Se plantó frente a nosotros, sin apuntes, libros ni nervios. El atril lo ocupó su bolso. Echó un vistazo alrededor, sonrió, en silencio, y comenzó.
-Habrán observado que el título
de este curso es «Cultura y civilización». No se alarmen. No los voy a
acribillar a gráficos circulares. No voy a intentar embuchar les datos como a
un ganso cebado; lo único que se consigue con eso es una hipertrofia en el
hígado, lo cual no sería sano. La próxima semana les proporcionaré una
selección de lecturas totalmente opcional; ni perderán nota por ignorarla, ni
la ganarán por estudiarla sin descanso. Les daré clase como a los adultos que
sin duda son. La mejor forma de educar, como. sabían los griegos, es la
colaborativa. Pero ni yo soy Sócrates, ni ustedes una clase de Platones, si es
que es ese el plural correcto. No obstante, dialogaremos. Por otro lado, dado
que ya no están en el colegio, no me dedicaré a dispensar blandos gestos de
aliento y flojas palmaditas en la espalda. Para algunos de ustedes, puede que
yo no sea la mejor profesora, en el sentido de la más adecuada a su
temperamento y mentalidad. Vaya esto por delante para quien corresponda.
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