Mostrando entradas con la etiqueta paul auster. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta paul auster. Mostrar todas las entradas

miércoles, diciembre 26, 2012

auster en buen salvaje





Hace unos meses la revista peruana Buen Salvaje me pidió un artículo breve sobre mi traducción de la Poesía completa de Paul Auster; en palabras de su responsable, Dante Trujillo Ruiz, «un comentario personal sobre lo que ha sido esa experiencia; un acercamiento». Venciendo la pereza que me da volver sobre trabajos ya hechos, y con la sensación de que difícilmente podía añadir nada a lo expuesto en la «Introducción», escribí estos cuatro párrafos que ya se pueden encontrar en la red: no son demasiado personales (lo mío no es la confidencia, lo reconozco), pero ayudan a entender el cuándo, el cómo y el porqué. Van también, en edición bilingüe, cuatro poemas de Auster a modo de escaparate. (Por cierto, releo los versos finales de «Provenza: Equinoccio» y tengo la sensación, nada arbitraria, de que hablan del futuro inmediato, de esa larga espera de la primavera que arrancará tan pronto acabe el año.)


[…] como si el sueño
te llevara tan lejos
que pudieras hablarme de la densa
y embarrada semilla
que está ardiendo en nosotros,
y apaciguar el lento dolor de primavera
que trabaja
por entre el largo desarraigo
de las estrellas.

sábado, diciembre 22, 2012

listas, listas



Alec Soth, Minnessota, 2007 / © Magnum Photos


La verdad es que nunca me han gustado (ni me he creído) demasiado las listas de fin de año, ese injerto del mundo del deporte o la competición que tan mal casa con los ritmos y las necesidades de la lectura, pero no puedo negar (¡viva la contradicción!) que me he llevado una alegría al ver que mis dos últimos trabajos como traductor de poesía han logrado colarse en algunos de estos inventarios. Si en Babelia Ángel Rupérez incluye Conjeturas y esperanza, la muestra de John Burnside publicada por Pre-Textos, entre los cinco mejores libros de poesía extranjera del año, en el ABC Cultural Jaime Siles destaca la Poesía completa (Seix-Barral) de Paul Auster como el mejor libro dentro de ese mismo apartado, el de poesía extranjera. Por último, en la revista virtual Koult, el joven escritor Hasier Larretxea ha logrado que la antología de Burnside figure entre los veinte mejores libros del año (en el puesto 17) junto a los de poetas tan extraordinarios como Adam Zagajewski, Zbigniew Herbert (atención a su Poesía completa en Lumen) o Mahmud Darwix...

Ya digo que nunca me he creído mucho estas cosas, pero a nadie le amarga un dulce y me alegra que por una vez el viento haya soplado en la dirección de libros a los que uno ha dedicado tanto tiempo y esfuerzo. Gracias a los tres por su gentileza y el elogio implícito en la elección. Y ahora, si me disculpáis, voy a por ese pellizco de sal que se merecen estas cosas...
.

jueves, noviembre 29, 2012

epifanía de lo cotidiano


Así se títula la reseña del libro de John Burnside que el poeta y crítico Luis Muñiz publicó hace justamente dos jueves en el suplemento cultural de La Nueva España; lúcida y perspicaz, como todas las suyas. También generosa. Como generoso ha sido el poeta Antonio Lucas al escribir en El Mundo de la Poesía completa de Paul Auster. Sí, lo sé, tanto Luis como Antonio son también periodistas, y de los buenos, pero aquí lo que me importa es subrayar su compromiso, también crítico, con la poesía. Gracias a los dos, de corazón.

PS. Por si alguien tiene curiosidad, aquí va el enlace con la entrevista que le hice el año pasado a José Manuel Caballero Bonald y que se publicó en el número 17 de la revista Minerva. De nuevo el Premio Cervantes va a parar a un escritor que ha vivido por y para la poesía. Bien es verdad que el autor de Entreguerras ha incursionado en muchos otros géneros: novela, artículos, libros de memorias... Pero tampoco es casual que haya vuelto una y otra vez a la poesía y que haya recurrido a ella en el tramo final de su viaje creativo. Ha sido el eje de toda su actividad literaria, su manera de ser fiel a los imperativos no siempre convergentes de la palabra, la imaginación y la propia existencia.

domingo, noviembre 11, 2012

2+1 reseñas





Son dos reseñas: la primera (en la imagen: hay que hacer
click en ella para aumentarla), en El Cuaderno, de Eduardo Moga sobre Conjeturas y esperanza, la antología de John Burnside publicada hace medio año por Pre-Textos; la segunda, en La Nueva España, de José Luis Argüelles sobre la Poesía completa de Paul Auster (Seix-Barral). Las dos, cada una en su estilo, son modélicas. Lo que confirma una vieja idea: en poesía, al menos, y con las debidas excepciones (Antonio Ortega, Jaime Siles...), la mejor crítica no se hace en los suplementos de tirada nacional. No entraré en las causas. Me basta con ratificarlo y pensar que los márgenes tienen algunas ventajas: el lugar está en proporción con la importancia del trabajo de uno, los malentendidos son menos.

Posdata: añado, en diferido, la estupenda reseña de la poesía de Auster que ha escrito el poeta Óscar Curieses para El Imparcial. Otra prueba más, por si hiciera falta, de que la crítica (literaria o no) respira con más fuerza en las afueras.

sábado, octubre 27, 2012

dos lecturas


El poeta Antonio Gracia ha tenido la gentileza y la generosidad de incluir esta lectura de mi poema «Hamlet en la playa» en el capítulo V de su serie La construcción del poema (una de las que componen su bitácora). Escribí ese poema hace la friolera de diez años, pero el comentario de Antonio consigue hacérmelo nuevo, me reconcilia con él. Gracias, poeta.

