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8 de junio de 2012
Fantasma recíproco
Las ferias del libro sirven, entre otras cosas, para confirmar un fantasma recíproco. Mientras leemos un libro, tendemos a sentir que su autor no existe fuera de sus páginas, o que su existencia real es apenas una hipótesis. Hasta que un día, de pronto, en alguna feria del libro, lo vemos en persona, le hablamos y le tocamos la mano. Esa mano que suda y tiembla un poco y es verdad. Por su parte quienes escriben, mientras trabajan entre cuatro paredes, sospechan que hablan solos, temen estar monologando sin querer. Hasta que un día se materializa el personaje más sorprendente de todos, el otro, ese que lee. Pero semejante encuentro tiene sus riesgos melancólicos. «No le cuentes nada a nadie», finaliza El guardián entre el centeno, narrada en forma de confesión íntima para unos interlocutores invisibles. «No le cuentes nada a nadie. Si lo haces, empiezas a echar de menos a todo el mundo.» Quizá por eso ahora, lejos de la Feria del Libro de Madrid, tengo la sensación de hablarle a un hueco. Escribo porque echo de menos a no sé quién.
4 de agosto de 2011
Homo telens, homo vintage
Con la interiorización de las comunicaciones, ciertas dicotomías no bastan para definir una postura. Ya no se trata de ser apocalípticos o integrados, como resumió Eco. Más complejos resultan los ciclos contrapuestos que se suceden en un mismo período, incluso en un mismo individuo. Podemos ser, según la ocasión, apocalípticos que se integran o integrados que desertan. A propósito de una sofisticadamente insustancial novela de Tao Lin, reflexiona Vicente Luis Mora: «En este sistema de estrellatos obligatorios, sólo puedes querer ser nadie cuando eres tan famoso que persigues volver al anonimato». Ese arco de ida y vuelta podría resumirse así: del amanuense anónimo al modelo warholiano transcurrieron siglos; entre la celebridad de Warhol y el confinamiento de Salinger pueden pasar minutos. Nuestra relación con la tecnología experimenta una ambivalencia parecida: casi nadie es, a secas, tecnófobo o tecnófilo. Pienso en Jorge Carrión, autor de un excelente ensayo sobre teleseries y de una revista en fotocopias. Quizá toda vanguardia, para seguir pensando, necesita tantear su equilibrada retaguardia. El siglo 20 precipitó la evolución del homo sapiens al homo telens. Quién sabe si, muy pronto, pasaremos del ansioso homo telens a un escéptico homo vintage.
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