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sábado, mayo 24, 2014

charles tomlinson / la puerta



Brook Cottage, hogar de Brenda y Charles Tomlinson,
en Gloucestershire (foto de Richard Swigg)


Muy poco
se ha dicho
de la puerta, una de
sus hojas vuelta hacia el aguacero
de la noche, y la otra
hacia el temblor y el brillo de la lumbre.

El aire, encerrado
tras esta cubierta
en el libro del cuarto,
se llena con las páginas
sucesivas de oscuridad y fuego
mientras el viento empuja los paneles o revuelve la llama.

No solo
el rompeolas
de la tormenta, sino la repentina
frontera de nuestros encuentros, apariciones,
y dueña de tanto espacio
como la vista a través de un dolmen.

Pues las puertas
son a la vez marco y monumento
al tiempo consumido,
y muy poco
se ha dicho
de nuestras idas y venidas a través de ellas.


Trad. J.D. / el original, aquí.



Regreso a Charles Tomlinson, una vez más. Lo hago porque me acaba de escribir Richard Swigg, sin duda la persona que más y mejor ha estudiado su poesía y cuidado su obra, hasta el punto de haberse ocupado durante años de grabar al poeta leyendo todos y cada de sus poemas. Convencido de que la dimensión aural o auditiva es indisociable de la experiencia poética (es decir, que leer un poema debe ser, ante todo, escucharlo), Swigg ha analizado como nadie las grabaciones de los grandes poetas angloamericanos del siglo pasado Eliot y Williams, en especial y ha incorporado sus conclusiones al estudio crítico de la poesía: el modo en que el autor lee un poema, o cómo cambia de estrategia al leerlo en distintos momentos de su vida (así Eliot y La tierra baldía), puede ser tan importante para el trabajo interpretativo como el close reading practicado habitualmente por los críticos.

El caso es que Swigg me da tres noticias. La primera es feliz: la Universidad de Pennsylvania ofrece la posibilidad de escuchar en su página web, en formato mp3, todos los poemas de Tomlinson así como sus conversaciones con Hugh Kenner y Octavio Paz y sus traducciones del poeta ruso Fyodor Tyutchev y de nuestro Antonio Machado, de las que ya hablé hace un par de meses. La página en cuestión, PennSound, es un inmenso archivo sonoro en el que pueden encontrarse grabaciones de toda clase de autores; el índice es prodigioso. (No voy a entrar en comparaciones que solo pueden inducir a la melancolía. Hablamos de la iniciativa de una sola universidad; otras muchas en aquel país acogen programas igualmente valiosos. ¿Qué hacen entretanto los departamentos de humanidades de nuestras universidades?)

La segunda noticia es un poco más especializada, pero estoy seguro de que algunos lectores de esta bitácora la recibirán con curiosidad: la revista virtual Jacket 2 incluye en portada la correspondencia completa entre Charles Tomlinson y el poeta objetivista George Oppen, el autor de The Materials, uno de los grandes libros de la post-vanguardia norteamericana. Charles descubrió su poesía en 1963, durante su estancia como profesor visitante en Albuquerque, Nuevo México, y la carta inicial, de abril de ese año, inauguró una correspondencia llena de afecto y admiración por ambas partes que se prolongó durante cerca de veinte años. Para quien sepa inglés, es una lectura llena de interés, de pequeñas curiosidades; y el retrato en tiempo real de un diálogo entre poetas unidos por el idioma y su admiración por los maestros de la vanguardia Pound y Williams, sobre todo, pero separados por su origen y su ideología (Oppen llegó a ser miembro del partido comunista americano en los años treinta; Charles siempre ha sido un hombre más bien conservador, aunque enemigo cordial de las políticas destructivas y avariciosas de Thatcher).

Por desgracia (y ahora llegamos a la tercera noticia), Swigg me aclara que el estado mental de Tomlinson le impide tener conciencia de estas novedades editoriales. A sus 87 años –como Oppen al final de su vida, por cierto–, ya no sabe o recuerda quién es. Pero sus lectores sí lo sabemos, y me apetece compartir en esta página, a modo de homenaje, uno de los poemas suyos que más me gustan, «La puerta», incluido originalmente en American Scenes and Other Poems (1966). Un poema que recuerda todas las puertas que Tomlinson abrió para la poesía y que él mismo se encargó de franquear con determinación y alegría. Que su declive, esa densa marea de olvido que le envuelve, le sea leve.