Te quiero más que a la salvación de mi alma

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Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel
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INCIPIT 1.242. EL AÑO DEL BUFALO / JAVIER PEREZ ANDUJAR


PSICOFONÍA 1

-Donde decía autogestión ahora se lee sistemáticamente autosugestión.

-Eso es cosa del corrector automático.

-Más parece el signo de los tiempos.

 

El garaje se nos hace más pequeño cada día. Giramos aquí dentro en el sentido de las manecillas del reloj, y al salir el sol cada uno de nosotros se queda jadeando en su rincón correspondiente según un invariable ritmo de los acontecimientos. Nada de echar raíces. Durante el día descansamos, pues el hilo de luz que se cuela bajo la persiana metálica es tan débil que fijar en él nuestros ojos tumefactos, después de todo ese trote nocturno, nos produce una insuperable somnolencia. En cuanto a la comida…


GADAFI


En 1973, año chino del Búfalo, el coronel Muamar el Gadafi, presidente de la República Árabe de Libia, anuncia el inicio de la Revolución Popular, con la cual se anularán todas las leyes anteriores y se mandará encarcelar a la oposición. Gadafi declaró Estados imperialistas tanto a Estados Unidos como a la Unión Soviética, e inspirándose en la doctrina maoísta promulgó la llamada Tercera Teoría Internacional. Impulsó el Corán como modelo para regir el país, y lo adaptó políticamente a pesar de la oposición de los teólogos musulmanes. Proclamó la Gran Jamahiriya Árabe Libia Popular y Socialista, de la que se designó Guía. El término Jamahiriya era un neologismo creado por el propio Gadafi, que significaba Estado de masas. Instauró un nuevo calendario, que empezaba a contar a partir de la muerte del profeta. Practicó una política dictatorial. Hacía retransmitir por televisión las ejecuciones públicas. Le propuso al presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, que casase a su hija Chelsea con alguno de sus hijos para estrechar la relación entre ambos países. La periodista Memona Hintermann-Afféjee, corresponsal del canal de televisión France 3, denunció públicamente que Gadafi había intentado violarla durante una entrevista. En el ámbito internacional, sugirió acabar con el conflicto entre Israel y Palestina fusionando ambas 'naciones en un nuevo Estado, que se llamaría Isratina. Tras los atentados de Al Qaeda del 11-S, Gadafl abandonaría el panarabismo en favor del panafricanismo, y pidió perdón a los países africanos por el esclavismo ejercido por los árabes. Sin embargo, en 2010 llamó a la yihad contra Suiza por haberse aprobado en el Parlamento helvético una iniciativa popular contra la construcción de minaretes. Después de cuarenta y un años en el poder, Muamar el Gadafi murió linchado por las masas durante la revolución popular de Libia de 2011. Un exiliado, miembro de los Hermanos Musulmanes, había llamado públicamente al asesinato de Gadafi desde la cadena de televisión Al J azeera, en Qatar. En las imágenes de su captura, Gadafi aparece zarandeado por la multitud con la ropa desgarrada y el rostro ensangrentado. También se distingue cómo alguien le intenta sodomizar con una bayoneta o un bastón. La causa de su muerte fueron sendos disparos en la cabeza y en el abdomen, que un rebelde de diecinueve años le descerrajó dentro de la ambulancia.


