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14 de enero de 2019

Decálogo del espanto: los sofismas Vox


1. No aceptaré datos de instituciones públicas, obtenidos con un método lo más neutral posible, o provenientes de organismos con autoridad universalmente reconocida. Una fuente sólo es fiable si confirma mi ideología. 

2. Las mujeres no son violadas y asesinadas por ningún motivo relacionado con nuestra educación de género. El hecho de que mueran regularmente a manos de sus parejas masculinas, pero casi nunca viceversa, constituye un enigma estadístico.

3. Mis ideas patriarcales carecen de género, son libres y realistas. El feminismo en cambio se basa en apreciaciones subjetivas, autoritarias e ideológicas. Por esta misma regla, si un extranjero comete algún delito lo señalaré inmediatamente como extranjero, aunque los hombres que agreden a una mujer no deberán ser identificados por su sexo.

4. La bandera de un país es mucho más importante, urgente y defendible que sus recursos públicos, su industria, sus trabajadores o la distribución de su riqueza.

5. Los inmigrantes nos quitan empleo porque aceptan condiciones inaceptables para nuestros trabajadores. Si esas condiciones son legales, no exigiré una mejora de las leyes laborales. Y si son ilegales, tampoco exigiré mejores inspecciones. De hecho, los derechos laborales en mi país me preocupan bastante menos que el control violento de sus fronteras.

6. La inmigración representa una amenaza cada vez mayor, aunque siga descendiendo. Debemos defender a toda costa nuestra cultura occidental. El feminismo, el ecologismo o la diversidad sexual no son en absoluto occidentales.

7. Bajar los impuestos estimula la economía. De quienes luego podremos pagar por los servicios que dejen de ser públicos.

8. Los proyectos de memoria histórica impiden la convivencia, que sólo concibo cuando gobiernan partidos a los que voto yo. No hace ninguna falta repensar el pasado: ya lo narramos nosotros. De ahí que el independentismo sea golpista y el bando nacional, no. Que esté harto de la Guerra Civil, pero vea rojos por todas partes. Que el franquismo esté muy lejos y la Reconquista, menos.

9. La legalidad del aborto induce a las mujeres a abortar por gusto. Si pretenden decidir sobre su maternidad, lo decente es que paguen y se jueguen la vida. Por encima de todo defiendo la familia, siempre y cuando sea como la mía.

10. Lo que hasta ayer me daba cierta vergüenza decir, porque ofendía o humillaba al prójimo, hoy lo llamo incorrección política. Al fin soy libre para ofender y humillar. Adelante, valientes. 


17 de diciembre de 2014

Un pie en el desierto

Veo el sensacional documental de Patricio Guzmán, Nostalgia de la luz, que vincula metafóricamente la arqueología, la astronomía y la memoria del genocidio pinochetista. Las tres se nos presentan como lentas labores de reconstrucción del pasado capaces de iluminar las sombras del presente. El director chileno entrevista a la hermana de una de las víctimas, que estuvo años recorriendo el desierto de Atacama -donde funcionó el campo de concentración de Chacabuco- en busca de los restos de su hermano asesinado. Hasta que encontró el hueso de un pie con un calzado familiar. «Me pasé toda una mañana con el pie», cuenta ella, «callada, como en blanco». En blanco hueso. «Fue el gran reencuentro y la gran desilusión. Porque sólo entonces entendí que mi hermano estaba muerto». Una paz similar se merecen ya mismo los padres de los cuarenta y tres estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. Mientras tanto, en mi querida Granada, cada día se menciona o se calla el asesinato de Federico García Lorca. La ciudad se enorgullece y avergüenza al pensar en su hijo universal. Una ciudad que tardó medio siglo en dedicarle un parque y tres cuartos de siglo en erigirle una estatua. Quizás el propio poeta se habría reído de su estatua. Pero, para reírse, hace falta tener cuerpo. Nombro el cuerpo de Lorca tal como España lleva narrándose desde 1936: sin saber todavía qué pasó exactamente. Aquí seguimos debatiendo si remover fosas abre viejas heridas o las cierra. Priscilla Hayner, experta en comisiones internacionales de memoria histórica, publicó hace unos años Verdades innombrables. Este título me remite a un revelador ensayo del argentino Fernando Reati, Nombrar lo innombrable, y a cómo ciertos silencios ocupan el lenguaje. Las dictaduras siguen hablando cuando cambiamos de tema. Antes de alcanzar el alivio, explica Hayner, se negocia con el miedo. Miedo a un dolor aplazado y a unos ausentes que no son muertos sino fantasmas. El recuerdo de Lorca es literalmente fantasmagórico: no hay rastros de sus huesos ni tampoco grabaciones de su voz. Si la fosa de Lorca no se encuentra, algún día su fusilamiento podría convertirse en versión opinable, en leyenda desértica. Entonces alguien podrá decir que el hecho jamás se demostró. Que el horror no sucedió necesariamente así. Granada, escribió el poeta, no puede salir de su casa. Algunos muertos tampoco.

