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lunes, agosto 01, 2022

incursiones en un pasado que nunca se fue

 


 

 

Ada Salas, Arqueologías, Valencia, Pre-Textos, 2022, 100 págs.

 

 

Es una fortuna ser contemporáneo de Ada Salas (Cáceres, 1965) y asistir en primera línea al desarrollo de una poesía que no deja de crecer y ramificarse y que cada poco, con puntual regularidad, nos acerca una muestra cabal de sus virtudes. Desde Esto no es el silencio (2008), y con un jalón decisivo en Limbo y otros poemas (2013), la escritura de Salas se ha movido fuera del minimalismo estricto de sus inicios para sondear el mundo y mancharse con sus texturas, sus accidentes. El poema-nudo se ha ido desovillando con los años, volviéndose más locuaz, más explícito, y ahora es un poema-filamento que se descuelga sin prisa, con una cadencia ensimismada que de pronto se resuelve en quiebro, en latigazo. El movimiento de los versos se parece al zigzag de las gotas de lluvia que bajan por el cristal de una ventana y aceleran de pronto al atrapar nuevas gotas. El rigor métrico convive con la inventiva formal –en forma de encabalgamientos, anáforas, aposiciones y elisiones sintácticas– para crear un tono, un decir propio que es uno de los placeres inmediatos de esta poesía.

 

Buena parte de Arqueologías se escribió antes o a la par que Descendimiento (2018), su predecesor, que dialogaba con el cuadro homónimo de Rogier van der Weyden para sanar una mente y un corazón trastornados. Las piezas de este nuevo libro insisten en la idea de descenso, de catábasis, de ingreso en «lo oscuro» (la frase reaparece una y otra vez), pero ahora el correlato es el ámbito de los yacimientos arqueológicos y sus hallazgos, sus tesoros, que protagonizan o dan título a muchos poemas: «Cuenco», «Diadema», «Vasija», «Sortija», etc. Dividido en dos secciones más o menos simétricas, «Antiquarium» y «Civitas», con un poema suelto a modo de introducción, este libro está obsesionado con lo oculto, lo que vive bajo tierra, lo que es exhumado y vuelve a la luz. Pero esta realidad material lo es también temporal: se trata de restos y objetos del pasado, presencias («instantes») que hablan de un tiempo que ya no es pero que sigue existiendo a través de ellos; y nos interpela.

 

Toda la escritura última de Ada Salas toma la forma del soliloquio, de un diálogo con ese «tú» –aprendido en Cernuda y en Valente, entre otros– que es uno mismo, pero que engloba al lector y lo vuelve oyente privilegiado de lo que ahí se dice. La naturaleza forzosamente teatral del soliloquio incluye apartes, momentos de duda o vacilación, acotaciones de orden ensayístico («La arqueología habla de los siglos como si fueran / tiempo. Como si hubiera en ellos / sucesión. Pero esos huesos eran un instante») y también, cada cierto tiempo, la exhalación del verso rotundo, sentencioso: «es preciso cantar / como si el mundo // comenzara de nuevo»; «No hay tumba más profunda que el propio / corazón»; «sólo es puro el silencio». Propio del soliloquio es también el fraseo insistente, la indagación tentativa, como si el poema fuera un rodeo, un merodeo, sin dejar de ser también el camino más corto.

 

Arqueologías se abre con el verbo «Acceder» y se cierra con la frase «un azul / que nunca has conocido». El viaje de este libro es, en última instancia, un viaje sanador, que salva la atracción por «lo oscuro» (una negrura magnética como en la cacería de Uccello) para llegar a ver la claridad celeste. Por el camino, la quema de rastrojos, las moras dulces de septiembre, el tacto del trébol: formas de la reconciliación.

 

Muchos de los poemas de Arqueologías son meditaciones sobre el objeto: su don prodigioso para evocar el pasado y así alterar el presente. Otros, como «Moras», «Tiempo» o los trípticos «Pájaros», «La espina» y «Orión» (hermosa elegía al padre), son epifanías, escenas del pasado que exploran el vínculo con la naturaleza y buscan, una vez más, curar la herida del tiempo. Pero Salas deja lo mejor para el final, esto es, los poemas que cierran cada una de las dos secciones del libro y que son la cara y cruz de una misma moneda. Si «Tuffatore» vuelve a dar voz, después de Montale y Valente, al saltador pintado en una tumba de Paestum, «Bañista» es la evocación de un momento íntimo: un baño al amanecer. El primer poema es la cruz mítica y acaba con la muerte de su protagonista («creo / que no quise / despertar de esa noche»); el segundo, más personal, es su reverso afirmativo: el baño como trance purgativo y oportunidad de recomienzo. Tal vez la salvación no esté tan lejos, después de todo.

 

 

Publicado en La Lectura de El Mundo, 22 de julio de 2022.

 

 

 


 

Aljibe

 

En medio de la tierra algo se abre.

Una rama en el mármol te recibe

viajero. Una rama. La gracia.

El brillo

de algún pez.

 

El reflejo más puro.

 

Un agua densa inmóvil un cuerpo

transparencia.