JOYAS LITERARIAS JUVENILES

Diccionario enciclopédico, JP Andújar, p. 214-215
 En las Joyas Literarias Juveniles existe una literatura, y existe una Juventud, y existe una infancia, que tienen más de biblioteca saqueada, de lectura en precario, como se lee de niño sentado al filo de la cama, y de lectura de barrio, igual que hubo cine de barrio, que de tesoro literario. Las Joyas Literarias Juveniles son tebeos de treinta páginas que han querido ser libros de novecientas, pero a los cuales la vida, o las condiciones objetivas, no les han dado otras oportunidades. Hay una orfebrería de la insignificancia, y hasta del desengaño, que es la que se entrega a cultivar este tipo de joyas. Las Joyas Literarias Juveniles eran las alhajas con que yo me engalanaba en un mundo en que las alhajas de verdad las tenían las mujeres de los ministros y la esposa del Generalísimo. Las nuestras eran joyas de papel impreso a todo color, broches proletarios de una princesa Sissí dibujada a plumilla por un secreto padre con familia numerosa, que mantenía a los suyos con eso, con el esfuerzo de su lápiz. Uno va a entrar en la lectura por la puerta de servicio, que es por donde les gusta pasar a los niños; voy a entrar con un montón de tebeos guardados en la caja de una camisa con la tapa de plástico, y así era más ventana que tapadera, y con los nombres sagrados de Verne, Salgari, Dickens, Karl May, Walter Scott ... , grabados en la vista de haberlos visto con el cristal palpitante de los ojos, leídos dibujo a dibujo, antes de haberlos leído párrafo a párrafo al  fin inmerso en el rugido inacabable del abecedario. A estos relatos en tebeo, la crítica de entonces va a apartarlos de su canon con un manotazo, los va a quitar como telarañas  pegajosas, y hará falta que se vuelque toda la arena de nuestro reloj de arena, y que estaba hecha por ejemplo con las arenas pintadas de Lawrence de Arabia, habrá que esperar a que el tiempo caiga como el cemento de una hormigonera, para que a los dibujantes, a los guionistas, a los adaptadores de las Joyas Literarias Juveniles se les reconozca el servicio prestado a la única causa a la que he querido deberme, y que no es otra, por supuesto, que la causa milenaria de la lectura.

Y sin embargo, ya digo, ser lector de Joyas Literarias Juveniles no va a consistir en ser lector de palabras, sino de dibujos. A la épica monumental del escritor, que levanta en solitario una cultura colectiva, que va constituyéndose en literatura, cosido a su mesa de escribir, arrojándose a los periódicos en los que publica por entregas una novela, fantasmagorizándose en los salones literarios donde le reciben, las Joyas Literarias Juveniles van a oponer una épica más modesta y más moderna, que es la del dibujante que tiene que entregar a toda castaña treinta planchas (“300 ilustraciones a todo color”, anuncian en la cabecera), la del redactor que alguna vez soñó con escribir la gran novela de su generación y que se ha visto en la obligación de resumir a tanto el folio las más conocidas obras de la literatura universal, que ha tenido que renunciar a su propia literatura, queriendo vaciar de eso, de literatura, los títulos clásicos, a los que ha ido podando de sintaxis, de palabras, de metáforas, para convertirlos en un esquema dibujable. Un testigo de primera mano de aquella redacción de Bruguera me ha explicado que en cierta ocasión un guionista fue a quejarse de la barbaridad que suponía meter en treinta páginas las más de novecientas de Los hermanos Karamazov, y que el redactor jefe le contestó: “Si te falta espacio, elimina un hermano”

MOSUL

Diccionario enciclopédico, JP Andújar, p. 302
Mosul es actualmente una ciudad en manos del Estado Islámico en la que degüellan en público a los homosexuales, o los arrojan desde los tejados, y se arranca de raíz cualquier vestigio cultural. Entre los primeros restos arqueológicos que destruyeron los yihadistas el verano de 2014 al tomar Mosul, se encontraba la tumba donde algunos creen que está enterrado el profeta Jonás. No permiten venerar más que a su profeta. El nombre de Nínive, o eso dicen algunos etimólogos, nace del túmulo en que yacen los restos de Jonás: Tell Nabí Yunus. El tell (montículo) del nabí (profeta) Yunus Oonás). También, eso fue en 2012, en Mali, en Tombuctú, la ciudad de los 33 santos, los yihadistas de Ansar Dine (que significa {{defensores de la fe») destruyeron históricos mausoleos de santos musulmanes, profanaron cementerios sufles y saquearon mezquitas y madrazas del siglo XIV en su guerra por someter a la gente al islamismo radical.
El museo de Mosul, que ya había sido saqueado en 2003 cuando tomaron la ciudad los marines y las fuerzas británicas para derrocar a Sadam Husein, esta vez veía destruidos con martillos y taladros sus estatuas, frisos, todo lo que pudiera ser considerado como ídolo, y por tanto idolatrable. El Estado Islámico se muestra devastador con las piezas arqueológicas. Sobre todo cuando son demasiado grandes para traficar con ellas. De lo contrario, se las llevan para venderlas en el mercado negro. Se cree que, después del petróleo, el tráfico de objetos antiguos (calculado según Le Monde en 7.000 millones de euros) es la segunda fuente de ingresos del Estado Islámico. Muchas de las piezas de tesoros asirios, partos, acadios ... , conservadas en el museo de Mosul procedían de los yacimientos de otras ciudades, como Nimrud y Hatra, y en este museo se creían al resguardo del pillaje, de posibles asaltos, a los que están acostumbradas todas las antigüedades desde que nació la arqueología.