20 de septiembre de 2013

La tempestad

Acaso porque la fuerza de la imaginación nos intimida o nos parece sospechosa, solemos repetir el dogma de que la realidad supera a la ficción. A mí me convence más la teoría de Wilde de que la vida tiende a imitar al arte. Nuestra forma de habitar y entender el jeroglífico de lo real tiene mucho de acto creativo. Cada experiencia íntima ejecuta en secreto la reescritura de una novela o el remake de una película. Y la política es capaz de copiar la forma exacta de nuestras pesadillas colectivas. Hace unos días, en pleno despertar del 11-S, diluvió sobre Madrid. El Congreso de los Diputados empezó a inundarse y, como la tempestad de Shakespeare, regó a sus señorías con una inquietante materia onírica. En un ataque de franqueza poética, la techumbre de nuestra democracia hizo de colador ante el asombro olímpico de unos parlamentarios japoneses que estaban de visita y que, probablemente, habrán suspirado de alivio al recordar que ellos no se reúnen en Fukushima. Pero esas elocuentes goteras fueron apenas el preámbulo de la siguiente alegoría. De tanto mirar hacia arriba, como una tribu bursátil que contempla el firmamento financiero, alguien de pronto descubrió que, en vez de sobrar grietas en el techo, nos faltaban agujeros. Varios de los disparos de los guardias golpistas del 23-F habían desaparecido. Las manchas más significativas de la página democrática española habían sido suciamente limpiadas. Las obras de reparación habían causado un daño irreparable. Igual que ciertos lapsus son recursos astutos de la voluntad, el olvido no es más que una variante del trauma. La memoria se manifiesta a veces con heridas y otras veces con metáforas: al intentar cubrir ciertos agujeros, se abrieron más goteras. A primera vista, parece una paradoja; en realidad no es más que pura lógica. La boca que se tapa termina gritando. La fosa que se esconde termina emergiendo. Y el terror que se borra termina salpicando las cabezas en cuanto sale el sol.

19 de julio de 2013

Llamadas a Bolaño (3)

Retengo, me retienen imágenes que iluminan su obra. El vuelo vil de los halcones por los claustros, el sótano de Nocturno de Chile. El viaje en automóvil a través de la noche, el siniestro diálogo de los agentes en Llamadas telefónicas. La escritura del aeroplano, tan bella como atroz, en el cielo de Estrella distante. La detestable poeta argentina con que se inicia La literatura nazi en América, la habitación de Poe que ella se afana en reproducir. El hospital oblicuo y vallejiano de Monsieur Pain, su sala de cine en blanco y negro. La apoteosis vacía, la llegada al desierto en Los detectives salvajes. ¿A qué desierto irán a parar los escritores que se marchan dejando un libro inconcluso? Cierto día, Bolaño me habló por teléfono de un novelón de mil páginas en el cual llevaba tiempo trabajando. Un libro, explicó angustiado, «tan largo como Las mil y una noches». Se me ocurrió sugerirle que lo terminase en la página 1001, cosa que por supuesto no hizo. En un momento de la conversación, Bolaño dijo que quizá debería abandonar esa novela. Desconociendo su verdadero estado de salud, le pregunté por qué. Su única respuesta fue: «Porque no soy Tolstói».

