es necesario que en el fondo yo me sienta inmortal. Alguien que se piense desde la muerte, que cultive la certeza de que morirá pronto, encontrará mayores objeciones a la hora de dejarse atropellar. El ciudadano medio es por tanto potencialmente más rebelde sabiéndose mortal que viviendo en una suerte de inopia donde la finitud funciona apenas como un vago sobreentendido. Quien pone la mortalidad en el centro de su identidad tiende a adoptar decisiones radicales. Esas decisiones resultarán probablemente subversivas o, como mínimo, mucho menos productivas desde el punto de vista económico. No hay bienestar posible sin dejar de estar. En las antípodas de la depresión, nombrar el propio fin (¿qué otra cosa es el arte si no un ars moriendi?) puede ser el principio vital de toda rebeldía.

11 de diciembre de 2013

Imperio y eufemismo

Además de los daños materiales, la crisis económica provoca que, al pensar y expresarnos, interioricemos los eufemismos de la lógica financiera. El lenguaje es una herramienta sin dueño; por eso conviene ponerse en guardia cuando alguien se la apropia. La capacidad de asombro, reacción o rechazo está directamente relacionada con la sensibilidad verbal. Esa es una de las funciones políticas de los estudios de lengua y literatura. Ya sabemos que, cuando alguien susurra ajuste, quiere decir empobrecimiento. Que, si conjuga el verbo sanear, no se refiere a la salud pública. Que, cuando esgrime la palabra crecimiento, está hablando de pactos con la banca. El Gobierno español celebra últimamente las presuntas buenas noticias que empieza a recibir en materia económica. El empleo sigue hundido. Los sueldos no suben. La deuda no baja. La inversión pública desaparece. De las pensiones, ni hablemos. Pero, atención, sorpresa: el trimestre pasado el país creció un 0,1 %. El vacío, una coma, luego un uno. Una pestaña por encima de la nada. Así valen la pena todos los sacrificios. Como exclamó Cervantes ante el monumento funerario de Felipe II, ¡voto a Dios que me espanta esta grandeza! La confusión entre micro y macroeconomía es una estrategia de distracción política, pero también una manera de ver y nombrar el mundo. Cuando el ministro Montoro afirma que España es un referente mundial en materia de ajustes, omitiendo sus consecuencias en cada ciudadano, el ministro no se está limitando a mentir: está confirmando una gramática de la distorsión que se extiende a todos los ámbitos. Las empresas, por ejemplo, ya no te venden productos. Lo que hacen a cada rato, insoportablemente, es ofrecerte soluciones. Soluciones, claro está, anteriores a la existencia misma del problema. El incesante Aristóteles distinguía entre lo económico y lo crematístico. Lo económico aludía a la justa administración de los bienes comunes. Lo crematístico, a los intercambios cuyo único objetivo era el beneficio individual. He ahí la trampa aristotélica de las políticas estatales: en vez de gabinetes económicos, tienen ranchos crematísticos.

13 de mayo de 2013

Cirugía y secuestro

Más allá de los datos que sobresaltan diariamente a Grecia, Portugal, España o Italia, existe un problema de fondo: la absoluta falta de correspondencia entre las medidas y sus efectos. Ese es quizás el núcleo de la desesperanza. Si los devastadores recortes no mejoran las cifras, ¿qué sentido tiene seguir aplicándolos? La situación se parece cada vez más a un grupo de cirujanos dementes operando de urgencia a un cuerpo y midiendo los signos vitales en otro. En un atinado artículo, el filósofo Germán Cano se refiere al «secuestro tecnocrático» que paraliza a la sociedad europea. Secuestrar con bonos de deuda es lamentable. Financiar a tus secuestradores es incluso peor.

11 de febrero de 2013

Fausto en la caverna

Fáusticamente, escribió Eugenio Trías en su Prefacio a Goethe: «Enemigo y amigo a la vez, el Tiempo fija un límite a la acción, obliga a la determinación, establece un dique a la omnipotencia del deseo: fija un pacto que permite el pasaje de lo posible a lo real». Durante sus últimos años, Goethe experimentó una atracción más romántica que su propia juventud. Con la monstruosidad que le era propia, Goethe no vivió su ancianidad como vida realizada, sino como tentación de eternidad. Amó, escribió y planeó con desmesura. A lo largo de su obra, observa Trías, «magnificó la acción. Y sin embargo, ¿no se hallan todos sus personajes aguijoneados por la duda?». Como todo gran lector, Trías tanteó un autorretrato en aquello que leía. A ese efecto, ciertos clásicos son espejos abismales. En sus Conversaciones con Goethe, Eckermann compuso un duelo de vampiros donde el discípulo se somete al maestro para sorber su sangre, mientras el anciano se deja exprimir sabiendo que necesitará la fuerza del joven para concluir sus trabajos. Desde extremos opuestos de la vida, ambos son Fausto y se defienden del tiempo. La descripción necrófila del cadáver de Goethe es digna de una novela gótica. Enamorado, triste y victorioso, el discípulo Eckermann ha sobrevivido al cuerpo del maestro, a costa de cargar con su fantasma. Enfermo hacía tiempo, Trías falleció ayer. Parece inconcebible que se muera la gente a la que leemos, igual que nos asombra subrayar pensamientos póstumos. Sus ideas continúan resonando en nuestras cabezas mortales. Como un juego de ecos que cambian de caverna, pero jamás se extinguen.