En la grabación de este asalto, que difundieron los propios yíhadistas, un combatiente se dirigía a cámara para hablarle a su público: «Fieles musulmanes, estos artefactos que tengo detrás eran ídolos que las gentes antiguas adoraban en vez de adorar a Dios». Han convertido su causa en un espectáculo de masas porque saben que desde tiempos de los romanos el personal lo que quiere es verlo y aplaudirlo. Tanto es así, que incluso ha difundido vídeos de falsas destrucciones de monumentos, de destrucciones de copias de obras de arte, para tener satisfechos a sus seguidores y aterrados a quienes consideran sus enemigo: la cultura occidental.

ENRIQUE MORENTE

Diccionario enciclopédico, JP Andújar,p. 275-176
Enrique Morente, chamán nuestro. Gran hechicero del cante flamenco. los cantaores son chamanes, no hay sino que verlos en el rito funerario de las seguiriyas. La mesa que el clan aporrea con los nudillos para llamar a las puertas del infierno. Los ayes con que el brujo arranca su canto. El babeo, los ba-bas, los bes, los bis, los bos tartamudos con que el cantaor va cayendo en trance. Los ojos cerrados, el gesto solemne, trascendental. Reunidos los hombres en la casa como una tribu en su cabaña de Siberia o del Amazonas. La mesa llena de comida y de bebida, porque así se despide a los muertos desde tiempos de la cueva. La playera, vieja forma del cante, madre de la siguiriya. La playera tiene en su etimología la palabra «plañidera», la que llora a los muertos. El flamenco guarda en este hoyo profundo, en este agujero hondo de la seguiriya, orígenes del más allá. De lo primero que hizo el ser humano cuando fue consciente de que estamos vivos de milagro, maestro. La guitarra lenta y  siguiriyera al compás del péndulo de Edgar Allan Poe que pasa rozándole a uno con el filo de su hacha. De milagro, maestro. La guitarra y el pozo, eso es el flamenco. Música de chamanes. El clan alrededor de la mesa mira callado al cantaor y llora cuando le escucha, y se arranca la ropa a jirones como en un funeral de Oriente, y le jalea para que cante de más lejos, con más eco del mundo de los muertos. Pero el cantaor gesticula lentamente. Separa los brazos como un cristo de mármol sobre las montañas. Entonces silencia el cantaor para escuchar al guitarrista, la lira subterránea de Orfeo. A través de la guitarra habla el temblor de los espíritus. Las cuerdas que los amarran a su mundo de sótanos. ¿Te has reunido ya con los espíritus, maestro? Las tribus gitanas dicen que el muerto duerme y que la familia tiene que  ayudarle en su peregrinación sonámbula. Los gitanos antiguos enterraban a los suyos comiendo, bebiendo y con cantos de alegria, y seis semanas más tarde y luego un año después celebraban la pomana, el rito triste en que un vivo de su edad se vestía igual que el difunto y le imitaba en todo. Por eso en el cantaor cuando canta hay esos gestos despaciosos de imitación teatral. Estamos habitados por nuestros antepasados, somos caravanas llenas de sombras, y el chamán va sacando las suyas por la boca en el rito del cante. El muerto lo último que hace en vida es expulsar el alma por la boca, esto es lo que dice la vieja magia de los gitanos. 