29 de marzo de 2013

Semana Santa o no tanto (y 2)

Si nos atenemos a la cuidadosa elección del nombre y a los significados de sus gestos, cabe deducir que Bergoglio es un hombre particularmente consciente del poder de los símbolos. Un Papa, en cierto modo, literario. No en vano alguna vez dio, según cuentan, clases de literatura. Quizá por eso mismo me inquieta su manejo de las metáforas y sus connotaciones. «Nuestra vida es un camino», fueron sus primeras declaraciones, «y cuando nos paramos la cosa no va». No estoy seguro de a qué paradas se refería. Pero creo que muchos agradecerían que el Vaticano se parase un momento a investigar los casos de pederastia internacional y corrupción financiera que ha tenido. Y que se detuviera a reflexionar por qué resultan tan frecuentes. El Pontífice poetizó también sobre la necesidad de edificar la Iglesia con «piedras fuertes», para que no le ocurra «lo que les sucede a los niños en la playa cuando hacen castillos de arena». Considerando el terrible expediente de abusos que continúan impunes, esta alusión veraniega a la infancia no me sonó precisamente oportuna. Sabemos que el Papa acudió a rezar a la basílica de Santa María en un Ford, vehículo menos lujoso que el que utilizaban sus antecesores, decisión que le granjeó fervorosos aplausos. Por desgracia, si para el resto del mundo el Ford puede ser un coche corriente, para los argentinos es además la marca de los célebres coches en que los militares acudían para secuestrar a los desaparecidos. Me cuesta entender que Bergoglio no recordara este detalle, de sobra conocido en la historia nacional, cuando eligió vehículo. O quizá se acordó perfectamente, y le pareció una sutil respuesta. La prosa del Pontífice está llena de recovecos. En eso no podemos negarle la maestría.

26 de marzo de 2013

Semana Santa o no tanto (1)

Entre el estereotipo y el desconocimiento, las potencias occidentales han recibido el nombramiento de Bergoglio como si se tratase de una decisión revolucionaria. Sin embargo, de dónde sea el Papa me parece poco relevante. La institución a la que representa tiene unos intereses que no van a cambiar por esa anécdota geográfica. Los antecedentes de Bergoglio como cardenal en la Argentina nos lo presentan con un perfil más conservador y diplomático de lo que muchos creen o desean. Lejos de ese «fin del mundo» del que proclamó provenir, sus contactos, decisiones, manifestaciones y silencios lo retratan como alguien dedicado a escalar a lo más alto. El Pontífice supo situarse entre dos corrientes opuestas de la Iglesia argentina, distanciándose tanto del sector ultraderechista (representado por el arzobispo Aguer y el Instituto del Verbo Encarnado) como de las posiciones sociales de Curas en Opción por los Pobres (OPP). Teniendo en cuenta los conflictos internos que amenazan al Vaticano, dudo que el Santo Padre se moleste en proponer cambios en su posición respecto a grandes cuestiones como el divorcio, el rol de la mujer, la homosexualidad o los anticonceptivos. Es decir, respecto a todo aquello que afecta realmente al «pueblo» que él mismo invocó, tras décadas de ausencia en los discursos papales. Bergoglio es, sin duda, un comunicador inteligente y eficaz. Por eso, tal como hizo en su país, se concentrará en cultivar determinados gestos públicos de humildad, austeridad y llaneza, convenientemente difundidos por los medios de comunicación. Llamémoslo marketing celestial. En cuanto a su actuación durante la dictadura militar, imagino que ahora aparecerán testimonios, llamativamente tardíos y oportunos, que tenderán a discutir las siniestras acusaciones que nadie refutó durante casi cuarenta años. Llamémoslos silencios elocuentes.

1 de enero de 2013

Descansen armas

Lo más triste de todo en la querida Venezuela no es el abismo interno entre chavistas y opositores. Lo más triste no es que en este momento haya bastantes venezolanos deseándole la muerte a un presidente legítimamente electo, mientras otros tantos rezan por la supervivencia de un líder mesiánico que se obstinó en ser reelegido en estado terminal. Lo más triste no es que ni unos ni otros, ciudadanos de pleno derecho, hayan sido jamás informados verazmente sobre la salud de su jefe de Estado. Quizá lo más triste de todo sea que antes de Chávez hubo un intento de golpe militar (perpetrado por él mismo); que durante su mandato hubo otro intento de golpe militar (en contra de él); y que hoy las Fuerzas Armadas siguen ahí, irreductibles, gestionando la incertidumbre política.