Mientras escribo estas líneas me llega el generoso y cercano comentario que Índigo dedica en su bitácora a la Poesía completa de Paul Auster. Lo importante de su entrada no es tanto la referencia a Auster (que tanto agradezco) sino su mención a esa librería de pueblo que ha empezado a poner libros de poesía en el escaparate... ¡Que dure! Gracias, Índigo, y ojalá que sigamos intercambiando asombros y descubrimientos mucho tiempo. 

jueves, octubre 04, 2012

austeridades / 2





Hace justamente veinte años, en octubre de 1992, en una de mis primeras visitas a la librería Waterstone’s de Sheffield, encontré Groundwork: Selected Poems and Essays, una antología de la poesía y los ensayos de Paul Auster editada por Faber & Faber. Sorpresa mayúscula. Los ensayos ya los conocía por la edición española de Edhasa (El arte del hambre), pero la poesía –seca, lapidaria, trabada como un nudo gordiano– fue un descubrimiento y no tardé en ensayar los primeros borradores de una traducción que pasaría por muchos otros antes de ver la luz, en Pre-Textos, en la primavera de 1996 (el título del libro era, y sigue siendo, Desapariciones). Fue mi estreno como traductor de poesía en una editorial comercial, y aún recuerdo los cinco días que pasé en casa escribiendo la introducción, lleno de dudas, poniendo una palabra tras otra como quien levanta una pared a pulso. Era final de enero y anochecía a las cuatro de la tarde. De vez en cuando salía a dar una vuelta para despejar la cabeza, pero el frío y la nieve endurecida de las aceras no tardaban en hacerme regresar. Alguien, delante de mi ventana, había dejado una señal de tráfico indicando la presencia de obras: una enorme placa triangular con la silueta de un hombre hundiendo su pala en un montón de tierra. Después de pasar el día frente al ordenador (con el ratón girando como una rueda de molino), la presencia de aquella señal ante mi casa parecía un gesto de complicidad, un aviso.

Dos años después Anagrama, en su colección de bolsillo, reunió en un solo volumen (Pista de despegue) los poemas y ensayos de Auster, estos últimos traducidos por María Eugenia Ciocchini. Aproveché la ocasión para revisar con detalle mi trabajo y el resultado fue un libro muy distinto, casi una reescritura. No sé si muchos se dieron cuenta; en realidad, ambas ediciones han convivido a lo largo de casi quince años y cada cual tiene su razón de ser, sus lectores. Las veo como hermanas mellizas, semejantes entre sí y también a sus padres (en este caso, los poemas originales), pero con personalidades distintas y no siempre conciliables que pueden incluso reñir cuando la ocasión lo exige.

Ahora Seix-Barral se ha embarcado en el proyecto de dar la Poesía completa de Paul Auster. Lo de «completa» requiere una explicación. Se trata, en efecto, del libro de Pre-Textos más cerca de treinta inéditos, pero todo él –también la introducción– ha sido revisado sin piedad, como si lo hecho hasta ahora no hubiera sido más que un borrador o un trabajo preparatorio. Dieciséis años no pasan en balde, y más cuando se trata de una poesía tan dura y exigente como la de Auster: una poesía en la que cada palabra cuenta, donde los silencios y las elipsis no dejan de hablar y que apenas si deja entrever las circunstancias y motivos que animan su escritura. Una poesía abstracta, podría decirse, si no fuera porque está gobernada por el ojo, por un mirar constante en dirección al mundo, como si Auster hubiera aprendido la lección de Alechinsky o de Bradley Walker Tomlin (a quien dedica justamente un largo poema) para crear conjuntos donde la sensualidad de las formas y la tentación figurativa convive con un fuerte impulso abstracto.

Hace unos días el ABC Cultural, además de publicar una larga y muy recomendable entrevista con Paul Auster, dio en primicia tres breves poemas (inéditos) del libro que llegó a las librerías este pasado lunes. Por su intensidad, por su cortante delicadeza, están quizá entre lo mejor del conjunto, y me parece oportuno citarlos de nuevo para cerrar esta nota. Nos recuerdan que el Auster novelista fue una vez un aprendiz en el taller del silencio, un joven obsesionado por pesar y sopesar cada palabra, alguien para quien cantar era imposible pero que empleó la poesía para aprender a contar. Y que todo lo que ha contado desde entonces sería bastante menos seductor si no hubiera convivido antes con el misterio de las palabras, del mundo, y del espacio que separa unas de otro.



Bradley Walker Tomlin



descripción de octubre

Los abatidos, ilusorios robles
de nuestro norte celestial, cálido como piedra, irguiéndose
en el aire endeudado
de sangre que prospera
en torno a estos viñedos casi en sazón. Más lejos aun
que la ebriedad que habremos respirado,
el ala de una urraca ha de girar
hasta prenderse en nuestra sombra.

Ven
a por la calderilla de tristeza
que tengo para ti.




de sombra a sombra

Contra la fachada del atardecer:
sombras, fuego y silencio.
Ni siquiera silencio, sino su fuego,
la sombra
que arroja un respirar.

Para entrar en el silencio de este muro
debo dejarme atrás a mí mismo.




visible

Bobinas de relámpagos, desovilladas
en la noche escindida de invierno: truenos
tirados por estrellas, como si

tu fantasma hubiera pasado, ardiendo,
por el ojo de una aguja y se hubiera afinado
hasta la transparencia con la seda
de la nada.



trad. J. D.

lunes, septiembre 24, 2012