CUARTO MILENIO

Diccionario enciclopédico de la vieja escuela, Javier Pérez Andújar, p. 1989-199
Cuando, en el primer programa de Más allá, Jíménez del Oso trató el origen de la luna acabó concluyendo que lo único cierto es que la luna existe. Y eso era lo que siguió diciendo en todos sus programas, en todos sus escritos, en todas sus revistas. Lo mismo que dijeron los clásicos Machen y Lovecraft; claro, Poe el primero: lo terrible es que existe, lo importante es que existe, que el terror existe. Con Jiménez del Oso, el viaje es más allá del miedo. Y se descubre que pasado el miedo lo que hay es más miedo todavía. Que el vacío es miedo, y la noche es miedo, y la nada es miedo, y los límites del espacio exterior lindan con el miedo. Jiménez del Oso encama la pregunta conmovedora, desoladora, del hombre que ha oído muy de cerca gemir al huracán. El tipo que sale ileso una vez más, sin acabar de creérselo, sin saber a quién darle las gracias, y que con la mano en el pecho aún palpitante sólo es capaz, por pura  honestidad, de hacerse esta pregunta: ¿y qué sé yo?
Íker Jiménez ha llegado tarde a esta épica. No es culpa suya, pero debería asumirlo. Arrancarse los dientes con unos alicates en directo para convencemos de que va en serio. No puede hablar del más allá con su mujer al lado, que sonríe como si te fueran a contar una excursión a Lucainena de las Torres, con la caja de galletas. El más allá de Íker Jiménez es un misterio de comunidad autónoma. Todo en Íker Jiménez es un no llegar hasta el final, un allá incapaz de alcanzar a más. Le ha ido demasiado bien en la vida como para confraternizar ahora con los espectros. Los muertos son gente antigua, que ni les va ni les viene el mundo moderno. Están más cerca de Houdini que del hombre del tiempo de la Cuatro.
Iker Jiménez es una reproducción coreana de Jiménez del Oso. Donde Jiménez del Oso se queda calvo para mostrar la verdad de su cabeza, para enseñarnos que tampoco hay nada en nuestro cerebro, que nosotros, por tanto, no somos culpables, que el terror está ahí afuera, Íker Jiménez se conforma con un poco de entradas. iCómo tener la osadía de Del Oso! A Íker Jiménez lo paranormal se le queda en el flequillo. Jiménez del Oso se deja barba porque además de Jiménez se llama Oso. A Íker Jiménez su nombre le deja a las puertas de IKEA. La barba de Jiménez del Oso es la del sabio griego, que ha hecho su filosofía viendo cómo sus contemporáneos se abren la barriga a espadazos. Es una barba escéptica, de quien ya no cree en el aftershave. Pero todo lo que en Jiménez del Oso es escepticismo, en fker Jiménez es ignorancia.

Jiménez del Oso lee, sabe, estudia, asimila. Lo único que le ha aprovechado a Íker Jiménez son los consejos del Club de los jóvenes Castores y los documentales de El hombre y la Tierra. En realidad a quien Íker Jiménez admira muy por encima de Jiménez del Oso, a quien verdaderamente imita poniendo esa voz enfática, es a Félix Rodríguez de la Fuente.

