Aquí estoy, JS Foer, p. 446
-Pero ¿es eso bueno para
nosotros? ¿Nos ha beneficiado preferir el patetismo al rigor, preferir
escondernos a buscar, la victimización a la voluntad? Nadie puede culpar a Anne
Frank por haber muerto, pero sí podríamos culparnos a nosotros mismos por
contar su historia como si fuera la nuestra. Nuestras historias son tan
fundamentales para nosotros que a menudo nos olvidamos de que las hemos
elegido. Que hemos elegido arrancar ciertas páginas de nuestros libros de
historia y enroscar otras y meterlas en nuestras mezuzot. Que hemos elegido convertir la vida en el valor judío
definitivo, en lugar de diferenciar entre el valor de distintos tipos de vida
o, de forma todavía más radical, admitir que hay cosas más importantes aún que
estar vivos.
»Muchas de las cosas que pasan en
el judaísmo actual, desde considerar que Larry David sea algo más que muy
gracioso, hasta la existencia y persistencia de la Princesa Judía Estadounidense,
la exaltación de la torpeza, el temor a la ira, o la tendencia a valorar cada
vez más las confesiones en detrimento de los argumentos, son consecuencia
directa de nuestra decisión de permitir que el diario de Anne Frank reemplazara
la Biblia como nuestra biblia. Porque la Biblia judía, cuyo objetivo es
delimitar y transmitir los valores judíos, deja muy claro que la ambición más
alta posible no es la vida en sí misma, sino la rectitud.
»Abraham le pide a Dios que no
castigue Sodoma apelando a la rectitud de sus ciudadanos. No porque la vida
merezca inherentemente la salvación, sino porque la rectitud merece el perdón.
»Dios destruye la Tierra con una
inundación y salva sólo a Noé, un hombre "recto entre sus
contemporáneos".
»Y luego está el concepto de los
Lamed Vovniks, los treinta y seis hombres rectos de cada generación que, con
sus méritos evitan la destrucción del mundo entero. La humanidad no se salva
porque valga la pena salvarla, sino porque la rectitud de unos pocos justifica
la existencia de todos los demás.
»Una de los tropos de mi
educación judía, y tal vez también de la vuestra, fue este versículo del
Talmud: "El que salva una vida humana salva al mundo entero". Se
trata de una idea muy bonita, a partir de la cual vale la pena regir la vida.
Pero no deberíamos otorgarle un sentido que no tiene.
»A los judíos actuales nos iría
mucho mejor si, en lugar de "no morir” nuestra ambición fuera "vivir
con rectitud"; si en lugar de "me hicieron tal y cual': nuestro
mantra fuera “yo hice tal y cual”