9 de julio de 2012

Síndrome de Videla

Igual que a largo plazo lo callado grita, los desaparecidos sobreviven reapareciendo una y otra vez. Lo hacen ellos mismos, en forma de fantasma tácito. O a través de los cuerpos que alumbraron. «Antes de ser Victoria yo era María Sol», recuerda una mujer criada por cómplices de los verdugos de sus padres. «Y cuando me llamaba María Sol, todo lo que aporté a la justicia era para proteger a mi apropiador. Y siempre tenés esa deuda interna con vos mismo». Un yo mismo radical, casi incalculable. Que equivaldría a la resta de todo lo que has sido, más la suma de aquello que no pudiste ser. «Cuando declaré, fue como exorcizar todo lo que hice cuando era María Sol. Mi apropiador falleció en 2003 y mi apropiadora en 2007. Yo los amaba profundamente, nunca los odié». En ese amor autofágico está escrita, entre Stevenson y Walsh, la espantosa novela de mis dos países.

19 de abril de 2012

10 apuntes para sacar petróleo


1. Todo país tiene el derecho, y también la necesidad, de controlar sus propios recursos naturales. Esa legitimidad es más profunda que los acuerdos empresariales.

2. Plantearlo como una batalla entre dos países simplifica la naturaleza del conflicto y manipula a la opinión pública. El problema está en la alianza entre los comportamientos abusivos del capital multinacional y los excesos neoliberales en la gestión del Estado. En la Argentina esta alianza se remonta a la dictadura de los años 70, y se reprodujo brutalmente durante el menemismo de los años 90.

3. ¿Acaso Repsol se financia con los impuestos de los ciudadanos de España? ¿Acaso el destino principal de sus ganancias es el Estado y sus servicios públicos? Entonces no hay por qué considerarla una empresa esencialmente española, ni desplegar banderas fáciles.

4. Confesión para argentinos: no hay empresas más detestadas por los propios usuarios españoles que Telefónica, Iberia y un voraz etcétera. No conozco a ningún amigo español que se sienta íntimamente representado por ellas. Lejos de separarnos, esto hermana a ambos pueblos. ¿Dónde está el enemigo en realidad?

5. Confesión para españoles: las multinacionales implantadas en Latinoamérica han aplicado tarifas y normas que resultarían inadmisibles en Europa. También suelen hacer cínicas cuentas: lloran las pérdidas causadas por las excepcionalidades jurídicas del país, pero callan los beneficios desproporcionados que esas mismas excepcionalidades les trajeron durante impunes años.

6. Las comparaciones entre la conquista de América y la ola de privatizaciones de los años 90 es muy poco rigurosa, por no decir hipócrita. Las sociedades precolombinas no pidieron ni negociaron el desembarco de los conquistadores. La sociedad argentina, o cuando menos esa mayoría que eligió y reeligió al privatizador Menem, tuvo en cambio alguna responsabilidad en el aterrizaje masivo de las multinacionales. Todo patriotismo bien entendido incluye la autocrítica.

7. En cuanto se independizó de la corona española, la República Argentina emprendió un exterminio de sus propias comunidades indígenas. No otra cosa llevó a cabo el presidente Julio Argentino Roca. No muy distinta fue la opinión del prócer Sarmiento. El indio, el oprimido con el que hoy pretende identificarse cierto progresismo latinoamericano, es el enemigo bárbaro en el Martín Fierro, poema épico nacional.

8. Con todos sus defectos, demagogias y gestos autoritarios, el gobierno de los Kirchner ha sido lo mejor y más digno que podía sucederle a la política argentina tras la década siniestra de Menem y la hecatombe del corralito. Tan cierto es eso como que, en un principio, los Kirchner apoyaron la privatización de YPF, empezando por su propia provincia. Bien está haber rectificado; mejor aún sería admitirlo.

9. Que una mujer gobierne en la Argentina (una mujer, se entiende, con una larga y sólida formación política) ha supuesto un significativo paso en la evolución social del país. Otro paso sería que, algún día, para gobernar algún país latinoamericano, no hiciera falta ser militar ni millonario ni pertenecer a una familia con antecedentes en el poder. Es decir, que algún día gobernase alguien con un origen parecido al de la mayoría de sus votantes. En este sentido, quien subestime la importancia de Evo Morales no entenderá Bolivia.

10. A la generación del 15-M, como a aquella otra del 98, le duele España. A la generación del corralito, como a tantas otras antes, le dolió Argentina. Qué extraño desconsuelo que te duelan las dos.