BARCELONA 2006

En 2006 vivíamos ya tiempos presentes, si entendernos el presente como el desmantelamiento de todo lo alcanzado por las generaciones anteriores. Es el año en que explota la burbuja inmobiliaria y la gente empieza a salir a la calle a mogollón en defensa del derecho a la vivienda. Y es cuando aparece Mauricio o las elecciones primarias, una novela ambientada en otra de las épocas más desalentadoras y duras de nuestra ciudad, la que discurre entre las elecciones a la Generalitat de 1984 (donde el mapa político catalán queda fijado para toda la eternidad) y el nombramiento en 1986 de Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos del 92. Es la Barcelona del desencanto de la izquierda (la novela empieza con los socialistas buscando gente para llenar sus listas), de la especulación inmobiliaria sometiendo a los ayuntamientos, la Barcelona de los confines ignotos (parte de la acción transcurre en Santa Coloma de Gramenet) ...  Se dibuja en este libro una ciudad deprimida, que va a viajar de un sueño a otro y que no se atreve a hacer realidad lo que anhela, que va del sueño prescrito de la Transición al sueño prometido de las Olimpiadas igual que el enfermo que cambia de estimulantes a ver si tiene suerte. La novela está escrita con una prosa hecha astillas por el hacha vasca de Baraja. No hay Mendoza más barojiano que el de este libro. Ningún escritor ha sabido leer a Pío Baraja mejor que Eduardo Mendoza. Aquí, como en Baraja, todo es un trasunto de un estado de ánimo: el fraseo abrupto, los diálogos secos y lejanos, como oídos en la casa de al lado, la propia ciudad, sus paisajes y sobre todo sus personajes. Mauricio es un indeciso que vive en permanente estado de anhelo, y así cuando la vida le da a elegir entre dos realidades, entre dos formas de plasmarse como ser vivo, se paraliza y deja que la realidad más potente lo arrastre como una riada se lleva con ella un tronco muerto, o a una ciudad entera. En todos los libros de Mendoza de lo que más se habla es de la lucha por el amor, de la difícil lucha por establecer un amor que nunca se pone a tiro. Las elecciones primarias de Mauricio son entre una joven abogada de clase media, que aún vive con sus padres, y una mujer de Santa Coloma, roja histórica que hace vida independiente. Pero también ambas representan esos dos sueños en los que se sumerge la época narrada. La promesa del éxito anunciado en Lausanne, y un sueño al que, como no se cumplió, tan sólo le queda morir igual que mueren todos los sueños rotos, de la manera más triste y solitaria. Mauricio es el hombre sin voluntad, atrapado en una ola de pesimismo y que al final se verá atrapado en una ola de optimismo. Pero eso no quiere decir que se haya redimido. Mauricio Greis es también la imagen invertida de Onofre Bouvila en La ciudad de los prodigios (sobre el paso, a través de estas dos novelas, de la Barcelona moderna a la posmoderna ha escrito la filóloga Cristina Jiménez-Landi Crick), y así una obra es espejo de la otra, del mismo modo que lo son sus respectivas Barcelonas. Los  libros de Eduardo Mendoza contienen el espejo que Stendhal introdujo en la novela. Por la obra de Mendoza se va reflejando Barcelona en todos sus rostros. Cuando leí Mauricio o las elecciones primarias vi reflejado el mío.

EL CUARTO PODER

Diccionario enciclopédico de la vieja escuela, Javier Pérez Andújar, p. 172-173
La gente es siempre la gente de la calle. Es en la calle, en las plazas, en todas las Bastillas, donde empiezan siempre las cosas, esto hemos vuelto a saberlo recientemente, y ahora andamos de aniversario. Hay más democracia en una sola calle que en toda una ciudad. La ciudad, lo explican en los colegios (incluidos los públicos), es una entidad burguesa y por eso también se ha llamado burgo. La calle viene de callis, en latín, que era el sendero por donde pasaba el ganado. Es en la calle donde vive la gente que no cabe en la ciudad. La calle es de todos, y cuando la derecha dice que la calle es suya es porque considera que la gente es rebaño. Si algo conoce la derecha son las palabras, mas que a la gente, que ni le importa ni le interesa. Las derechas son más dadas a defender a la persona que a defender a la gente. La derecha, como tiene mucho dinero, sabe lo que realmente vale cada palabra. Entre lo primero que hizo Rajoy al llegar al Gobierno fue quitarle el nombre al Ministerio de Trabajo para llamarlo Ministerio de Empleo. Así se invirtió radicalmente el punto de vista. La palabra “trabajo” estaba más cerca de los trabajadores que de los empresarios. El trabajo tiene un retrogusto marxista asociado a conceptos como alienación, emancipación y plusvalía. El punto de vista de la patronal no es el trabajo, es el empleo. Pero también hay algo de políticamente correcto en este cambiazo, pues empleo es un término más limpio, menos grasiento, una palabra que, según el diccionario, se utiliza para designar especialmente el trabajo no manual. Claro, no es lo mismo un trabajador que un empleado. Las palabras hablan sin parar. De la doble acción combinada entre CiU y PP se entiende que dejaremos de ser un país de gente sin trabajo para convertimos en un país de personas sin empleo. Aún hay clases.

