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TRES POEMAS
Viajando por el código genético
Mi corazón está buscando
el Elíseo
algún país sencillo
ausente de los mapas
con sólo tres
abogados
y ninguna embajada
y sin embargo se ha extraviado
en una tierra extraña
poblada por genomas
más ancianos que Dios
un punto infinitesimal
en el mapa del hombre.
Aceite de humores
Estoy leyendo
una antigua farmacopea:
«El centeno posee la virtud
de reducir humores
pero causa
melancolía.»
Bueno, me digo, yo conozco
un remedio apropiado.
Es un jardín, y en él
hay una joven y encantadora dama
detenida en el tiempo.
Con gracia, se levanta
el borde de la falda
y al mismo tiempo
espanta a los gorriones
con un simple gesto de las manos.
¡Voilá! Eso es todo…
O prueba algún aceite de la sagacidad.
Confesión, 1931
Y ahora los jóvenes seguidores
de Pound cierran filas,
yo entre ellos,
y desean hacerse oír.
Como el populista que soy
deseo proceder
con sobria dignidad:
«Mis convecinos y amigos, etcétera»,
pero tengo un baile de marineros
en mi cabeza,
haciendo sonar sus tacones
y buscando salir
pero con delicadeza,
como si una mariposa
hubiera salido volando
del idioma inglés.
Versión de J. D.