-¿Te has dado cuenta de que los
caracoles son corno el Greco? Sí, sí, corno Dornenicos Theotocopulos, que,
habiendo nacido en Creta, aprende a pintar con propiedad esa especie de iconos
que se hacen por allí, pero en cuanto se desplaza a Venecia, su admiración por
Tiziano y la influencia de Tintoretto lo transforman en el más veneciano de los
venecianos, en el más sensual, colorista y excesivo pintor de la Serenísima, pero
resulta que llega a Toledo y en una conversión traumática se vuelve austero,
sobrio, castellano viejo, caballero de la mano en el pecho, de un misticismo desbordante,
el más sincero personaje de la España profunda.
-Perdone, Maestro, pero sigo sin
ver muy clara la relación con los caracoles.
- Tusquets, ¡pero si es evidente!
Lo que distingue al Greco, lo que lo convierte en un artista inmortal, es su absoluta
falta de personalidad, es su facultad de metamorfosearse, corno los camaleones,
de absorber los valores de su entorno con tal intensidad que, al final, resulta
más auténtico que los autóctonos, ¿y cuál es la virtud culinaria del caracol?