CAMILO 6º

Diccionario enciclopédico, J. Pérez Andújar, p. 66
Es un muñeco del pasado que nos pone melancólicos de tiempos peores. Tiene la melancolía asustadiza del superviviente. Con sus gritos, con sus chillidos de adolescente al que van a sacrificar los romanos, pretende ponemos la piel de gallina; pero, esclavo de la moda, víctima de una época, lo auténticamente suyo es la piel de melocotón.
Su frente ancha y despejada, como la de Pedro Osinaga, como un campo heráldico que simboliza esa nobleza que está por delante de la inteligencia, esa franqueza sin trampa ni   cartón  que tanto se celebraba desde la camaradería del falangismo. Su melena amazacotada, que más que peinada parece dibujada para una historieta de Lily, ese aspecto de que le peina su hermana peluquera y que convierte el hippismo, el pelo largo de quien quiere cambiar el mundo, en el pelo largo de quien desea que el mundo no cambie, de quien suspira por vivir en un mundo que no va a ser suyo, pero que está condenado a llevarlo representado en el rostro. Y su corbata ancha, que es el equivalente triste de la sonrisa ancha de Víctor Jara. Así es Camilo Sesto. Un chiquillo que compone, que escribe «Algo de mí», y le sale una sarta de tópicos que enmascaran una verdad terrible, que contienen una intuición tremenda. A Camilo Sesto le bastan dos frases, pero necesita muchas más para llenar la canción y tira de veta. En el año en que sale este disco, parece que Camilo Sesto quiera ser una respuesta edulcorada, de  pastelería de barrio, al éxito de Nino Bravo. Pero lo que en realidad se esconde tras Camilo Sesto es un imitador de Joan Manuel Serrat, y que en esta canción es capaz de decir «tu nombre se vuelve hiedra» como antes el cantautor barcelonés había dicho «tu nombre me sabe a hierba». Aun así no cae en la parodia, no se ridiculiza, pues en Camilo Sesto también existe una verdad terrible, late también un Mediterráneo, el que baña las costas de Marina d'Or.

STUDIO 54 BCN

Diccionario enciclopédico de la vieja escualea, Javier Pérez Andújar, p.136
A Barcelona también se la cargaron las clases biempensantes cuando la ciudad, en tiempos de Anarcoma, las tentó en una sangre misteriosa que llegaba de todas partes. Ya hace décadas que Barcelona es una ciudad que no existe y por eso le han puesto al fin un alcalde que tampoco existe. Como mucho, Barcelona se ha quedado en el nombre de un equipo de fútbol; eso sí, que ha llegado a ser el mejor del mundo, según dicen los que saben de eso (cada vez que empieza la liga me propongo seguir algún equipo para ver si esta vez me gusta el fútbol, lo he probado hasta con el Calvo Sotelo, que jugó mucho tiempo en segunda). Barcelona llegó a tener en el Paral·lel, la más creativa de sus calles, una delegación oficial de Studio 54; pero su lugar lo acabaría ocupando una sala de la SGAE de cuando Teddy Bautista, acto que se celebró a bombo y platillo con presencia de nuestras autoridades. En ese sentido creo que no existe Barcelona. Pasando de la fiebre del sábado noche al chico en la burbuja de plástico, la ciudad ha recorrido el camino inverso al de John Travolta. A eso también se le dice ir para atrás. El chico que vive dentro de una burbuja de plástico, a estas alturas, ya somos todos, excepto los de la PAH, que, unos a la fuerza y otros por solidaridad, están siempre en la calle (y bien que hacen). El Sónar, que se celebró hace unos días, es otra burbuja de plástico (quizá sea necesario aislarse así para poder seguir viviendo). Con el Sónar pasa como con los pisos en Barcelona, que mayoritariamente se lo puede pagar un público extranjero. De este modo, coinciden dos tipos diferentes de burbuja, aunque, ya lo observó Paracelso, macrocosmos y microcosmos se reflejan el uno en el otro. Barcelona es un Zara. Unas escaleras mecánicas con careta de ciudad. Una marca, un nombre escrito en miles de bolsas, un sello que puede encontrarse de la misma manera en cualquier parte del mundo, y un trasfondo de miseria, de niños que cosen en talleres o de niños que van sin comer al colegio (esta última noticia me recordó la vieja canción de los Asfalto, la de Días de escuela, cuando decía «la leche en polvo y el queso americano», pero ellos se referían a los colegios del franquismo ).