29 de febrero de 2012

Dicotomía, dictadura y compromiso

Las dicotomías son el mayor obstáculo para el pensamiento político. Cuando firmé el manifiesto en defensa de la libertad de expresión en el Ecuador (firmado también por medio centenar de escritores y periodistas ecuatorianos), no lo hice porque suscribiese necesariamente las opiniones del libro de denuncia El Gran Hermano, ni de aquella controvertida columna publicada en El Universo. Sino porque, como profunda cuestión de principios, me parece inaceptable que un Gobierno persiga, con multas astronómicas y hasta penas de cárcel, a los opinadores políticos de su país. Un Gobierno democrático está para garantizar la discrepancia pública. Ahora bien, algo me chocó en dicha columna: el uso y abuso de la palabra «dictador» aplicada a Correa, presidente legítimo y electo. Por muy indignado que esté, ningún periodista latinoamericano debería utilizar en sentido laxo semejante término, de siniestras resonancias históricas. Por esa misma razón me ha sobresaltado la respuesta del propio presidente, que ha invocado a su vez «la dictadura» de los medios de comunicación. ¿Hasta dónde llegará este intercambio de irresponsabilidades ideológicas? Como toda mi generación en Argentina, fui concebido a la vez que el último golpe de Estado. Nací en un país desangrado por una dictadura. Mis tíos, como tantos otros, fueron secuestrados. La libertad de prensa y expresión no existían en aquel momento. Ninguna de esas cosas, por fortuna, ocurre ahora. Precisamente por eso es posible este debate.

6 de febrero de 2012

De justicia

Cuando un juez se convierte en una de las personas más célebres de un país, es que su tarea estaba demasiado pendiente. Lo que haga España con él será un autorretrato.

10 de octubre de 2011

Hacerse el muerto




(Cuentometraje a partir de "El fusilado", perteneciente al nuevo libro Hacerse el muerto; Páginas de Espuma, Madrid y México DF, 2011.

El cuento rinde homenaje al escritor argentino Daniel Moyano, detenido durante la última dictadura militar.

Producción: Zebra Audiovisual. Dirección, fotografía y edición: Lucía Martínez Cabrera. Voz del autor.)

19 de septiembre de 2011

Lo justo y lo sagrado

Más allá de las posibles corrupciones individuales, el caso de Schoklender y el dinero de las Madres de Plaza de Mayo se cimenta en una paradoja ética. Hay instituciones cuya propia función las convierte en sagradas. Y esa sacralidad simbólica es la que, trágicamente, facilita a veces la impunidad en sus acciones. Delicado opinar sobre este oprobio sin ser injusto con la historia. Pero la memoria histórica es, o debiera ser siempre, lo contrario del tabú.

2 de septiembre de 2011

Torero Hemingway

A 50 años de su muerte, Hemingway resucita a diario en alguna leyenda, imagen o gesto relacionado con su figura pública. Ambiguo destino el de los escritores-personaje: ser más recordados que releídos. Entre sus novelas, El viejo y el mar sigue siendo mi preferida. Por quién doblan las campanas ha envejecido rápido, aunque sus mezclas entre inglés y español anticiparon la realidad de su propio país. Sus elusivos cuentos se postulan como eslabón perdido entre Chéjov y Carver, a veces asociados con demasiada ligereza. Más que 'Los asesinos', con su tramposa interrupción final, elegiría como modelo de elipsis 'Un lugar limpio y bien iluminado'. Pieza maestra que ilustra la potencia de la quietud, el misterio de la ausencia. Raro mérito en alguien tan movedizo y presente. Escribe sobre él Javier Reverte: «Vivió la Guerra Civil declarándose partidario de la República y comprendió el sentido trágico de la fiesta de los toros como muy pocos españoles. Si siguiera vivo, probablemente hubiera jurado no pisar Cataluña hasta que se levantase la prohibición de las corridas». Yo hubiera preferido que, en vida, jurase no volver de vacaciones a España hasta que se levantase el franquismo. O, por lo menos, la censura literaria.

8 de agosto de 2011

La mala educación

En Chile hay, que sepamos, muchos más estudiantes que policías. Por eso, cuantos más palos les pegan estos a aquellos, menos salen las cuentas. Han sido las mayores manifestaciones que ha conocido el país desde el final de la dictadura. Época en la que, por cierto, se firmó el decreto que ha esgrimido el actual ministro para reprimir las protestas. Los estudiantes han acudido en masa. La democracia dice que ya va. Pelear por el sistema educativo es de buena educación.