19 de mayo de 2012

El subcampeón

La inmensa mayoría de los deportes plantea su destino de manera kantiana: ganará el mejor. Resultaría inconcebible afirmar que un tenista jugó mucho mejor que su rival durante todo el partido, pero al final perdió. O que determinado equipo de básket renunció por completo a llevar la iniciativa y terminó venciendo. Veo la final de la Champions League con menos admiración por ambos finalistas (ninguna, en el caso del campeón) que por el fútbol mismo. Los más idealistas podrán argumentar que el resultado del Bayern de Múnich-Chelsea no ha sido justo. Pero en esa profunda capacidad de injusticia, en su mezcla de mérito y crueldad, reside precisamente el misterio del fútbol, el deporte más humano que hemos sido capaces de inventar.

20 de febrero de 2012

Cuestuitnario y aforréplicas

–¿Es comparable un aforismo a un tuit?
Por supuesto, siempre que el tuitero tenga conciencia aforística. El aforismo no es un soporte, sino una actitud conceptual.

–¿Qué diferencias tienen en cuanto a técnica y contenido?
La técnica me parece similar: concisión, elipsis, contundencia. Quizá la diferencia esté en que la mayoría de tuits alude a la actualidad, mientras la mayoría de aforismos se refiere a la naturaleza humana, que es algo bastante más antiguo.

–¿Hacían pensar más los aforismos en libro que los tuits en el móvil?
No veo por qué. Hasta que no dejemos de oponer papel y pantalla, sospecho que estaremos en pañales 2.0.

–¿Qué aportan las redes a esta forma de escribir?
Difusión, velocidad, oportunidades. Y algo todavía más importante: memoria. Aunque a veces paradójicamente lo olvidemos, internet es un pozo de recuerdos.

–¿Está aumentando el interés por los aforismos?
¿Esta entrevista no es una respuesta?

–¿Cambia el lenguaje del analógico al digital?
Cuando el texto dialoga con vídeos, audios y demás recursos propios de la pantalla, evidentemente sí. Pero, si hablamos de palabras, ¿por qué iba a cambiar? Si hay algo que no cambia es nuestra obsesión por los cambios.

–¿Qué comparación habría entre los aforistas de siempre y los tuitstars de hoy con miles de seguidores?
Los grandes filósofos tenían, y siguen teniendo, miles de seguidores. Para asombro de Descartes o Sócrates, «Pienso, luego existo» o «Sólo sé que no sé nada» llevan siendo retuiteados desde hace siglos.

–Hoy que tanto nos cuesta fijar la atención en textos largos, ¿es más fácil vender textos breves?
Breve no es igual a fácil, ni largo igual a difícil. Muchos bestsellers son bultos considerables, y los poetas publican libros brevísimos. El desafío está en la complejidad, no en la longitud. Todo hombre bajito como yo estará de acuerdo con esa esperanza.

(cuestionario para un reportaje de El Correo. Más sobre el tema en El País.)

19 de octubre de 2011

Tragedia griega

Siempre práctico, Aristóteles distinguía entre oikonomikos y chrematisike. Lo económico se refería a la correcta administración de los bienes, necesaria para el funcionamiento de cualquier ciudad. Lo crematístico aludía a aquellos intercambios cuyo único objetivo era incrementar las ganancias. A quienes se dedicaban a esta última actividad, Aristóteles los llamaba parásitos. Y un parásito es lo último que muere.

5 de octubre de 2011

La seriedad no es seria

El serio es incapaz de cuestionar su propia pose. Y, por eso mismo, incapaz de pensar seriamente. Sólo quien se ríe de sí mismo puede discutir a fondo con sus propias ideas. O no.

17 de junio de 2011

El pastor bobo

Si Europa deja caer a Grecia, con cuyas trampas financieras tanto ha lucrado, se dejará caer a sí misma. ¿Es posible invocar (aún) principios europeos comunes, mientras el origen de todos ellos se borra con la manga del contable apresurado? Heráclito dijo: «En el círculo se confunden el principio y el fin». Dos milenios y medio más tarde, en su Diálogo del pastor bobo, Lorca anunció: «Europa se arranca las tetas». Que el seno y la cuna no sean la misma cosa.