MIGUEL BOSE

Diccionario enciclopédico, J. Pérez Andújar
Bosé. A través de los hijos de los matadores queda plasmada la evolución contemporánea del toreo, y por tanto de España. Porque lo que dista de Miguel Basé a Paquirrín no es otra cosa más que la Transición personificada de cabo a orejas y rabo. A través de Miguel Besé, agua de la fuente, Linda, empiezan a manar los arroyos de la democracia. Su flequillo contestatario de rico con problemas extramonetarios, su pañuelo rojo en el bolsillo de atrás, donde otros llevan el peine, su sexualidad a lo Mick Jagger de hombre que se pone en jarras, todo esto le dibuja como representante juvenil en los pactos de la historia con la música. En esa época ha cultivado Basé un figurín de gimnasia sueca, es decir, socialdemócrata, una silueta de régimen de fibras con la que se va a reemplazar el régimen de Franco. Pero Miguel Besé no surge de sí mismo, no aparece por accidente, y mucho menos va a ser producto de la evolución, ya que el darwinismo está confinado todavía a un encuentro de expertos enseñando los calcetines en La clave. Miguel Bosé no sale de la nada del franquismo ni de la nada democrática. A Miguel Basé lo crea Dios como todo lo que hay en España. De que es necesario aclararle esto al personal no se darán cuenta ni la industria ni el cantante hasta su tercer disco, Chicas! (1979). Los anteriores, Linda (1977) y Miguel Bosé (1978), son prehistoria, transición salvaje, preconstitucional, sin gobierno ni amo que le ponga vallas y leyes. Son canciones al amor y a la libertad, porque el cantante lírico y el cantante juvenil también se creen en el compromiso de protestar, a la manera del cantautor. Les falta cansancio para comprender el absurdo beckettiano de que nunca hay nada que decir. Samuel Beckett Buster Keaton del cine mudo, el silencio, la nada ... Pero, al igual que en la Biblia, antes de Miguel Basé no era la nada sino el caos del amor Y la libertad. De eso trata ese tercer disco, Chicas!, de que todos los españoles de hoy somos obra del Creador Supremo, ese que estaba antes de que todo esto llegara, oculto, apartado, vigilando tras su lucecita.

AULLIDO

Diccionario enciclopédico de la vieja escuela, Javier Pérez Andújar, p. 28-29
Aullido. He visto a las viejas de la generación de mi madre robadas por los bancos y las cajas de ahorros, engañadas, saqueadas, desplumadas, timadas por directores de sucursales de traje moderno que se llevaban comisiones a cambio de sus abusos salvajes, y que después de su jornada de fraude volvían en un coche caro y nuevo al piso de siempre, al piso reformateado del barrio donde seguía siendo todo igual que la vida,
hombres jóvenes que empezaron a hacerse viejos a golpes de estafa, esclavos de hipotecas que enfermaron de miedo y de impotencia y que con la quimio a cuestas iban a todas las manifestaciones, a concentraciones, a la puerta de la Bolsa o de su entidad bancaria, a donde hiciera falta, a gritar que ellos estaban más vivos que el sistema, a poner pegatinas en las cristaleras de las cajas llamándoles ladrones a quienes les habían robado,
que, con la hoja del paro en el bolsillo, una mañana pillaron el periódico gratuito en una calle de la Vemeda y al abrirlo sentados junto a las esculturas de Acín encontraron al consejero de economía Andreu Mas-Colell diciendo que no había que meterle d dedo en el ojo a quienes traficaron con preferentes firmadas tan sólo con un dedo, destrucción política de la condición humana, los representantes del pueblo representando a los enemigos del pueblo,
carne de cañón, manobres que hablaban con sólo media lengua aprendida explicando por las mesas de los ayuntamientos, por los despachos sindicales o de abogados especializados o de quienes puedan escucharles gratis, que no sólo les retiraron la prestación de desempleo, sino que encima les obligaron a devolverla porque habían viajado a Marruecos a ver a su madre que cayó enferma y no avisaron de que salían de España (aunque quizá lo mejor sea irse de aquí para siempre),
familias enteras ardiendo en las barracas de los solares del Poblenou, y comunidades de más de trescientas personas que encontraron su único sitio en un descampado y luego quisieron echarlos a la nada porque al fin se podía decir que son nada, que nadie es nada comparado con un presupuesto, sesión de prestidigitación en la callejuela de las ratas, lo nunca visto: el show del programa oculto y la oposición invisible
los vecinos más pobres de los barrios más pobres, de Torre Baro, de Vallbona, de Ciutat Meridiana, sacados a rastras de sus casas por hombres como ellos que llevaban durante sus horas de trabajo uniforme de policía, observados por un cerrajero tembloroso también como ellos, gritando de desesperación, pero no bajo la mirada de quienes nunca son como ellos ni como nadie, porque éstos desprecian mirar la vida; y por la noche había chavales adictos, recogidos, sentados en las urgencias de los hospitales, que no esperaban al médico sino a que pasaran la noche y el frío,