 

Tú quieres estar viva en esa nada.

 

 

miércoles, marzo 30, 2022

wenzel

 


a Álvaro Valverde

 

 

Un nombre,

un oficio:

Wenzel la mensajera.

Entre Weimar y Jena,

de pueblo en pueblo,

es ella quien reparte bultos,

paquetes de alimento y provisiones.

El correo ducal no es de fiar

y las sillas de posta

van muy lentas.

En invierno, la nieve

y las heladas,

cuando no el barro,

vuelven impracticables los caminos.

Entre Schiller y Goethe

es ella quien despacha cartas,

versos,

obsequios imprevistos,

–una piedra de colección, tal vez,

o pliegos de revistas.

Ahora debe esperar

a que el gran consejero

termine su respuesta

y medite el regalo más idóneo

para el poeta amigo.

Sentada en la cocina,

la mensajera Wenzel

bebe un poco de caldo

y deja que las llamas la cortejen

con su olor a comida, a leña seca,

a niñez.

La sangre ha vuelto a sus mejillas

y las manos sostienen el cuenco sin urgencia,

como acunándolo.

Fuera

queda una marcha de seis horas

y el canasto que ha de llevar a hombros

pesa cincuenta kilos.

 

miércoles, abril 14, 2021

noche y día

 

La curva del dolor

se desprende a hurtadillas

del árbol de la noche.

Y aquí brilla, cercana,

concluyente,

en el suelo

de las incertidumbres. No podemos

apagarla. No hay forma

de guardar esa hoja

entre las páginas de un libro.

Así la sangre rutinaria

se hiere en las esquinas:

un estambre de espera,

un filamento al rojo.

La noche lo encendió.

Desnudamente significa.

 

 

Así recibe al día,

como si nada:

el cuerpo ladeado,

los ojos de vigilia

sobre el diorama escuálido

del patio

–septiembre en el alféizar,

en la sangre afanosa–,

la mano que tantea

y aparta las cortinas

para que irrumpa en él,

como en un templo,

el sol de los egipcios.

 

 

[Publicado en la revista Turia, núms. 137-138, 2021]

 

viernes, marzo 12, 2021

poema


Anselm Kiefer, Solo con el viento, el tiempo y el sonido 
[Nur mit Wind mit Zeit und mit Klang, 1997], 1024 x 538 cm.

 

 

 

A veces he pensado que en el aire

quedan las huellas

de estos encuentros, la conversación,

un enjambre de frases y palabras

que descienden livianamente

y al hacerlo se ordenan, se alinean

sin prisa

como ladrillos en el suelo:

un zigurat verbal

donde habita la médula del habla,

el templo que debemos

al dios de lo callado.

Nadie nos dio permiso para entrar.

No serán nuestros los pasillos,

las terrazas solares,

los secretos de su liturgia.

La pirámide sólo responde ante la luz.

 

 

martes, marzo 10, 2020

encuentro





Ya está colgado en la red el nuevo número (el 18, nada menos) de la revista Estación Poesía, editada por la Universidad de Sevilla y dirigida por el escritor y traductor Antonio Rivero Taravillo, a quien agradezco que haya dado cabida a este «Encuentro», que es de la poca poesía que escribí el año pasado.

En este número se incluyen poemas inéditos de Susana Benet, Nuria Ruiz de Viñaspre, Elías Moro, Juan Marqués, Victoria León, Ben Clark, David González o Braulio Ortiz Poole, entre muchos otros. También una estupenda reseña (firmada por José de María Romero Barea) de El paisaje se hace en el poema, la antología de la obra de José Corredor-Matheos que edité hace dos años para la Fundación Ortega Muñoz.

El número entero está disponible en PDF y se puede descargar aquí.

sábado, marzo 07, 2020

hispanismes / ticontre





Febrero fue un mal mes para esta bitácora: las tareas editoriales se me acumularon y dispuse de poco tiempo para actualizarlo y darle la vida que a mí me gusta. Con todo, y aunque no me gusta convertirlo en un tablón de anuncios, han ido apareciendo en la red algunos trabajos de los que parece conveniente dar noticia.


El número 13 de la revista HispanismeS, editada por la Société de Hispanistes Français, está dedicado íntegramente a la poesía española contemporánea e incluye un amplio dossier –coordinado por las hispanistas francesas Laurence Breysse-Chanet y Laurie-Anne Laget– que recoge poemas y poéticas de autores de distintas generaciones: José Hierro, José Manuel Caballero Bonald, Arcadio Pardo, Antonio Gamoneda, Clara Janés, Pere Gimferrer, Antonio Colinas, Olvido García Valdés, Jaime Siles, Miguel Casado, Juan Carlos Mestre, Blanca Andreu, Eli Tolaretxipi, Jordi Doce, Esther Ramón, María Ángeles Pérez López, Carmen Díaz-Maroto y Julio Prieto, así como artículos de Julio Neira, Juan José Lanz, Marie-Claire Zimmermann y José Teruel, entre otros. Se incluye también una extensa entrevista con Miguel Casado:

Se accede al número pulsando aquí, y cada sección o capítulo se puede descargar individualmente en PDF.