5 de mayo de 2011

Acordarse de Sabato

Me recuerdo saludando a Sabato una mañana, por casualidad, en Madrid. Él realizaba su último viaje transatlántico, que inspiraría el libro España en los diarios de mi vejez. Me lo crucé a la entrada del hotel Suecia. Lo detuve y le dije: Es un honor verlo. Sabato, aquejado de sordera, me pidió que se lo repitiese. Es un honor verlo, insistí. Como Sabato no escuchaba, su acompañante le pronunció mi frase al oído. Ah, exclamó Sabato risueño, ¡yo le había entendido no sé qué de un horno! En ese instante recordé que, en lunfardo, horno significa infierno. Ningún gran escritor pasa a la Historia a través del horno ni del honor. Las contradicciones, los claroscuros, las rectificaciones, los retratan con lealtad. Un ser humano es eso. Lo otro es su estatua.

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(del artículo publicado en El País el 3 de mayo de 2011)

26 de marzo de 2011

Napoleón 2.0

Más que el pasado, el siglo 19 fue el comienzo del presente. En aquel tiempo se produjo una revolución tecnológica de tanto impacto para la vida cotidiana como la actual. Nació la prensa masiva, la información de consumo diario, el sensacionalismo. Las fronteras cambiaron continuamente, como en un mapa mutante. El feminismo, hijo y víctima de la Ilustración, empezó a formar parte del pensamiento público, en espera de una habitación propia. Hubo revueltas, contrarrevueltas y ejércitos transnacionales. Napoleón prometió al mundo una revolución progresista, logró el apoyo de los intelectuales de los países que invadía, y terminó ejerciendo de emperador autoritario. Su traición desconcertó a la izquierda occidental, propiciando un giro neoconservador que duró casi medio siglo. No tan distinto ha sido nuestro destino posutópico. Hoy creemos que el 19 fue un siglo lento, y sin embargo fue la primera vez que la humanidad se movió más rápido que la naturaleza, alterando para siempre su noción de tiempo-espacio. Vista así, nuestra era digital sería una especie de hiperferrocarril o motor de vapor 2.0. Igual que los clásicos, el pasado está en perpetuo movimiento: depende de quién, cuándo y cómo lo relea.

31 de enero de 2011

Morid por nosotros, chicos

Toda mi empatía y esperanza para el pueblo egipcio que no sólo se ha levantado contra Mubarak, sino contra una manera de entender la opresión estatal y la sumisión ciudadana. Ahora bien, si todos los ideólogos de la reacción egipcia razonan como el novelista Alaa Al Aswany, entonces me temo lo peor. En un artículo al viejo estilo panfletario, con un enfoque tan simple como demagógico que renuncia a cualquier profundidad de análisis, Al Aswany elogia a esos miles de estudiantes «sin ninguna esperanza sobre su futuro», «que no encuentran trabajo» y «que actúan movidos por una ira indomable». O sea, a todos aquellos que no se encuentran en su privilegiada situación. Tras proclamar románticamente: «Siempre admiraré a estos revolucionarios» (cuya admirable desesperación dudo que él desee jamás para sus propios hijos), el exitoso autor aplaude su «deseo de libertad que desafía a la muerte». Cuando una sociedad llega a identificar el heroísmo con el suicidio, llega también a un punto donde la soluciones pueden ser tan trágicas como los problemas. Valentía, pensamiento y vida para Egipto.

22 de noviembre de 2010

En busca del tiempo secuestrado

Converso con amigos chilenos sobre la normalización de la memoria del pinochetismo. Uno de ellos me cuenta que, hasta hace no mucho, llamar públicamente dictadura a la dictadura podía sonar ofensivo. Al parecer eso empezó a cambiar con el arresto de Pinochet en Londres, adonde el genocida había volado confiando en su asombrosa condición de senador vitalicio. Una hora después de esta conversación, voy a una tienda de películas en la calle Merced, en el centro de Santiago. Compro una adaptación chilena de Proust: El tiempo recobrado de Raúl Ruiz, probablemente el mayor cineasta en la historia del país, exiliado en Francia tras el golpe de Estado. Pregunto también por un conocido documental de Patricio Guzmán, en el que se alternan testimonios de los secuestrados con las vicisitudes del encauzamiento al general: El caso Pinochet. Al escucharme pronunciar este título, un cliente muy bien vestido se vuelve para decirme: «¿Y qué caso es ese?». En la tienda no aparece el documental. Los vendedores tampoco parecen esforzarse demasiado en buscarlo. Me despido de ellos y salgo a la calle. Menos mal que, en vez de El tiempo perdido, llevo en una bolsita El tiempo recobrado.