que sin saber adónde llevar los muebles se pusieron a andar por la acera, su nueva espaciosa vivienda, y les dijo el alcalde Trías que pronto iba a inaugurarse un Centro de Alojamiento Familiar, campo urbano de refugiados de esta guerra con mercados negros y mutilados económicos mendigando de rodillas comida a las puertas de los supermercados; padres y madres separados que volvieron a vivir en las casas de sus padres y madres y que cuando les tocaba llevarse con ellos a los hijos tenían que pedir dinero prestado para comprarles la merienda
(En la foto inauguración del puente de San Adrián, en el Besós)

INCIPIT 832. DICCIONARIO ENCICLOPEDICO DE LA VIEJA ESCUELA / JAVIER PEREZ ANDUJAR

A El lenguaje es una cuestión de términos, es decir, de intenciones. Lo explicó Agustín García Calvo (se fue aún hace menos de un año y le dijeron adiós con la boca pequeña; el mundo de los vivos es cada vez más pequeño). García Calvo, Chicho, Haro Tecglen, Montalbán, Umbral, Carlos Monsiváis, Lemebel, Fernando Poblet ... , pertenezco ya a una literatura extinta, es decir, escrita sin tinta. Cuestión de términos. De segundas intenciones. Creo que debo todo lo que pienso sobre cualquier cosa que pasa a una sola letra, que en sí misma contiene todo un lenguaje. No es la letra de una canción, ni una letra impresa en un libro sino una letra que alguien pintó en la ladera de una montaña, hará, este mes de octubre, 34 años. Y ahí sigue, solitaria y orgullosa, como a todo el que no le importa perder. Está en Santa Coloma, en el barrio de Can Franquesa, al pie de los bloques de colores. La primera vez que vi aquella A, solemne, blanca, gigante (6,5 m de diámetro), fue desde la carretera de La Roca. Yo iba con mi padre en el127 (tres puertas) a los cursillos de formación sindical que le daban en Monteada. Sí, mi padre me llevaba a esos sitios. Por eso me gusta tanto esa canción de Elliott Murphy, la que habla de cuando iba con su padre en el coche y era el día del cumpleaños de Elvis. Porque sé que le entiendo que estamos en el mismo lenguaje, en la misma intención. En los cursillos, nos sentábamos en sillas de tijera (con las mismas tijeras nos hacen ahora los recortes). Eran hombres -de (acciones duras, gente currante, que escuchaba en silencio a un tipo como ellos que hablaba con las manos en los bolsillos

INCIPIT 19. LOS PRINCIPES VALIENTES / JAVIER PEREZ ANDUJAR


Le decimos leer y somos nosotros, que corremos entre los bloques de edificios, y sacudimos los troncos de los árboles empapados de lluvia, y cazamos a las arañas en sus telas, y recogemos cascos de boetellas de leche y de botellas de champán, y buscamos cobre, bolinas de cobre caídas entre las matas que crecen en los solares, y junto a los huertos, y al sol de las escombreras que hay al lado de cualquier obra. Somos mi amigo y yo, mirándolo todo, palpitando y leyendo a la vez, y haciéndonos tenaces con l atenacidad de las hortigas, de los amrantos, de las malvas que nacen al borde de las vías del tren, o en los basureros, o al pie de los muros de las fábricas, y embebiéndonos del salvajismo de los juncales y de las mimbreras de la orilla del río, e infiltrándonos del vértigo de las torres eléctricas. Y todo esto lo vamos a creer lectura en nuestro leer interminable, sin reparar en que al mismo tiempo estamos latiendo como palpita con su pulso regular una estrella de neutrones o gira despaciosamente la blanca luz de un faro. Porque lo que hacemos es respirar, ser cada uno de nosotros a todas horas, habar con inquietud y mirar con los ojos muy abiertos, por


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