10 de junio de 2011

Semprún causa aforismos

Ante la muerte de Jorge Semprún, intelectual bilingüe que logró el milagro de tener dos países además de dos extranjerías, Herta Müller escribe: «Siempre me he visto obligada a encuadrar en los libros de Semprún a mi padre, soldado de las SS. Siempre quise ser capaz de impedir que mi padre, incluso a posteriori, se convirtiera en soldado de las SS». La escritura como utopía retrospectiva: mejorar el pasado al conocerlo. Bernard-Henry Lévy lo resume con un aforismo: «Escribir no para sobrevivir, sino para revivir». Quizá la vida más digna consista en revivir al superviviente. Javier Solana, ministro de Cultura anterior a Semprún, deja anotada una contradicción en su Twitter: «Mejor silencio como recuerdo al amigo». El silencio es otra palabra. Callar, otra manera de provocar la glosa. «Desde hacía dos años», cuenta el propio Semprún en La escritura o la vida, «yo vivía sin rostro. No hay espejos en Buchenwald». Ese espejo imposible del horror se llamaría literatura.

10 de marzo de 2011

Las fundas

Soy uno de esos esnobs despreciables que adoran Apple. Pero también otro de esos usuarios que se pasaron al Mac simplemente porque comprobaron que funciona mejor. Sostenían los ilustrados que lo bueno debía ser bello, y viceversa. En un hipotético Siglo de las Luces 2.0, Apple equivaldría a Kant. Y Microsoft, a un Barroco decadente. Ahora bien: el imparable negocio de complementos, adminículos y demás cachivaches adyacentes me empieza a tocar las manzanas. Además de auspiciar un sistema operativo superior, Apple lidera la metamorfosis del medio en el fin. Del instrumento en su consumo en sí. Como el mercado tecnológico siga por este camino, pronto habrá alcanzado su pesadilla ideal: producir contenidos tecnológicos para rellenar su propio envoltorio. Una gama de aparatos a juego con las fundas.

27 de enero de 2011

El ojo hipermoderno

Desde que leí La era del vacío, me fascina Gilles Lipovetsky por su capacidad para teorizar el presente como si se tratase de un tiempo remoto y ligeramente absurdo. Para eso, entre otras cosas, sirve la filosofía. Su nuevo libro, La cultura-mundo, habla de la hipermodernidad. En su opinión, insistir en la posmodernidad sería un error. El prefijo post parece asumir que la modernidad está superada. Cuando, en realidad, se ha demostrado «ilimitada» y «exagerada». Nuestro tiempo consistiría entonces en un enervamiento de ciertos tics modernos. A finales del año pasado, el Magazine de El Mundo publicó una entrevista con él. Allí Lipovetsky menciona la capacidad de la ciencia actual para implantar «en un vivo el rostro de un muerto». Imagino esa cara sin un tiempo preciso. La hipermodernidad sería el ojo de ese muerto que revive y parpadea, mirando desaforado en todas direcciones, y que ya no sabe si lo que ve es el futuro o el pasado.

4 de enero de 2011

Deconstructing 2011

Veo el documental Derrida, que retrata al filósofo. La película empieza con la voz del propio Jacques Derrida diciendo: «Trato de distinguir entre futuro y porvenir. El futuro es lo que mañana, más tarde, el próximo siglo, tendrá lugar. Un futuro programado, predecible, en cierta forma agendado. El porvenir, en cambio, se refiere a algo que vendrá y que, mientras viene, no puede predecirse. Para mí ese es el verdadero futuro. Lo impredecible. Lo otro que llega sin que yo pueda ni siquiera esperarlo». Al escucharlo, pienso que nuestro mundo prepara, escruta y se desespera por su futuro, mientras el porvenir lo atropella por la espalda. Después de pronunciar esas palabras, el filósofo finge extraviar las llaves de su casa, sale a la calle calculadamente despeinado y hace como que olvida saludar al camarógrafo que lo sigue. El porvenir de nuestra imagen traiciona el programa de nuestra imagen futura. «Uno de los principales rasgos de la deconstrucción», replica Derrida, «consiste en no fingir que lo no natural es natural». Lo único natural es tener miedo del porvenir.

16 de octubre de 2010

¿Se marchita el fascismo?

En Turín, junto a la Piazza Carlo Alberto, me topo con la casa donde vivió Nietzsche. Aquí escribió sus páginas más cercanas a la lucidez de la enajenación, o la enajenación de la lucidez, incluyendo su autobiografía. El reciente volumen Escritos de Turín reúne inéditos de entonces. Una lápida conmemora, con inconfundible léxico fascista, el primer centenario de Nietzsche en 1944, durante el ocaso de Mussolini: «En esta casa conoció la plenitud del espíritu que roza lo desconocido, la voluntad de dominio que suscita el héroe...». Un homenaje otoñal a la locura mientras Europa luchaba por recuperaba la cordura. La fecha de la inscripción me sobresalta: 15 de octubre. Igual que hoy. Al borde de la lápida, alguien ha dejado una rosa. Blanca. Fresca. Leo la etiqueta: «Rosa Fiori. Corso Allamano». Pregunto dónde está eso. «Lejos», me dicen, «lejos». ¿Se marchita el fascismo? Nietzsche, no.