Por otro lado, acaba de ver la luz el nuevo número (que hace el número 12) de la revista académica Ticontre, editada por la universidad italiana de Trento, que incluye un amplio dossier sobre la obra de José Ángel Valente que he ayudado a coordinar con los profesores Pietro Taravacci y Julio Pérez-Ugena. Se titula «El sueño de la nada (a Valente en los noventa años de su nacimiento)» e incluye colaboraciones de Antonio Petre, Armando López Castro, Eva Valcárcel, Ángel Luis Prieto de Paula, Paul Cahill, Carlos Peinado Elliot, Stefano Pradel, Margarita García Candeira, Adrián Valenciano y José Luis Gómez Toré. Me parece, modestamente, que ha quedado muy bien.

Se puede leer en línea o también descargar en forma de PDF, aquí.

martes, febrero 04, 2020

dos poemas / letras libres




Gracias a la hospitalidad de su editora de poesía, Malva Flores, la revista Letras Libres acoge en su número de febrero dos breves poemas inéditos que escribí el pasado otoño. Se pueden leer aquí. Tienen poco que ver con el dossier de este mes, aviso. Pero siempre es un gusto volver a una revista a la que dediqué casi tres años de mi vida...

domingo, enero 19, 2020

poema





Detrás de la ventana
el patio mide sus silencios.
La mesilla de noche
y su carga dispar
–las gafas de leer, el libro, el móvil–
es un pulmón que se apacigua
y moja nervios
y celdillas
en la tinta basal de la renuncia.
Doblar las alas
y recogerse:
así la comprensión del nadador
que guarda bien su ropa,
la querencia del pájaro.
El invierno da fruto al despertarse.

martes, marzo 12, 2019

tal como éramos



 
© Luis Palmero, 2002



También nosotros querríamos volver al paraíso, escribir el edén. Luces bien asentadas, días que no vacilan y pupilas que miran de frente y de continuo la clara pertinencia del ahora. Sobre la mesa, el sol y un vaso de agua. Sobre la mesa, un sol de agua, el aire quieto del vaso. Allí estabas, hablando a espaldas de las horas, como si el tiempo fuera un invitado incómodo, una mancha capaz de borrar las palabras que decían el mundo. Allí estabas, bajo el toldo batido por el viento, y el agua lamía el malecón y se colaba entre las rocas con sus dedos prensiles, poniendo un suelo incierto donde plantar las voces, los silencios, la astucia misma del encuentro. También nosotros querríamos borrar la sombra, el reverso maléfico que seduce y arrastra. También nosotros, con nuestra piel viajera y la lengua labrada por el ansia. Limos bien asentados, mezclas desatendidas, manos que sólo manchan lo que codician. La sangre, que se lastima donde encalla. Pero ya no es posible. Todo se ha corrompido antes de madurar. Todo es mancha y turbión. O cayó en el desagüe donde una lluvia huraña lo arrastra y descompone sin piedad. Las palabras que hablabas se salieron de quicio, no saben su lugar, no saben estar quietas. Las palabras que oíamos se nos han ido de la mano y todo es ya otra cosa, distinta de sí misma, irreparable. No podemos volver sobre lo andado. No es posible desanudar el tiempo. Tan lejos de aquel día, el perfume difícil del presente, su impuro aprendizaje, tan lejos del edén.


lunes, enero 07, 2019

procesión





Noche de niebla,
pero haces tu camino
como si nada,

entre farolas
que alumbran tibiamente:
Santa Compaña.


domingo, diciembre 30, 2018

ficción





No quise abrir la puerta
ni que se abriera para mí:

me bastó el ojo de la cerradura
para pasar al otro lado

y ver la casa donde el tiempo
era un zumbido en la cocina

y nosotros oíamos, al fondo,
la obstinación del mar,

el crujir obediente de la arena
—y luego por las noches

cómo la curva de las luces
que llevaban al faro

se retorcía en forma de pregunta
para que respondieras: nadie, nada,

me despierto con miedo
y el miedo me mantiene alerta,

por qué esta angustia
que insiste en los pasillos…

Tal vez nos queríamos suavemente,
sin decirnos gran cosa,

y en el salón nos rodeaban fotos
de una vida ficticia

que recordábamos por turnos
y jamás en el mismo orden,

hasta que una mañana,
cuando el mundo pedía amanecer,

un harapo humeante del frío
se escurrió por el techo

y dibujó una cruz en esta puerta:
la puerta que daba a ningún sitio.

Despertamos a cielo abierto,
en mitad de la playa,

y era como si hubiéramos dormido
desde el principio de los tiempos:

entre el chillar de las gaviotas
y el olor a salitre.

No quise abrir la puerta
ni pedir que se abriera

—tras ella escribo, he muerto,
sigo viviendo.


sábado, diciembre 22, 2018

3 parpadeos





Entre la niebla
caminan sin moverse
los grandes pinos.



Pintas de moho
en las hojas resecas:
úlcera y lumbre.



Vino y se fue:
la niebla hecha jirones
en la maleza.